Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

domingo, 15 de marzo de 2015

murales EN LIMA...

Al hombre se le conoce por los actos, no se trata de que sea un crimen mandar a borrar ciertos murales, la verdad, que algunos murales son una total ofensa para el arte y la cultura. Mientras que otros son  magníficas obras.
Castañeda   (Alcalde de Lima)  a debido de organizar la reubicación y  contratación de los muralistas , pienso yo, que debería hacer las cosas con más tacto y más respeto por el cultor urbano.  Pero su actitud prepotente es como si  dijera:  «a los limeños hay que tratarlos como animales» no merecen explicación sobre   Estilo  urbanístico y Arte.   No entenderán nada.  

Pienso  que su prepotencia es el punto  que lo criminaliza y la mayor parte de los movimientos culturales y contraculturales de lima ya lo han tachado como un trasgresor a la cultura y ultraconservador.  Pero lo que muestra también su actitud es que no está para hacerse de amigos, por lo contrario, vive de espaldas al pueblo y eso para su posición..., creo yo, que está mal, Porque si esta en ese sillón municipal es  solo para una cosa. SERVIR AL PUEBLO LIMEÑO. Lamentablemente si a la gente le gusta ciertos murales y grafitis.  El alcalde  debe de apoyar el mandato de la mayoría o tratar de negociar con los artistas porque ya no es un secreto que el artista y el escritor en el Perú vive en total abandono.

sábado, 14 de marzo de 2015

martes, 10 de marzo de 2015

Alonso Cueto: “Una novela que busca cierta complejidad nunca es ideológica




La publicación en Seix Barral de su nueva novela, La pasajera (Seix Barral), permite a Gonzalo Pajares de Perú21 retomar sus entrevistas en el diario, y ya no solo en el blog. En la entrevista, se le pregunta a Alonso sobre su relación con la novela sobre el terror de los años de Sendero Luminoso -tema que aparece en esta novela también- y si considera que sus novelas son “ideológicas”.

Dice la entrevista:
La violencia que sufrió el Perú en los 80 y 90 es una constante en tu literatura…
La guerra de Sendero Luminoso es el gran acontecimiento del siglo XX en el Perú. Es un momento de nuestra historia que expresa nuestros problemas estructurales –racismo, discriminación, ignorancia–, nuestras brechas sociales. Las guerras, en general, son un modo para conocer a los seres humanos, y esto es lo que les interesa a los escritores: ver el rostro verdadero de la gente, y este se muestra en las guerras. Nuestras verdaderas identidades no se ejercen en la vida diaria, en la vida cotidiana, sino cuando enfrentamos un riesgo, una amenaza, una situación de peligro.

¿Te consideras un escritor político? 
La política está en muchas de mis novelas, pero no porque yo tome una posición política o ideológica. Uno no escribe para defender la ideología o las propuestas de un partido político. Ahora, las formas de gobierno, las situaciones sociales y políticas específicas siempre están en mis textos. Lo que me interesa es poner de manifiesto que una gran parte de la población peruana fue ignorada por el Estado, por los gobiernos de turno, por las autoridades… ignorada por todos. Si la guerra de Sendero surge, es por la situación de total abandono –en educación, en salud, en empleo, en vivienda, en todo sentido– del Estado con respecto de sus ciudadanos.

¿Cuán ideológica es una novela como La pasajera?
Una novela que busca cierta complejidad nunca es ideológica. Una novela que busca ser interesante nunca propone una visión del mundo, propone un contraste de visiones, una combinación de experiencias. Por definición, la novela es un género democrático porque tiene que ‘atender’ a un universo de personas y tiene que mostrarlas en su diversidad de entornos, mundos, vivencias. En ese balance, en esa alternancia, es donde busca su valor, su riqueza.
Siento que esta novela recoge lo dicho por la Comisión de la Verdad (CVR)…
Una novela nunca busca defender, atacar, denigrar, enaltecer ni a un prototipo de personaje ni a una idea ni a una visión del mundo. Un escritor trabaja con seres humanos de carne y hueso, seres que considera únicos e irrepetibles. Conceptos como el bien, la belleza, la dignidad son totalmente ajenos a lo que un escritor quiere hacer. Para escribir un libro, un escritor entra a un cuarto oscuro y avanza a tientas, buscando el roce de una piel, el aliento en una voz, las líneas en un rostro, el sonido en una voz… eso es lo que le importa, la búsqueda de un personaje único e irrepetible que siente, que piensa, que tiene anhelos.
Historias como las que cuentas –una violación y un embarazo posterior– o las que contaba La cautiva, la obra de teatro, sucedieron aquí, aunque muchos quieran negarlo…
La cautiva me pareció magnífica. Hay que recordar, hay que confrontar, hay que tener presente lo que pasó nuestro país. Hay muchas personas que no pueden olvidar lo que pasó en la guerra interna, y lo hacen por la injusticia que se vive hasta hoy. No hay perdón ni reconciliación sin justicia.


lunes, 9 de marzo de 2015

Recuerdos...


·          
·         Paperback: 244 pages
·         Publisher: CreateSpace Independent Publishing Platform (April 19, 2012)
·         Language: Spanish
·         ISBN-10: 1466463392
·         ISBN-13: 978-1466463394


       Sofía en pleno debate con su captor se le ocurre despedirse del sujeto con una fábula,  sin saber las consecuencias de tal escena.  A continuación copio el texto que aparece en la pàgina 120 de mi libro 13 HERALDOS    (Cuentos y relatos).


Había una vez un pajarito que volando y volando…
El viento del norte heló  sus alas y cayéndose
rápidamente empezó a creer que moría. Pero tuvo
la fortuna de caer sobre un montículo de estiércol.
Pues éste, amortiguó la caída y lo salvó de la altura
y del frio, porque el estiércol estaba calientito y blandito.
De pronto, el pajarito se sintió tan feliz por su “buena suerte,”
que empezó a trinar y trinar una melodía. Porque estaba vivo y calientito.
Entonces vino un gato, lo sacó del estiércol lo limpió y se
lo comió al pajarito.

Dicen que la moraleja es:
No siempre en la mierda que caigas es mala. Y si estas calientito y feliz no abras el pico, porque no siempre el
que te saque de la mierda será tu amigo.

sábado, 7 de marzo de 2015

Mejor deberían hacer, EL DÍA DEL OLVIDO...

Yo no creo en el día del tal o cual motivo o figura o género, especialmente en el de la mujer dado a que es una figura muy importante, al menos para mí,  lo suficiente como para darle solo un día al año. Es casi un insulto a ellas. Pero claro, es mi opinión.  Fui criado por una mujer y aunque ella crea que aun soy su pequeño igual la amo. Las mujeres siempre han marcado mi vida con amor o desamor pero siempre han sabido dejar su huella para bien o para mal. Son seres muy extraños, pero encantan. El día de la mujer es como el día del niño o el día de las madres es una «elemental estrategia de mercado» MARKETING para agilizar ventas de productos o servicios, nada más.

 A las mujeres que me conocen y saben que en cierta forma las aprecio… todo mi cariño, nada de mensajes in box ni besitos bolados. Saludos… 

jueves, 5 de marzo de 2015

Por qué las mentes más brillantes necesitan soledad.


Según el profesor Robert Lang de la Universidad de Nevada (Las Vegas), experto en dinámicas sociales, muchos de nosotros acabaremos viviendo solos en algún momento de nuestra vida, ya que cada día nos casamos más tarde, las tasas de divorcio aumentan y las personas viven más. La prosperidad también fomenta este estilo de vida, elegido en la mayoría de los casos voluntariamente por el lujo que representa. La periodista Maruja Torres en su autobiografía Mujer en guerra (editada por Planeta) ya se vanagloriaba del placer que le producía meterse en la cama y dormir sola, con las extremidades extendidas en forma de aspa. A esto se le añade la comodidad de disponer del sofá, poder cambiar de canal sin tener que negociar, improvisar planes sin avisar ni dar explicaciones, pasearse por la casa de cualquier guisa, comer a cualquier hora…
Por si fuera poco, el sociólogo Eric Klinenberg, de la Universidad de Nueva York, autor del estudio GOING SOLO: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone, está convencido de que vivir solo significa, además, disfrutar de relaciones de más calidad, ya que la mayoría de singles tiene claro que la soledad es mucho mejor que el hecho de sentirse mal acompañado. Incluso hay estudios que aseguran que la soledad facilita el desarrollo de la empatía. Otra socióloga, Erin Cornwell, de la Universidad Cornell en Ithaca (Nueva York), ha determinado tras distintos análisis que es más probable que la gente mayor de 35 años que vive sola pase una velada entre amigos que no aquellos que viven en pareja. Esto también ocurre con las personas mayores que, aun viviendo solas, poseen una red social de amistades tan amplia o más que las personas de su misma edad que viven acompañadas. Es la conclusión a la que llegó el estudio llevado a cabo por el sociólogo Benjamin Cornwell y que publicó enAmerican Sociological Review.

La base de la creatividad y de la innovación

Las personas somos seres sociales, pero tras pasarnos el día rodeados de gente, de reunión en reunión, atentos a las redes sociales y al móvil, hiperactivos e hiperconectados, la soledad ofrece un espacio de reposo sanador. Una de las conclusiones más sorprendentes es que la soledad resulta básica para la creatividad, la innovación y el buen liderazgo. Un estudio realizado en 1994 porMihaly Csikszentmihalyi (el gran psicólogo de la felicidad) comprobó que los adolescentes que no soportan la soledad son incapaces de desarrollar el talento creativo.
Susan Cain, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking, cuya conferencia en Ted Talks es una de las favoritas de Bill Gates, defiende a ultranza la riqueza creativa que surge de la soledad y reivindica, por el bien de todos, la práctica de la introversión. “Siempre me habían dicho que debía mostrarme más abierta, aunque yo sentía que ser introvertida no era algo malo. Así que durante años fui a bares abarrotados, muchos introvertidos lo hacen, lo que representa una pérdida de creatividad y de liderazgo que nuestra sociedad no se puede permitir. Tenemos la creencia de que toda creatividad y productividad proviene de un lugar extrañamente sociable. Sin embargo, la soledad es el ingrediente crucial de la creatividad. Darwin daba largas caminatas por el bosque y rechazaba enfáticamente invitaciones a fiestas. Steve Wozniak inventó la primera computadora Apple encerrado en su cubículo de Hewlett Packard, donde trabajaba entonces. La soledad importa. Para algunas personas, incluso, es el aire que respiran”.
Cain recuerda que cuando estamos rodeados de gente nos limitamos a seguir las creencias de los demás para no romper con la dinámica de grupo. La soledad, en cambio, significa abrirse al pensamiento propio y original. Denuncia que las sociedades occidentales han privilegiado más a la persona activa que a la contemplativa. Y nos ruega: “Detengan la locura del trabajo constante en equipo. Vayan al desierto para tener sus propias revelaciones”.

La conquista de la libertad

“Solo cuando estoy sola me siento completamente libre. Me reencuentro conmigo misma y eso me resulta agradable y reparador. Es cierto que, por inercia, cuanto menos solo estás, más te cuesta estarlo. No obstante, en una sociedad que te obliga a estar enormemente pendiente del afuera, los espacios de soledad representan la única posibilidad de contactar otra vez con uno mismo. Es un movimiento de contracción necesario para recuperar el equilibrio”, asegura la psicóloga Mireia Darder, autora del libro Nacidas para el placer (Ed. Rigden).
También el gran filósofo del momento, Byung-Chul Han, autor de La sociedad del cansancio (Ed. Herder), abandera la necesidad de recuperar nuestra capacidad contemplativa para compensar nuestra hiperactividad destructora. Según este autor, solo tolerando el aburrimiento y el vacío seremos capaces de desarrollar algo nuevo y de desintoxicarnos de un mundo lleno de estímulos y de sobrecarga informativa. Byung-Chul Han tiene muy presente las palabras de Catón: “Nos olvidamos de que nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”.

Conciencia de sí y auditoría interior

“Para mí la soledad representa la ocasión de revisar nuestra gestión, de proyectar el futuro y evaluar la calidad de los vínculos que hemos construido. Es un espacio para llevar a cabo una auditoría existencial e indagar qué es esencial para nosotros más allá de las exigencias del entorno social”, asegura el filósofo Francesc Torralba, autor de El arte de estar solo (Ed. Milenio) y director de la cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull. En soledad dejamos ese espacio en blanco para escuchar sin interferencias lo que sentimos y necesitamos. “La soledad nos da miedo porque con ella caen todas las máscaras. Estamos viviendo siempre de cara a la galería en busca de reconocimiento, pero raramente nos tomamos tiempo para mirar hacia dentro”, dice Torralba.

Las 5 claves para disfrutar de la soledad

1. Usted es su mejor compañía. La premisa básica es cambiar la creencia de que uno, acompañado, está mejor.
2. Una oportunidad para conocerse mejor y descubrir nuestro rico mundo interior.
3. En lugar de torturarse, hay que aprovechar la soledad para leer, pintar o hacer deporte.
4. Escribir un diario. Ayudará a expresar sentimientos y a contemplarse uno mismo con más conocimiento y cariño.
5. Como indica el psicólogoJavier Urra, con la soledad recuperamos “el gusto por el silencio y por el dominio del tiempo”.
Efectivamente, la soledad despierta temor porque suele asociarse al vacío y la tristeza, sobre todo cuando ha sido postergada largo tiempo por una actividad frenética y anestesiante. Para Mireia Darder conviene enfrentarse a ese momento teniendo en cuenta que la tristeza es resultado simplemente del hecho de aflojarse después de tanta tensión y de haber hecho un enorme esfuerzo por aparentar fortaleza y aguantar la presión ante los que nos rodean. “No se puede olvidar que para ser realmente autónomo has de aprender a transitar la soledad. El amor no es lo contrario de la soledad sino la soledad compartida”, señala Darder.
En nuestra sociedad, la inactividad —que surge a menudo de la soledad— se teme y despierta la culpa. Nos han preparado para la acción y para realizar muchas cosas al mismo tiempo, pero es cuando estamos solos cuando podemos reflexionar sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos. El escritor Irvin Yalom, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Stanford, confesaba que desde que tenía conciencia se había sentido “asustado por los espacios vacíos” de su yo interior. “Y mi soledad no tiene nada que ver con la presencia o ausencia de otras personas. De hecho detesto a los que me privan de la soledad y, además, no me hacen compañía”. Algo que, según Francesc Torralba, es muy frecuente: “Aunque estemos rodeados de gente y de formas de comunicación existe un alto grado de aislamiento. No hay peor sensación de soledad que aquella que se experimenta al estar en pareja o con gente”.

martes, 3 de marzo de 2015

Entre escritores...

Aislarse del mundo

En Revista Ñ, Diego Erlán comenta una serie de anécdotas o “habitaciones propias”; pero ojo que no son solo lugares donde los autores se encierran a escribir o crear en general sino trucos, métodos, supercherías que tienen para aislarse del mundo. Se menciona a Toni Morrison, Rimbaud, Norman Mailer, Marguerite Duras, entre otros. Y nos deja una frase memorable de W.H. Auden: “La rutina, en un hombre inteligente, es signo de ambición”.
Marguerite Duras en un café
Dice la nota:
(…) no hay pruebas de que Rimbaud se entregara a los experimentos de la magia negra: ni demonología ni aquelarres ni ceremonias obscenas. Parece que a Rimbaud le atrajo menos el rito en sí que el discurso hermético y las imágenes que descubría en sus libros. Esa falta de pruebas desecha una imagen posible del artista: la del alquimista, la del mago. ¿O acaso no podría pensarse como un ritual cuasi satánico el que llevaba a cabo Salinger todos los días en la cabaña que se construyó cerca de su casa para evadirse del mundo ordinario de su familia y abandonarse al universo de amor y sordidez de la familia Glass? Esa imagen del proceso de creación del artista como rito satánico tiene una escena ya mitológica: la del pacto con el diablo. Desde Estanislao del Campo hasta Thomas Mann retomaron la leyenda, porque resulta fascinante convertirse en voyeur del instante epifánico en que el artista pacta con el diablo para ser invadido por el genio. En la historia del arte, la iconografía preferida del cristianismo muta al demonio en ángel y es éste quien dicta a los apóstoles la palabra de Dios. Caravaggio lo compuso en su pintura San Mateo y el ángel . Esa iconografía es la variación de una misma idea: la de la voz. Fogwill, en medio del caos de su escritorio, repleto de cables y cigarrillos y rastros de chocolate y páginas sueltas de poemas que le fascinaban, escribía al dictado de una voz, quizás la misma “voz extraña” que escucha Fabián Casas o las voces que decía escuchar Faulkner al trabajar enMientras agonizo . El lugar común habla de musas y son ellas, representadas del modo que sea, las que se instalan alrededor del escritorio o son convocadas en el atelier, para que el hombre común en una suerte de trance se convierta en el héroe que intentará atrapar “el gran pez dorado” al que se refiere el director David Lynch.
Cuando a Norman Mailer le preguntaban de qué dependía su trabajo respondía con una palabra que él consideraba desdichada: resistencia. “Convertirse en escritor profesional es tan difícil como convertirse en atleta. A menudo depende de la capacidad de mantener la fe en uno mismo”. No se escribe novela dedicándole dos horas brillantes por semana, decía Mailer. No se escribe una novela si se pierde demasiadas mañanas y demasiadas tardes en una resaca. Cómo se escribe, entonces, es una de las obsesiones de aquellos que ocupan los días en esa faena. Todo escritor tiene sus rituales. Lo supo Francesco Piccolo cuando recababa anécdotas para su libro Escribir es un tic (Ariel). Amparado en los ritos, entiende Piccolo, el escritor puede trabajar con serenidad pero, más que nada, crear un simbolismo por el que cada cual siente un apego especial, hasta el extremo de construir un ambiente mágico para volcar en él su energía creativa. Esta idea es literal en Toni Morrison. La habitación donde escribe la premio Nobel está llena de duendes y espíritus mágicos y no permite que nadie ingrese en ella por miedo a que estas figuras se escapen si ven a un extraño. Encontramos ritos algo más mundanos. La botella de whisky de Marguerite Duras, el mameluco de mecánico que vestía García Márquez, el café en la famosa cafetera de porcelana de Balzac.
No hay obra que refleje más un modo de trabajo como la serie “Diarios”, de Guillermo Kuitca. Se trata de enormes telas circulares con las que el artista cubría la mesa de trabajo de su taller: manchas de pintura, anotaciones de ocasión y una dirección de correo pueden funcionar como testimonio y huella de un proceso. Otro caso singular es el de Friedrich Nietzsche. Siendo profesor de filología en la Universidad de Basilea, Nietzsche padecía migrañas que lo dejaban postrado durante días con náuseas que lo hacían retorcerse de dolor. En el año 1879 presentó su renuncia. Como cuenta Frédéric Gros en su ensayo Andar, una filosofía (Taurus) es en esta época que Nietzsche se traslada a la aldea de Sils-Maria, donde el aire era transparente, el viento fresco y la luz resplandeciente, y se convierte en caminante. “Trabaja andando” hasta ocho horas por día y escribe El paseante y su sombra : “Exceptuando algunas líneas, todo ha sido pensado y esbozado a lápiz en seis pequeños cuadernos mientras caminaba”, confesó el filósofo. “En diez años –cuenta Gros– habrá escrito sus más grandes obras, desde Aurora hasta La genealogía de la moral , desde La gaya ciencia hasta Más allá del bien y del mal , sin olvidar Así habló Zaratustra .
La cuestión seguirá siendo siempre la misma: ¿de qué manera se escribe (o se pinta o se compone)? ¿Cómo crear algo que valga la pena mientras se gana la vida como empleado de un banco? ¿Acaso es mejor dedicarse por completo a un proyecto? ¿Se puede escribir con una vida caótica, con una vida displicente? ¿Se puede crear teniendo cuarenta años, un empleo mediocre y una madre que te regaña? Algunas de estas cuestiones intenta responderlas Mason Currey en un libro reciente: Rituales cotidianos (Turner). Surgido del blog Daily Routines, esta serie de instantáneas apuntan a mostrar cómo las grandes visiones creativas se traducen en una suma de hábitos cotidianos que, a la vez, pueden influir en la obra misma. Voluntad, autodisciplina y optimismo se conjugan en sus páginas. Es cierto que el libro de Currey parece enfocarse en métodos de artistas para brindar fórmulas a empresarios que intentan exprimir su lado creativo, sin embargo el volumen compila escenas mínimas, manías extrañas pero más que nada una serie de ejemplos sobre la fuerza de voluntad aplicada por escritores, artistas, compositores o filósofos de diferentes épocas, tanto europeos como estadounidenses. El crítico y escritor V. S. Pritchett se dio cuenta de que todos los grandes hombres se parecen en un punto: nunca paran de trabajar. “Es muy deprimente”, señaló.
W. H. Auden tenía una frase: “La rutina, en un hombre inteligente, es signo de ambición”. Como un estoico moderno, Auden sabía que el camino más seguro para disciplinar la pasión pasaba por disciplinar el tiempo. Era ordenado, riguroso y cronometraba cada momento de su día. Al parecer era el opuesto perfecto del pintor Francis Bacon, en cuyo taller reinaba absolutamente el caos (papeles y libros tirados en el suelo, muebles rotos, desechos por doquier). En ese escenario pintaba Bacon hasta que salía con sus amigos a beber, comer y bailar, desde la tarde hasta bien entrada la madrugada, y a pesar de esta rutina hedonista siempre se levantaba temprano, aunque hubiese dormido sólo dos horas, para ponerse a pintar. Le gustaba trabajar con resaca. “Porque mi mente chisporrotea de energía y logro pensar con mucha claridad”, solía decir. Auden y Bacon representan dos formas opuestas del mismo estoicismo. Auden desdeñaba a los noctámbulos, pero Toulouse-Lautrec, por ejemplo, pintaba por las noches en los burdeles; Samuel Johnson empezaba a escribir mientras Londres dormía, a la luz de las velas, y la artista Louise Bourgeois, al padecer insomnio, supo aprovechar ese tiempo acostada en la cama con su cuaderno de dibujos. Henry Miller también trabajaba por las noches hasta que se dio cuenta de que rendía mejor por las mañanas. Agatha Christie, que durante mucho tiempo se consideraba ama de casa, escribía a cualquier hora, en cualquier parte, en la mesa del comedor o en el lavadero, no importaba: siempre que tuviera un rato y una mesa fuerte se lo dedicaba a planificar asesinatos. Y mientras Goethe aconsejaba no forzar nada si es que no se podía escribir y que era mejor desperdiciar las horas o pasar los días durmiendo, Updike nunca creyó que debía esperar a estar inspirado para trabajar porque entendía que los placeres de no escribir son tan grandes que si uno empieza a entregarse a ellos jamás volverá a hacerlo. “La rutina es una condición de supervivencia”, escribió en una carta Flannery O’Connor. Salinger de algún modo lo ratifica: compuso El guardián entre el centeno mientras sobrevivía a las bombas de la Segunda Guerra Mundial.
A ciertos artistas tener empleo los hacía sentir desdichados. A otros, en cambio, les otorgaba tranquilidad y una disciplina necesaria para el espacio creativo. Wallace Stevens, que desde 1916 trabajó como abogado en la Hartford Accident and Indemnity Company, decía que tener un trabajo fue una de las mejores cosas que le pudieron pasar. “Introduce disciplina y regularidad en nuestra vida. Soy todo lo libre que deseo ser y por supuesto no tengo ninguna preocupación en cuanto al dinero.” Otro caso es el de Joseph Cornell que a los 31 años consiguió un trabajo de nueve de la mañana a cinco de la tarde en la división de artículos domésticos de un estudio textil en Manhattan. Aunque era tedioso y mal remunerado, Cornell se sentía obligado a mantener su hogar, donde vivía con su madre, que lo retaba por acumular basura en la cocina, y un hermano minusválido. Sus extrañas “cajas”, confeccionadas con lo que su madre llamaba basura, todavía no se habían hecho célebres en el mundo del arte. Y cuando ocurrió, tuvo el valor para renunciar y dedicarse completamente a sus obras, pero al poco tiempo descubrió que sin trabajar no conseguía adquirir una rutina. Otro poeta, T. S. Eliot, fue maestro de escuela hasta que consiguió trabajo en la banca Lloyds de Londres. Aunque pudiera resultar deprimente esa perspectiva, Eliot estuvo agradecido de ese trabajo porque ganaba mucho mejor que un maestro y además era menos cansador. Permaneció allí ocho años.
“Escribir no es un trabajo duro, es una pesadilla”, señaló Philip Roth en 1987. “Con la escritura siempre se está volviendo a comenzar. Dado nuestro temperamento, necesitamos esa novedad. Hay mucho de repetición en este trabajo. De hecho, una habilidad que todo escritor necesita es la capacidad de permanecer inmóvil en esta ocupación profundamente desprovista de acontecimientos”. Hay una escena de la novela La visita al maestro que se acerca a lo que plantea Roth como pesadilla de repetición. Es un momento en el que el anciano E. I. Lonoff le describe al joven Nathan Zuckerman su rutina: “Doy vuelta a las frases. Esa es mi vida. Escribo una frase y luego le doy la vuelta. Después la contemplo y le doy otra vez la vuelta. Luego voy a comer. Después me instalo de nuevo y escribo otra frase. Luego tomo té y le doy la vuelta a la nueva frase. Luego releo las dos frases y les doy la vuelta a ambas. Después me acuesto en mi sofá y pienso. Luego me levanto y las tiro a la papelera y empiezo desde el principio otra vez. Y si me aparto aunque sólo sea durante un día entero de esta rutina, me siento frenético de aburrimiento y de una sensación de estar desperdiciándome”. En su poema “La dispersión”, Joaquín Giannuzzi capturó con acierto una imagen posible de la angustia del proceso creativo: “Sobre esta mesa he apoyado los brazos y la cabeza./ Piedad y desprecio por mi mundo. Los lugares comunes/ de la materia que me rodea. Un lápiz, una caja/ de fósforos, una taza de café, ceniza/ de cigarrillos sobre un desorden de papeles./ Cuánta desesperanza de poesía sin porvenir./ Y de pronto la certeza de que morir es apartarse de la mesa,/ la noción de que todo se perderá./ Cada cosa se ausentará de la otra,/ los objetos de quienes soy el centro dejarán de amarse./ Yo mismo, agonía volcada, volumen apretado al planeta/ me veré arrojado por la ventana,/ pedazo a pedazo, a trozos que se odian/ hacia la fría unidad de la noche”. Algo entendió Giannuzzi aquí: morir no es otra cosa que apartarse de la mesa.

Otra joya de CLEMENTE PALMA...

Respuesta de Clemente Palma ante el pedido de  Vallejo  de publicar un poema. (Revista Variedades, 22 de setiembre de 1917)
Señor C.A.V. -Trujillo.- También es usted de los que vienen con la tonada de que aquí estimulamos a todos los que tocan de afición la gaita lírica, o sea a los jóvenes a quienes los da el naipe por escribir tonteras poéticas más o menos desafinadas o cursis. Y la tal tonada le da margen para no poner en duda que hemos de publicar su adefesio. Nos remite usted un soneto titulado El poeta a su amada, que en verdad lo acredita a usted para el acordeón o la ocarina más que para la poesía.Amada: en esta noche tú te has sacrificado
sobre los maderos curvados de mis besos
Amada: y tú me has dicho que Jesús ha llorado
y que hay un viernes santo más dulce que mis besos.
¿A qué diablos llama usted los maderos curvados de sus besos? ¿Cómo hay que entender eso de la crucifixión? ¿Qué tiene que hacer Jesús en estas burradas más o menos infectas?… Hasta el momento de largar al canasto su mamarracho, no tenemos de usted otra idea de deshonra de la colectividad trujillana, y de que si se descubriera su nombre, el vecindario lo echaría lazo y lo amarraría en calidad de durmiente en la línea ferrocarril de Malabrigo

jueves, 19 de febrero de 2015

MI NUEVO LIBRO............. 2015

EL HUERTO DE LOS SUEÑOS Título que encarna el factor ficticio o imaginario del sueño y también con un realismo mágico en algunos casos es desesperanzador donde se muestra claramente con su cuento «LOS HORRORES DE UN HOGAR» hechos que ocurrieron en el siglo XVIII.   El narrador asume el papel de primera persona para dar mayor realismo a cada una de esas escenas en donde los tribunales de la santa inquisición afiebra los miedos de los personajes. Intentando demostrar que hay mayores torturas detrás del santo oficio…
También está «La cena» cuento elegido por la Université de Poitiers, Francia. Que fue  traducido al francés. http://fr.calameo.com/books/0026177994c048640e2e0
El microrelato «Refugio de la amada» (Género terror) obtuvo buen número de comentarios y criticas en el blog literario http://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2014/09/refugio-de-la-amada.html
El huerto de los sueños es una compilación de once textos en donde están presentes los géneros de cuento, relato y microrelato. Los temas son el misterio, la amistad y el desencanto del amor como una lucha diaria hacia algo más grande…

Enrico Díaz. (Lima, Perú) Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Escritor, poeta y artista plástico.
Antologado en el libro Voces: Cuentos, Poesías Y relatos. ISBN-10: 1478371242. México
Y Minotauro: Antología de Relatos Breves (español Edition) ISBN-10: 0615507069 Estados Unidos de Norte América.

OBRAS PUBLICADAS
—Latitudes, poesía. www.casaeolo.com 2010
—13 HERALDOS Cuentos y relatos. Create space,amazon.com (cuentos y relatos) 2011 ISBN-10: 1466463392
—DIARIO DE UN POETA REALISTA. Ensayo. 2012 ISBN-10: 1478133651
—La realidad de Amazon.com Ensayo. ISBN-10: 149288538X
—PELUQUERIA DEL MAL. Novela. Ediciones EVAROZ. 2013 ISBN-13: 978-1482056006
—EL CRIMEN NEFANDO DE EVA. Novela breve. Create space, en amazon.es 2013. ASIN: B00BVLUSFY
—El escultor y la virgen. Cuentos. En el formato del e-book. por amazon.com ASIN: B0099CPH2Q
—Esgrima Luminosa, poesía. 2014


lunes, 16 de febrero de 2015

JORGE VALENZUELA: “MIS LIBROS SON UNA CRÓNICA DE LA DESTRUCCIÓN DEL SUJETO”


Valenzuela es considerado como uno de los más representativos narradores de la generación del 80. (Foto: Archivo del autor)

Con su cuentario Infiernos mínimos, el docente universitario y escritor Jorge Valenzuela nos presenta historias ambientadas en espacios opresivos donde sus protagonistas están sometidos a situaciones angustiantes. Además, nuestro entrevistado dirige el Taller de Narrativa de la Universidad de San Marcos, donde han surgido algunos narradores jóvenes que forman parte del panorama literario hispanoamericano.


Por Jack Martínez Arias
y el sitio web leeporgusto.
Caer en los Infiernos mínimos (Campo Letrado, 2014) de Jorge Valenzuela significa volverse preso de realidades inquietantes, sombrías, incómodas y misteriosas. El narrador y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos* ha sabido armar una colección de relatos que lo consolida como uno de los mejores exponentes contemporáneos del cuento en el Perú. A continuación, conversamos con él acerca de su quinto libro de ficción.

Comencemos por el principio. La portada y el título, que me parecen estupendos. Ese gato negro: ¿es un homenaje de algún tipo? Lo pregunto porque se me hace inevitable relacionarlo con la obra de Edgar Allan Poe. Y con respecto al título, llama mi atención que no se trata del nombre de alguno de los cuentos incluidos en el libro. En ese sentido: ¿cuáles son los “infiernos” y por qué son “mínimos”?
En principio, la portada fue elegida por los editores de Campo Letrado con el propósito de proyectar en el lector la idea de un libro de historias vinculadas al misterio, a la muerte y, en general, a lo policial. El gato negro tiene esa connotación literaria que, como dices, nos viene desde Poe a través de sus cuentos de horror y de muerte. Aunque en el libro la nota predominante tiene que ver con esa línea de cuentos, hay otros que escapan a esa temática para vincularse a un ámbito más personal a través de temas como la dignidad y el desamor.
Con respecto a la segunda pregunta, no nombro a mis libros de cuentos con el título de alguna de las historias incluidas en la colección. Esa es una posibilidad que algunos escritores aprovechan cuando creen que un cuento es representativo del conjunto, pero esa opción no me interesa. Usualmente elijo el título de mis libros con la intención de proporcionar al lector una imagen global que le permita unir los textos en una línea de sentido, tratando de hermanar a los cuentos por más diferentes que puedan ser. En ese sentido, “infiernos” hace referencia, de una manera bastante coloquial, a esos universos permeados por el mal en todas sus formas. La idea de un mundo en el que se ha perdido la capacidad de amar y de respetar y en el que nuestro prójimo simplemente es alguien de quien nos podemos aprovechar o, finalmente, exterminar, articula la totalidad de los cuentos. Para mí, eso es infernal. “Mínimos” hace referencia no a la brevedad, como podría parecer, sino al carácter doméstico, consuetudinario, en el que transcurren las historias, como en los cuentos de Tobías Wolff o Raymond Carver.

Al recorrer estos Infiernos mínimos el lector va conociendo que los cuentos fueron escritos entre 2010 y 2013. ¿En qué consistió el proceso de selección de los relatos que forman parte de este libro?
Me gusta fechar y registrar el lugar en donde fueron escritos los cuentos porque eso me permite observarme en el tiempo. Quizá no sea importante para otros escritores, pero para mí sí lo es. Con respecto al proceso de selección puedo decirte que al momento de armar un libro uno siempre hace una apuesta. Busca afinidades, elementos entre los textos que construyan precisamente un libro. Uno está escribiendo todo el tiempo y tiene historias y más historias, y al final tiene que decidir qué incluye y qué no. Incluso es importante el orden en el que colocas los textos. Eso ya quiere decir algo y tiene un efecto en el lector. Con respecto a la forma final del libro, mis editores decidieron sacar un cuento de la selección que les presenté porque no formaba parte de la familia, ni compartía sentimientos o la perspectiva emocional con los demás textos.

Y en ese trabajo selectivo, ¿qué rasgos de continuidad o ruptura reconoció en los cuentos de Infiernos mínimos con respecto a los relatos que conforman sus libros anteriores?
Yo creo que es cierto aquello que los críticos dicen con respecto a la mayoría de escritores. Es decir, que, desde el inicio de sus carreras, los escritores siempre están escribiendo el mismo libro. En mi caso, hablaría más de continuidades que de rupturas. Normalmente las rupturas violentas producen libros desafortunados. Y si en todo caso hablamos de rupturas, creo que la primera y la más importante fue la que un sector de escritores de mi generación llevó adelante al romper con el populismo literario de los setenta, que ponía por delante la ideología y supeditaba lo literario en el propósito de construir una narrativa popular.
Por otro lado, creo que las rupturas deben ser graduales dentro de la poética de un escritor. Mis cuentos han ido evolucionando desde el desencanto y el decadentismo gótico, que me marcó a mí y a los escritores urbanos de los ochenta, a una narrativa más personal vinculada a la representación de universos clausurados sentimentalmente. Mi narrativa se esfuerza, paradójicamente, en demostrar que no hay esperanza posible en un mundo en donde no se puede confiar en nadie a riesgo de ser traicionado. Este elemento creo que está presente desde mis primeros cuentos, pero con técnicas, personajes y circunstancias diferentes. Mis libros son una crónica de la destrucción del sujeto sin posibilidad de retorno.

Infiernos mínimosJGV_LPGRefiriéndonos específicamente a los relatos, El reencuentro da inicio a la colección. Un par de jovencitas vuelven a verse y van al cine sin conocer lo que allí les está esperando…
Este es un cuento de misterio. Me interesó explorar en el misterio que rodea a las personas y a sus acciones. Me interesa la idea de explorar en aquello que oculta la gente en todos los sentidos posibles y que, en un momento determinado, se manifiesta de manera violenta e inesperada. El reencuentro narra un secuestro, eso es evidente, pero lo que permanece como un misterio es el modo empleado para llevarlo a cabo y ciertamente las motivaciones. En ese cuento nunca llegamos a saber qué fue lo que realmente ocurrió después de que una de las jovencitas sale para asistir a una mujer que, de pronto, se enferma en medio de la función en un cine. Nunca llegamos a saber que sucedió con ella. Quizá el objetivo del cuento sea muy limitado, quizá el cuento pueda ser visto como un juego, como un pequeño rompecabezas que hay que reconstruir recogiendo cada una de las pistas regadas por allí, pero en el fondo no es así. Con este cuento estoy tocando un problema muy extendido socialmente, ese tema es el de las desapariciones en el Perú.

En una nota también se dice que esa historia es la recreación de una leyenda popular madrileña. Asimismo,La corbata, el notable cuento que cierra el libro, también está ambientado en Madrid…
Escuché la anécdota de El reencuentro cuando era estudiante del doctorado en Madrid, allá por los años noventa. Recuerdo que me impresionó mucho y recuerdo también que quien la contó, dijo algo así como que esa era la modalidad de secuestro más empleada en España cuando se trataba de jovencitas de trece o catorce años. Lo cierto es que nunca pude leer una noticia que diera cuenta de tales secuestros o que se expusiera un caso por los medios masivos asociado a esta modalidad de desaparición. Por eso me pareció mejor referirme a ella como una leyenda urbana. Por otro lado, la elección de Madrid como escenario de algunos de mis relatos cumple con la función de alejarme de mi circunstancia actual. Es un mecanismo que me permite, de un lado, localizar la anécdota en un ámbito más verosímil en relación con algunos de los detalles que forman parte de la historia y de otro, recuperar algunas de mis experiencias vividas cuando residí en esa ciudad. Madrid será una ciudad a la que siempre volveré en mis cuentos o en lo que escriba. Estoy muy unido a ella emocionalmente. Supongo que esto es así, porque en esa ciudad maduré mucho y me enfrenté a mi propio destino en absoluta soledad.

Lo mismo sucede con algunos cuentos aparecidos en colecciones anteriores (me refiero a que también se ambientan en Madrid). ¿Siente que la experiencia de vida en el extranjero modificó, de alguna manera, su forma de ver la literatura?
Modificó, en primer lugar, mi forma de ver la vida. Vivir en España durante cinco años me permitió conocerme más a mí mismo y, después, comprender, por el mecanismo de la comparación y la diferencia, cómo era el Perú. La distancia, como muchos lo han comprobado, te permite descubrir, por ejemplo, que la gran mayoría de nuestra gente es muy conservadora, triste e incapaz de decir las cosas con claridad. Entonces, si ver la vida de manera diferente es condición para ver la literatura también de manera diferente, pues sí, vivir en el extranjero me permitió cambiar mi concepción de la literatura. Es decir, empecé a verla no como un espacio creado para la hipoteca de mi imaginación en pos de un ideal ajeno a mi voluntad y deseos, sino como la más pura manifestación de mis emociones a partir de las cuales puedo sentir que soy un hombre honesto.

Al mismo tiempo, en cuentos que parecen estar ambientados en Lima u otra ciudad similar, como sucede en Juntos, el narrador no se refiere a la ciudad con nombre propio. ¿A qué se debe esto? ¿Cuáles son las ventajas y/o desventajas de no situar la narración en un lugar de nombre específico?
Cualquier escritor te diría que ese es un mecanismo que te permite universalizar la anécdota, pero no es del todo cierto. Digamos que deslocalizar los hechos puede ser visto como un mecanismo útil al propósito de despojar al escritor de su marca de origen. Pero ese es solo un aspecto del problema. Existe la posibilidad de la relocalización, es decir, la posibilidad de apelar a espacios ajenos al propio para contar historias. En el fondo creo que se trata de un problema de actitud. Si un escritor, haciendo eso, cree que puede demostrar que el espacio en el que trascurren los hechos es solo un accidente en un relato, creo que también es válido. En mi caso, despojar a los cuentos de un referente local, fue una contestación a la narrativa peruana previa. Y esa ha sido una característica desde mis primeros relatos. No es algo nuevo en mi narrativa. Ya desde los años ochenta utilicé este mecanismo para romper con el referencialismo y regionalismo heredado de los escritores del boom y de los setentas. En realidad y, esto es algo sumamente personal, el lugar solo es importante para mí cuando cumple una función relevante en el cuento. Si no la cumple, no considero que sea necesario mencionarlo. Esta elección es coherente con mi poética narrativa que se preocupa más por referir estados interiores, subjetividades acosadas.

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En general, me parece que los cuentos de Infiernos mínimos se construyen en lugares oscuros (el cine, las calles con poco alumbrado, algunas figuras góticas) y, sobre todo, en lugares invadidos por una sensación de misterio. Además, en un cuento tan sugestivo como El enemigo insólito, el protagonista hace explícita su admiración por los grandes maestros del género policial…
Es cierto, en mi libro he procurado construir espacios opresivos o cerrados, como salas de cine, cocinas, pequeños departamentos. Esos espacios me bastan para crear situaciones angustiantes. No ha sido mi intención emplear al espacio como un mecanismo influyente en la conducta de los personajes de modo que el espacio termine condicionando su conducta. En todo caso, la presencia de espacios opresivos es una herencia romántica de Poe. En mi libro, en varios cuentos, el espacio es una trampa mortal, es el elemento que conduce a la muerte o a la desaparición. Ese espacio me sirve también para hacer convivir a lo humano con lo animal. Creo también, como tú dices, que policial está en todo el libro. Además de la ocurrencia de un crimen o de su inminente producción, el misterio que rodea las acciones y los desenlaces, tiene la intención de desestabilizar al lector, dejarlo con una pregunta, iniciarlo en una investigación propia sobre lo sucedido.

¿Y usted, por ejemplo, comparte la admiración del protagonista de El enemigo insólito por autores del género policial? ¿Cómo situaría su propia narrativa en esa tradición?
Desde luego que la comparto. De hecho, el cuento El enemigo insólito es mi homenaje a La muerte y la brújula de Borges, un cuento que renueva y quiebra a la vez la tradición del relato policial al situar en el centro del texto a una gran ironía: la del detective que es incapaz de detener la maquinaria puesta en funcionamiento para terminar con su propia vida. Pero el aspecto que más me interesó en el cuento de Borges es el relacionado con la idea de resolver un crimen a partir de la lectura de un libro o de reconstruirlo a partir de referencias librescas. Nada de huellas, nada de rastros, restos, ni cadáveres, solo texto, sólo figuras, solo letra.

También en El enemigo insólito, y en la línea de algunos cuentos de Borges, el lector puede percibir cómo la literatura empuja al protagonista a romper con la barrera que divide la ficción y la realidad. En ese sentido, ¿cuál cree que hoy sea la relación entre literatura y realidad?
Es una pregunta muy grande. Pero algo tengo claro: realidad y ficción no se oponen y mucho menos se excluyen. Siempre he dicho que somos hechuras de palabras, que nuestra forma de pensar es esencialmente narrativa y que organizamos nuestra experiencia a partir de relatos. Por lo tanto la relación entre literatura y realidad es una relación de complementariedad, de unión e intercambio permanente. Es, diría, una relación casi biológica y vital. Las funciones que cumplen en nuestras vidas las ficciones literarias, y las que no lo son, son muy diversas. Van desde la ampliación de lo que entendemos por realidad, hasta las estrictamente estéticas. La que llamamos realidad virtual no hace más que poner en evidencia algo que deberíamos tener claro al momento de hablar de la ficción: gracias a ella, aquello que es esencialmente potencial o posible, en algún momento deja de serlo, para conformar aquello que asumimos como realidad.

A propósito de la literatura que se escribe hoy en día, como escritor, crítico, docente universitario y jurado en los más conocidos concursos literarios, ¿cómo ve el estado de nuestra narrativa?
Me mantengo atento a lo que se escribe gracias a los jóvenes narradores que me alcanzan sus libros y también gracias al Taller de Narración que dirijo en San Marcos. El haber sido jurado en concursos de cuento también te da perspectiva. Con respecto al estado de nuestra narrativa puedo decir, en términos muy generales, que es notorio el protagonismo de jóvenes escritores provenientes del periodismo y de las llamadas escuelas de lo real. Por otro lado veo una ruptura, creo que definitiva, con los irrealismos de “Boom” y con el nativismo latinoamericanista. Veo el interés de los escritores peruanos por escribir sobre cualquier tema, de cualquier país, de cualquier época. También hay toda una tendencia que reivindica una narrativa que se afirma en lo experiencial, en un nuevo existencialismo con elementos de la narrativa del dirty realism muy influenciada por los antivalores y por la destrucción del sujeto.

Finalmente, como un cultor del género, ¿cómo analiza la situación actual del cuento en Perú?
Creo que el cuento en el Perú seguirá siendo un género respetado y cultivado por escritores de todo tipo y edad. Tiene entre nosotros una larga y gran tradición con la cual podemos y debemos establecer un diálogo enriquecedor. Creo que las últimas generaciones ya se han independizado del influjo de Ribeyro y Reynoso sin dejar de respetarlos y admirarlos. Creo, también, que el relato fantástico y policial ha tenido un gran desarrollo en los últimos diez o doce años y que ese desarrollo ha permitido, precisamente, un alejamiento de los tópicos o lugares comunes del neorrealismo de los dos autores antes mencionados. Las posibilidades del microcuento también vienen siendo aprovechadas por los jóvenes narradores. Por otro lado, se abre ante nuestros ojos el desafío de la narrativa de anticipación y de horror que pugnan, ahora mismo, por ganar un lugar decoroso en nuestro breve pero excelente parnaso literario.



sábado, 14 de febrero de 2015

LA NAUSEA DE UN ROMÁNTICO...

A VECES LAS VIDA ES UN CIRCULO y como todos sabemos,  los  círculos no tienen PRINCIPIO NI FIN...

a continuación un poema...

Lección 4



Del ave
que venía a mi ventana, yo ya no sé nada de la amiga soñada.
De la perdida esperanza
de amar eslabón a eslabón
con las frases y las palabras.
Tratando de ver
lo que había entre ambos...
Ya me olvidé de esperar,
ya me olvidé de creer.
Ya me olvidé de desear  la mano amiga
la mano femenina
que abrace la cima de una conversación…
El perfil amenizado
con el humo de mi cigarro
y los  labios brillantes de ella
y tímidos
que guardaban solo para sí…
y mi fuerza inacabable,
de esperarla,
contemplaba
la noche oscura,
también contemplaba
a tus ojos oscuros.
También construí
molduras perfumadas,
también
fui un sastre para ti.
Y al final del túnel:
es nada menos
que la estructura de un fantasma
 que en cierto modo
forma la figura de tu alma.
Pero, ya pasaste
al pasado
como una sombra  pétrea
y el bronco pulso
de la  eterna oscura noche.
Y todo sirve para mil cosas…
pero entre ellas,
es el  silencio:
para no rendirte más…
Mientras que el cielo
no es más
que mi mano vacía
sin tu mirada,
y sin tus caricias imaginarias
que silenciosamente soñé
para poder salir de mi alma,
también para poder salir
de mi historia.
Y cuando me tragué
eslabón a eslabón
las imágenes que me diste,
de alguna manera
rompí el pensamiento
que me había arrastrado
a tantos lugares de neón.
A tantos lugares
en que me sentí sin mí…
y ahora me llevaste
al  lugar más PERDIDO
al silencio,
en donde he logrado creer,
por fin  que imaginé tu  presencia.

viernes, 13 de febrero de 2015

Jonathan Franzen: “No me importa lo que la gente lee”


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Pero aquí hay un tema interesante. Creo que un montón de la hostilidad hacia mí (en Internet) viene del hecho de que yo cuestiono la utilidad de las redes sociales. Yo ciertamente cuestiono el modelo como un modo en que los libros son promocionados y la información de los libros diseminada, porque la esencia del modelo es la auto-promoción y no pienso que su modelo repetitivo sea una buena idea para el trabajo del escritor. Creo que las redes sociales son realmente un modelo mal adecuado para la cultura literaria. Los escritores son solitarios. Ellos trabajan solos. Se comunican a través de la página impresa. Es horrible forzarlos a autopromocionarse en un medio sociable. Va contra todo lo que sé y lo que entiendo acerca de los buenos escritores de ficción" (Traducción Edwin Chávez)
No pueden dejar de leer esta estupenda entrevista a Jonathan Frazen en “Booth”, por Susan Lerner. La frase traducida no es la única bomba que mete, (me encanta cuando le preguntan por la lectura y dice, radicalmente, “no me importa lo que la gente lee” o su respuesta contra la escritora Jennifer Weiner que lo llamó fraude), aunque sí la más polémica sin duda.
Lean la entrevista completa aquí.

sábado, 31 de enero de 2015

Un cuento... Autor Enrico Dìaz.




LA EX NOVIA



El tornillo no tenía razón ni voz y estaba ahí… no podía haber caído de la lámpara y mucho menos de algún mueble que se encontraba cerca. El cubrecama oscuro permitía realzar más la aparición del pequeño objeto y en ese momento ella recordó que este tipo de situaciones ya había ocurrido. El tornillo era dorado pero no como el oro, el oro es algo puro. El dorado que poseía el tornillo era parecido a una escarcha arenosa y húmeda. El tornillo tenía una forma elíptica y esto generaba mayor desconcierto. Mejor no quiero mencionar más al tornillo, él no es el motivo de todo, más bien creo que es un símbolo o una enmienda de algo o ambas cosas a la vez. Además encontrarse constantemente con objetos cuya procedencia era desconocida obedecía a un tema que ya se había acostumbrado. 


Cuando vio el tornillo se dio cuenta que hay algo diferente, parecía que venía del futuro dado al desconocimiento total sobre la existencia de tornillos cuya forma tan extraña no podían pertenecer al presente o al pasado.


Patricia por los hechos muchas cosas pensaba, y al final no llegaba a ninguna conclusión porque el túnel de su pensamiento jamás le daba un destino definido. La luz estaba a los lejos y nunca podía tocarla, muy parecido a toda su vida. Los hechos eran varios objetos que habían llegado a ella sin saber su procedencia.

En aquella época de las primeras apariciones Patricia no fue una mujer religiosa, era lo opuesto en todo aspecto. Ahora, tampoco que se entienda que tenía aficiones ocultistas. Era una mujer que dentro de todas sus fantasías la más loca era publicar un libro de poesía, sí poesía…, para un mundo que no busca leer un texto atomizado… para un mundo saturado por los enlaces audiovisuales. El plectro literario era una locura o un medio para hallarse a ella misma y en cierto modo era su vida… Mientras que los hallazgos y la creación literaria ocurrían inusitadamente parecía que algo la atacaba, como para alternar en un "sube y baja" de emociones. Nadie se enteraba salvo sus hermanas que solo creían que aquellos comentarios que en cierto modo no pasaba de ser simples bromas o productos de su imaginación, eso era una manera de entenderlo.

Mucho antes del acontecimiento sobre la aparición del tornillo. Patricia cuando buscaba a sus amigas después de haber experimentado tales experiencias jamás comentaba aquellos sucesos por el simple temor de pensar en la burla de los demás y eso ayudaba a su afán por la introspección y cuyo resultado era la escritura. Comentaba y comentaba a sí misma en todo caso como un arranque de ira taciturna en contraposición de la postura suave y pasiva que reflejaba ante sus amigas…

¿Qué mano pueda haber dejado esos objetos en los lugares tan cerca de ella? Y con el único destino que termine encontrándolos.

Por ejemplo: hace más de un año encontró un monedero en el preciso lugar donde acomodaba sus sandalias. El monedero estaba vacío, era de hombre y en casa donde ella vivía solo eran mujeres. Dentro del monedero un compartimento y estaba enrolladlo un hilo más delgado que el hilo convencional, pero que tenía una resistencia similar al acero. El compartimento del monedero era muy extraño parecía una verruga de plástico. Y el monedero era la suma de algo vivo…

Asumir que sus amigas se iban a burlar de ella era un juicio que lo había deducido de acuerdo a la experiencia con sus hermanas. La rivalidad, el desprecio, la pedantería que entre ellas se había dado dio a marcar una pauta para la inseguridad en su vida. Luego preguntó muchas veces a sus injustas hermanas. Se sintió obligada a ser insistente. Al instante pensó que alguna de ellas le estaba jugando una broma. Y ellas entendían su pregunta como si la bromista fuera Patricia. La verdad o una manera de decirlo, era que ella nunca hacía bromas. Hoy es diferente ya había ocurrido muchas veces, eso sirvió para que definitivamente vaya al médico porque hasta esos momentos no halló otra salida.

Al estar frente al doctor se sintió insegura. No supo cómo plantear su historia y si en verdad es creíble o no. Dado a que estaba convencida que nadie la podía entender o darle una explicación de lo que estaba ocurriendo en su vida. Sin embargo, debía de tratarlo con un profesional. Ya todo era demasiado obvio… Desde el primer momento que le contó con tanto detalle al doctor no podía disimular su falta de interés y su mirada pensativa reflejaba que en verdad él se encontraba pensando probablemente en otra cosa o estar en otro lugar. Pero fue en ese preciso momento que pudo darse cuenta que debajo de la silla en donde estaba sentado el doctor, un cenicero esta puesto frente a su vista… descansaba, al menos esa apariencia tenía.

Patricia se quedó callada, pensativa y en no saber entender por qué un doctor puede fumar dentro de su consultorio. Entonces gobernó el silencio por unos minutos y el doctor le dijo: ¿ya terminaste?

Ella quedó muda y mirando al cenicero. El gobierno del silencio fue duro para ella y su mirada delatora parpadeaba como si la ansiedad invadiera en sus latidos.

— ¿Cuantos cigarros fuma al día?

— Ninguno, recuerda soy médico.

— ¿Entonces, por qué tiene un cenicero en el consultorio y por qué esta justo debajo de su silla?

El médico inmediatamente se inclinó para buscar lo que ella había señalado. Logró ver al cenicero y con una respuesta poco contundente le dijo: —esto no es mío.

—Qué extraño alguien debe de haberlo dejado.

Pensativo y con esa mirada dudosa comentó: seguramente algún colega debe estar jugándome una broma.

Conmocionada o sobrecogida con lo que estaba ocurriendo interpretó la escena como algo que ella estaba transportando su mal, parece que lo llevaba a otras partes y el factor determinante era que al narrarlo las apariciones de los objetos ocurrían a las otras personas. Su mal era ignorar el origen de los objetos…

Esa experiencia con el doctor sirvió para que renuncie de una vez por todas a seguir investigando, después de eso cada objeto que llegaba a su vida le echaba un vistazo como a cualquier cosa. Sabía que eran objetos raros pero ya no entraba en ansiedad para saber el origen o razón de que aparezca frente a ella. Así pasaron los años y encontró de nuevo otro objeto pero este era un libro artesanal. Poseía todas las características de ser una reliquia. Eso la confortó, por fin, ya no era un objetos del futuro.

El autor del libro había sido su abuelo, lo descubrió desde la primera página porque ahí estaba la rúbrica y nombres completos. Después dio cuenta que no trataba de un libro propiamente dicho sino de una bitácora en donde se había anexado unos folletos cuyo contenido albergaba recetas en donde señalaba también un reducido número de transformaciones químicas naturales como las fermentaciones del vino, la cerveza o la leche. También la transformación del alcohol en vinagre, que usaban como conservante y condimento. Unos dibujos que ilustraban información sobre las pieles en donde se curtían y blanqueaban sumergiéndolas en orina añeja, gracias a que contiene urea que se transforma en amoniaco cuando se almacena largo tiempo, y también se usaba su capacidad blanqueante con las manchas persistentes de los tejidos. Además señalaba puntualmente sobre el conocimiento del proceso de saponificación.

Hasta esos momentos no entendía la ilación de esa información y que relación pueda significar con la bitácora del abuelo. Luego en las páginas siguientes explicaba detalladamente el modo en que su esposa (la abuela) se convirtió en un imán humano. Un imán que atraía objetos de otras dimensiones y que nunca logró entender qué función o provecho pueda traer consigo. Cuando Patricia leyó esa reseña o ese rasgo sobrenatural en su abuela, casi se cae de la impresión. Su rostro lozano empalideció como un papel, sus manos se helaron y sintió unas hormigas microscópicas que recorrían incansables rutas dentro de sus palmas en el medio de esos minutos eternos. En cierto modo, aleccionada vio detenidamente que los objetos no eran de esa época, los gráficos que había en esas páginas eran muy aleccionadores. De pronto, se puso a investigar con más detalle sobre su procedencia se dio cuenta que tampoco eran de su país ni de su época. Los gráficos que había encontrado en aquel libro revelaba la misma historia de su vida frente a los objetos y sobre la contundencia del futuro, ya no podía haber más duda. Y al mirar fuera de esas páginas las imágenes se le venían a la mente, cada uno de esos objetos que había encontrado… al final los iba arrojando a la basura salvo alguno que si le eran de su agrado aunque nunca supo para que sirvieran.

Cabe resaltar que los objetos no poseían código de barras ni inscripciones tipográficas que remitan a la fecha, por lo contrario todos los objetos carecían de ello. Fue por eso que pudo deducir que eran del futuro simplemente porque el material usado era de una calidad totalmente distinta y evolucionada a los componentes textiles y plásticos de la época. El caso del tornillo fue lo que dio el toque final. Porque al examinarlo con más detenimiento pudo notar que había una inscripción en alto relieve como la tipografía braille. Era evidente saber que los objetos no procedían del presente o del pasado entonces solo tenían un lugar de procedencia y ese lugar era el futuro, un futuro que acechaba desmesurado.

Patricia también tenía ojos de loba esto ocurrió después de leer el libro escrito por el abuelo, sus labios fuertes nunca supieron pronunciar las palabras más importantes del libro como: LA MUJER IMAN… o la palabra silencio del más allá…

Sin darse cuenta el tiempo se había vuelto en su peor enemigo, tal parece que si en un principio ella creía que tenía una vida ordinaria, jamás se imaginó experimentar tales sensaciones en donde acarreaba un cuadro mental con serias confusiones sobre los objetos del presente y los objetos del futuro o sobre su papel de estar convirtiéndose como un imán humano. A pesar de todo quería vivir de otra manera y algún día sentirse amada hasta ese punto no podía mentirse ella misma o como yo tampoco podía mentirme al imaginarla y soñarla tantas veces sobre mi cubrecama que no era el cielo nocturno y aunque parecía un sepulcro, era los más cercano a un cielo.

Aquel brillo más lejano era la silueta del tornillo que parecía la forma de una letra, por lo tanto era el color más puro de su alma que se había materializado en esa forma similar al tornillo pero que no lo era. Desde ese momento sentí que ella estaba sonriendo en la distancia del fondo del cielo o mejor dicho en la distancia sobre el cubrecama que abrigaba mi cuerpo desnudo.