Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

jueves, 20 de agosto de 2015

Cómo diferenciar un error de una errata

[Fuente: www.yorokobu.es]



Hay gazapos más justificables que otros. ¿Sabes diferenciarlos? 
Por ISABEL GARZO 
Cuando los correctores de estilo editamos textos y devolvemos estos a sus autores, algunos de ellos justifican sus faltas con excusas como «es que lo he escrito muy rápido».
La velocidad de escritura y la falta de tiempo para repasar pueden ser las causantes de algunas de las faltas, pero no de todas. Una errata es un error que ocurre al teclear. Un dedo se va donde no debe o no se posa en la tecla con la fuerza suficiente y voilà. La palabra queda mutilada o con un apéndice grotesco. No era eso lo que se pretendía escribir. También podría ocurrir al escribir a mano sin la atención adecuada. La RAE lo define como un error «material».
Cosa distinta es un error de escritura debido al desconocimiento de una palabra o de una norma ortográfica. En este caso, el escritor cree que lo que ha escrito está bien. Difícilmente lo corregiría en una revisión. Esta equivocación no ocurre en el momento de plasmar la palabra sobre el papel, sino que tiene lugar antes, en la cabeza del redactor.
Quizá por esto muchos diarios hicieron que la «fe de erratas» pasara a llamarse «fe de errores». En realidad, aunque es inevitable que haya erratas en los diarios y revistas, estas no se suelen comentar en el número siguiente (sí se hace en algunos libros). Son los errores o inexactitudes los que se rectifican en las publicaciones periódicas, normalmente tras la protesta de un aludido.
Aquí tienes algunas pistas (no las únicas) para determinar si un gazapo es más o menos «perdonable»; si se trata de errata o de error.
- ¿Están cerca las letras en cuestión en el teclado Qwerty?
Aunque eso da una excusa estupenda a los que «pinchen» en distinguir la be y la uve, lo cierto es que estas dos letras están al lado. Podría ser una errata. Enhorabuena a los que confundís la be con la uve, porque no es posible demostrar vuestro desconocimiento ortográfico… Excepto mediante el punto dos.
- ¿Ha cometido el autor esa falta más de una vez?
Si la falta se repite en ese texto o en otros, entonces es bastante probable que la persona crea que esa palabra se escribe así. Sería mucha coincidencia que tropezara varias veces con la misma errata.
- ¿Habla el redactor otro idioma en el cual esa palabra se escribe de esa forma?
Si una persona que además de español habla catalán escribe «móvil» con be, «cambiar» con uve o «leyenda» con ge, seguramente no se trate de erratas, sino de una confusión entre la ortografía de esos dos idiomas, ya que en catalán se escriben «mòbil», «canviar» «llegenda» respectivamente. Lo mismo ocurre si una persona de habla inglesa escribe «garage» en lugar de «garaje».
- ¿Ha escrito una palabra que se parece a la correcta pero significa otra cosa?
Escribir «candelabro» en lugar de «candelero» nunca se tratará de una errata, sino de la escritura intencionada de una palabra que el autor confunde con otra que se le parece. Algo más justificable (aunque se trate igualmente de errores) es intercambiar las homónimas que solo difieren en una letra, como «basto» (tosco) y «vasto» (ancho).
- ¿El error podría haber sido obra del autocorrector?
Los autocorrectores los carga el diablo, no me canso de decirlo. Estos programas cambian automáticamente las palabras mal escritas por su versión correcta. Esto es muy útil para las erratas. Si, sin querer, tecleas «frigorífcio*», el autocorrector lo cambiará por «frigorífico». El problema viene cuando cambia sin consultarte palabras correctas creyendo que son incorrectas. Por ejemplo, si quieres escribir «el niño abría la puerta» y él, creyendo que querías escribir una conjugación del verbo «haber», te la cambia por «habría». Las faltas cometidas por los autocorrectores son especialmente graves. La buena noticia es que es bastante demostrable que fue él quien la cambió. 
Ahora que muchas de las supuestas «erratas» se han despojado de su disfraz y se han mostrado como los errores que en realidad eran, va la buena noticia: los errores se pueden evitar o al menos minimizar si se tiene interés en consultar las palabras que se dudan, aprender vocabulario nuevo con el tiempo y cuidar la ortografía. Sin embargo, las erratas son inevitables. Seguirán ocurriendo siempre (de ahí la importancia de escribir con atención y revisar con mimo).
Estuve tentada de incluir en este texto un error y una errata intencionados a modo de juego y de ejemplo, pero temí las reprimendas de los lectores que se toparan con ellas sin leer hasta el final. Otor día.

Poesía.

"La poesía es la ambición de discurrir, que aspira a verse 

cargada de más sentidos y ungida de más música, que el 

lenguaje ordinario."



Paul Valéry


domingo, 16 de agosto de 2015

GUIDO TAMAYO.

"La verdadera materia del escritor es el fracaso"

El escritor colombiano participó de la FIL 2015 con una nueva edición de su novela. 
El escritor colombiano presentó novela. (Fotos: Iván Herrera y Milton Ramírez)
El escritor colombiano presentó novela. (Fotos: Iván Herrera y Milton Ramírez).
Luis Condori
Guido Tamayo, Premio de Novela Corta de la Pontificia Universidad Javeriana en 2010, presentó en la Feria Internacional del Libro (FIL) de este año la edición de su novela "El inquilino (Santuario). Una novela que cuenta la descarnada vida de un escritor llamado Manuel de Narváez, ignorado por las editoriales. Alguien que intenta sobrevivir al día a día, pese a que un cáncer lo terminará desapareciendo de este mundo. Contada cronológicamente, "El inquilino" es un repaso por ese lado humano del que pocos han podido salir vivos. 
 
Tu estancia en Barcelona es en los años ochenta.
 
Toda la década. Fue como si hubiera hecho un contrato. 
 
En una Barcelona Post-Boom, donde el auge literario era más que ahora. 
 
Sí, totalmente. Acaba de salir un artículo de Santiago Roncangliolo diciendo que no había condiciones para residir más en Barcelona, que había perdido todo encanto literario, que había que ir para Madrid.
 
El último en quedarse fue Bolaño.
 
Bolaño fue la gran figura. Él se parece, con abuso mío, al protagonista de "El inquilino". Él también fue un anónimo, un invisible, durante muchísimo tiempo, hasta que le llegó la fortuna: lo publicaron y lo empezaron a reconocer.
 
Bolaño sufrió mucho para que le publicaran...
 
...Era un hombre ignorado completamente por la industria editorial, especialmente catalana, y por los intelectuales. Ignorado por la república de las letras, que es lo que le sucede a mi personaje.
 
¿Siempre quisiste hacer cuentos?
 
He escrito cuentos, pero ya estoy amañado con la novela breve.
 
La nouvelle, como le dicen.
 
Me siento cómodo. Parece que mi temperamento tiende a la brevedad y a a fragmentación. Y contrastándolo con algo reciente, recuerdo la novela de Jeremías Gamboa: "Contarlo todo". A mí me sucede prácticamente lo contrario. Casi no quiero contar nada.
 
Cortázar decía que los cuentos deben ganar por nocaut. 
 
Así es. No me interesa la secuencialidad de la novela. Me gustan los movimientos temporales, moverme por el tiempo un poco caóticamente, pero con la confianza de que el lector sabe perfectamente qué salto temporal tienen las significaciones, la temática.
 
En el primer capítulo de "El inquilino", haces algo que hacía Sabato en "El túnel": darte el final y contarte luego la historia. ¿Te viste influenciado?
 
No. No había pensado en Sabato. Lo han hecho muchas personas. Es todo lo contrario de la novela policíaca. Yo digo que se muere en el primer capítulo... 
 
...Y de cáncer. 
 
Claro, y por qué. Insisto con eso de la muerte en cada uno de los capítulos, intentando atrapar un poco esos momentos finales de ese personaje. A mí lo que me interesa es que el lector se interese por una una aventura personal de un individuo que llega a destiempo a Barcelona, cuando el Boom ya se está apagando. 
 
 
Hay algo psicoanalítico en cada capítulo. Escribes sobre los padres de Manuel de Narváez. En la última línea, sobre su madre, escribiste: "Él jamás tuvo que buscar a su madre. Ella siempre lo buscó a él". Me recordó mucho a Mother, una canción de Lennon, contradictoria a lo que dices.
 
Su madre se había separado en un momento que no se podían separar las mujeres. Se lo llevó a Europa en barco, a Madrid. Cosas que no aparecen en la novela, pero son de la vida real. Realmente era una relación muy estrecha. La de Borges es una, una de muchas. Aquí había un apego profundo. Su madre quería protegerlo como a un niño.
 
¿Hace cuánto murió el personaje real de la novela?
 
Hace unos diez años. 
 
Volviendo a Barcelona, ¿cómo fue para ti encontrarte con una fiesta casi acabada luego del Boom?
 
Si bien encontré esa fiesta... Ya ni siquiera era la fiesta, era la resaca.
 
No había ni confeti.
 
De las sobras, no quedaba nada. No había ni media copa de vino. Era el vacío, una resaca fea. Pero sí había otra fiesta, que compensaba existencialmente esa que había terminado: la muerte del dictador Franco. En toda España fue celebrado durante muchos años. Cuando yo me regreso, todavía se estaba festejando.
 
Te encontraste en medio de la Transición.
 
Había un espíritu muy fuerte de liberación de todos esos años. Y eso compensaba un poco la tristeza de no poder hacer vida literaria. 
 
¿Cuánto cuesta sacrificarse en la literatura? Incluso no se puede vivir de ella.
 
Casi nunca se puede vivir de ella. Si hay alguna profesión, pasión o algún ejercicio profundo de la condición humana que conduzca al fracaso, es el literario. La verdadera materia del escritor es el fracaso. Y a eso que llaman éxito, como bien lo decía Borges, siempre será una confusión. Vivir de la escritura es muy remoto y excepcional. Hay que vivir de otras cosas...
 
...La causa perdida.
 
Completamente. ¿Quién reconoce a quién: la crítica literaria, los lectores, la televisión, el periódico? Eso está lleno de espejismos. Y a mí me parece que lo hace finalmente Manuel de Narváez es aferrarse a lo único que realmente tiene: su escritura. Una escritura sin destino.