Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

jueves, 22 de diciembre de 2016

El día que Borges y Sabato se sentaron a conversar



Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato, amigos alguna vez, llevaban dos décadas de franca enemistad por razones políticas. Una charla de café, un martes del verano de 1975, encontró reconciliados a dos ídolos de la literatura argentina. 


 


Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato se reencontraron en 1975 luego de veinte años de estar alejados
Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato se reencontraron en 1975 luego de veinte años de estar alejados
Borges y Sabato. Sabato y Borges. Estuvieron distanciados casi 20 años, por diferencias políticas. "Inevitablemente, tanto uno como el otro dijimos palabras quizá injustas", diría Sabato tiempo después.
Un día del verano de 1975 logré que se sentaran a conversar. Y escribí un artículo para la revista Gente. Aquí, fragmentos de una charla imperdible. La lección de dos grandes.
La idea implicaba la reunión de mucho más que dos enormes escritores, eran dos ídolos de la literatura argentina. No fue fácil. Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato, amigos alguna vez, llevaban dos décadas no sólo sin hablarse: dos décadas de franca enemistad por razones políticas. Sin embargo, ante la posibilidad de aportar algo de su talento a miles de lectores, olvidaron rencores y polémicas, y protagonizaron, a lo largo de una mañana inolvidable, este diálogo y estas imágenes que hoy son un clásico del periodismo nativo. Acaso por esas simetrías que, según Borges, le gustan al destino, el encuentro sucedió apenas unos meses antes de la primera Feria del Libro. La que a partir de allí, nunca iba a detenerse.
Recrear aquella charla y aquella reconciliación es más que un placer intelectual. Es también una lección para la clase política, casi siempre separada por mezquindades y casi siempre alejada del bien supremo: el país y su gente.
Verano de 1975: el encuentro.
El alejamiento se mantuvo hasta que una circunstancia casual produjo algo nuevo. En una ocasión, Borges firmaba libros en una librería del centro. Sabato pasó por allí. Entonces, algunos de los que esperaban la firma de Borges se acercaron a Sabato y le pidieron que también firmara. Así, en libros de Borges, pueden encontrarse dedicatorias de Sabato: un símbolo de lo que pasaría después. El escritor se acercó a Borges y lo saludó. Borges lo abrazó. Acaso ninguno de los dos había olvidado la polémica, las palabras ásperas, los casi veinte años de silencio. Pero el fervor, la devoción, algunas preocupaciones comunes y ciertas inevitables coincidencias volvieron a acercarlos. Al fin de cuentas, los dos estaban en el centro de una Buenos Aires que aman y aborrecen, que contaron como pocos, que guarda para siempre su gloria (sus libros) y que algún día guardará sus huesos.
Hablaron mucho. Los primeros testigos de ese diálogo (Anneliese von der Lippen, amiga de Borges y traductora de la obra de Sabato al alemán, y Orlando Barone, un escritor joven, autor de Debajo del ombligo) pensaron que esa conversación debía prolongarse. Sintieron que las palabras de esos dos hombres merecían otro destino que el olvido. Muy pronto hubo un grabador entre ellos. Muy pronto habrá un libro con sus conversaciones, que tienen -ya se verá-, algo de testamento, de balance, de eternidad.
La tentación fue demasiado grande. Y una mañana, a comienzos de febrero, muy temprano (yo había leído que el hombre de Santos Lugares madruga y contempla las plantas), marqué los siete números que encierran fantásticas cábalas. Tuve miedo al decir "Buenos días". Tengo miedo ahora, cuando ya todo ha sucedido. Porque le pedí a Sabato que se encontrara con Borges. Que salieran juntos. Que recorrieran umbrales dormidos del sur, rejas oxidadas, almacenes tibios, plazas apenas reales. Y Sabato me dijo que sí.
Las cosas sucedieron un martes. Poco importa, pero Sabato tenía zapatos anchos, pantalones grises, saco azul, camisa colorada, y Borges interrumpía el azul profundo de su traje con una corbata verde y amarilla.

Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato en el Parque Lezama, a espaldas del Museo Histórico Nacional
Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato en el Parque Lezama, a espaldas del Museo Histórico Nacional
Borges: -La vida es soportable porque ocurre en tajadas. Uno se levanta, se afeita, desayuna. Va haciendo las cosas lentamente. Por eso la vida es menos espantosa…
Sabato: -Claro. Imagínese un hombre que se pasara toda la vida afeitándose. O diciendo "Buenos días". Mucha gente supone que los hombres famosos nunca dicen "buenos días" o toman café con leche, como cualquiera. Si los ven tomar café con leche ya no creen en su fama. La gente parece ignorar que el hombre no siempre escribe El Quijote. A veces paga impuestos.
B.: -Es cierto. Lo mismo que esos que dicen: "A fulano lo conocí cuando era de este alto". Bueno, ¿qué pretenden? ¿Que naciera siendo gigantesco?…
S.: -Muchas señoras de la época habrán dicho algo similar de Proust: "¿Quién iba a decir que Marcelito escribiría una obra maestra?". Los famosos no pueden vivir a la vuelta. Tienen que vivir en el país de ninguna parte.
B.: -Sí, en Utopía. Las palabras tienen trampas. Uno dice: "Ese lugar es estupendo". Y "estupendo" parece provenir de estúpido…
S.: -Yo inventé la palabra "afroidisíaco", que es una combinación de Freud y "afrodisíaco".
B.: -Yo conocí una orquesta de zíngaros. Pero en realidad no eran tan zíngaros. Eran apenas "gríngaros".
S.: -El portugués es un idioma deshuesado. Las consonantes fuertes han ido desapareciendo, y parece que le faltaran huesos. En cambio, el alemán es fuerte. Los carteles de prohibición, en los trenes, gritan: "¡Verboten!". Así, entre signos de admiración, como diciendo: "Cuidado que aquí atrás está el gobierno!". Los italianos son más ceremoniosos, más explicativos.
B.: -¿Estamos en Parque Lezama?
S.: -Sí. Me gustaba más antes, cuando no estaba tan endurecido por las veredas, cuando los caminos eran de tierra.
B.: -El Parque Lezama me trae muchos recuerdos… ¿Hay escalones ahora?
S.: -Los peores. Hay escalones que no parecen escalones…
B.: -Es lo que sucede en la oscuridad.
S.: -¿Cuál es la mejor traducción que usted conoce, Borges? La mejor traducción de cualquier cosa.
B.: -Es difícil…
S.: -Dicen que la Biblia es una gran traducción. Y Proust al inglés, también.
B.: -Es posible. Sin embargo, el traductor de Proust empezó mal. En busca del tiempo perdido no responde al original. Es una cita de Shakespeare.
S.: -Es cierto. Suena un poco absurdo.
B.: -Hace un instante alguien me recordó que yo escribí en un prólogo que la única cifra que recordaba del catálogo de Bruselas (un catálogo para bibliotecarios) es el número 213, que corresponde a Dios. Ya había olvidado ese número, en realidad…
S.: -Doscientos trece. Es un número bastante cabalístico, sin embargo. La suma es seis. Está formada por los tres primeros números (uno, dos, tres). Empieza por el par, que es la dualidad del mundo. Termina con el tres, que es la Trinidad. En fin, la cosa no está tan mal. Para principiante de bibliotecario le fue bastante bien, Borges.
B.: -Hablamos el otro día de sabiduría popular. De adagios…
S.: -Los adagios aciertan siempre. Uno dice: "Al que madruga Dios lo ayuda". Y otro: "No por mucho madrugar amanece más temprano". Claro, así es fácil. Si no acierta por un lado, acierta por el otro.
B.: -Es el caso de "Más vale pájaro en mano que ciento volando" y "Más vale buena esperanza que ruin posesión", que es lo contrario.
S.: -Claro, adagio y contraadagio. La sabiduría de los adagios es una especie de perogrullada. Además, algunos son siniestros, canallescos. Por ejemplo: "La caridad bien entendida empieza por casa". Hablar de sabiduría de un pueblo sobre bases semejantes es una iniquidad…
B.: -Me acuerdo de una frase feliz de Paul Groussac. Decía que Sarmiento sabía el latín y sospechaba el griego…
S.: -Suele decirse: "Fulano domina varias lenguas". Generalmente, uno no domina ni la de uno.
B.: -Más bien está dominado por ellas…
S.: -Es que hay lenguas insospechables. Algunos lectores, aunque no se conozca el idioma, pueden sospecharse. Pero en Hungría, por ejemplo, uno nunca sabe si el cartel dice "Caballeros" o "Prohibida la entrada". El húngaro es terrible…
B.: -Podríamos tomar una caña…
S.: -Bueno. Enfrente hay un almacén.
B.: -¿En qué esquina?
S.: -Defensa y Humberto Primo.
B.: -¡Ah! Muy cerca. Recuerdo que hay una iglesia danesa que parece de juguete. Y también una iglesia rusa.
S.: -Recién, cuando estuvimos sentados en la plaza Dorrego, Serra dijo que ese momento le parecía histórico…
B.: -Bueno, todos los hechos son históricos.
S.: -¿Le parece? Yo creo que si un hombre se acerca y dice: "Buenos días, caballeros. ¿Me permiten venderles unos tapices?", no está protagonizando un hecho histórico.
B.: -Es posible. ¿Tomamos esa caña, entonces? ¿Por dónde estamos?
S.: -Por el Obelisco.
B.: -¿Y cuándo nos conocimos nosotros? A ver… Yo he perdido la cuenta de los años. Pero creo que fue en la casa de Bioy Casares, en la época de Uno y el universo, ¿no?
S.: -No, ese libro es de 1945. Creo que nos conocimos antes. Sí, en casa de Bioy, pero un poco antes, a raíz de un trabajo que publiqué en Sur sobre La invención de Morel. O sea… debe de haber sido por el 40. ¡Qué barbaridad! Entonces hace treinta y cinco años.
B.: -Esas reuniones… Recuerdo que podíamos estar toda la noche hablando sobre literatura o filosofía. Era un mundo diferente. Ahora, me dicen, se habla mucho de política. Pero a la gente le interesan los políticos. La política abstracta no. Nuestras preocupaciones eran otras…
S.: -Yo más bien diría que en aquellos encuentros hablábamos de nuestra pasión: la literatura, la vida… Pero no porque no nos preocupara la política; a mí, al menos.
B.: -Es que no se hacía ninguna referencia a los diarios, a las noticias cotidianas, fugaces…
S.: -Sí. Tocábamos temas permanentes. La noticia cotidiana se la lleva el viento. Lo más nuevo que hay es el diario, y es lo más viejo al día siguiente.
B.: -Claro, eso está escrito para ser olvidado. Nadie piensa que deba recordarse lo que está escrito en un diario. Ellos mismos se encargan de borrarlo al día siguiente. Eso no puede ser muy importante, ¿no? Un diario, digo, se escribe para el olvido, deliberadamente para el olvido.
S.: -Dígame si no sería mejor publicar un diario cada año, cada siglo tal vez. Quiero decir: cuando sucede algo verdaderamente importante, nuevo. ¿Cómo se puede pensar que haya hechos trascendentes todos los días?
B.: -Es que no se sabe de antemano cuáles son. La crucifixión de Cristo fue importante después, no cuando ocurrió.
S.: -Imaginemos un título a toda página: "EL SEÑOR CRISTOBAL COLON ACABA DE DESCUBRIR AMERICA".
B.: -Como yo nunca he leído un diario, siguiendo el consejo de Emerson…
S.: -¿Quién? Ah… Emerson. Yo casi no los leo. Apenas cuando considero que algo es importante.
B.: -Ese tiempo parece muy lejano. Sí, claro, cronológicamente es lejano. Sin embargo, pienso en aquello como si fuera contemporáneo…
S.: -El tiempo no existe, claro… ¿Se acuerda, Borges, que aparte de la literatura y la filosofía, usted y Bioy sentían una gran curiosidad por las matemáticas? La Cuarta Dimensión, el Tiempo… aquellas discusiones sobre Dunne y el Universo Serial…
B.: -¡Caramba! Claro. Los números transfinitos, Kantor…
S.: -Y el Eterno Retorno, Nietzsche, Blanqui…
B.: -¡Y los pitagóricos!
S.: -Las aporías, Aquiles y la Tortuga… Nos divertíamos mucho, sí. Recuerdo cuando Adolfito leía los cuentos de Bustos Domecq recién salidos del horno. Pero a Silvina Ocampo no le gustaban, permanecía muy seria, ¿no?
B.: -Silvina solía leer esos textos con indulgencia, casi con gesto maternal.
S.: -¿Le parece? Yo creo que sentía fastidio. A veces se iba a otra parte a escuchar a Brahms.
B.: -A mí, sin embargo, los cuentos de Bustos Domecq me causaban gracia, a pesar de que esa gracia después no fuera compartida por nadie.
S.: -Vamos, Borges, no embrome. Y también se hablaba mucho de Stevenson. Eso de los silencios de Stevenson. Lo que calla a veces es más significativo que lo que expresa.
B.: -Claro, los silencios de Stevenson… Y también Chesterton, Henry James… Se hablaba menos.

En el corazón del barrio de San Telmo, frente a la Plaza Dorrego, compartieron un café Sábato y Borges
En el corazón del barrio de San Telmo, frente a la Plaza Dorrego, compartieron un café Sábato y Borges
S.: -Al que le interesaba mucho era a Pepe Bianco.
B.: -Sí. El había traducido The Turn of the Screw. Mejoró el título, es cierto. ¿Otra vuelta de tuerca es superior a La vuelta de tuerca, no?
S.: -Representa con más calidad la idea de la obra. Al revés que con ese libro de Saint-Exupéry llamado Terre des homes, traducido como Tierra de hombres. Como quien dice Tierra de machos, cuando lo que en realidad quiere significar (además lo dice literalmente) es Tierra de los hombres, la tierra de estos pobres diablos que viven en este planeta. No sólo ese traductor no sabe francés sino que no entendió nada de Saint-Exupéry.
B.: -La enormidad de las traducciones… Hay un filme inglés cuyo título original, The Imperfect Lady, lo tradujeron aquí como La cortesana. Perdió toda la gracia, naturalmente…
S.: -¿Y qué me dice de La mujerzuela respetuosa? ¡A lo que puede llegar la cursilería!
B.: -Mujerzuela… una palabra que ya nadie usa.
S.: -La misma mojigatería con la obra de John Ford: Lástima que sea una perdida. ¿Se imagina? Nada menos que un autor como Ford, un tipo de esa época de piratas.
B.: -¡Sí! Precisamente altera el título, que es donde más ha trabajado el autor. Cuando eligió uno es porque lo ha pensado mucho. Nadie, ni el traductor, debe creerse con derecho a cambiarlo.
S.: -¿Y acaso el título no es la metáfora esencial del libro? Del título podría decirse lo que se ha afirmado de los sistemas filosóficos, que casi siempre son desarrollo de una metáfora central: El río de Heráclito, La esfera de Parménides…
B.: -Claro, suponiendo que los títulos no sean causales… Bien, se supone que los libros no son causales…
S.: -Con optimismo a veces… A propósito, pienso en las editoriales y las comparo con los bancos. Son instituciones paradójicas. El banco le presta dinero al señor que no lo necesita. El editor le publica al escritor que todos se disputan. Eso hace difícil cualquier comienzo. Sin embargo, es extraño, uno ve los estantes de las librerías y es como una invasión de títulos. Debe de haber más autores que lectores, creo. Y otro fenómeno: el de los quioscos. Desbordan libros. Antes, por el año 35, solamente Arlt se vendía en los quioscos…
B.: -¿Libros en los quioscos…?
S.: -Sí, El Aleph, Ficciones y también los clásicos. Sí, Borges, y me parece bien que sus libros estén allí en la calle, casi al paso de cada lector. Se han multiplicado las posibilidades de acercarnos.
B.: -Pero… Es que antes no era así, claro…
S.: -Pero mucho antes, ¿recuerda que los almacenes de campo, cuando hacían sus pedidos a Buenos Aires, junto a las bolsas de yerba y a los aperos, pedían algún ejemplar del Martín Fierro?
B.: -Martín Fierro no es precisamente un personaje admirable, sino admirable el poema como arte. No, Martín Fierro no es un ejemplo, claro…
S.: -Para usted es una especie de antihéroe, creo…
B.: -Un desertor que deleita a los militares. Porque el Martín Fierro es la historia de un desertor. Pero si usted le dice eso a un hombre de armas, se indigna. Hasta Ricardo Rojas, en la Historia de la literatura argentina, lo defiende con argumentos inexistentes. Alega que en el libro se ve la conquista del desierto, la fundación de ciudades. Francamente no he leído una sola palabra de eso, ¿no?
S.: -Es que Fierro es un iracundo, un rebelde ante muchas de las injusticias de su tiempo…
B.: -Mi abuela, en 1872, vio a los soldados en el cepo. Hernández no conoció nada de eso. Se documentó, se basó mucho en el libro de su amigo Mansilla. Pero no aceptó que Martín Fierro fuera un mensaje de protesta social; es más bien un alegato contra el Ministerio de la Guerra, como lo llamaban entonces. No creo, no, que Hernández ansiara un nuevo orden social. Además era rosista, y jordanista después…
S.: -Importa sí el significado del canto. Pienso que el poema es el exilio de los gauchos, un canto para los pobres en su propia patria. No sé cuál habrá sido el propósito deliberado de Hernández al escribirlo, y eso no importa. Usted sabe que los propósitos siempre son superados por la obra cuando se trata del arte. ¿Quién recuerda en qué acceso de patriotismo Dostoievski se propuso escribir un libro titulado Los borrachos, contra el abuso del alcohol en Rusia? Le salió Crimen y castigo…
B.: -Si El Quijote fuera simplemente una sátira contra los libros de caballería, no sería El Quijote. Si al final, cuando termina la obra, el autor piensa que hizo lo que se propuso, la obra no vale nada.
S.: -Volviendo a lo de Martín Fierro, lo que usted dijo antes lo comparto en algo: no se lo debe valorar como testimonio de protesta. O diría, mejor, por el solo hecho de ser un libro de protesta, porque en este caso, cualesquiera que sean sus valores morales, no alcanzaría a ser una obra de arte. Pienso que si Martín Fierro vale es porque a partir de esa rebeldía accede a esos altos niveles y expresa los grandes problemas espirituales del hombre, de cualquier hombre y en cualquier época: la soledad y la muerte, la injusticia, la esperanza y el tiempo.
B.: -Además, Fierro es un personaje viviente, que, como pasa con las personas reales, puede ser juzgado muy diversamente, según se lo mire…
S.: -De allí las interpretaciones que permite. Sociológicas, metafísicas…
B.: -Yo no he dicho una palabra contra el Martín Fierro…
S.: -Es que ha habido reportajes, no siempre responsables, donde usted aparece diciendo otras cosas… Me parece útil que se aclare.
B.: -He dicho, sí, que proponer a Martín Fierro como personaje ejemplar es un error. Es como si se propusiera a Macbeth como buen modelo de ciudadano británico, ¿no? Como tragedia me parece admirable; como personaje de valores morales no lo es…
S.: -Prueba que un gran escritor no tiene por qué crear buenas personas.
B.: -Qué extraño. Ahora recuerdo que Macedonio Fernández tenía una teoria que yo creo errónea. El decía que todo personaje de novela tenía que ser moralmente perfecto. Desde esa perspectiva, sin conflictos, resultaría difícil escribir algo…
S.: -Parecería un chiste de Macedonio, realmente…
B.: -No, no. Era en serio. Bueno, sería como anular la novela, ¿no?
S.: -Basta mirar los grandes protagonistas de las novelas. Siempre marginados, tipos casi siempre fuera de la ley…
B.: -Hay una frase que Kipling escribió al final de su vida. Dice: "A un gran escritor puede estarle permitido inventar una fábula, pero no la moraleja". El ejemplo que eligió para sostener su teoría fue el de Swift, que intentó hacer un alegato para el género humano y terminó haciendo Gulliver, un libro para chicos. Es decir: el libro vivió, pero no con el propósito del autor.
S.: -Es lo bastante complejo para ser un espantoso alegato y un libro de aventuras para chicos. Esa ambigüedad es frecuente en el arte.
B.: -Se me ocurre algo. Supongamos que Esopo existió y que escribió sus fábulas. Pero posiblemente le divertía más la idea de animales que hablaban como hombrecitos, que las moralejas, ¿no? Esas moralejas se agregaron después.
S.: -Ninguna obra de arte es moralizadora en el sentido edificante de la palabra. Sirven al hombre en un sentido más profundo, como sirven los sueños, que casi siempre son terribles… Sarmiento se propuso escribir un libro contra la barbarie y la conclusión fue un libro bárbaro. Facundo expresa lo que hay en el fondo del corazón de Sarmiento: un bárbaro.
B.: -Sí, sí. Es verdad.
S.: -Lo admirable del Facundo es la fuerza de sus pasiones. Está lleno de afectos sociológicos e históricos. Es un libro mentiroso. Y una gran novela…
B.: -Sólo cuando una obra no vale, cumple los propósitos del autor.
S.: -El artista es por excelencia un rebelde. Por eso en las revoluciones nunca le va bien, y mucho menos a los novelistas.
B.: -En Rusia, hicieron dos filmes de Iván el Terrible: uno, al comienzo, era contra el zarismo; el otro, cuando Stalin se había convertido en un nuevo zar, en favor del zarismo…
S.: -El artista sólo puede hacer arte grande en absoluta libertad. Lo otro es el sometimiento, arte convencional, y por lo tanto falso. Y por lo tanto no sirve al hombre. Los sueños son útiles porque son libres.

El Bar Plaza Dorrego recuerda cuando los célebres escritores se sentaron a charlar en los años setenta
El Bar Plaza Dorrego recuerda cuando los célebres escritores se sentaron a charlar en los años setenta
Verano de 1975: Epílogo, ¿o prólogo?
Dejaron atrás las rejas, los adoquines antiguos, la certeza del río cercano. Como diría Borges, salieron del territorio de los arrabales y la desdicha y entraron en la mañana del centro y la serenidad. Se despidieron con pocas palabras. Borges cerró la puerta del ascensor. Sabato se metió rápidamente en un auto. Una hora más tarde, estaría otra vez en su jardín de Santos Lugares.
En un café casi vacío escuché la grabación. Al llegar al final, entendí que no se habían propuesto urdir una charla memorable, ávida del mármol o del bronce. Simplemente, se habían dejado arrastrar por palabras amistosas, por recuerdos, por sucesos desordenados, por algunos nombres propios. Sin embargo, casi sin testigos, junto a un aljibe silencioso en la mesa de un almacén, habían hablado de la vida y la muerte, de la eternidad, de Dios, de reyes y de poetas, de lenguas remotas y de noticias urgentes.
En la larga cinta marrón, dentro de un grabador parecido a todos los grabadores, quedaba un cosmos. Y ahora, al final de la nota, la tentación también es grande. Yo podría armar un final con laberintos, espejos, senderos que se bifurcan, ángeles exterminadores, Alejandras, ciegos. Mezclar la matemática y el caos. Pero no: callar exactamente aquí es rendir un homenaje a Borges, a Sabato. Es pedir con fervor que este epílogo sea apenas un prólogo. Es esperar que estos dos hombres hablen hasta el fin de los tiempos.




domingo, 11 de diciembre de 2016

Entrevista a la escritora Rocío Hernando Orihuela

Escritora poeta y pintora

Estudió ciencias de la comunicación en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega  y diseño gráfico. En la actualidad es Secretaria de Sipea-Perú (Sociedad iberoamericana de poetas escritores y artistas) Y  también administra su propio estudio de fotografía artística profesional.
Posee en su haber literario las siguientes novelas: 

El Sari
ASIN: B00IH2CPLK
112 páginas

El callado
ASIN: B01M69XVGU
180 páginas

Madre Teresa TOMO I
ISBN-10: 1481291564
ISBN-13: 978-1481291569
16O páginas
TOMO 1

Madre Teresa TOMO II
ASIN: B00F29IMKE
120 páginas.

Macabra verdad
ASIN: B006P2BJ9I
212 páginas 

Pueblo Viejo
ISBN-10: 1467903329
ISBN-13: 978-1467903325
214 páginas.

La siniestra vida de Aliane Wellis y la comunidad de la luna TOMO I
1OO páginas ASIN: B00JA4TAAS

La siniestra vida de Aliane Wellis y la comunidad de la luna TOMO II
ASIN: B00JAQHCK6
135 paginas


Y también tiene publicado dos libros de poesía:
Etérea transfiguración.
ISBN-10: 151536545X
ISBN-13: 978-1515365457
98  páginas

Versos de agua.
ISBN-10: 1470097516
ISBN-13: 978-1470097516
140 páginas 

ENTREVISTA
(primera parte)

—Cuéntanos sobre tu vocación literaria queremos saber cómo surgió, hubo un momento en especial.

Mi vocación literaria nació a los seis años de edad, al elaborar pequeños poemas e historias de misterio, que disfrutaba contárselos a mis familiares, casi siempre estos textos iban acompañados de mis primeros  dibujos.
Con el transcurso de los años la poesía se volvió mi pasión era una forma de catarsis de volcar todo lo que sentía o lo experimentaba a diario, en tanto escribir cuentos lo realizaba de forma pausada. La práctica en este    tipo de narrativa me brindó  la seguridad para lograr crear mi primera novela de misterio y terror titulada "Macabra Verdad" el  cual publiqué de manera virtual y física en Amazon en el 2011.

—¿Cuál de tus libros es el que te ha enviado a la reflexión más tiempo, luego de haberlo escrito o simplemente pasas a otro tema?

Considero a mis libros como si fueran mis hijos, pero es a mi  segundo libro al que le guardo un especial cariño. Madre Teresa…¡Sobre tus huellas! es una  novela en la que logré enlazar los penosos sucesos que atraviesan mi personaje principal, con las enseñanzas de esta maravillosa mujer (Madre Teresa de Calcuta), generando en el transcurso de la trama un fuerte mensaje de lucha y entrega que queda latente en mi mente cada vez que recuerdo  la obra.

—Que libros recomiendas a alguien que se inicie en la creación literaria?

Creo que hay muchos libros que podría recomendar, pero si alguien está pensando en iniciarse en la creación literaria no deben dejar de leer : Cien años de soledad, La Odisea, El lobo estepario, La insondable levedad del ser, En nombre de la rosa, Crimen y Castigo, y si le apasiona  el género de misterio y terror pues leer los libros de Edgar Allan Poe como son "hauntedfull",  "Monter Museo", los libros de Stephen King como el "Resplandor", "Doctor sueño" ,"la cúpula", de Bram Stoker "Dracula" y "El Exorcista" de William Blatty, entre otros.

—¿Qué clase de lector es?

Cuando comencé a incursionar en la literatura, leía cualquier clase de libro sin importar el género literario, teniendo como única fuente de lectura en esos días la  biblioteca de mi padre. Con el tiempo comencé adquirir mis propios libros y recuerdo que unos de  estos trataba de  los "Mitos y leyendas de Colombia". Era un libro bellamente ilustrado y me maravillaba su contenido pues  me invitaba a fusionarme con esos seres fantásticos , ese pequeño detalle me permitió entender que debía poner más énfasis en obtener libros de  misterio y terror que enriquecieran mi imaginación.
— ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir – ya sean del campo literario u otros?

La misma vida es mi fuente de inspiración con sus alegrías y sus tristezas, el simple hecho de ver una escena cotidiana, como la gente caminando por las calles, un paisaje, conversando con alguien,  etc. pueden producir que mi creatividad se desencadene inspirándome a escribir una nueva historia.

—¿Cuando escribe, piensa en el « lector », si así fuera, quién / cómo / dónde está?

Claro que pienso en ellos, por eso que brindo a mis lectores, historias que trasmitan mucha emoción y cuya trama los cautive de  principio a fin, de modo que ellos pueda sentir los sucesos que atraviesen  mis personajes como si fueran propios.

—Cuando está falto de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo?

Cuanto me siento sin inspiración guardo mis escritos y solo dejo que pase el tiempo necesario para que este vuelva, pues siempre he pensado que la inspiración es como un "Ente Mágico", que debe fluir en el interior del escritor con tranquilidad y sin ninguna presión.
De este modo cuando la inspiración llega lo hace en forma de  sutiles imágenes que me guían a la creación de una nueva historia, y esto se da mientras estoy realizando cosas cotidianas dando un simple paseo, viendo la televisión o trabajando.  Cabe señalar que la mayoría de mis novelas no lo realizo digitando directamente en la computadora sino a mano alzada,  pues siento que mis ideas fluyen con mayor rapidez.  De este modo puedo ir a donde  sea con un poco de papel, un simple lapicero y seguir creando.













viernes, 9 de diciembre de 2016

Periódico. Generación Desconocida.

Distinguida comunidad,  quedan invitados para la presentación oficial  del periódico GD- , o Generación Desconocida. La presente edición física  incluye  un artículo de mi autoría  en la que expongo sobre “crítica de arte”. Mi nota está en la pagina  once.
La invitación está hecha  y solo queda   enaltecer el evento con la presencia de la distinguida comunidad.  La cita es:
Día Sábado 17 de diciembre de 2016.

Hora de recepción: 6.30 pm
Lugar: Asociación Guadalupana Av. Alfonso Ugarte 1398 (esquina con Av. España) - Lima 5 (Breña).

Enrico Diaz Bernuy

https://www.facebook.com/ciudadania.generaciondesconocida/?pnref=story

martes, 6 de diciembre de 2016

Sylvia Plath. Diarios Completos


Sylvia Plath escribió en Ariel que morir es un arte que ella hacía “extraordinariamente bien”. No exageraba: lo hizo de muchas maneras toda la vida, como poeta y como mujer, hasta el que 11 de febrero de 1963 se suicidó metiendo la cabeza en el horno. Antes, desde la adolescencia, había destilado en sus Diarios su desconsuelo, sus esperanzas, amores desesperados y más íntimos temores. Tras años de censuras y ediciones académicas, Alba publica al fin sus Diarios completos, en edición de Juan Antonio Montiel y traducción de Elisenda Julibert. Se trata, explica el editor, de "un libro destinado al publico en general; es decir, lo más parecido a una autobiografía que Plath haya podido legarnos. Así, no incluimos ni excluimos nada, sino que nos concentramos en corregir errores y aclarar pasajes particularmente oscuros”. El Cultural adelanta hoy algunos de los mejores fragmentos.


Sylvia Plath en bata en Haven House, 1952

Sentí que estaba replicando el suicidio de Virginia Woolf

Lunes por la tarde, 25 de febrero de 1957. 
Hola, hola. Ya iba siendo hora de que me sentara y apuntase algunas cosas sobre Cambridge, la gente, lo que pienso. [...] En Wellesley solía sentarme en las escaleras de la entrada y, mientras lamentaba mi inactividad, mascullaba para mis adentros: “Ah, si pudiera viajar, conocer a personas interesantes, ¡qué cosas escribiría! Los dejaría a todos pasmados”.

Ahora he vivido en Cambridge, Londres, Yorkshire, París, Niza, Múnich, Venecia, Roma, Madrid, Alicante, Benidorm. Me zumban los oídos. ¿Dónde estoy? Una novela. Empezar. Los poemas son monumentos a algunos instantes: me propongo hacer estallar las costuras de mi elaborado terceto encadenado. [...]

Estaba empezando a preocuparme la posibilidad de convertirme alegremente en una mujer práctica y aburrida: en vez de leer a Locke, por ejemplo, o de escribir… me pongo a hacer una tarta de manzana, o a estudiar The Joy of Cooking [El placer de cocinar], y a leerlo como si fuera una novela interesantísima. “¡Basta! -termino diciéndome-. Te refugiarás en la vida doméstica y te anularás lanzándote de cabeza en el cuenco de la masa de las galletas con mantequilla.” Y solo ahora he cogido el bendito diario de Virginia Woolf que, junto con varias novelas suyas, compré el sábado con Ted. Ella superó su depresión y las cartas de rechazo de Harper's (¡ni más ni menos!... ¡Y yo apenas puedo creer que también a los Grandes los rechazaran!) limpiando la cocina y luego cocinando merluza y salchichas. Bendita sea. Siento que mi vida está unida a la suya de algún modo. Me encanta Woolf [...]. Pero en el verano negro de 1953 yo sentí que estaba replicando su suicidio.Solo que yo sería incapaz de meterme en un río y ahogarme. Supongo que siempre seré excesivamente vulnerable y algo paranoica. Pero también soy condenadamente sana y resistente. Y tengo la sangre dulce como una tarta de manzana. Solo que tengo que escribir y esta semana ya me siento angustiada porque no he escrito nada últimamente. La Novela se ha convertido en una idea tan grande que me da pánico. Sin embargo, sé y siento que he vivido muchas cosas, y que precisamente por eso he acumulado tanta experiencia para mi edad; he dejado atrás la moral convencional y me he forjado mi propia moral, que consiste en el compromiso en cuerpo y alma con la fe en ser capaz de construirme una vida que merezca la pena. No obstante, no tengo otro dios que el sol.

Ted Hughes y Sylvia Plath en Yorkshire, 1956

Jamás seré capaz de escribir un buen poema

Lunes, 4 de marzo. 
Estoy en el dique seco, atascada, detenida. Una especie de parálisis mental me ha dejado congelada. Tal vez la perspectiva de tener que escribir tres trabajos en una semana y de tener que leer y releer un montón de literatura inglesa en menos de tres meses me ha dejado completamente anonadada e idiotizada. Como si fuera posible escapar a fuerza de insensibilizarse y empecinándose en no hacer nada. Todo parece detenido, ¿qué ocurre?

No llega correo, no me han publicado nada desde principios de octubre y ¡he mandado montones de poemas y cuentos! Por no hablar de mi libro de poemas. Ni siquiera ha llegado la carta de Ted con los detalles del premio que ganó, así que hasta del placer indirecto estoy privada. Llegan las facturas. No he escrito nada. [...] Me siento como si estuviera atada a un poste altísimo y alejado de todas partes, intentando escribir con un lápiz romo sobre algo que está más allá del horizonte. [...]

Una vez más siento la distancia que existe entre mi deseo o mis ambiciones y mis limitadas capacidades. [...] Ahora vuelvo a tener la sensación de que jamás seré capaz de escribir una historia interesante ni un buen poema, mucho menos uno malo. Todo está detenido. Los exámenes me angustian. Me he metido sola en un atolladero mental y soy incapaz de salir. ¡Cómo me encanta ir a parar siempre al mismo sitio! [...]

Me preocupa sentir envidia de Ted, de su éxito

9 de agosto.
[...] Ese es mi problema, ahora lo veo claro: salvar la distancia entre la adolescente brillante a la que le publicaron y murió a los veinte años y la adulta potencialmente talentosa y madura que empieza a escribir hacia los veinticinco. La tentación de apegarse a los antiguos recursos líricos y sentimentales es grande: la prosa pone de manifiesto cuán lejos han quedado. [...]

Ayer llegó la carta rechazando mi libro de poemas [...] Fue como si me devolvieran el cuerpo de un amante canceroso que yo ya daba por muerto y cuidadosamente sepultado bajo una corona de flores para conmemorar el pasado. Me lo devolvieron. Y sentí la tristeza de comprobar que la mitad de los poemas, los que ya había publicado, no me parecían dignos, o en dos años dejarían de parecérmelo definitivamente, tanto por la insulsa arrogancia femenina como porque son insignificantes. [...]

Lo peor de todo es que me compadezco tanto a mí misma que me preocupa sentir envidia de Ted: de su éxito, algo con lo que tendré que lidiar este otoño -además de con el trabajo- y que tendrá que hacerme feliz. Debo alegrarme de que lo haya conseguido, a pesar de tener tanta necesidad de mis propios éxitos para hacer que los dos nos sintamos mejor. Si solo uno de nosotros puede triunfar, prefiero que sea Ted: por eso pude casarme con él, porque sabía que es mejor poeta que yo y que nunca tendría que moderar mi talento, de por sí escaso, que por más que lo cultivara y trabajara tenazmente seguiría sintiendo que él es mucho mejor. Tengo que esforzarme en conseguir un estado interior estoico: mi antigua actitud de trabajar y esperar.

Sylvia Plath entrevistando a Elizabeth Bowen para la revista Mademoiselle, 26 de mayo de 1953
He tenido la suerte más aciaga: una juventud fulgurante entre los diecisiete y los veinte, y luego la desintegración y el estancamiento a pesar de esforzarme en hacer de las experiencias de mi madurez temprana un material literario.

He ido tambaleándome por ahí, lúgubre, siniestra

Martes, 5 de noviembre de 1957, por la noche
Nota breve a mí misma. Es hora de que me ocupe de mí misma. He ido tambaleándome por ahí, lúgubre, siniestra, sombría. Ahora toca construirme a mí misma, darme una columna vertebral, por más que fracase. Si consigo superar este año, por penoso que sea, habré logrado la mayor victoria de mi vida. Todas mis identidades de niña malcriada gritan para escapar ante mis clases espantosas, mi sopor e ignorancia se han manifestado públicamente entre mis antiguos profesores y mis nuevas estudiantes. Si desfalleciera, o me quedara paralizada, o suplicara lastimeramente al señor Hill diciéndole que no puedo seguir, probablemente me libraría: pero ¿cómo podría mirarme a mí misma, seguir viviendo después de hacer una cosa así? [...]

¿Qué es lo primero? Mantener la calma con Ted y no quejarme. Con él a mi lado me siento terriblemente tentada de lamentarme, de compartir mis temores y mis miserias con él. A la miseria le gusta la compañía. Pero solo consigo magnificar mis miedos cuando los veo reflejados en él [...]

Mi voz es como un aullido,¡ay! despiadado

Martes, 21 de enero de 1958
[...] estoy verde de envidia -los ojos inyectados en sangre, echo espuma por la boca- después de leer a las seis poetas seleccionadas como “las nuevas poetas de Gran Bretaña y Estados Unidos”: todas insulsas, pomposas, menos May Swenson y Adrienne Rich. En cualquier caso ninguna otra es mejor que yo ni tiene más obra publicada. Así que siento el legítimo rencor sereno de quien ha escrito mejores poemas que los que han contribuido a la reputación de otras mujeres. Esperaré hasta junio. ¿Hasta junio? Para entonces ya se me habrá oxidado la lengua...[...]

¿Cómo es mi voz? Como un aullido, ¡ay!, despiadado. Sé despiadada, por favor, que tu única moral sea la de que crecer es bueno. La fe también es buena, en el fondo también soy una puritana. Veo la nuca oscura de un desconocido cuya silueta se recorta contra la luz de la sala de estar, la franja blanca del cuello de la camisa, el suéter, los pantalones y los zapatos negros. Suspira, lee algo que no alcanzo a ver, un tablón cruje bajo sus pies. Es el individuo al que he escogido y con el que me uní para siempre.

Tal vez el remedio para el talento que languidece consista en convertirte en alguien extravagante: extravagante y aislada, aunque capaz hasta cierto punto de que la propia extravagancia no te impida alimentarte ni hablar con los que forman parte del mundo normal. [...]
Sylvia Plath, con sus hijos Frieda y Nicholas, en el jardín de Court Green, agosto de 1962

Entre los sargazos de mi imaginación

Domingo por la noche, 23 de febrero. 
Este es el vigésimo sexto 23 de febrero que he vivido: más de un cuarto de siglo de febreros, pero ¿sería capaz de rescatar un recuerdo de todos ellos y trazar la escalera de caracol que asciende (o desciende) hasta mi vida adulta? Tengo la sensación de que he vivido lo suficiente para pasar lo que me queda de vida rumiando, revisando los encuentros y reencuentros con personas locas y sanas, estúpidas y brillantes, jóvenes y ancianas, hermosas y grotescas, frías y apasionadas, pragmáticas y soñadoras, muertas y vivas. Mi caudal de días y máscaras ya es lo suficientemente copioso para pasarme años pescando, examinando los monstruos de ojos perlados, con cuernos, escamas, cubiertos de algas, que tanto, tantísimo tiempo llevan atrapados entre los sargazos de mi imaginación. Me siento aferrada a mi pasado como si fuera mi vida, tengo que convertirlo en mi ocupación en el futuro. [...]

Estados Unidos me consume, me agota

Sábado por la noche, 8 de marzo. de 1958
Hoy es una de esas noches en las que me pregunto si estoy viva o si alguna vez lo he estado. El ruido de los coches en la autopista es como una fiebre alta. Ted destemplado, desanimado e insatisfecho: “No quiero llevar esta vida: me siento atrapado”. Yo me pregunto: ¿estaríamos menos atrapados en Boston? Detesto los apartamentos y los barrios residenciales: a mí me gusta salir de casa y encontrarme directamente en medio del campo y del aire puro, libre de tubos de escape. Pero ¿qué soy yo sino una autómata pretenciosa que se escucha hablar en medio de una inmensidad de tedio, que habla a través de esa caracola que hace de altavoz y que es mi boca, soltando palabras muertas sobre la vida, el sufrimiento, la sabiduría profunda y los sacrificios rituales? [...]

Y Estados Unidos me consume, me agota. Estoy harta de Cape, de Wellesley: todo el país me parece una inmensa fila de coches en movimiento, llenos de gente hacinada [...]. Periódicamente tengo que darme un baño renovador en este joven país vulgar, tosco, activo, exigente y competitivo; pero, en el fondo de mi alma, soy más feliz en los páramos, mi auténtico paisaje anímico son los acantilados del Mediterráneo en España, las ciudades viejas, espaciosas, llenas de historia y de encanto: París y Roma. Como todas las tardes del sábado, he dormido con el sueño resacoso y espeso del agotamiento. [...]

Estoy boquiabierta, entusiasmada, sonriendo

Viernes, 8 de agosto de 1958

Él es la transparencia del lugar en el que
está, y en sus poemas hallamos paz.

Wallace Stevens

Estoy boquiabierta, entusiasmada, sonriendo para mí misma como un gato complacido: el día se ha evaporado, casi desvanecido por completo, en la contemplación extasiada de mi poema “Una mariscadora en Rock Harbor”, quehan publicado en el número de agosto del bendito y lustroso The New Yorker (con el título en ese tipo de letra raro, un tanto arcaico, en el que llevaba ocho años soñando en ver los títulos de mis poemas y cuentos). Pero lo más extraño de todo ¡es que anoche soñé que publicaban el poema! Por suerte le conté el sueño a Ted. [...]

Anoche se me apareció Marilyn Monroe

Domingo, 4 de octubre de 1959
Anoche se me apareció Marilyn Monroe en sueños como una especie de hada madrina. Una ocasión para ella de “charlar” con su público, más o menos como sucederá con Eliot [T. S. Eliot], supongo. Yo le contaba, al borde del llanto, cuánto significaban ella y Arthur Miller para nosotros, aunque naturalmente ellos no pudieran saberlo. Ella me hacía una manicura profesional. Como yo no me había lavado el pelo, le preguntaba si conocía buenos peluqueros y le contaba que vaya donde vaya siempre acaban haciéndome un peinado horrible. Ella me invitaba a visitarla en las vacaciones navideñas y me prometía una nueva vida prometedora y floreciente.

Terminé el cuento sobre la mamá, que en realidad es un simple relato de fantasías simbólicas y espantosas. Pero esta mañana, cuando me esforzaba por salir de mi letargo, limpiar de una vez las montañas de ropa y lavarme el pelo, me he quedado sobrecogida al descubrir que en uno de los casos clínicos de Jung hay algunos que confirman ciertas imágenes de mi cuento. [...] Ahora olvida los cuentos vendibles. Escribe para recrear una atmósfera, un episodio. Si lo haces con colorido y sentimiento, se convierte en un cuento. Así que trata de recordar: los días de fiebre y agonía en Benidorm; la atmósfera, los sentimientos de entonces; la que eras [...] 

domingo, 4 de diciembre de 2016

POESÍA EN ALTAVOZ, tres de Diciembre.

Una velada enriquecedora en compañía del este interesante grupo de artistas y poetas. En donde luego de coordinar muchas cosas finalmente celebramos con poesía y un acústico de nuestro compañero Piero Briones, con su tema propio. También la participación de  este sueño se suma el pintor Cosmos Hermosa, nos presentarà  hacer pintura en vivo en nuestros eventos que próximamente realizaremos. 
De esta manera, el día de ayer  tres de Diciembre (fecha cabalística) en la intimidad y el calor de esta velada se ha fundado el grupo: POESÍA EN ALTA VOZ.
Tuvimos nuestro recital  e inauguración en nuestro recitáculo oficial aquí en san Isidro. Lari Cobein develó sus versos con ese sentimentalismo que la caracteriza, al igual que la srta Paola Acosta, y yo, Enrico Diaz Bernuy recitando mis poemas de mi último de libro de poesía POESIA PUZLE O EVIDENCIA DE LA INCERTIDUMBRE.

Muchas escenas fueron filmadas, dentro de poco los videos correspondientes. Saludos!!!! 








viernes, 2 de diciembre de 2016

DOS POEMAS de Enrique Grande.





ENRIQUE GRANDE ( Lima ,1980) 

Estudiante de la e.a.p. Literatura de la facultad de letras y CCHH de la UNMSM , estuvo en el grupo poético Segregación , Club de la serpiente , Parnaso Perpetuo , Ultravanguardia , y actualmente está en el grupo Poetallica y Los eucaliptos . Ha publicado 3 libros grupales y varios fanzines literarios. También participa en recitales poéticos dentro de la ciudad de Lima


Sueño con tu voz
Acuarelas de sonidos difuminándose en luces me llaman continuamente desde el pozo de los cielos tan lejos hasta hacerse otro haz de luz que llega entre las nubes .Tu voz .Tu voz que cocina idiomas desconocidos de diferentes musas unidas en un coro de pétalos brillantes .El color de tu convocatoria .Me haces saber que me necesitas .Un rosado lancinante gime un abecedario transparente cual cuerdas de guitarras que danzan una trenza en el bosque donde todo aúlla , grita con jubiloso salto y el fuego de agua que cae hacia arriba celeste  y ondulante nos domina hasta la locura .Un fuego de cabellos azules que canta serenamente hasta darnos la muerte .Y es tu voz .No hay de dónde cogerse .Fuego eres cuello de la Tierra .Eres sonido de estrellas que vemos deshacerse en pañuelos de chicle blanco y monstruoso como dedos de hilos desesperados en plena caída .Tu voz .Vértigo que llena el mundo la primavera de sauces despeinados resistiéndose al influjo de la luna .Su fragancia es parte de este melodioso canto. Flamea ese grito lentamente y todos nos volvemos sirenas .Un mar de Pachacamác  avisando con muertos  .Tu voz .Creo que estoy perdido, mi respuesta pierde gravedad, se vuelve  átomo , piedra ínfima, pluma que se lleva el viento mientras la convierte en ave ligera y es tu mano la que la recibe estando frente a mí .Me dices otra palabra .Me  gimes otro fuego .Tu voz no se acaba .Tu voz.


CRECE CALLADA MADRE DE SU PROPIA SEMILLA

Si tu crecieras de tus pétalos tiernos
Dime de qué rama ha de nacer tu torso
Y con ella yo recoger sus semillas
Cualquier tierra húmeda sirve para nacer también
De sus ojos cerrados como armonía callada
Y te levantes de mis dedos desnudos
¿De qué árbol habrás de crecer tus senos?
¿De qué silencio habrás de formar tus pies?
Inolvidable agua que crece en ti dormida
Con los espacios vegetales frondosos de ruido
¿Cuál de sus vacíos hará abrir tus ojos
si sus pupilas son ciegas como el aire?
No dudes más en hacer crecer un animal de tu mano.