Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

domingo, 29 de marzo de 2015

ESCRITORES QUE MATARON


A ALGUIEN (EN LA VIDA REAL)


Burroughs
Hace muchos años que dejamos de creer que ese autor que escribía tan bellas palabras tuviera por fuerza que ser una buena persona. Ya sabemos que puedes escribir bien y pensar mal. Pero de ser malo a ser un asesino hay un trecho, que no muchos escritores han cruzado. Algunos sí.
El caso más famoso es el de Krystian Bala, aquel autor polaco que no contento con haber matado al amante de su esposa decidió escribir un libro dando todos los detalles sobre el plan perfecto para hacerlo. Ese mismo libro (llamado ‘Furia’ y que puedo imaginar tuvo un subidón de ventas tras saberse esto) fue el que dio las pistas para que la policía pudiera incriminarlo. Todo el asunto resulta de lo más novelesco, si no fuera porque la muerte del señor en cuestión fue un hecho real.
Pero no es el único autor asesino, los hay mucho más famosos. Y eso sin contar todos los que participaron en guerras. Hemingway se enorgullecía de haber asesinado a 122 alemanes, especialmente a uno de ellos, según detalló en una de sus cartas: “disparé tres veces, apuntando a su estómago. Cuando cayó, le disparé a la cabeza. El cerebro le salió por la boca o por la nariz, creo”. Pero se trata de un tema distinto.
William Burroughs mató a su mujer en extrañas circunstancias. Primero sostuvo que estaban jugando a ‘Guillermo Tell’ y a lo que trataba de disparar era a un vaso sobre su cabeza y no a ella, pero años después se retractó y dijo que el arma se había disparado por error. Se quedó en México un año y posteriormente se fugó a Estados Unidos.
También mató a su mujer Louis Althuser, el famoso filósofo marxista,estrangulándola con sus propias manos. En su caso, debido a una enfermedad mental que hizo que pasara los últimos años de su vida en un hospital psiquiátrico.
Por último, llama la atención el asesinato de “juventud” de Anne Perry, nacida como Juliet Hulme. Con 16 años mató a la madre de una amiga en un plan conjunto con la propia amiga. Al parecer los padres de ambas estaban preocupados porque su relación fuera algo más que de amistad y decidieron separarlas. El plan era matar a la madre de la amiga, que pareciese un accidente y fugarse juntas a otro país. Por supuesto no salió “bien” y tuvieron que cumplir condena (pero solo 5 años).
Y eso son los asesinatos resueltos, porque algunos escritores han sido sospechosos, con razones o sin ellas. Edgar Allan Poe, siguiendo los pasos de Bala,también publicó un cuento sobre un asesinato real, en su caso encontrando en la ficción al culpable del crimen en el que una chica fue violada, estrangulada y echada al agua con las manos atadas a la espalda. En la vida real el caso nunca se resolvió pero se sabe que Edgar Allan Poe fue la última persona junto a la que se vio a la víctima. También Arthur Conan Doyle ha sido acusado recientemente del asesinato de un amigo (y marido de su amante), pero la exhumación del cadáver no mostró rastros del supuesto envenenamiento, por lo que probablemente se trate de una falsa acusación.
después de esta sórdida lista, prometo que volveremos a hablar de las cosas bonitas de la literatura.

sábado, 28 de marzo de 2015

Cuento de Enrico Diaz.

Un saludo cordial a todos los lectores. En gratitud a ustedes les dejo a continuación un breve cuento de misterio. Si lo compartes o deseas publicarlo en algún espacio digital o físico, solo decirle que figure mi autorìa, nada mas solicito. Gracias.
En el distrito de San Isidro...
DOLOR EN EL VIENTRE
Cuando apareció el lago frente a la casa de Luis Chávez empezó a comprender la molestia de sus vecinos. Aunque él no era el causante de esa sustancia que se había empozado. Desde el principio sospechó que no se trataba de una simple agua estancada. Ante lo sucedido había percibido el carácter y la esencia de lo que en verdad representaba.
Luis víctima de él mismo por su falta de tiempo no pudo ocuparse en investigar lo ocurrido. Esto generó constantes hostigamientos por parte de las personas que vivían cerca de su casa. Es preciso decir que la aparición de ese lago fue acompañado de un dolor en el vientre que poco a poco se agravaba, con el terrible espanto de cargar un extraño cansancio que encarnaba algo perpetuo sobre él.
Tenía toda la apariencia de atravesar un giro en su vida, que con el paso del tiempo se daría cuenta de la única verdad que tendría que enfrentar.
Pero su excesiva carga laboral solo retrasaba que se ocupe de esa responsabilidad que por causas desconocidas se le había impuesto. Ello repercutió y agravó su relación con sus vecinos hasta merecer las amenazas. Porque si no se ocupaba de ese lago ellos vendrían a solucionarlo a su manera.
Fue tal la ira que volcaron sobre él que ya no pude definir si el problema era el extraño lago sobre el pavimento o era él. Sea uno o el otro había una evidente sensación de repulsión y deseo por victimizarlo. A pesar de esa carga no pasaron muchos días que tomó la decisión de investigar sobre la profundidad de ese extraño lago. Para ello se puso a buscar dentro de su casa algo que le pueda ser útil, hasta que halló una vara cuya medida aproximada era de tres metros de largo.
Cuando intentó penetrar el lago con la vara y no llegó al fondo le hizo sentir cierto estupor dado a que el suelo era plano y de asfalto.
— ¿Cómo puede ser posible?— Su pregunta sin respuesta no lo hizo decidir nada.
Nadie supo lo que había ocurrido. La aparición del lago significaba un agujero que estaba lleno de una extraña sustancia y sin que haya llovido desconcertó con mayor razón.
Luis empezó a experimentar un ligero escalofrío, puesto que si un hilo lo envolviera desde los pies hasta la cabeza. Con esa sensación delirante lo hizo vivir con cierta intensidad y no podía decir nada a nadie. Estaba solo como siempre. Para él estar solo equivalía a la necesidad truncada y en su condición juvenil prematuramente se había resignado a todo.
Sin embargo percibir que no había ningún transeúnte lo hizo intuir que la calle estaría por largo rato desértica.
Con la grandeza del silencio y su incomodidad que empezó a vivir se tornó en un estado de sosiego. Tanta quietud lo estaba liberando de muchas cosas e incluso hasta se había olvidado del dolor en el vientre y esos recorridos que generaron una nueva sensación que entreveía un íntimo e inexplicable latido familiar.
A pesar de eso nada lo hizo perder su objetivo. Él debía de solucionar la aparición del lago. De forma intempestiva una brisa muy fina tejió una armadura justo cuando estaba contemplándolo todo. La armadura engañosamente rodeaba el lago. Y en esos minutos donde la luna estaba en todo su esplendor pudo darse cuenta que el lago poseía el color más oscuro. En esos momentos cuando estuvo tan cerca, sus fosas nasales fueron penetradas por un olor nauseabundo que jamás había sentido. Esto solo lo condujo a una cosa:
Deducir que quizás dentro de esas profundidades haya algún animal muerto y esa descomposición genere todos los conflictos que estaban ocurriendo en su vida. Esta percepción ocurrió justo cuando estaba frente al lago.
Luis en esos momentos se encontraba con una mano en el asta y con la otra haciendo equilibrio en cuclillas. Mientras que el silencio continuaba… su mente buscaba alguna solución para quitar esa agua empozada.
De improviso empezó a ver a unas pequeñas siluetas humanas que se desplazaban en las profundidades del agua oscura. Fue tal su sorpresa que experimentó un frío en todo el cuerpo, un frío envolvente. Ese mismo frio tocó su alma y lo hizo dudar de muchas cosas.
Se le ocurrió buscar una cámara fotográfica para poder tener una muestra de lo que acababa de presenciar. Raudamente se dirigió a su dormitorio, por ahí se encontraba su cámara fotográfica para tener una prueba de lo ocurrido para tomarle una foto o filmar.
Cuando subió las escaleras que lo condujeron a aquel salón para hallar su cámara fotográfica empezó a tener un mal presentimiento. Como si algo lo iría a sentenciar pero no lo podía definir. A pesar de ello continuó con más fuerza sobre su objetivo en descubrir qué extraño secreto albergaba esas aguas.
Después de pensar tantas cosas finalmente llegó a donde se encontraba el misterioso lago. Acompañado de su cámara fotográfica se percató que la vara dejada cerca al lago ya no se encontraba.
Sus latidos retumbaban e inmerso en esa ansiedad esforzó su vista para saber si en el fondo del agua podía divisar algo de esa vara. Sus ojos se esforzaron, en poco tiempo se irritaron y se quedó sin encontrar algún rastro de aquel palo. De pronto, parpadeó por instinto buscando recuperarse de ese cansancio visual y de forma intempestiva apareció el paisaje que lo rodeaba proyectado en el lago. Reconoció al momento ese efecto prismático y soltó una sonrisa algo nerviosa. Aun así cogió su cámara fotográfica, enfocó el lago para descartar si salía la misma imagen. Confirmó que no veía nada, pero empecinado en lo que antes había visto volvió afinar su vista y empezaron en aparecer las mismas siluetas dentro del agua. Cuando vio a uno de esos diminutos sujetos dentro del agua encontró un gran parecido con uno de ellos, identificándose así quedó atónito. Conducido por el nerviosismo y desconcertado.
Las sombras de su propia mente lo gobernaba. El diminuto sujeto que se parecía a él lo empezó a seguir con la mirada. Lo vio que caminaba por una avenida que él también conocía. Era una avenida muy transitada ubicada en el centro de la ciudad, se encontraban todos los Bancos de la ciudad.
Gracias a esa imagen logró recordar que la semana pasada había ido al Banco y desde ahí no recordaba muchas cosas. Una vez más lo hizo víctima de una sensación escalofriante. Mientras que los primeros síntomas de una taquicardia se acentuaban. Con lentitud sus manos empezaron a sudar frío. Pocos minutos después ocurriría un asalto.
Confinado en esta angustia con el claro recuerdo de lo que en verdad había ocurrido… con la decepción encima presintió el devenir: se vio tendido en el suelo, acribillado, con varias balas en el vientre por los asaltantes. Desde ese momento su rostro empalideció. Se puso de pie con la mirada lúgubre y perdida en el más oscuro de los limbos. Expuesto en esa sensación difusa se sintió un poco mareado, ya sin el dolor en el vientre, se alejó con lentitud, empezó a contemplar el lago oscuro como lo que en verdad era:
Una ventana al mundo de los vivos. Entonces tomó conciencia de su nueva realidad… empezó a mirar el suelo, las paredes y a todo a su alrededor con un sentimiento condenatorio y retentivo.
Esa vorágine que era su vida, la existencia o los sueños lo había extraviado en el laberinto que se volvió su nueva residencia. Sobre todo lo ocurrido. A pesar de tantas cosas halló por fin su libertad cuando aceptó que él solo era una sombra en el mundo de los muertos.

Feliz cumpleaños peruano ilustre.

DIEZ HISTORIAS DE MARIO VARGAS LLOSA CONTADAS POR ÉL EN “EL PEZ EN EL AGUA”


SenioMarioVargasPost1

Con motivo de un onomástico más de Mario Vargas Llosa compartimos esta selección de historias que muestran algunos pasajes de la vida del Nobel de Literatura narrados en sus memorias.



Selección de textos Luis Rodríguez Pastor
A Alejandra Rodríguez

1. “TU PAPÁ NO ESTABA MUERTO”
Mi mamá me tomó del brazo y me sacó a la calle por la puerta de servicio de la prefectura. Fuimos caminando hacia el malecón Eguiguren. Eran los últimos días de 1946 o los primeros de 1947, pues ya habíamos dado los exámenes en el Salesiano, yo había terminado el quinto de primaria y ya estaba allí el verano de Piura, de luz blanca y asfixiante calor.
―Tú ya lo sabes, por supuesto ―dijo mi mamá, sin que le temblara la voz―. ¿No es cierto?
―¿Qué cosa?
―Que tu papá no estaba muerto. ¿No es cierto?
―Por supuesto. Por supuesto.
Pero no lo sabía, ni remotamente lo sospechaba, y fue como si el mundo se me paralizara de sorpresa [9].

MarioVargasPost2Luchito2. EL PADRE LEONCIO
No pude ir a recoger la libreta de notas, ese fin de año de 1948, por alguna razón. Fui al día siguiente. El colegio estaba sin alumnos. Me entregaron mi libreta en la dirección y ya partía cuando apareció el Hermano Leoncio, muy risueño. Me preguntó por mis notas y mis planes para las vacaciones. Pese a su fama de viejito cascarrabias, al Hermano Leoncio, que solía darnos un coscacho cuando nos portábamos mal, todos lo queríamos, por su figura pintoresca, su cara colorada, su rulo saltarín y su español afrancesado. Me comía a preguntas, sin darme un intervalo para despedirme, y de pronto me dijo que quería mostrarme algo y que viniera con él. Me llevó hasta el último piso del colegio, donde los Hermanos tenían sus habitaciones, un lugar al que los alumnos nunca subíamos. Abrió una puerta y era su dormitorio: una pequeña cámara con una cama, un ropero, una mesita de trabajo, y en las paredes estampas religiosas y fotos. Lo notaba muy excitado, hablando de prisa, sobre el pecado, el demonio o algo así, a la vez que escarbaba en su ropero. Comencé a sentirme incómodo. Por fin sacó un alto de revistas y me las alcanzó. La primera que abrí se llamaba Vea y estaba llena de mujeres desnudas. Sentí gran sorpresa, mezclada con vergüenza. No me atrevía a alzar la cabeza, ni a responder, pues, hablando siempre de manera atropellada, el Hermano Leoncio se me había acercado, me preguntaba si conocía esas revistas, si yo y mis amigos las comprábamos y las hojeábamos a solas. Y, de pronto, sentí su mano en mi bragueta. Trataba de abrírmela a la vez que, con torpeza, por encima del pantalón me frotaba el pene. Recuerdo su cara congestionada, su voz trémula, un hilito de baba en su boca. A él yo no le tenía miedo, como a mi papá. Empecé a gritar “¡Suélteme! ¡Suélteme!” con todas mis fuerzas y el Hermano, en un instante, pasó de colorado a lívido. Me abrió la puerta y murmuró algo como “pero por qué te asustas”. Salí corriendo hasta la calle [75-76].

3. EL JIRÓN HUATICA
Con un amigo leonciopradino, Víctor Flores, con quien solíamos, los sábados, luego de las maniobras, boxear un rato junto a la piscina, un día nos confesamos que ninguna de los dos nos habíamos acostado con una mujer. Y decidimos que el primer día de salida iríamos a Huatica. Así lo hicimos, un sábado de junio o julio de 1950.
El jirón Huatica, en el barrio popular de La Victoria, era la calle de las putas. Los cuartitos se alineaban, uno junto al otro, en ambas veredas, desde la avenida Grau hasta siete u ocho cuadras más abajo. Las putas ―polillas, se las llamaba―estaban en las ventanitas, mostrándose a la muchedumbre de presuntos clientes que desfilaban, mirándolas, deteniéndose a veces a discutir la tarifa. Una estricta jerarquía regulaba al jirón Huatica, según las cuadras. La más cara ―la de las francesas― era la cuarta; luego, hacia la tercera y la quinta, las tarifas declinaban hasta las putas viejas y miserables de la primera, ruinas humanas que se acostaban por dos o tres soles (las de la cuarta cobraban veinte). Recuerdo muy bien aquel sábado en que con Víctor fuimos, con nuestros veinte soles en el bolsillo, nerviosos y excitados, a vivir la gran experiencia. Fumando como chimeneas para parecer más viejos, subimos y bajamos varias veces la cuadra de las francesas, sin decidirnos a entrar. Por fin, nos dejamos convencer por una mujer muy habladora, de pelos pintados, que sacó medio cuerpo a la calle para llamarnos. Pasó primero Víctor. El cuarto era chiquito y había una cama, un lavador con agua, una bacinica y un foco envuelto en celofán rojo que daba una luz medio sangrienta. La mujer no se desnudó. Se levantó la falda, y viéndome tan confuso, se echó a reir y me preguntó si era la primera vez. Cuando le dije que sí, se puso muy contenta porque, me aseguró, desvirgar a un muchacho traía suerte. Hizo que me acercara y murmuró algo así como “Ahora tienes tanto miedo pero después cuánto te va a gustar”. Hablaba un español raro y cuando eso terminó, me dijo que era brasileña. Sintiéndonos unos hombres completos, fuimos luego con Víctor a tomar una cerveza [108].

4. DE PERIODISTA NOCTAMBULO A HIJO DE FAMILIA
Como el colegio estaba a pocos metros de la casa —me bastaba cruzar la plaza Merino [en Piura] para llegar a él—, me levantaba lo más tarde posible, me vestía a la carrera y salía disparado cuando ya estaban tocando el silbato para clases. Pero la tía Olga no me perdonaba el desayuno y me mandaba a la muchacha al San Miguel con una taza de leche y un pan con mantequilla. No sé cuántas veces tuve que pasar por la vergüenza de, apenas comenzada la primera lección de la mañana, ver entrar en el aula al jefe de inspectores, El Diablo, a llamarme: “¡Vargas Llosa Mario! ¡A la puerta, a tomar su desayuno!”. Después de mis tres meses de periodista noctámbulo y prostibulario en La Crónica, había retrocedido a hijo de familia.[187].
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5. CAJERO DE BANCO
De manera que estrené 1954 de empleado bancario, en la sucursal de La Victoria del Banco Popular. El primer día el administrador me preguntó si tenía experiencia. Le dije que ninguna. Silbó, intrigado. “¿O sea que entraste por vara?”. Así era. “Te fregaste —me anunció—. Porque lo que yo necesito es un recibidor. A ver cómo te bates”. Fue una experiencia difícil que se prolongaba fuera de las ocho horas que pasaba en la oficina, de lunes a viernes, y se me reproducía en pesadillas. Tenía que recibir dinero de la gente para sus libretas de ahorros o sus cuentas corrientes. Un gran número de clientes eran las putas del jirón Huatica, que estaban allí, a la vuelta de la sucursal, y que se impacientaban porque yo me demoraba en contar y dar recibo. Los billetes se me caían o se me enredaban en los dedos, y a veces, hecho un mar de confusión sin verificar cuánto me habían entregado. Muchas tardes, el balance no cuadraba y tenía que recontar el dinero en un estado de verdadera zozobra. Un día me faltaron cien soles, de modo que, con la cara por el suelo, fui donde el administrador y le dije que cubriera el hueco de mi sueldo. Pero él, con una simple ojeada en el balance, encontró el error y se rió de mi impericia. Era un hombre joven y amable, empeñado en que los compañeros me nombraran delegado a la federación bancaria, ya que era universitario. Pero me negué a ser delegado sindical, y no informé de ello a Cahuide, pues me habrían pedido que aceptara. Si asumía esa responsabilidad tendría que quedarme de empleado bancario y se me hacía cuesta arriba. Detestaba el trabajo, la rutina de los horarios y esperaba el sábado como en el internado leonciopradino [252-253].

MVLL_PostLucho46. LA PRIMERA LECTURA
Carlos Araníbar, a quien conté que escribía cuentos, me propuso un día que leyera uno de ellos en una peña cuyo animador era Jorge Puccinelli, profesor de Literatura y editor de una revista que, aunque salía tarde, mal y nunca, era de buena calidad y una de las tribunas con que contaban los jóvenes escritores: Letras Peruanas. Ilusionado con la perspectiva de pasar esa prueba, rebusqué entre mis papeles, elegí el cuento que me pareció mejor ―se llamaba “La Parda” y versaba sobre una borrosa mujer que recorría los cafés contando historias sobre su vida―, lo corregí y la noche elegida me presenté donde se reunía aquella vez la tertulia: El Patio, café de taurófilos, artistas y bohemios en la plazuela del Teatro Segura. La experiencia de esa primera lectura en público de un texto mío fue desastrosa. Había allí, en esa larga mesa del segundo piso de El Patio, por lo menos una docena de personas, entre las que recuerdo, además de Puccinelli y Araníbar, a Julio Macera, hermano de Pablo, Carlos Zavaleta, el poeta y crítico Alberto Escobar, Sebastián Salazar Bondy, y, tal vez, Abelardo Oquendo, quien sería, un par de años después, íntimo amigo. Algo acobardado, leí mi cuento. Un silencio ominoso siguió a la lectura. Ningún comentario, ningún signo de aprobación o de censura: solo un deprimente mutismo. Luego de la pausa interminable, las conversaciones renacieron, sobre otros temas, como si nada hubiera pasado. Mucho después, hablando de otra cosa, para subrayar un argumento a favor de una narrativa realista y nacional, Alberto Escobar se refirió desdeñosamente a lo que llamó “literatura abstracta” y señaló mi cuento, que había quedado allí, en medio de la mesa. Al terminar la tertulia y despedirnos, ya en la calle, Araníbar me desagravió con algunos comentario sobre mi maltratado relato. Pero yo, llegando a casa, lo hice trizas y me juró no volver a pasar por experiencia semejante [281-282].

7. EL PÁJARO-MITRA
Las reuniones en mi casa de Las Acacias se prolongaban los sábados hasta el amanecer y solían ser muy divertidas. Jugábamos a veces a un juego terrible y semihisterico: el de la risa. El que perdía, debía hacer reír a los demás mediante payasadas Yo tenía un recurso muy efectivo: imitando la marcha del pato revolvía los ojos y graznaba: “¡He aquí el pájaro-mitra, el pájaro-mitra, el pájaro-mitra!”. Los vanidosos, como [Luis] Loayza y [Pablo] Macera, sufrían lo indecible cuando tenían que hacer de bufones y la única gracia que se le ocurría a este última era fruncir la boca como un bebe y gruñir: Brrrr, Brrrr [393].

MarioVLL_post58. “EL DESAFÍO”
Algún día de setiembre u octubre de 1957, Luis Loayza me trajo la increíble nueva: un concurso de cuentos, organizado por una revista francesa, cuyo premio era un viaje de quince días a París.
La Revue Française, publicación de mucho lujo, dedicada al arte y dirigida por Monsieur Prouverelle, consagraba números monográficos a ciertos países del mundo. El certamen de cuentos, con ese codiciado premio, formaba parte de aquellas monografías. Semejante oportunidad me catapultó a mi máquina de escribir, como a toda literatura peruana viviente, y así nació “El desafío”, relato sobre un viejo que ve morir a su hijo en un duelo a cuchillo, en el cauce seco del río Piura, que figura en mi primer libro, Los jefes (1959). Envié el cuento al concurso, que debía fallar un jurado presidido por Jorge Basadre y en el que había críticos y escritores —Sebastián Salazar Bondy, Luis Jaime Cisneros, André Coyné y el propio directos de La Revue Française, entre ellos— y procuré pensar en otra cosa, para que la decepción no fuera tan grande si otro resultaba ganador. Algunas semanas después, una tarde en la que empezaba a preparar el boletín de las seis, Luis Loayza se apareció en la puerta de mi altillo de Radio Panamericana, eufórico: “¡Te vas a Francia!”. Estaba tan contento como si él hubiera ganado el premio [455].

9.UNA BIBLIOTECA COMIDA POR LAS POLILLAS
Comenzamos de inmediato los preparativos de viaje. Vendimos los muebles que teníamos, para llevarnos algo de dinero, y guardamos en cajas y cajones todos mis libros, echándoles bolitas de naftalina y deshaciendo en ellos paquetes de tabaco negro, pues nos habían asegurado que era un buen remedio contra las polillas. No lo fue. En 1974, cuando regresé a vivir al Perú, luego de dieciséis años —en los que solo volví por cortas temporadas, con una excepción, en 1972, de seis meses— y reabrí esas cajas y cajones que hasta entonces habían permanecido en casa de mis abuelos y de mis tíos, varios de ellos ofrecían un espectáculo pavoroso: una verde capa de moho cubría los libros, a través de la cual se divisaban, como en una coladera, los agujeritos por donde las polillas habían entrado a hacer estragos. Muchas de esas cajas eran ya solo polvo, mistura y alimañas y debieron ir a la basura. Menos del tercio de mi biblioteca sobrevivió a la inclemencia iletrada de Lima[469].

10. EL VIAJE QUE ORIGINÓ TRES NOVELAS
Cuando ya estaban muy avanzados los preparativos [para su viaje a Europa, en 1958], un día, en la Facultad de Letras, Rosita Corpancho me preguntó si no me tentaba un viaje a la Amazonía. Estaba por llegar al Perú un antropólogo mexicano, de origen español, Juan Comas, y con este motivo el Instituto Lingüístico de Verano y San Marcos habían organizado una expedición hacia la región del Alto Marañón, donde las tribus de aguarunas y huambisas, por las que aquél se interesaba. Acepté y gracias a ese corto viaje conocí la selva peruana, y vi paisajes y gente y oí historias que, más tarde, serían la materia prima de por lo menos tres de mis novelas: La casa verde, Pantaleón y las visitadoras y El hablador [471].

Nota: Todos los fragmentos son citas del libro de memorias de Mario Vargas Llosa, El pez en el agua. Al final de cada historia se señala entre corchetes la página en la que aparece cada cita. La edición utilizada ha sido la primera, publicada por Seix Barral en 1993.

Autor del articulo  Luis Rodríguez Pastor –


martes, 24 de marzo de 2015

Lectura a solas o en compañía...

A CONTINUACIÓN UN MICRO RELATO
Para ser disfrutado en vuestra soledad o en compañía de la amada... Un abrazo cordial a todos los lectores. Si lo compartes o deseas publicarlo en algún espacio digital o físico, solo decirle que figure mi autorìa, nada mas solicito. Gracias.

Ya basta de la cicatriz que besaste en mi mente y esa voz que también era mía estaba con tantos sueños para crear la figura imaginaria de tu cuerpo. El color de tu mirada y soñar una vez más tus manos sobre mis manos para olvidarme de mí y para creer de nuevo… al fin terminé con todo y tú me miraste con esos ojos inmensos y oscuros para recordarme que aun tengo una esperanza.
Luego sonreíste con esa sabiduría de la que una vez más me hacía enamorarme y recordarte tantas veces, y mis pocas palabras estaban reservadas..., en esos momentos ya me imaginaba escribir sobre lo que nos estaba ocurriendo. Y sin pensar, nos volcamos en la cama para volver a nacer y beber por fin ese vino oscuro y tinto como dos animales sedientos. Recuerdo cuando hice un cántaro entre mis palmas y te invité a beberlo sentí tus labios sobre mis manos y tu lengua rosaban el fondo como un erótico remolino dentro de mis manos. Aun no te habías saciado y me invitaste del vino pero no lo pusiste en tus manos sino que lo derramaste como un hilo fino sobre tu torso desnudo tan claro como la luna.
Ese hilo de vino formó un delicado río que cruzaba por tus senos y reposaba en tu vientre, como un manantial en donde pude ver el reflejo de mis ojos mientras que la noche recién comenzaba… Ahora puedo escribir y decirte de nuevo: te extraño. Cariño mío, cuantas veces te llamé así, en el medio de tantos suspiros silenciosos que deseábamos proclamar para acercarnos al origen. Desde ahí habíamos hallado la semilla y de la nada posó un viento sobre nosotros. Las ventanas estaban cerradas no sé si ella lo recuerde. Pero lo que si recordará es que todos mis latidos se unían a ella junto a su sangre entre sus labios y mis besos…

Patricia Juárez: “Señores artistas, los murales son arte efímero”

Es que más claro no puede estar el panorama cultural de Lima, o mejor dicho su Decadencia. Las cabezas que están al mando como la Ministra de Cultura en donde asegura que existe un ARTE MARGINAL y que confunde el término de grafiiti con mural. Mientras que el alcalde con su prepotencia… solo demuestran el sentido ideológico, elitista y excluyente que se tiene frente al artista PERUANO. No en vano Perú es el último país en lectura de América latina.
La teniente alcalde de la Municipalidad de Lima, Patricia Juárez, se refirió a los murales artísticos del Centro Histórico de la ciudad que fueron borrados por la...
DIARIO16.PE

lunes, 23 de marzo de 2015

tvperu Ministra de Cultura sobre murales




Enrico Diaz Que interesante «el grafiiti es igual a mural». Asu, y eso que es ministra de CULTURA.

«No es un arte que se hace para perdurar». Por Dios, que tal conclusión sobre el ARTE.
21 de marzo a la(s) 1:06 · 

Posteado en mi facebook el 21 de marzo.

viernes, 20 de marzo de 2015

61 LIBROS IMPRESCINDIBLES PARA JORGE LUIS BORGES


borges
Si dentro de cada gran escritor se esconde un gran lector, Jorge Luis Borges es un ejemplo claro (no en vano aseguraba que, si de algo se enorgullecía, era de los libros que había leído). Era, además, un consumidor ecléctico y libre, que no se guiaba por pretensiones intelectuales (se atrevía a despreciar a Goethe, James Joyce o Gabriel García Márquez) sino simple y llanamente por el gozo de leer. Por eso, uno no puede menos que confiar en su criterio.
Y los de la editorial Hyspaméria debían de tenerlo también muy claro cuando le pidieron, allá por 1985, que seleccionase 100 títulos de lectura imprescindible, y que escribiera el prólogo de cada uno de ellos. Solo le dio tiempo a elegir 61 libros antes de morir, pero fueron todos publicados en una colección llamada “Biblioteca personal”.
Es también famoso (y bellísimo) el prólogo a la colección, que dice lo siguiente:
“A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros, o de páginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaría compartir. Los textos de esa íntima biblioteca no son forzosamente famosos. La razón es clara. Los profesores, que son quienes dispensan la fama, se interesan menos en la belleza que a los vaivenes y en las fechas de la literatura y en el prolijo análisis de libros que se han escrito para ese análisis, no para el goce del lector.
La serie que prologo y que ya entreveo quiere dar ese goce. No elegiré los títulos en función de mis hábitos literarios, de una determinada tradición, de una determinada escuela, de tal país o de tal época. “Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”, dije alguna vez. No sé si soy un
buen escritor; creo ser un excelente lector o, en todo caso, un sensible y agradecido lector. Deseo que esta biblioteca sea tan diversa como la no saciada curiosidad que me ha inducido, y sigue induciéndome, a la exploración de tantos lenguajes y de tantas literaturas. Sé que la novela no es menos artificial que la alegoría o la ópera, pero incluiré novelas porque también ellas entraron en mi vida. Esta serie de libros heterogéneos es, lo repito, una biblioteca de preferencias.
María Kodama y yo hemos errado por el globo de la tierra y del agua. Hemos llegado a Texas y al Japón, a Ginebra, a Tebas, y, ahora, para juntar los textos que fueron esenciales para nosotros, recorreremos las galerías y los palacios de la memoria, como San Agustín escribió.
Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción, singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. “La rosa es sin porqué”, dijo Ángelus Silesius; siglos después, Whistler declararía “El arte sucede”.
Ojalá seas el lector que este libro aguardaba”.
¡Pero vayamos ya con esos 61 títulos imprescindibles para Jorge Luis Borges!
  1. Julio Cortázar: Cuentos
  2. Evangelios apócrifos
  3. Franz Kafka: América. Relatos breves
  4. Gilbert Keith Chesterton: La cruz azul y otros cuentos.
  5. Maurice Maeterlinck: La inteligencia de las flores
  6. Dino Buzzati: El desierto de los tártaros
  7. Henrik Ibsen: Peer Gynt. Hedda Glaber
  8. José María Eça de Queiroz: El mandarín
  9. Leopoldo Lugones: El imperio jesuítico
  10. André Gide: Los monederos falsos
  11. Herbert George Wells: La máquina del tiempo. El hombre invisible
  12. Robert Graves: Los mitos griegos
  13. Fiodor Dostoievski: Los demonios
  14. Edward Kasner & James Newman: Matemáticas e imaginación
  15. Eugene O’Neill: El gran dios Brown. Extraño interludio.
  16. Herman Melville: Benito Cereno. Bily Budd. Bartleby, el escribiente
  17. Giovanni Papini: Lo trágico cotidiano. El piloto ciego. Palabras y sangre
  18. Arthur Machen: Los tres impostores
  19. Fray Luis de León: Cantar de cantares. Exposición del Libro de Job
  20. Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas. Con la soga al cuello
  21. Oscar Wilde: Ensayos y diálogos
  22. Henri Michaux: Un bárbaro en Asia
  23. Hermann Hesse: El juego de los abalorios
  24. Enoch A. Bennett: Enterrado en vida
  25. Claudio Eliano: Historia de los animales
  26. Thorstein Veblen: Teoría de la clase ociosa
  27. Gustave Flaubert: Las tentaciones de San Antonio
  28. Marco Polo: La descripción del mundo
  29. Marcel Schwob: Vidas imaginarias
  30. George Bernard Shaw: César y Cleopatra. La comandante Bárbara. Cándida
  31. Francisco Quevedo: La Fortuna con seso y la hora de todos. Marco Bruto
  32. Eden Phillpotts: Los rojos Redmayne
  33. Sóren Kierkegaard: Temor y temblor
  34. Gustav Meyrink: El Golem
  35. Henry James: La lección del maestro. La vida privada. La figura en la alfombra ((H. Isnardi)
  36. Heródoto: Los nueve libros de la Historia
  37. Juan Rulfo: Pedro Páramo
  38. Rudyard Kipling: Relatos
  39. Moll Flanders . Jean Cocteau: El secreto profesional y otros textos
  40. Thomas de Quincey: Los últimos días de Emmanuel Kant y otros escritos
  41. Ramón Gómez de la Serna: Prólogo a la obra de Silverio Lanza
  42. Selección de Antoine Galland: Las mil y una noches
  43. Robert Louis Stevenson: Las nuevas noches árabes.
  44. León Bloy: La salvación por los judíos. La sangre del pobre. En las tinieblas
  45. Poema de Gilgamesh. Bhagavad-Gita
  46. Juan José Arreola: Cuentos fantásticos
  47. David Garnett: De dama a zorro. Un hombre en el zoológico. La vuelta del marinero
  48. Jonathan Swíft: Viajes de Gulliver
  49. Paul Groussac: Crítica literaria
  50. Manuel Mujica Láinez: Los ídolos
  51. Juan Ruiz: Libro de buen amor
  52. William Blake: Poesía completa
  53. Hugh Walpole: En la plaza oscura
  54. Ezequiel Martínez Estrada: Obra poética
  55. Edgar Allan Poe: Cuentos
  56. Publio Virgilio Marón: La Eneida
  57. Voltaire: Cuentos
  58. J. W Dunne: Un experimento con el tiempo
  59. Attilio Momigliano.: Ensayo sobre el Orlando Furioso.
  60. William James: Las variedades de la experiencia religiosa. Estudio sobre la naturaleza humana
  61. Snorri Sturiuson: Saga de Egil Skallagrimsson
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lunes, 16 de marzo de 2015

Hace unos meses esto lo escribí en mi facebook...

Los mayas pensaban que todos somos parte integral de un único organismo gigantesco. Los budistas, de igual modo, creen que pertenecemos a una realidad superior, que somos parte de un Todo gigante y que ese Todo está vivo dentro de cada uno.
Según los mayas, el reino mineral, vegetal, animal y toda la materia esparcida por el universo a todas las escalas, desde un átomo hasta una galaxia, son seres vivos con una conciencia evolutiva. Cuando los hombres despertemos y nos demos cuenta de ese único organismo gigantesco, todas las relaciones estarán basadas en la tolerancia y la flexibilidad, se acabarán los juicios y los valores morales, pues el hombre, sentirá a los otros hombres, como otra parte de sí mismo.
Los mayas expresaban ese concepto de unidad en su saludo diario, cuando se encontraban se saludaban diciendo: "IN LAK'ECH", que significa "yo soy otro tú", a lo que contestaban: "HALA KEN", que significa: "tú eres otro yo".

domingo, 15 de marzo de 2015

REVISTA EL BOSQUE y Su PRIMERA VELADA CULTURAL. El 14 de Marzo.

Abraham Carbajal abrió las puertas de su casa,  tapó sus lámparas para que la iluminación sea más cálida   quitó los muebles de su casa para poder recibir  a cada escritor y poeta.
 En su mayoría eran estudiantes universitarios (casi  todos)
Estuvo presente los directores  del grupo periodístico  redacción 360  http://www.redaccion360.com/
Participó el grupo poético y cultural  KORRIENTE  A  Conducido por Jamirozen  que declamó sus poemas de memoria casi como un poeta-rapero.  
Luego Pool Carbajal con sus poemas románticos.

El grupo cultural y poético  que poseen su propia revista todo lo mencionado con un mismo nombre OJOS DE PAPEL. 
Enidsa Novoa (Directora y poeta)  y José Ricardo García Corcuera con su prosa poética, abstracta y trasgresora cuyo espíritu poético revela en cierto modo el inicio de un joven poeta. Los poemas de Enidsa fueron un poco más maduros y ella una poetisa.
En suma, OJOS DE PAPEL grupo poético y cultural de vanguardia literaria para lima. Definitivamente auguro gran desarrollo en el parnaso peruano.
Presentación del cantautor Alex Perú  https://soundcloud.com/alex-nada-importa/sets/tiempos-distantes  Den clik al enlace y consstaran el talento de este joven cantante, toda una promesa para esta generación de artistas. Y también música criolla con guitarra en mano.  
CITO A César Vallejo:[que nos dice:    “La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos. Y esto, en vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, lo dilata al infinito”

Casi al terminar la noche tocó mi turno e intenté explicar mi poesía puzle y el modo de poner un papel en blanco sobre el poema, y cómo comencé a seleccionar algunas palabras. Recorté el papel en blanco y quedó la figura como si fueran ventanas.  Esta selección no fue   al azar, más bien, el poema mismo, me empezó a mostrar  otro discurso. Y con la forma de ventana que permite al lector leer otro poema pero dentro del mismo poema. Este mecanismo me ayudó a corregir por última vez el poema y encontrar una dirección más profunda.  
Además mi método permite que el poema pueda ser leído desde el final al principio y del principio al final. Hasta aquí ya hay dos formas de leer el poema y la tercera forma es usando la página en blanco con las perforaciones donde solo se pueden ver algunas palabras y estas formen otro poema  (las ventanas) .  La cuarta forma de leer el poema es con el uso de los corchetes o las flechas donde dentro del mismo poema se señala otro orden de lectura. De esta manera el lector encontrará otro poema dentro del mismo poema.
Este sistema permite al lector tener una mirada global del escrito dado a que en el poema encontrará diversos discursos, hecho curioso, en donde encontrará en un principio un poema de desamor como también  un poema de amor o también un poema a la soledad. Esta clase de poesía usa título y el subtitulo siempre es el mismo: POESIA PUZLE para armar o desarmar.
También presenté mi galería privada de arte moderno en mi casa. Distribuí mis primeras tarjetas para que si alguien se anima a exhibir y vender sus obras en mi galería no duden en contactarse conmigo.
Hubo sorteos y para mi suerte obtuve un fanzine titulado BOCADILLOS ESTELARES. Luego dejaron sobre la mesa la revista OJOS DE PAPEL
 –colectivo cultural- .
Muy buena iniciativa Abraham.