El alma que clava sus raíces en la entrega cosecha
una paz que ninguna sombra toca, pues vierte en el cáliz del Infinito cada
fruto de su siembra.
Mas quien se aparta de esa corriente y guarda el oro para su propio cofre,
queda atrapado en las hiedras que nacen de sus propias manos. Manos…
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