Por: Antonio Acevedo Linares
El poeta es un trabajador de la cultura, un hombre o una mujer que ha hecho del ejercicio de escribir poesía, su proyecto de vida, su pasión, su vocación, su enamoramiento, su vicio, su estigma o su arma de lucha y de comunicación. La poesía es la continuación de la guerra por otros medios porque la poesía es también un arma por la liberación total del hombre y de los pueblos. El poeta es un ser con sensibilidad social que hace de la poesía su instrumento de convocatoria, de canto y de exaltación de las cosas más puras y bellas del ser humano, comprometido con la palabra y con su visión poética de la vida, porque el poeta vive la vida poéticamente y es un enamorado del lenguaje y sus metáforas.
El poeta no es el loco de la sociedad, ni el bohemio ni el truhán ni el maldito, en esa visión caduca del poeta, sino el trabajador de la cultura, el intelectual que escribe y piensa y vive la poesía y reflexiona sobre la sociedad de su tiempo, aunque locos y suicidas y bohemios haya tenido la poesía. El poeta no es un romántico sino un antiromántico, porque esa visión idílica del poeta no existe en estos tiempos de la modernidad, es un ser desarraigado que muchas veces ha hecho de la marginalidad su ética de vida, porque no es un bufón de la corte, ni un adicto del poder, a lo sumo el único poder que le interesa a los poetas, es el ejercicio del poder de la palabra.
La poesía le nace de las entrañas de su espíritu y de su intelecto o de la tierra o la sociedad en la que vive y sueña, pero el poeta no es un soñador a la manera del que sueña sin los pies en la tierra, el poeta es un soñador a la manera del que sueña imposibles y cree en las utopías. Cuando el ejercicio de escribir o leer poesía sea reconocido y respetado en la sociedad, todos los hombres y mujeres serán poetas, o al menos todos los hombres y mujeres se acercarán a la poesía como a un canto litúrgico en una iglesia. La función de los poetas y de la poesía en la sociedad es la de sensibilizar y hacer de los seres humanos, seres más humanos y sensibles frente al mundo injusto y cruel que nos ha tocado vivir. Tal vez el poder de la poesía contribuya algún día a ese propósito y la poesía ya no sea expulsada de la República como en la época de Platón, sino que haga parte del ejercicio del poder de sus gobernantes.
En el canto de los poetas se reconoce el espíritu de un pueblo o de una sociedad y aunque nos hemos acostumbrado a ver la poesía solo consignada en los libros, seria divino y maravilloso ver la poesía escrita en los muros de la ciudad, en los árboles, como los enamorados dibujan corazones atravesados por una flecha, en los periódicos, en las vallas publicitarias, en el cielo con o sin estrellas, en las señales de tránsito, en los semáforos, en las ventanas de los edificios, en todo lugar público donde la poesía se haga visible para recordarnos que la poesía y los poetas existen. Una ciudad sin poesía es la anticiudad escribió Rogelio Salmona. El día que el hombre recupere su sensibilidad perdida podrá ver la poesía en las cosas más insólitas o naturales como intenta la poesía hacerlas ver, visibilizarlas.
Poesía
Poesía
perdóname por
haberte ayudado
a comprender
que no estás hecha
sólo de palabras 1
y perdóname por haberte
ayudado a comprender
que también estás en la calle
al pie de las bronceadas
estatuas por la lluvia y el sol
en la luna llena que posee
como un demonio a los gatos
y los poetas, en un río dulcemente
inerme como el follaje en los
patios en verano, en la lluvia
que acodado en la ventana miras
mientras desnuda una mujer fuma
en el lecho, en una calle olorosa
del mercado de frutas, hierbas
y pescado, en los árboles que bajo
su sombra se besan eternos y amorosos
los amantes y arrecia el viento
como la tarde sobre los tejados
de la ciudad tórrida, en la noche
bohemia de vino, dulzura y música
en la página blanca abierta
como muslos y, a veces
también en el poema.
1. Roque Daltón.
El poeta es un ser de lavar y planchar y no un arribista del lenguaje o la imagen, aunque muchos se confundan a veces y proyecten esa imagen, los egos individuales a veces distorsionan la obra del poeta y se pierden en la verdadera función social que deben realizar o su propia poesía se vuelve tan oscura o hermética que no los entiende nadie o su lenguaje es tan vacío y sin estética que no cumplen con comunicar el mundo que intentan poetizar o elaboran una manera muy burda de comunicarlo. Al poeta por su obra lo reconoceréis, y lo reconocerá la sociedad, si no la de su tiempo, porque no la ha comprendido o por mezquindad, si la de otros tiempos y sociedad porque como ya es un aforismo, nadie es poeta en su tierra.
Gajes del oficio
A veces, poeta
mientras vivas serás
un oscuro bardo solitario
acaso debes morir
para que se ilumine tu obra
o huir de tu ciudad o país
como un emigrante clandestino
nadie es poeta en su tierra
y como Prometeo robarás
el fuego que arde en la palabra
y te creerán un hombre llegado
con la lluvia o un romántico
que escribe poesía como las guitarras
nocturnas junto a la ventana
y que los poetas son una plaga inofensiva
que se dan en los cafés a beber
el corazón de la noche
que la poesía, te dirán, es un
oficio de lunáticos, acaso te robas
el corazón de las mujeres
y te quieren más los amigos.
A veces, poeta
la poesía es
un riesgo de la vida.
El poeta debe intentar escribir poesía, y no hacer política, la política es para los políticos, (aunque a veces se hace necesario que los poetas incursionen en la política para hacer efectiva la gestión y la administración de la cultura y no se quede en manos solo de los políticos) como la poesía es para los poetas, (aunque a veces la poesía está en donde menos se imaginan o la escriben las cosas más inverosímiles). Los que desean hacer política con la poesía corren el riesgo de escribir rojos panfletos sin poesía y es mejor que funden un partido y transformen la sociedad con las masas alzados en victoria. Los que desean hacer poesía que hagan de la palabra su arma pero para la reivindicación de la ternura y la belleza estética de las cosas más cotidianas del hombre como el amor o el deseo, la vida, la muerte o el tiempo. La poesía no cambia el mundo pero puede transformar a los hombres como la política puede transformar la sociedad para que cambie el hombre y la poesía sea su alimento como su pan diario sobre la mesa.
El Partido del Diablo, es el partido de los auténticos poetas, según el visionario Willian Blake, esto es, el partido de aquellos que asumen el ejercicio de la poesía como un acto de provocación e insurrección, de insolencia y desacato al imperio de la tontería humana, presente en todas las épocas y países, escribió el poeta Raúl Henao (El Partido del Diablo, Editorial Lealon, Medellín, 1989) “Porque pertenecer al partido del diablo, dice el poeta, significa para un poeta latinoamericano, en la noche oscura de nuestra cultura, verse confinado al exilio, a la marginalidad, a la locura, al ostracismo, en el propio país. Defender contra viento y marea el resto de libertad personal que le queda, el poco de originalidad y creatividad. Marchar a descubierto en medio del vendaval del oportunismo, arribismo, servilismo que caracteriza a la generalidad de los intelectuales al momento presente”
El poeta no puede dormirse en los laureles, debe amanecer a trabajar la palabra como una herramienta con la que cincela, con el fuego la aleación de la palabra y que como una mariposa revolotea sobre su cabeza atribulada. Los que se duermen en sus laureles no alcanzarán el reino de la poesía en donde vivirán eternamente bajo el cielo que cubre sus palabras, en la tierra donde vivirán en la paz de la poesía que los consagra a la vida eterna como el mensajero de los dioses y de la tribu.
En la sociedad contemporánea
El poeta es un solitario
definitivamente
un lobo estepario
la poesía es su dulce condena
padece la ternura como
una enfermedad incurable
y ama la palabra como
a una hembra que desnuda entre la hierba
pero no es un romántico
degollado bajo la luna
ni un bohemio ebrio por los lupanares
ni un inspirado con los crepúsculos
a lo sumo un discreto empleado
de un banco o universidad pública
la poesía no es un oficio
para enamorar muchachas
con rojos corazones atravesados
por una flecha
ni el poeta un soñador
la lucidez es su paranoia
no es eso que tú piensas
ni distinto ni superior
ni un pequeño dios como diría Huidobro
acaso un pequeño desadaptado
que no hace parte del rebaño
y por la poesía pone
el corazón en el fuego
el poeta es una metáfora
de sí mismo.
La poesía es la ternura
de todas las cosas.
El poeta atesora las palabras más puras para escribir su poesía, porque quiere revelar el mundo y las cosas que pasan inadvertidas a los ojos del común de las gentes, y en la revelación de la belleza de las cosas encontrarse a sí mismo en su propia voz mágica que lo identifica y le hace justificar su existencia. El poeta se hace mediante el lenguaje que lo realiza como artista. Las palabras son su instrumento más sagrado para la creación de su poética que muchas veces las hace transgredir en su sintaxis, metáforas e imágenes para darnos el sentido más exacto y justo de lo que nos quiere revelar. Los más lucidos poetas en la historia de la literatura transgredieron el lenguaje o hicieron poesía con las palabras más simples y cotidianas y sentaron la belleza sobre sus rodillas como dijera Rimbaud.
No se justifica un mundo o una sociedad sin poetas y sin poesía porque la poesía es la revelación de lo que es un hombre o una sociedad, que nos desnuda su corazón de la manera más apasionada, transparente y total. La poesía es una entrega total como debe ser el amor verdadero y por el que a veces le apostamos sin restricciones cuando se ama irreductiblemente y por el que aún cantan y escriben los poetas.