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martes, 12 de noviembre de 2024

miércoles, 23 de octubre de 2024

Relato breve de Enrico Diaz Bernuy. ------ El confort de los cínicos (y su soledad) ----- 2024

 El confort de los cínicos

(y su soledad)


 

Vaimsanya nairghrnye na sapeksatvat tatha hi darsayati

El Señor ni odia ni quiere a nadie, aunque parezca que lo hiciera…

Página 279 Bhagavad Gita

 

 

El reloj en su pared, que solía caminar al compás del tiempo, parecía detenido en una suerte de suspensión agónica, como si las manecillas hubieran decidido renunciar a la marcha del día. Las hojas del árbol frente a su ventana se balanceaban, aunque no soplaba el viento, y los colores de su habitación parecían desdibujarse en una paleta de ocres o sombras.

El día, que había comenzado con promesas de claridad, ahora se desmoronaba en fragmentos de una realidad difusa, donde nada era fijo y todo parecía danzar en una sutil ironía. El reloj en su pared era la muestra tangible del acechador, y su espíritu parasitado por los senderos del hastío siempre tenía el mismo fin: recordar al acechador.

Una condición confundida de su existencia circunstancial y deleznable, tal como uno pueda oler el aroma de una flor y pretender que lo que posee es una flor, y así, uno volcado en un ser “fiduciario”, ilusamente poseedor de las cosas que lo rodean y que, de alguna forma, sirven de vehículo para autoidentificarse. En otras palabras, lo que está en las páginas 276 y 278 del Bhagavad Gita: todo apunta a la máxima de que la raíz de todos los males, la autoidentificación, es el tronco de las fuerzas de estas condiciones materiales…

La marcha en contra de la tala indiscriminada de árboles debía comenzar en unas horas. Podía sentir el murmullo lejano de los idealistas preparando pancartas, arengas, gritos de esperanza que, como el eco de una ilusión desgastada, llegaban hasta su mente, pero no a su corazón. Camilo quería ir, o al menos quería querer ir, pero algo lo retenía, lo envolvía en una especie de letargo melancólico. El mundo le parecía un teatro donde los actores repetían diálogos que ya no tenían sentido.

Aún podía escuchar la voz de su padre, esa presencia autoritaria que dictaba su vida desde algún rincón de su memoria. “No vayas a esas payasadas,” le había dicho esa misma mañana, su rostro rígido como una estatua romana. “Esos eventos son para gente que no tiene otra cosa que hacer. Aquí se trabaja, no se juega a salvar el mundo.”

Las palabras resonaban en su mente como una sentencia inevitable, una prohibición que iba más allá de la marcha. Su padre no le prohibía solo ir a ese evento; le prohibía soñar, le prohibía ser idealista, le prohibía cometer errores.


 Y, ¿acaso no era ese el mayor de los cínicos? Aquel que mata los sueños antes de que estos se atrevan a nacer.

Camilo había leído mucho sobre el cinismo. A lo largo de su juventud, había devorado libros de filosofía, en busca de algo que pudiera darle sentido a su existencia, algo que explicara esa voz en su interior que le decía que el mundo estaba podrido. En su búsqueda, se había topado con la obra de Peter Sloterdijk, quien describía el cinismo moderno como un fenómeno que va más allá del simple escepticismo.

Sloterdijk afirmaba que el cinismo moderno era un cinismo de la razón, una conciencia lúcida de la contradicción en la que vivimos, una especie de doble vida. Sabemos que las instituciones, los sistemas y los valores que nos rodean están corrompidos, pero seguimos participando en ellos porque no conocemos otra manera de vivir. El cinismo de su padre, pensaba Camilo, no era una simple negación de los ideales, sino una aceptación resignada de que las cosas no cambiarían.

“En su análisis, Sloterdijk también apunta a cómo este cinismo y desencanto han sido absorbidos y reutilizados por el capitalismo tardío. El sistema capitalista, lejos de ser derrocado por la crítica racional, ha aprendido a integrar la ironía y el desencanto como parte de su funcionamiento. La publicidad, la política y la cultura de masas han sabido apropiarse de este cinismo, ofreciendo productos y mensajes que reconocen su propia falsedad, pero que aun así resultan consumidos con avidez."

Este proceso ha llevado a lo que el filósofo llama un “consumo cínico”, donde el consumidor sabe que los productos que compra están cargados de insignificancias o falsas promesas y una mercantilización vacía de significado, pero sigue adquiriéndolos por el placer inmediato o por falta de alternativas. Este tipo de cinismo, en lugar de socavar el sistema, lo refuerza, ya que permite que el consumidor critique y participe en el sistema sin sentir culpa ni responsabilidad ni remordimiento. El confort de saberse adaptar llevado a niveles mas altos que el propio cinismo.

Camilo, a sus 21 años, sentía que la cuerda entre él y su progenitor nunca se cortaba del todo. A veces, en medio de la noche, se preguntaba si su padre no era simplemente el eco de su propio desencanto, la voz de esa parte de sí mismo que ya no creía en nada. Porque, después de todo, ¿en qué podía creer? Las máquinas seguían cortando árboles, la naturaleza seguía muriendo, y cada pequeña marcha parecía un grano de arena arrojado al océano inmenso de la indiferencia global. ¿Era él tan ingenuo como para pensar que gritar en las calles cambiaría algo? Su padre lo había criado para no tener ilusiones, y con el tiempo, Camilo había aprendido a convivir con esa verdad amarga.

Laura, sin embargo, era un faro de ilusiones, o al menos lo parecía. La conoció en una manifestación ambientalista hacía un año, y desde entonces, había quedado atrapado en su voz apasionada, en sus ideas que parecían flotar sobre el aire como el humo de un incienso espiritual cuyo aparente destino era crear hermosos laberintos que se plasman en los confines del universo. Un universo al que Camilo no tenía acceso.

Pero algo en la relación con Laura comenzó a desmoronarse cuando empezó a observar la contradicción inherente en ella. Camilo se encontraba en una especie de paradoja, un sentimiento que Zygmunt Bauman, el sociólogo y filósofo polaco, describió como la esencia de la modernidad líquida.

Bauman planteaba que la modernidad líquida era una época de incertidumbre constante, de relaciones frágiles, de compromisos efímeros. Nada parecía sólido ni duradero en este mundo, todo se disolvía como el humo de un sigarro. Las relaciones, las identidades, los valores… todo se volvía líquido, maleable, desechable y sobre todo, sustituible. Y Camilo, atrapado entre su desencanto y el idealismo de Laura, se veía envuelto en esta modernidad líquida donde nada era estable, donde incluso sus convicciones más profundas comenzaban a resquebrajarse.

Laura no solo hablaba de libertad, sino que parecía personificarla. Tenía el aura de quien no pertenece a este mundo, de quien se ha liberado de las ataduras de la realidad cotidiana. Libertaria por convicción, siempre defendía la autonomía radical del individuo, la resistencia a todo lo que oprimiera el espíritu. Su cabello estaba pintado de colores que no existen en la naturaleza, como si aspirara pertenecer a otro planeta. Aspiraciones.

Pero, en un giro irónico que no escapaba a la mirada crítica de Camilo, esa libertad estaba sostenida por una cuenta bancaria que a pesar que si tenía límites, pero ella se las arreglaba para que cubran sus necesidades. Laura vivía rodeada de un confort que solo los despreocupados pueden permitirse, financiada por un ex marido y un amigo con derechos (intereses) y apoyo familiar.

Aun así, Camilo la amaba, o al menos amaba la idea de lo que ella representaba. Su relación había sido, hasta hace poco, un refugio donde ambos podían soñar con un mundo distinto. Sin embargo, las tensiones habían comenzado a florecer como las flores que surgen en los pantanos (en la oscuridad) entre ellos. Laura le había propuesto convivir juntos, en un espacio donde, decía, podrían crear un microcosmos libre de las hipocresías del mundo exterior. A Camilo, al principio, la idea le había parecido un bálsamo contra la realidad opresiva que lo rodeaba. Pero el tiempo, y las pequeñas decisiones cotidianas, comenzaron a mostrarle otra cara de esa utopía.

Uno de esos detalles, aparentemente insignificantes, había sido la decisión de Laura de comprar un gato. “Me encantan los gatos”, había dicho con una sonrisa que a él le resultaba cada vez más distante. Para ella, el gato representaba libertad, un compañero de vida en esa casa que planeaban compartir. Para Camilo, el gato representaba indiferencia. Además, él era alérgico, y ella lo sabía. Esa omisión no fue un accidente, sino una señal más de algo más profundo que él comenzaba a notar: la libertad de Laura era una libertad que no contemplaba concesiones, una libertad de sueños que no conocía alergias ni realidades incómodas.

Probablemente ella necesitaba un gato debido a su desproporcionado ego, muchos saben que el gato tiene grandes habilidades para mostrar la indiferencia y para alguien que “rebuzne o despotrique” , en ego a raudales, un gato, sin duda, lo hace aterrizar. Te estabiliza.

Bauman hablaba de cómo, en la modernidad líquida, las relaciones también eran líquidas: fluidas, cambiantes, sujetas a las exigencias de la individualidad radical. En esa modernidad, amar se volvía un acto difícil, un equilibrio precario entre la necesidad de cercanía y el miedo a perder la autonomía. Camilo veía ahora esa teoría reflejada en su vida diaria: Laura no buscaba compromisos, solo la ilusión de libertad, incluso a expensas de quienes amaba.

“Somos libres”, solía decirle ella. “No tenemos que atarnos a nada ni a nadie. Podemos ser lo que queramos, cuando queramos.” Pero esa libertad le parecía a él cada vez más vacía, una máscara que ocultaba una profunda soledad. ¿Cómo podía ser libre alguien que no estaba dispuesto a construir nada duradero? La libertad de Laura, pensaba él, era una libertad líquida, inasible, que se evaporaba como el humo de su cigarro en cuanto intentabas sostenerla entre las manos.


El gato fue solo el comienzo. Las decisiones de Laura, siempre unilaterales, se acumulaban en pequeños gestos que erosionaban su relación. Para ella, la idea de compartir un espacio común significaba, en realidad, imponer su propia visión del mundo. Camilo, que había creído en una relación de iguales, empezaba a darse cuenta de que su voz no tenía el peso que creía. Los ideales de Laura eran sólidos en teoría, pero líquidos en la práctica. Se movían y cambiaban según su conveniencia, y cualquier oposición era vista como una traición a su libertad.

Sloterdijk había advertido sobre esto, de una manera diferente. Su concepto del cínico esclarecido describía perfectamente la actitud de Laura. Ella no era ajena a las contradicciones en las que vivía, las aceptaba con una sonrisa irónica y seguía adelante. No se engañaba, pero tampoco hacía nada por cambiar las cosas. El cinismo esclarecido, pensaba Camilo, era la defensa perfecta contra el dolor de enfrentarse a la realidad.

En la soledad de su habitación, Camilo miraba su reflejo en el espejo, preguntándose qué quedaba de él. Había luchado por ideales que ahora le parecían lejanos, y el amor que creía tener también se desvanecía en la distancia emocional. Quizás, pensó, él también era parte de esa modernidad líquida de la que tanto se negaba a pertenecer.


Enrico Diaz Bernuy


miércoles, 18 de septiembre de 2024

Un cuento sobre el ENDOESQUELETO T800. | Cuento de Enrico Diaz Bernuy | 2024

Un cuento sobre el  ENDOESQUELETO

T800

La ciudad se adormecía bajo el manto del atardecer, como una vela que pierde su llama, al roce del aire, el aire que carga nuestros recuerdos, en una ciudad teñida grisáceamente de una habitualidad por lo superficial, la gente falsa, el rose de los interesados. Y en aquella tarde de Lima con su habitual melancolía gris, esa que tiñe las calles de la ciudad, con una especie de nostalgia por cosas que todos soñábamos pero que nadie vivía. La ciudad se adormecía y estábamos adormecidos, sedados… 

Nadie vivía la honestidad,  ni afectos sinceros, hasta que un día;  tres hombres, desconocidos entre sí hasta ese día, se encontraron bajo el mismo techo, en la inauguración de una galería en el centro del distrito de Miraflores.

Eran diferentes en muchos aspectos, pero compartían un vínculo invisible, tejido por el arte, (cierto arte), “el coleccionismo”, y el deseo de poseer algo más que simples objetos: querían poseer fragmentos de historia, (el anhelo).

Lucio estaba allí por puro azar. Mientras caminaba por el centro buscando un lugar donde refugiarse de la llovizna, se topó con la galería. En el escaparate brillaba la última colección de figuras de edición limitada, detalladas hasta la perfección, juguetes que parecían salidos de una película de ciencia ficción, pero que estaban hechos para ser apreciados como Arte.

Él no dudó en entrar porque se sintió identificado porque aquellos artículos para él eran algo familiar. El arte en términos de “algo familiar” creo que esa sensación,  ya era una “revolución”.

Cabe señalar que el Pop Art, movimiento que irrumpió en el arte contemporáneo con su vibrante uso del color y su desdén por las jerarquías tradicionales de lo estético, ha dejado una impronta indeleble en la cultura moderna, especialmente en la industria de los juguetes de colección. Juguetes como los "Hot Toys", NECA, entre otros… con sus detalles cromados y colores encendidos, representan la evolución de esta estética popular hacia una forma de arte poco accesible pero coleccionable. Hoy en día, así como en el pasado se coleccionaban esculturas y pinturas, adultos y jóvenes encuentran en estos objetos una vía de inversión y entretenimiento, de lo que probablemente sea así, reafirmar el legado cultural del Pop Art en una era digital y cada vez, más digital.

Sin embargo, en esta era en donde los cuadros o las esculturas ya no tienen el mismo miramiento que antes, ese espacio es ocupado por otra clase de coleccionismo u otra clase de inversión…

Joaquín, por otro lado, lo había planeado desde hacía meses. Había oído hablar de la exposición, y estaba seguro de que allí, encontraría la pieza que añadiría a su ya considerable colección. Para él, coleccionar no era solo un pasatiempo, era una inversión calculada. Cada figura que compraba aumentaba de valor con el tiempo, y él, como un experto en el mercado de este nuevo camino del arte, sabía cuándo y dónde hacer la oferta perfecta.

Finalmente, estaba Álvaro, el más joven de los tres. Su conexión con el arte y el coleccionismo había comenzado como un escape. De niño, había sido fascinado por las figuras de acción que veía en las tiendas de San Isidro. Ahora, de adulto, sus intereses habían evolucionado hacia las piezas de alta gama. No lo hacía por el dinero, sino por la pura satisfacción de poseer objetos que, para él, representaban pequeñas cápsulas de perfección, pequeñas muestras materializadas sobre el recuerdo, seguramente le traían buenos recuerdos sobre su niñez, una niñez que él quería tener presente.

El destino los había reunido en ese espacio, y aunque ninguno lo sabía aún, el azar jugaría su papel de formas imprevisibles.  Una vez dentro de la galería, Lucio se sorprendió al ver que no era el único fascinado por las figuras expuestas. A su lado, dos hombres parecían estudiar cada pieza con minuciosidad. El ambiente estaba impregnado de una calma tensa, como si cada uno de ellos estuviera evaluando las piezas no solo por su valor estético, sino por su potencial como inversión.

"Es una belleza, ¿no lo crees?", dijo Joaquín, acercándose a una figura cromada, inspirada en un clásico del cine. Terminator T800. Era el tipo de juguete de colección que, en otro tiempo, habría sido objeto de deseo infantil, pero ahora estaba reservado para adultos con conocimientos del mercado, vientres voluminosos y especialmente; de bolsillos generosos. "Estas piezas solo se aprecian con el tiempo."

De lo que ahorita me trae recuerdos en vincular al Pop Art, nacido a mediados del siglo XX, fue mucho más que una corriente artística pasajera. Fue una revolución estética que desdibujó las fronteras entre el arte culto y la cultura popular, alzando a la categoría de obras maestras imágenes y objetos cotidianos. Este movimiento, liderado por figuras como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Claes Oldenburg entre otros… transformó la percepción de lo que podía considerarse arte.

En lugar de exaltar lo sublime, el Pop Art abrazó lo frívolo,  desde las latas de sopa Campbell hasta los cómics, reflejando el espíritu consumista y la estética visual del momento y su respectivo “culto por vivir el instante”, “la cultura de lo efímero”… Sin embargo, esa propuesta triunfó (así va nuestra humanidad).

Hoy, en un mundo donde el arte se consume de formas cada vez más diversas, la herencia del Pop Art es visible en industrias que trascienden lo tradicionalmente considerado artístico. Una de ellas es la industria de los juguetes de colección, particularmente aquellos de alto valor, como los "Hot Toys", Neca, entre otras… Estas figuras, detalladas al extremo, reflejan el estilo vibrante y cromático del Pop Art, acercando el arte a las masas de una manera que resuena profundamente con las sensibilidades contemporáneas.

Donde muchas veces lo que prima es la  inversión y aprecio estético, evocando los mismos principios que guiaron al Pop Art en su momento de auge. Sin duda, aunque no siempre se trata del valor monetario, a veces es solo la perfección de la obra lo que importa", —respondió Álvaro—, sin despegar la vista de una figura de un superhéroe en pleno vuelo, cuyas tonalidades artificiales  evocaban los colores audaces del Pop Art. "Este tipo de coleccionables, por mucho que valgan, para mí son pequeñas joyas de nostalgia." —Sostuvo con determinación—, pero todos sabíamos que siempre había cierto intereses monetario, como si una parte de la niñez se hubiera desvirtuado. Sin embargo, aun persistía un tono de niñez y eso debía rescatarse.

Lucio, que hasta entonces había permanecido en silencio, se acercó a la conversación. "Para algunos será nostalgia, para otros,  “Arte”, pero en el fondo, todos estamos aquí porque sabemos que el valor de estas piezas solo crece con el tiempo. Es un mercado que se parece mucho al del arte, donde cada obra se convierte en una inversión." Es como si el mundo se hubiera puesto de acuerdo; para desplazar a los escultores de antaño , y así,  para dar paso a las reproducciones con el término “escala”. Las reproducciones de edición limitada, numeradas,  y hasta a veces firmadas como si se tratara de una verdadera micro escultura de colorinche y de impecables trazos. 

Donde se reproducían incluso hasta los poros de la piel. Muñecos de treinta centímetros de altura cuyo costo es de mil trescientos  dólares, por unidad. Por su puesto que con ese precio, cada uno de esos artículos vienen numerados y con documentos, casi como si se tratara de una obra de arte, o quizás estamos frente a las nuevas obras de arte… (¿?)

La conversación fluía de manera natural, y entre palabras compartidas, los tres hombres comenzaron a hablar de sus propias colecciones. Lucio tenía una modesta selección de figuras de acción antiguas, piezas de una infancia que nunca se había permitido olvidar. Tendrá sus motivos, seguramente llenos de gratitud…

Joaquín, se dedicaba a vender piezas similares (era comerciante) y por su parte, era un veterano en el mundo de las subastas de arte y coleccionables especialmente de carritos batimoviles.

Álvaro, el arquitecto y aunque joven, había dedicado años a reunir una colección de alta gama, con ediciones limitadas que eran la envidia de cualquier amante de los Transformers Prime y vínculos con la Cultura Geek.

Y dada su afición tan marcada terminó estudiando diseño gráfico para terminar especializándose en las impresiones en 3d.  Él era un enterado en el tema, eso es seguro. El azar los había juntado, pero pronto el interés por las mis piezas iba a separarlos. Tampoco puedo olvidar el olor del plástico flamante, mezclado con el de las alfombras y ese particular champo que le ponen… construía en sí un perfume atrayente. En aquel ambiente lleno de cristales como si se tratara de pequeños altares, que solo te invitaban al silencio, y  a contemplar. Y eso, de estar callado te invitaba en detener el dialogo interno, eso es una buena señal.

El evento continuaba, y en la sala principal, una pieza especial se destacaba entre las demás: una figura única de un personaje icónico, el T800 (¡!),  (endoesqueleto hiperrealista).  Con detalles cromados que recordaban las tonalidades estridentes y brillantes del pop art de Warhol. Era una pieza única, la joya de la exposición, y los tres lo sabían. Era el viejo lanzamiento en los años 2023 y 2024 que fue comercializado fascículo a fascículo prácticamente en todo Sudamérica, hoy completamente descatalogado.

"Esta es la clase de figura que no solo apreciará en valor, sino que será recordada como un hito en el mundo del coleccionismo", —comentó Joaquín—, casi para sí mismo, aunque Lucio y Álvaro lo escuchaban atentamente.

"Sería un honor tenerla en mi colección", —dijo Álvaro—, con una sonrisa algo temerosa, como si ya presintiera que esa pieza estaba fuera de su alcance. De lo cual, le trajo ciertos recuerdos de su infancia en la que anhelaba ciertos juguetes y no los obtenía.  Él sentía que la vida le hacía vivir, de nuevo, como si fuera un bucle en donde, el elemento neutro, de su condición matemática lo hacía radicar en un limbo.

Lucio observó el intercambio con una  sonrisa de poca soltura, tímida o llena de dudas. Sabía que esa pieza, era el tipo de inversión, que cualquier coleccionista serio,  desearía. Él también la quería, pero entendía que el verdadero juego no estaba solo en desearla, sino en poseer el poder económico y la estrategia para obtenerla. Era un tema de estrategia.

La contemplación por esta clase de artículos era un motivo para dar pausa a burlarse de los demás, un alto a la hipocresía y a los interesados. Su afición silenciosa por esas pequeñas esculturas plásticas en ediciones numeradas eran un motivo para el silencio y estar sentado, eso era bastante… Y esta clase de cosas, a veces en tiempos de pandemia o tiempos de soledad, estas aficiones son de ayuda.

Cuando la subasta informal comenzó, el ambiente en la sala se tensó. Primero, fueron las ofertas moderadas, pequeñas sumas que parecían más actos de cortesía que verdaderas propuestas. Sin embargo, la tensión creció rápidamente cuando Joaquín, con la seguridad de un experto, hizo una oferta considerable.

Y si se trata de consideraciones, tenemos que recordar que el pop art surge en un contexto en donde  los medios de comunicación masivos comenzaban a dominar el imaginario colectivo. La estética de este movimiento se basaba en una reinterpretación de los elementos más comunes y banales de la vida cotidiana, como la publicidad, los productos de consumo masivo (enlatados entre otros) y por su puesto; las celebridades.

Andy Warhol, una de sus figuras más representativas, sintetizó esta idea cuando dijo: “Todo el mundo debería ser famoso por 15 minutos”. Esta afirmación encapsula el sentido de transitoriedad y superficialidad que caracterizó al Pop Art, pero también su poder para convertir lo efímero en algo duradero e icónico.

El uso de colores ensendidos y técnicas como la serigrafía fue un recurso fundamental en la creación de estas obras, otorgando a imágenes comunes un estatus de arte elevado. Colores encendidos y composiciones repetitivas no solo rompían con las normas del arte convencional, sino que también hacían un guiño a la sociedad de consumo en la que el arte estaba inmerso. 

De esta forma, el Pop Art "democratizó" el arte, haciendo que lo que antes se consideraba exclusivo del ámbito "cultural elevado" y aunque fuera poco accesible económicamente, pero comprensible en el campo intelectual para las masas, eso hay que reconocerlo. Sin embargo, ahora entre las ediciones limitadas o los coleccionables,  incluso hasta por fascículos, es como si ocurriera un fenómeno similar...

Sin duda, el mercado del nuevo arte haba dado un giro. Veo que la democratización económica duro cierto tiempo nomas… 

—"Diez mil soles", anunció con voz firme. —Fue su sentencia—. 

Álvaro y Lucio intercambiaron miradas. Era una suma alta, pero no fuera de lo común en este tipo de piezas. Álvaro, con determinación, elevó la oferta. 

—"Quince mil", dijo, aunque su tono dejaba entrever que estaba empezando a cruzar un límite incómodo. Lucio, que hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante. "Veinte mil." La sala quedó en silencio por un momento. Joaquín frunció el ceño. Había subestimado a sus compañeros de galería, pero no iba a dejarse vencer tan fácilmente. "Treinta mil", replicó con una seguridad que casi desafiaba a los otros dos.  

El rostro de Álvaro palideció. Sabía que no podía seguir subiendo la apuesta sin arriesgar su estabilidad financiera. Para él, esta era más que una batalla por una figura, era un desafío personal.

Sentía que debía demostrar algo, pero la lógica comenzaba a imponerse. Lucio, en cambio, estaba calculando cada movimiento. Sabía que la pieza tenía un valor simbólico, pero también sabía que su estrategia no podía basarse solo en la pasión. Dejó que la tensión aumentara y decidió retirarse en el momento justo, no sin antes lanzar una última mirada a sus contrincantes. 

Era el momento de demostrar su valía como hombre frente a la actitud a cuando uno no tiene nada, o su humildad cuando uno lo tiene todo. En esos instantes él no tenía lo suficiente.


—"Me retiro", dijo con serenidad, aunque sus ojos seguían fijos en la figura como si ya la hubiera poseído en su mente. O como si se estuviera haciéndose una promesa silenciosa y secreta, hacia él mismo.

 Joaquín sonrió triunfante. La pieza sería suya, y aunque el precio había sido alto, sabía que esa inversión se recuperaría con creces en el futuro.

Álvaro, aunque decepcionado, se consoló pensando que habría otras oportunidades…, otros momentos en los que podría demostrar su valía como coleccionista, porque en ese camino, el recorrido es de toda “una vida”. Apenas comprendía que la paciencia era la primera lección de ser un verdadero coleccionista.

 Enrico Diaz Bernuy

 


jueves, 5 de septiembre de 2024

Relato Breve | La ingeniería de las cadenas | de Enrico Diaz Bernuy

                                                 LA  INGENIERÍA
                  DE LAS CADENAS



Las ilusiones son peligrosas, no tienen defectos. 

Billy Wilder


Sin frutos, y al mediodía, el árbol de naranjo se mantenía en su lugar, como una antigua guardia de recuerdos. En medio de esta escena, Ciro alcanzó una conciencia que jamás había deseado, pero la distancia parecía la única manera de preservar su salud mental.   —Hablo del árbol de naranjo—.

Los días transcurrían, y con ellos, mensajes intrusivos llegaban a las puertas de su mente. Aparentemente, su vida se reconstruía a diario, pero en realidad, Ciro recorría un sendero interminable, donde las piedras se agrupaban en los oscuros meandros de su memoria, formando un todo complejo y abrumador.

 El árbol de naranjo, real en el jardín de su casa, simbolizaba la primera juventud de su mamá. Sus troncos rugosos y ásperos eran como marcas de un pasado distante.  Para Ciro, sin embargo, el árbol era una fuente de una nostalgia agotadora, reflejando la ausencia y los años perdidos más que cualquier vitalidad. (meditar en el pasado era vampirizante).

A punto de cumplir los 13 años, el reloj invisible en la mente de Ciro parecía a punto de estallar. Cada tic era un recordatorio de su fragilidad, manteniéndolo despierto en un estado de ansiedad constante. Anhelaba regresar a sus 12 años, a un tiempo de inocencia antes de que las responsabilidades sumado a  las sombras, se volvieran una carga pesada y en el medio de esa consistencia, él temblaba.

En su aldea, la tradición dictaba que a partir de los 13 años, los niños debían dejar de serlo. Esta costumbre, lejos de ser un rito de madurez, era una cadena mental que aprisionaba a todos. Aunque su origen no tenga tintes que enaltezcan  la condición humana, Ciro comprendía que escapar de ella requería enfrentar su peso.

Provenía de una familia numerosa: seis hermanos varones y cuatro hermanas. Como el menor, no tenía mucho valor para ellos. El hijo mayor cargaba con la mayor responsabilidad; si fracasaba, todo se derrumbaba. En su familia, el primogénito era casi una figura divina, mientras que los demás vivían en la sombra de su éxito o fracaso.

Ciro, la última sombra en esta jerarquía, guardaba silencio introspectivo. Nadie imaginaba que, a su corta edad, ya había experimentado un profundo despertar espiritual. Comprendía que su familia, atrapada en deseos insatisfechos y frustraciones, estaba perdida, encerrada en una jaula mental. Aunque las puertas de esa jaula estaban abiertas, nadie se atrevía a cruzarlas, por que nadie sabía que la jaula tenían puertas.

Mientras lidiaba con el torbellino de deseos truncos a su alrededor, Ciro decidió convertirse en el héroe de sí mismo. Su guía no sería su mente ansiosa, sino su inteligencia y su intuición. Entendió que las emociones de sus hermanos, sus frustraciones y deseos no cumplidos, (un anhelo profundo por alcanzar reconocimientos) eran las cadenas invisibles que los esclavizaban. Ciro dejó de sentir lástima por ellos y comprendió que esas cadenas eran poderosas, aunque invisibles.

El aroma del naranjo lo envolvía, dulce y cítrico, un recordatorio de lo efímero y hermoso. Pero esas fragancias también eran engañosas, como las sombras proyectadas por sus hermanos. La hipocresía, la falsedad y la lujuria por el poder y los objetos los habían devorado a ellos, y también a él. Debido a que él no podía expresar esta clase de males, sencillamente,  logró en Ciro un enjambre cuyas confesiones solo terminaban en el mismo destino; vivir  lo más lejos de ellos.

A pesar de sus 12 años, algo en él comenzaba a latir con fuerza. En medio de la oscuridad, encontró una motivación para buscar la luz y la redención. Aunque su entorno estaba lleno de personas con habilidades demoníacas, Ciro hallaba en esa oscuridad la inspiración para buscar la claridad y la liberación para él y su familia.
Las mentiras de sus hermanos eran como redes llenas de peces agrios y malolientes, cuyo único destino parecía ser un festín amargo. Este banquete marino, con su sabor áspero y ácido, prometía una exaltación pasajera, pero pronto hundía a quien lo probaba en un subsuelo de espinas y arenas movedizas. Era como esa jaula mencionada antes, con puertas abiertas, pero de la cual nadie podía escapar… excepto Ciro.

Caminando por el sendero de piedras, y con una soledad aparentemente profunda, sumido en los meandros oscuros de su memoria, fue entonces cuando la vio. Una joven de mirada serena lo observaba desde la distancia, como si siempre hubiera estado allí, esperándolo o buscándolo… Sus ojos claros, alargados y penetrantes parecían ver más allá de lo visible.


“Sabes, Ciro”, —le dijo con voz suave, “la cadena de la lujuria por los objetos y el tormento de un deseo frustrado, (el más vil de todos), es lo que ha atrapado a tus hermanos. Esa cadena los arrastra hacia una furia, (una furia doble). De esa ira brota la ilusión total, y de la ilusión, la niebla de la confusión en la memoria (merma la inteligencia). Y todo esto es como finas hierbas que flotan sobre un pantano, engañan, sugiriendo un jardín… Cuando la memoria se desvanece, la inteligencia se pierde; y al perderse la razón, el alma se precipita al lodazal de la existencia, un pantano engañosamente cubierto por esas hierbas.”
Ciro, al escuchar sus palabras, recordó a sus hermanos y padres, cada uno de sus rostros venía a su memoria, la conmiseración lo invadió. Comprendió que todos estaban atrapados en esa danza amarga de deseos, pero de deseos no resueltos. Pero ahora, con las palabras de la joven resonando en su interior, la niebla se disipaba.

La joven sonrió con dulzura y, con la misma sutileza con la que apareció, desapareció como un susurro felino. Ciro, iluminado por esta nueva verdad, entendió que la jaula siempre había tenido las puertas abiertas. Dio un paso más allá, aceptando que su vida había estado marcada por una libertad que siempre estuvo allí, aunque no la percibiera.  Finalmente, cruzó la puerta hacia un destino nuevo, libre de las sombras de la jaula, aunque sus puertas siempre estuvieran abiertas para aquellos que encuentren la liberación con tan solo decir una palabra.

 

  Enrico Diaz Bernuy

 

jueves, 21 de marzo de 2024

@enricodiazbernuy /Relatos insperados/ EL NACER AMBIVALENTE / Enrico Diaz Bernuy @antirelatos

El nacer

ambivalente

 Si pudiéramos vernos como nos verían los demás,

 nos desvaneceríamos en el acto

Cioran

 Transformada en una víctima, así se le ofrece una identificación, (identidad) y ella la acepta, en parte porque fue engañada pero más fuerte que el engaño…, es porque hubo de por medio un acto de “control”.  Entonces la señora Alejandra, en parte si es que esta no es la más importante, fue porque se entregaba así al abandono de la responsabilidad siendo esto una especie de pago como adoptar la identidad de víctima.

Reconocimientos exigidos frente a ella misma. Y una ausencia de moral juega un papel crucial en su decadencia. Frente al espejo y mirándose a los ojos se dijo así misma:  “si soy una víctima, entonces todos me deben algo” y no tengo que asumir ninguna responsabilidad. Por cierto, si había tanta coherencia en su pensamiento no entendí porque derramó una lágrima en aquellos instantes.

Entonces una de las cosas que me he preguntado. Aquí va algo que me dejó reflexionando es que en tal sentido, el sentido de la vida sería la cantidad de “significado” en lo que  consta la vida de cada uno, (que esto sea como la primera teoría).

Y si fuera el caso de las medidas en que podría  proporcionar a la cantidad de responsabilidad que decides asumir.  Sería extraño que sea así, por que la responsabilidad es una especie de peso y es difícil asumirla, pero cualquier emoción positiva que sientes , tu control de la ansiedad, tu control sobre el dolor, tu control para no romperle la cara a alguien, o tus medidas de resistencias dependen de la activación de estos sistemas que te permiten avanzar hacia una meta deseada.

Entonces cuando más completa y pesada sea la meta más satisfacción habrá en la observación que te estas moviendo hacia ella, ya sabes esto y es algo que ya has observado en tu propia vida cuando estas comprometido en algo en lo que crees.  El tiempo pasa adecuadamente fluye como si fuera un arroyo tan susurrante cuya melodía erosionara un mineral oscuro para transformarlo en una gruta donde adentro se haya un panal.

Esta grata sensación puede ocurrir cuando estás revisando un artículo relacionado de alguna forma con algo que quieres aprender.  Por que crees que esa información te vaya a ayudar, aunque sea difícil  en lenguaje, te involucras en ello, lo recuerdas mejor, lo procesas mejor y no es tan probable que te quedes dormido o busques distracciones, al fin y al cabo estamos hablando de un panal donde los insectos más hermosos usan alas, crean miel. 

En resumen, puede someterte en ello y sería muy interesante si eso fuera proporcional al grado de responsabilidad que estás dispuesto a asumir. 

Creo que se puede argumentar fuertemente a favor de eso. También he pensado a menudo lo siguiente: imagina que puedes ofrecer a las personas una elección , podrías decir  “tu vida no tiene sentido”, ¡por supuesto que los nihilistas sonreirían de oreja a oreja! 

Y claro con esa lógica coincide en que  no hay significado en tu vida. Por lo tanto, debido a eso no hay razón alguna para que aceptes ninguna responsabilidad así que puedes vivir una vida libre de responsabilidades sería el camino rápido, lo fácil, pero su condición de lo fútil es innegable.

Y en el medio de la futilidad te vistes como un mendigo  solo por pose. Todo el mundo sabe que ni siquiera  necesitas trabajar para vivir cómodamente, viajar e ir de fiestas. Esos perfiles normalmente ocurre con el respaldo financiero anónimo, secreto que no lo dicen a nadie, es un secreto a voces…

Pero la señora Alejandra era un caso extraño, ella no se vestía como mendigo.  A veces era inocultable el dispendioso gusto por los bolsos de mano que le gustaba lucir. También es cierto que estuvo largos años apasionada de su trabajo, resistiendo a su arbitrario jefe. Sin duda, ella tenía una vocación por el aprendizaje que la ataba de alguna manera a esa empresa. Un aprendizaje que aspiraba a alcanzar en convertirse en “maestra en costura”, y sí que lo logró.

En su mundo paralelo o mundo oculto  llevaba consigo  una retahíla  de búsquedas impulsivas por placer pero la contraparte es que no llega a ser “significativa”, la pena de todo es que ella no veía más allá de ese oscurantismo. Esta sería la primera apariencia del panal misterioso que se encontraba en la gruta que anteriormente mencioné.

O podrías decirle a alguien: ¡o podemos hacer lo contrario! —¿y lograr así hacer una vida significativa? Difícil no crees..., Entonces solo será tan significativa como la cantidad de responsabilidad que estés dispuesto a cargar y luego podrías preguntar, qué elegirían las personas que todos hacen ruido de querer tener una vida significativa.

Pero si el precio que pagas por eso, es la aceptación de responsabilidad… Entonces no es tan obvio que la gente elija el significado sobre las búsquedas sin sentido y atrás de todo  el dogma como ente manipulador.

Si eso pregunta que no tienen que preocuparse por nada de lo que hacen (por dogma) y eso es precisamente lo que se ofrece al abuelo, y es interesante donde su primo Abelardo y el gato son tipos de poca monta y el camino patológico que le ofrece al abuelo no es el peor de los caminos patológicos.

Lo que ocurrió es que en el momento más crítico de su salud emocional, estos dos sujetos aparecieron en la vida del abuelo. Y el peor de todos era el abuelo.

Supongamos que se trata de una sola palabra: “tentación” , y esa es la tentación de abandonar la responsabilidad y entregarse a la búsqueda impulsiva de placer a corto plazo, siempre es el corto plazo todo es a corto plazo.

Quizás lo que ocurre en estos tiempos sea significativamente el problema que practica el hedonismo excesivo, búsqueda desenfrenada de placer inmediato descuidando responsabilidades y significado (los temas significativos). A largo plazo, este enfoque puede llevar a la falta de propósito o relaciones superficiales con consecuencias perjudiciales para el bienestar, amistades pasajeras, interfaz de intentos cíclicos símil a la gran rueda del samsara.

El primer paso para escapar de este círculo vicioso es justamente que te encuentras atrapado en él y tu conciencia invade a todo como si tú mismo te impregnaras en cada cosa, y las cosas te atrapan…

 Tal es el caso de la hija del abuelo (Alejandra) un poco neurótica con proporciones elevadas de negatividad y tal vez un poco enfermiza con diversas dolencias menores, pero dolencias al fin y al cabo, siempre le dolía algo. 

Como padre, en este ejemplo edípico tienes que tomar decisiones constantemente sobre cómo tratar a esa niña , una decisión es bueno una decisión. Claro, para hacerle un bien por el día de hoy; —no tienes que ir a la escuela por que no te sientes bien, —está bien.

Pero si tomarías la misma decisión al día siguiente y al día siguiente.  Imagina que la niña evite responsabilidades como consecuencia de capitalizar sus problemas de salud,  eso no sería bueno para ella.

Imagina entonces que estas cosas no se las pude decir a Abelardo, por la misma razón que hay cosas que no se las puedes decir a un nihilista. Es un tema de conciencia, y la conciencia para que lo entiendan algunos; es como el paladar.  Tener un buen paladar en gastronomía es fundamental. O también puedes recordar,  (a modo de ejemplo), cuando tú eras niño y tu  mamá te decía: sé consiente con lo que estás haciendo con ese deporte. ¡El problema contigo es que no eres consiente! Bueno, quiero decirte que tu mamá usó adecuadamente esa palabra.

Entonces la regla con una niña así sería: —te voy a empujar hasta tu límite por que, cómo vas a descubrir con lo que puedes hacer y si no puede averiguar qué puedes hacer.  De lo contrario no podrá hacerse camino en el mundo en absoluto.

Pero Abelardo estaba tan feliz con su hija enfermiza que de alguna manera esas dolencias le daban cierta garantía a que la niña no crezca o no se haga fuerte. Y si no crece su hija jamás podría irse de la casa. Lo que pasa también es que Abelardo tenía un matrimonio terrible y abusivo. Una esposa  cuya naturaleza era ser tiránica, que se había encargado de espantar a todos sus amigos y especialmente a sus amigas.

Todas esas torceduras de su psique se manifestaran en alguna de esas decisiones.  Hablo de Abelardo porque la tolerancia en estos casos es el elemento más grave. Aquí, quien tolera es el más enfermo (Abelardo).

‹‹Durante la adolescencia, mi hija enfrentó varias enfermedades graves, lo que nos llevó a tomar decisiones difíciles. Dado que no había pautas claras, debíamos interpretar constantemente sus síntomas y determinar la mejor forma de actuar. A menudo, optábamos por no alarmarnos en exceso, ya que era crucial entender la verdadera gravedad de la situación. porque necesitábamos saber y ella necesitaba saber qué podía hacer a pesar de  esos problemas›› . —Dijo Abelardo—.

Sin embargo, una de las cosas que realmente intenté explicarle es que nunca debes usar tu enfoque a la enfermedad como una excusa para no hacer nada.   A  veces no te sientes bien, no lo sabes por que a veces cuando no te sientes bien puedes hacer más de lo que piensas y a veces puedes hacer menos de lo que piensas , no es algo obvio, pero a veces así ocurren las cosas. —Retrospectiva—

Esta pequeña tentación pasa por tu mente y piensas realmente no quiero hacer lo que siento hoy, y como no me siento muy bien así que no tengo hacerlo y si haces eso cien veces, no sabes cuan enfermo estas y estas en problemas reales. Porque no solo estas enfermo sino que también te has traicionado para usar eso como una excusa. Para no cumplir con tus responsabilidades y creo que si ambas cosas te sucedieran al mismo tiempo estas en un problema real.

Sin duda, cuestionar cada aspecto de su vida es  revelar como el acto más revolucionario en esos momentos de mi vida. Aspirando de alguna forma o a que mi conciencia alcance la libertad, atendiendo con esmero a los matices de mis preocupaciones.  Entonces un nuevo reino se vislumbraba sobre ese atardecer (el de mi vida)  Y así una  libertad germinaba en mí, justamente  cuando la duda se instalaba en mi vida.

Probablemente la libertad genuina no prospera sin la nutrición constante de la crítica. Surge un dilema significativo cuando uno comienza a cuestionar y acepta la falla inherente del sistema ético. Desde ese punto de inflexión, la soledad se instala gradualmente, al dirigirse hacia el propio ser y desvincularse de las distracciones que cautivan a la multitud  la estética es el punto de inflexión.

Pero eso no significaba que la soledad tiene un origen de vacío existencial. Para los materialistas medidas de ego o para los espiritualistas ausencia de meditación espiritual oración , rezos, mantras etc.

Sea lo que sea no sé en qué momento perdí a los que llamé como amigos y la soledad galopante rondaba en cada segundo en mi vida. Al principio quería adjudicarme gran talento para cosechar ex amigos, quizás por mi nutrido espíritu crítico o mi intolerancia a la doble moral.

Pero el innegable vacío existencial no dejaba paso a verme completamente descontrolado a mi ego. Sin embargo y aunque aparente revelar una contradicción  yo no creía creerme más que nadie, por lo contrario, siempre intenté servir a los que me solicitaban algo pero encontrarme con el abuelo en sus últimos años de vida no solo me permitió hacer una acto de autocrítica que tanto me faltaba, sino que era como la vida me decía algo más sobre las cosas infames que había hecho con mi vida. Por que en esta vida todo cuenta, incluso hasta en lo que fantaseas, por lo tanto estaba jodido.

Lleno de pensamientos fragmentarios y siempre deshonesto hacia los sentimientos que me unían con Alejandra porque entre ella y yo, recién habíamos cumplido tres años de matrimonio, tres años de falsedades, que por un lado tanto bien habían hecho a mi vena creativa.  Eso jamás podré negarlo.

Pero haber conocido al abuelo, o sea,  a su padre me habían hecho reconsiderar  muchas cosas, ver a ese hombre era como ver una parte de mi vida oculta. Entonces ese era el caso del abuelo, un sujeto que la vida le había declarado abiertamente en muchos aspectos el tema de la adversidad. Un sujeto que aprendió a poner humor hasta en los momentos más dolorosos, parecía un artista o era un artista. Y fue así que empecé a percibir un nacer ambivalente en donde comienza con esa mirada al pasado en que todos optan, cómo una mirada compasiva y profunda hacia una  infancia lejana, un infancia perdida y recordando al abuelo y su tenacidad sobre todo.

Desde ese momento muchas cosas me empezaron a impactar, el sol por ejemplo, su intensidad estaba cambiando. Que por cierto en uno de esos días el  sol se había puesto con la misma vivacidad que tienen los perros de los mendigos. Esa vivacidad llena de agonías y silencios en resumen, faltaba poco para que sea las cinco de la tarde y el sol con los mismos ardores dictaba el paso de un perro lanudo a punto de arremolinar su cuerpo para acabar con lo vivido y todos callaban en un esplín disforzado y a la vez con la resignación diaria… Las cosas inacabadas, lo proyectos truncos y la escasa financiación en las maquinaciones de las redes sociales hacía que todo gire en el mismo círculo, los mismos ex amigos, los mismos odiadores e incluso algunos con sus envidias.  Al fin y al cabo jamás  serás criticado por alguien que hace grandes cosas, siempre serás criticado por alguien que hace  menos cosas que tú. Ese fue un perfume que reconocí al instante: (a los hipócritas) Pero cómo me gustaba seguir el juego, quería saber hasta dónde llegaban pero lo que no tenía en el presupuesto era que una parte de mi era peor que ellos. Al menos hipócrita no fui.  

En un día de neblina y clima templado de esa costeña ciudad ocurrió algo extraño. Como dijo Ricardo Palma: “una mujer siempre esta detrás de todo”

Y sí, fue una señorita de lo que trata esta experiencia,  no recuerdo si me encontraba con  un espléndido humor pero ella al recibir esa energía inmediatamente correspondió lo suficiente que me dio pase a preguntarle mas cosas, luego ella me preguntó cosas tontas como; usted viene siempre aquí, es que recién es mi tercer día en este trabajo. Le dije que vivía a dos cuadras y fue algo que en su rostro reflejó cierto agrado o admiración.

La felicité por su ingreso en el trabajo, le desee toda la suerte del mundo y mi sonrisa llena de sinceridad finalizó esa palabras en las que a su vez mi imaginación hacía recorridos a escenas indebidas…

 Eso creo que es energía y así fue lo suficiente para que a la próxima vez cada uno,  nos saludáramos de frente llamándonos con el nombre. Hasta que un día ella me dijo, mañana saldré temprano aprovecharé en buscar unos productos. E inmediatamente me ofrecí por si quería que la acompañe. Sin dudarlo me dijo, gracias por su puesto.   Algo en mi interior se iluminó.

Conocer a esa belleza sin duda me alejaba de reconciliarme con el pasado, a pesar que sabía muchas cosas del padre de mi esposa Alejandra. Y ahora que estaba frente a esta señorita con cuerpo de gacela era el motivo en el cual podía hacerme olvidar de todo lo vivido y comenzar de nuevo. Tenía que ver las cosas positivas de lo que en esos cortos tres años había construido con mi esposa.

Quedó claro que  había perdido una voluntad que me dirigida hacia un proyecto de vida. Pero mi vida no es como escribir un libro. Un libro puedes corregir, arrancar páginas y tirarlas a la basura o volver a escribir la historia. Exponer argumentos por estética o para reflexión. En mi vida tenia que hacer las cosas de frente, con determinación. Pero a la gente le gusta que la palabreen y jamás saber la verdad. Quizás por que al escucharla saben perfectamente que no la van a entender o no les va a gustar.  

En la vida o mejor dicho en mi vida, arrancar una página o comenzar de nuevo “sería siempre volver atrás”. (Fracasas con una fracasaras con todas). Pues si no solucionas las cosas con una,  con la siguiente dudo mucho que las pueda solucionar. Pero esto no es un tema unilateral, ambas partes deben tener esa voluntad. Esas palabras las tenía dentro de mi corazón por un tema de ética o mística. En otras palabras, tenía que hacer mi último intento con mi esposa sin embargo no había descartado la auto invitación que hice a esa señorita con cuerpo de gacela blanca. Y así habiendo tomado ambas decisiones, había una parte de mí que no quería perder a Alejandra.

Pero tampoco que se convierta ella en la esposa del abuelo. Ante todo, este camino cuando nos vimos se volvió intransigente exigiéndome sobre unos temas que en este momento me hacen recordar que tampoco era un santo. Mi dedicación excesiva hacia mis cosas (mi ensimismamiento) había forjado un  distanciamiento cuya siembra fue como  de pequeños monstruos similares a los que se encuentran en aquel enigmático cuadro de “el jardín de las delicias”.

Ese cuadro sin duda para esta experiencia es ciertamente revelador. Como los pasos del recorrido visual reviven no solo la teoría de la creación del mundo sino, los estadios de la condición humana o la figuras clave de esta humanidad como es la idea de el paraíso pacífico de Adán y Eva hasta las condiciones apocalípticas de un mundo donde desde el suelo aparecen diminutas y horrendas criaturas frente a paisajes donde la lujuria está representada y la palidez de las personas se impera como si por dentro se hallaran sin vitalidad o sin nada por dentro.  

A pesar de estar en un mundo saturado de personajes animalescos todos en un completo vacío como la misma mirada agotada. Igual que mi mirada. Cuando le dije a Alejandra. Tenemos que viajar, y a pesar que sentí un cansancio corporal en el que desconocía su origen, ella antes de responderme se puso de pie y me dijo: 

Descansa en paz. 

Se dio media vuelta y se fue del cementerio.  Bajé la mirada y vi mi cuerpo translucido justo cuando una sombra de esas estatuas cripticas se cernia sobre mí,  señalando  mi propio transito hacia la muerte que a la vez era mi nuevo nacimiento.


domingo, 26 de noviembre de 2023

El cinco por ciento !!!

 

Mi perrito suspira profundamente y se recuesta cercano a mí. Continúo observando la cámara, esforzándome por ajustar las luces de mi pequeño escenario. Por lo menos, he abandonado la costumbre de apartar la mirada. Justo cuando finalizo, comienzo a dudar, pero aún así prosigo con el plan trazado, prefiriendo no reflexionar sobre el destino de esta pieza fílmica. Me entrego por completo, (como siempre). 

Mi perrito me observa con una expresión que parece querer comprenderme, percibo su esfuerzo. Luego, se acomoda y desacomoda, situándose cerca de mí como si intentara protegerme de algo. Me apetece un cigarro, me desahogo y me reconforta saber que todo está preparado. Ahora, se me antoja otra cosa: un buen café. Tengo la hoja bond con los temas concatenados, como si se tratara de una espiral con una biología oculta. 

Comienzo a hablar y, apenas doy el primer paso, las luces empiezan a modificar su intensidad, como si desearan distraerme. Es sumamente extraño, no es la primera vez que ocurre; he perdido la cuenta. Sin embargo, quienquiera que lo haga, sabe que no albergo rastro alguno de temor. Desconozco qué frustración pueda experimentar esa fuerza que incita a que sucedan esas cosas, ya sean sonidos extraños, cambios de luz, u otros fenómenos que se perciben en los episodios, y algunos que pasan desapercibidos. Quizás haya una razón para que se tomen la molestia de revisar mis programas y tal vez este sea al menos un motivo.

Yo no se si lo que acabo de decirles sea el mejor argumento para que vean mi programa, solo se trata de ser honesto, decir la verdad, y por su puesto que en un camino así,  (muy parecido a lo que hago con mis textos literarios) da por hecho que el 95% del público ya estan alejados,  o uno ya tomó distancia...