Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

jueves, 11 de julio de 2019

Ya sé, ya sabrás


(en proyecto...)

Ya sé, en donde yace  tu palabra
Ya sé, en donde naciste
Ya sé, lo que compra tu dinero
Ya sé, cuánto valen los demás para tu burla
Ya sé, lo que compra tu dinero 
Ya sé,   el caporal capo que eres, caporal.

Ya sé, lo que vales

Por fin, ya sabrás mis sentencias
Por fin, ya sabrás tus límites
Por fin, tu final será más sabio que tú
Por fin, tu complemento te ahogará
Por fin, tu estómago no te soportará
Por fin, las ondulaciones de tus mares te harán Ley
Por fin, no me verás en el rincón de tus furias



Pero entre los enemigos hay siempre una pizca de aprecio
y entre los ex amigos,   un  acantilado al silencio
tu eras mi amiga,               y hoy mejoraré.     Todo.





miércoles, 10 de julio de 2019

¡por lo menos, hay que despedirse! ¡Judas!

YANKE PO

Con probabilidades  al exilio, por lucidez
en sendero,   -Piedras!!  meollos de intentos
detrás de las técnicas en lo cuántico
a los movimientos de un despertar
abrazado sin ti.


volúmenes luminosos del sentimiento
para el impecable vocablo que te hace respirar
sentado en  mi paz,  o tu Muerte

El papel
de los más Muertos tus seguidores o tu personal Los muertos

del engreimiento ,  muecas de anegar  ascos
y el hilo es,  a sí mismos Los muertos
tus muertos:  nuestros mal muertos
nuestros muertos

Probabilidad de este sentimiento de cantar
surcos en los zurcidos o creer
 más en tu muerte o  el sentimiento de soterrar,   me expande


Hoy soy puro,   recuerdo  las manos inexpertas con tijeras
por fin sonrío,   a los  vaivenes de esta fibra óptica
 Luz del ceniciento a su  re  sortilegio
a lucidez sin brevedad en la opción
del hoy o el asomo para el papel,   tu olvido








martes, 2 de julio de 2019

Microrrelato







Los gamusinos del erial  

microrrelato por Enrico Diaz Bernuy

A pesar que ostentaba grandes movimientos de ondulación lateral,  nadie la pudo calificar como una simple  serpiente. De la cintura hacia abajo un exoesqueleto de escamas, de la cintura hacia arriba una tupida maya de plumas semejantes al de su leal amigo el ortocanabis (plumífero hablador).
El vinculo  surgió en el periodo de siembra del cuarto menguante  año trece entre, las coordenadas 52°21'53.343" N 5°4'8.224" E. 

La asociación entre estos dos animales surgió por motivos en común, además cualidades entre lo aberrante de su dieta o los fines de su visión;  hicieron de alguna forma  que uno de ellos vea en el otro una sutil extensión o proyección de lo que contemplaban por la vida.  Uno  tenía garras. El otro,  dos tenazas por colmillos y fue de una manera gradual en que el alado vio en su “amigo” una tenue proyección.  Lo resaltante de ellos es que uno era “un vividor” y el otro la resuelta vida  de contar  “con unas rentas”. Sin embargo, lo aberrante no era el modus vivendi del cual acabo de mencionar. Sino el verdadero crimen era  con lo que ellos dormían cada noche. Por lo que no escapaba de  condiciones  mayúsculas hacia lo mezquino.   Y en el medio de esta  energía existía un esmero, pero foráneo.   Ese esmero al principio fue cautivador que luego evidenció  rastros que invitaban a visitar una montaña oblonga. 
De pronto, una de esas noches que ellos solían reunirse aparecieron los brazos delgados de cada rayo lunar  empezaron a señalar un paraje en la que ellos se veían traicionados. Desconozco cuál de los dos entendió que su fin se acercaba.


Ya en varios momentos tenían el presentimiento que por razones obvias todo lo que se basa en el ultra materialismo de lo aberrante solo conduce al ineludible fin de traicionar al otro.   “El picudo animal” sintió que la traición era cuestión de horas. Mientras que el otro, su leal compañero  ya  susurraba melodías de sus conflagrantes  intenciones. 

Si entre lo aberrante atrae a lo aberrante, entonces señalar,  que lo aberrante solo puede aflorar tarde o temprano densos fluidos de excreciones.  Similar al serpenteante camino que ambos miraban por las montañas al cual  la tentación de recorrer o que ya estaban recorriendo eran simplemente sendas tristes de su materialismo odiador y de su indefectible condición.    


Enrico Diaz Bernuy











lunes, 1 de julio de 2019

Relato breve de Enrico Diaz Bernuy // junio 2019


En relación a la sonrisa

En el fondo de las rasgaduras que hacía la lluvia sobre el parabrisas, en el centro del fingimiento o mejor dicho,  del acto caprichoso de sentirse muy superior a muchos… Hubo una vez  un  tapiz de asiento que había sido cocido y zurcido por unas manos expertas de una anciana.  El tapiz era  piel de vacuno y la vanidad de ese destino, a pesar que puede ser no distante a cualquier infierno, llevaba sobre sí, un sentimiento  de gloria, pero que en realidad había un sutil “culto al fracaso”.  Casi llegando a los límites de su vanidad no había esperanza en que tome conciencia de su realidad.  
Dentro del automóvil también existía una medalla de origen desconocido de un metal lleno de aleaciones.  La medalla al  contemplar al tapiz con tanta superioridad injustificada. Le dijo: — cuidado con tu vanidad. “Mente del deseo consiente”…  Ese era el eslogan de cada parte del lujoso automóvil. La forma de la impresión era mediante el susurro de ese motor de control electrónica de dos bancadas,  de 6  cilindros con cárter y  cigueñal común a ambas.
Y el tapiz le respondió en abundante vilipendio: — ¡mira quién lo dice!
El tapiz comenzó a reír con unas carcajadas como si fotogramas que suceden entre sí, para terminar creando un efecto de animación en bucle.
 Era como una figura siniestra que rebotan entre los asientos de tan exclusivo automóvil, para que luego después de un rato prolongado empezó a silenciar por voluntad propia, ahí empezó a yacer la hipocresía. De esta forma, la escena insiere una realidad poco aceptada.
—No te creas mucho, cuidado con la vanidad te supere (finalizamos con el tema del deseo consiente)
El conductor era ajeno a esta realidad que se daba dentro de su automóvil. Él estaba más cautivado por la conversación con los volubles o cambiantes comentarios de sus amigas, las putas.  Precisamente en esos momentos no sabía qué ruta tomar si ir por el camino luminoso de la avenida próceres o seguir colina abajo rumbo al Lima norte. Hablaba en alta voz con una fulana, mientras que a la otra puta le enviaba mensajes de texto y en el transcurrir el tiempo ambas cambiaban de opinión.
Purezas a la deriva, vísceras apresadas en las vísperas del placer.
La palanca de cambio se sentía asqueada de sentir la huesuda mano del conductor, sudada, además. Mientras que el timbre de cada notificación de las redes sociales reventaba en aturdidores sonidos, propios del auge de las redes sociales y el internet. —La gran burbuja que pronto estallaría—.  (La palabra es vana e impele a  las cifras de estos tiempos) o mejor dicho un tiempo regido por la ausencia... 
Y las plegarias de la medalla oxidada cada vez más consiente del inminente destino que se acercaba por la simple razón que todo se basaba en lo más burdo. Solo algo corrupto de una mente podía lograr la combinación de las putas con el  tapiz hablante o los cinco minutos que todo volvía a repetirse para que el inútil conductor aun no sepa que sendero tomar.
Sin embargo, el gobierno mundial ya encamina a cada ciudadano a vivir en esos niveles de incertidumbres, claro para los que son conscientes que ya hay un gobierno mundial.
Quizás faltó la mente de un artista o de un poeta.  No había inspiración en el conductor su visión iluminada era por factor monetario y los efectos de la distancia.
Él jamás pensaría que el discernimiento del parabrisas puede darle una señal más acorde a trascender por la búsqueda del infinito.  Al fin y al cabo, bajó la velocidad vio una luz roja y tuvo que detenerse. El ronroneo de ese motor asustó a un ser que habitaba dentro de una roca.
La venerable anciana que coció ese tapiz  había reencarnado en esa roca y todo ocurrió al lado del semáforo.  
La medalla y el tapiz saludaron con notable cortesía. La roca dio un gesto de reverencia sin saber que,  a quien ofrecía sus respetos era a su, propia creación de alta costura y también yacía los límites de su retórica para su anhelado sosiego. 
El conductor se rascaba las orejas sin sentido alguno. Una de sus amigas, la puta número tres le envió una foto en donde salía una caricatura estampada de su nueva camiseta. Ahí salía con gesto adusto Sigmund Freud con fondo celeste. 
Y  dijo en voz muy alta:   —me jodí ella luce a un tipo que pasó su vida metiendo sus narices en la diarrea mental de los trastornados. Que buena foto, ¡era todo lo que tenía que saber de ella, para descartarla! —Sonrió—
Quizás es la programación mental por los buenos coches o las putas de lujo, o los mafiosos mal llamados héroes que te interponen entre las fuerzas de la corrupción.  O los niveles de odio para introducir enfermedades en el papel higiénico. Como lo que ha sucedido con la devaluación de la moneda.  Cómo la credibilidad hacia las personas, e incluso, escondidas admiraciones uno pueda tener para que luego por medio del devenir del tiempo todo termine en la nada. Grandes figuras representan solo espectros del asco, de vuelos de escasa gloria o escasa grandeza.  En donde los grandes reyes impelen antiguas vanidades. 
Por otro lado, al cableado lateral para los hipócritas o las visitaciones del interés dirigen los favorecimientos:   acciones de reconocimiento, acciones de alabanza, acciones de corrupción, acciones de compra, acciones entre fantasmas por el recogimiento hacia el materialismo,  acciones entre los disfraces despedazados, ¡impetuosidad de fantasmas autoproclamados! 

Mi canto es brizna y sedición hacia mis amigos, la medalla sobre el tapiz ya no partencia a  nadie, parece que alguien la había abandonado.  Quizás como una metáfora a los zombies muertos que se comen a los vivos, sujetos que comen  cerebros a los vivos, como zombis  -sujetos que se creen "cerebros" y por dentro están muertos.  Que solo buscan impermeabilizar futuras rentabilidades para sentirse alagado.  Como el tapiz del asiento…  Reconocimientos hasta el empacho, el soñado empacho. Tal cual,  lo que ofrece la programación mental de estos tiempos panoplia de este mundo. 

Enrico Diaz Bernuy