Los anzuelos
de lo abstracto
Una de las funciones de la inteligencia es tener
en cuenta los peligros de fiarse solo de la inteligencia.
Lewis Munford
El pintor empezó a esconder sus cuadros antes de admitir que algo se había roto. No fue una decisión consciente: simplemente dejó de colgarlos. Los apoyaba contra la pared, boca abajo, como si la casa ya no pudiera sostener ciertas imágenes, o las imágenes no pueden sostener la casa. Aunque suene extraño lo que digo, quizás las imágenes o los objetos pueden armar a una casa.
Su pareja decía que el olor
del óleo le provocaba rechazo, que el silencio del taller la incomodaba. Y aunque él amaba el silencio, ella no, él
cedía. Siempre cedía.
Luego de un tiempo, decidió viajar fuera del país con la excusa de buscar a sus tres hijos, y fue ahí donde ella se sintió obligada en ceder. Viajar fue la excusa perfecta.
Dijo que iba a buscar a sus tres hijos, dispersos en países distintos, como si cada uno habitara un tiempo propio. En realidad, huía de una casa donde su mirada debía pedir permiso. Huía de la sensación de estar ocupando un lugar prestado dentro de su propia vida.
Tres hijos dispersos en ciudades distintas, tres hijos que eran como tres dudas para él…, o sobre los temas que nunca pudo resolver en el pasado, como si cada uno habitara un tiempo diferente. ‹‹Es como si hervir cada tubérculo en una olla, uno esperara que los tres estén listos al mismo tiempo. ››
En ese trayecto llegó a una
biblioteca antigua, casi abandonada, donde conoció a un bibliotecario de voz
baja y manos manchadas de polvo, uñas tan descuidadas como si se percibiera
algún tipo de animal, no muy amistoso.
Pero a veces, las
apariencias engañan, porque él fue amistoso con el pintor. El bibliotecario no
parecía un hombre sabio, solo alguien que había leído demasiado y hablado poco.
Y esa apariencia revelaba de alguna manera cierta protección, como si se
cuidara de alguien. Era raro porque aquella ciudad de provincia era muy apacible
como si el tiempo se detuviera constantemente.
Aquel bibliotecario era un hombre de edad imprecisa, (más de 30 ) manos manchadas de tinta y tierra, voz baja, como si cada palabra tuviera que atravesar un filtro antes de existir.
No le preguntó por su obra
ni por sus hijos, porque el pintor solo hablaba de temas empresariales sobre
inversión en aquel lugar. No quería revelar quien era, ni mucho menos sobre su
familia.
Sin embargo, el
bibliotecario le dijo:
—La vida, no se arruina por malas respuestas. Se
arruina por no haber hecho las preguntas correctas.
Habló de un antiguo plan de mentoría que ya no se enseñaba. No prometía salvación ni cambio. Solo ordenaba la conciencia, (te hacía verte en el espejo). Luego le entregó un conjunto de hojas manuscritas. No tenían título. Solo un símbolo repetido en todas: X.
—No intentes entenderlo —dijo—. Léelo como quien cruza por un sendero en el que por una vez, debes de confiar, como quien no esperas nada, es como si conocieras a una mujer y tienes cero expectativas, simplemente debes desprenderte de esperar algo. Esto no es para mejorar tu vida. Es para dejar de mentirte dentro de ella. —Sostuvo con una sofisticada entonación—.
El ritual exigía viaje. No hacia lugares bellos, sino hacia zonas donde la tierra aún no había sido domesticada. Así llegó a un pueblo remoto, rodeado de colinas secas, donde el tiempo parecía caminar con cautela.
Allí encontró la arcilla negra.
Resulta que el pintor le había dicho al bibliotecario que los motivos para ir a ese sitio era por el motivo empresarial, él era el representante de un grupo de accionistas donde debían comprar unos lotes, y cuando vio que había encontrado la arcilla negra empezó a sentir fascinación porque eso seria señal que a pesar que se había desviado de su plan inicial, estaba de igual forma reconectado con esa meta. Respecto al tema de sus hijos, simplemente fue una estrategia para que su esposa le permita viajar.
De pronto, en el inhóspito
terreno lleno de malezas y hectáreas , no estaba solo. Elías, un alfarero
viejo, modelaba figuras humanas sin rostro y otras con rostros de aves.
—El rostro viene después
—decía—, cuando uno deja de huir.
Luego conoció a una mujer
joven llamada Marina. Ella le explicó que su cuerpo reaccionaba con alergias a
ciertas presencias, a ciertos olores, a ciertos vínculos.
—El cuerpo no negocia
—dijo—. La mente sí.
Simón observaba desde la
sombra.
—El peligro no es el dolor
—intervino una vez—. Es acostumbrarse a él.
La arcilla, untada en la frente, no otorgaba visiones gloriosas. Abría escenas. Cruces. Umbrales. El pintor estaba consternado por esas frases sueltas, parece que nadie estaba acostumbrado a tener una conversación normal, todo parecía como un metalenguaje que lo desconcertaba. Se decía así mismo, como me hubiera gustado ser escritor o poeta para entender lo que hablan estas personas…
Durante el viaje, el pintor comenzó a leer el manuscrito. No de corrido. Lo leyó como se leen los textos que no buscan respuestas, sino responsabilidad. Pero el tema de la responsabilidad fue algo que empezó a experimentar con cada una de esas palabras en el papel.
Él inicio la lectura como se lee un periódico, o como cuando recién conversas con algun desconocido, sin esperar nada, salvo mentiras o exageraciones.
Pero cuando encontró en cada
página la sensación que parecía estar
escrito sobre su misma vida, empezó a verlo todo extraño e irreal, incluso su
propia permanencia en aquel pueblo.
Las respuestas que había en
ese cuestionario eran necesariamente preguntas que exigían pensarlas con
cuidado, no se trataba de responder al instante, se trataba de que uno, debía
pensar con calma en responder, era como una arqueología del Ser.
Y fue grande su sorpresa
cuando cada una de esas palabras estaban inscritas en su propio interior eran
sus propias respuestas, era como si ese manuscrito estuviera redactado sobre lo
que ha ocurrido con su vida.
En cómo le gustaba engañar a
las personas sobre su edad, siempre aparentar más edad para ver como lo
trataban, él consideraba que la edad o la percepción del tiempo dice bastante
de las personas, como uno es tratado.
Porque según su teoría como las personas tratan al tiempo sea en lo que sea incluso personas, es un ente revelador de la clase de ser humano que es. Es casi tan revelador como si invitaras a una amiga a un sitio y se pone a coquetear con cualquiera frente a uno. Con eso ya te lo dijo todo lo que es, o todo lo que le falta evolucionar, o como cuando baila y le dices; eres feliz, y ella te vuelve a desilusionar con tanta, superficialidad, otra vez con lo mucho que le urge evolucionar…
Hasta que se sintió rendido, no a él sino a la vida , a las mujeres, a las amigas, los
amigos distantes, a su esposa, a los
trabajos mal pagados, a la mala suerte,
incluso se rindió a los grandes contratos e inversiones, se rindió en ese cansancio que se le venía
encima como algo inevitable, a la mala racha, se rindió y solo quería borrarlo todo, quería leer algo
que le de una gota de esperanza, una gota de verdad o una gota de paz.
Pero lo que encontró en esas preguntas fue lo contrario a la paz, y aún así fue ciertamente alentador porque empezó a revelar muchas cosas a su nueva visión…
La historia comienza así; — ¿Qué obra —real, imaginaria o futura— sientes que podría definir tu sensibilidad artística si tuvieras que mostrarle al mundo quién eres sin usar palabras?
Respuesta: Pintar un cuadro
enorme sobre el encuentro de dos mundos…
—¿Qué emoción te impulsa más en la vida: la curiosidad, la nostalgia, la ambición, el misterio o la búsqueda de trascendencia? y¿ Por qué?
—Respuesta: La nostalgia y la búsqueda de la trascendencia, que en cierto modo la trascendencia es un tipo de ambición (no material). Porque recordar es algo inherente y siempre hayo cosas que extraño a veces las transformo o las exagero y la trascendencia porque espero evolucionar en conciencia para no volver a reencarnar en cuerpo humano.
— ¿Qué esperas profundamente de una amistad o de un amor, más allá de lo que la gente suele decir?
—Respuesta: Espero paz, comprensión y total sinceridad en que la gente hable de verdad sobre su pasado, (algo que casi nunca ocurre).
—Si mañana despertaras con la seguridad absoluta de que nadie va a juzgar tu obra, ¿qué proyecto escribirías, pintarías o filmarías primero?
— Respuesta: Un romance
eterno compuesto de varias reencarnaciones.
—¿Qué versión de ti mismo te gustaría encontrar dentro de cinco años, y qué característica de esa versión te entusiasma más?
Respuesta: Terminar un poema
inspirado en el diálogo que tuvo Krshna con Arjuna.
—Si el amor tocara nuevamente tu puerta sin avisar, ¿qué tendría que mostrarte esa persona para que tú, con tu historia y tu sensibilidad, decidas abrirla sin miedo?
Respuesta: Absoluta sinceridad, entrega al amar (que no oculten que tienen una relación) Detallista, afectiva en todos los aspectos, etc)
—Cuando imaginas un amor intenso —real o imaginado—, ¿qué gesto, mirada o complicidad te hace sentir que ese vínculo podría romper las sombras del pasado y encender algo completamente nuevo en ti?
Respuesta: Escuchar cosas importantes, sensibles o nobles que me demuestre que estoy frente a un ser humano distinto, que sea espontánea y un ser que jamás piense en el que dirán.
— Cuales son los rituales para sentirte pleno
Respuesta: Creo que grandes cosas pueden comenzar con un estado de paz y una taza de buen café, segunda opción sería un buen vino.
—No puedes elegir de quien enamorarte, pero si puedes elegir de quien no continuar enamorado, ¿estás de acuerdo con eso?
Respuesta: Si.
—Entonces, ante eso, ¿que sería lo que no tolerarías jamás de esa persona?
Respuesta: Evitar hacerte
sentir insuficiente. No aceptar desprecios, infidelidad, saber que no puedo
contar con esa persona, o recibir migajas de su tiempo.
—Antes de entrar en una relación deberías hacerte estas preguntas y hacer una lista.
1.- Que nunca más tú le permitirías en una relación de pareja a una persona Tienes que pensar en todas las relaciones ¿qué es lo que permitiste antes y ahora ya no lo harás?
Respuesta: Mentiras. • Infidelidad. • Falta de división equitativa de responsabilidades. • Conductas agresivas. • Cualquier forma de violencia (jamás tolerable). • Rechazo psíquico: desvalorización de lo que eres o haces (por ejemplo, que no le agrade verte pintar). • Rechazo físico: incompatibilidades corporales persistentes (como alergias u otras reacciones que impiden el contacto).
2.-Que tú nunca más haría en una relación de pareja De adentro para afuera, o sea algo que tu hiciste y no estuvo bien (Hacer una lista)
Respuesta: Ser distante frío con algunas, infiel, no darle tiempo a la relación.
3.- Como tú te lastimas a ti mismo cuando estas en una relación de pareja Lo que ante tus ojos sucede y no siempre se entera el otro o la otra (Hacer una lista)
Respuesta: Aceptando que no le dan lugar a uno, que ocultan la relación que tienen con uno, me lastimo mucho cuando siempre tengo muchas expectativas de esa persona porque luego sé que fallan o cambian.
Entonces las coincidencias claras que se repiten, aunque no siempre con la misma forma. Te las señalo ordenadas y explicadas: 1. Infidelidad / Deslealtad
Lista 1: No tolerarías mentiras ni infidelidad. Lista 2: Reconoces haber sido infiel. Lista 3 (implícito): Tener expectativas altas y luego sentir la caída suele estar ligada a idealizar a alguien que no es leal como esperabas.
Coincidencia: la infidelidad aparece como herida, error propio y límite, lo que indica que es un núcleo sensible no resuelto del todo.
2. Distancia emocional /
Falta de lugar
Lista 2: Ser distante, frío, no darle tiempo a la relación. Lista 3: Aceptar que no te dan lugar, que te ocultan, que no te priorizan.
Coincidencia fuerte: lo que no das o retiras, luego lo aceptas del otro. Es un espejo claro. 3. Expectativas altas / Idealización
Lista 3: Te lastimas al poner muchas expectativas y luego sentir la falla.
Lista 1 (indirecto): Exigir honestidad, igualdad y no violencia muestra un ideal de relación muy claro.
Lista 2 (indirecto): La infidelidad y la distancia suelen aparecer cuando la realidad no alcanza ese ideal.
Coincidencia: una tensión constante entre ideal y realidad, que termina en decepción.
4. Responsabilidad afectiva Lista 1: Exiges división equitativa de responsabilidades. Lista 2: Reconoces no haber cuidado la relación. Lista 3: Te lastimas aceptando vínculos desequilibrados.
Síntesis metacentral: Lo que se repite con más fuerza en las tres listas es: Deslealtad Distancia emocional Desequilibrio afectivo Idealización seguida de decepción En términos más profundos: no es solo “lo que el otro hace”, sino cómo toleras, reproduces o anticipas eso mismo dentro de la relación. Patrones repetido.
La idea de los criterios conscientes no es moralizar ni prometer “no volver a sufrir”, sino sacar el vínculo del automatismo. Pasar de repetir a elegir.
1. Criterio de coherencia, no de promesa Antes tolerabas mentiras o ambigüedades esperando que “con el tiempo cambie”. Criterio consciente: no crees en discursos, solo en conductas sostenidas. Si dice que quiere algo serio, observa si te da lugar, si te nombra, si está disponible. La incoherencia temprana ya no se negocia ni se explica.
Regla interna: lo que no
aparece en los hechos, no existe.
Es como el arte de adobar las carnes, sino tiene un buen proceso de maceración (número de horas exacto) con los debidos ingredientes, entonces el resultado no será óptimo.
2. Criterio de presencia afectiva El patrón muestra distancia: tú la dabas, tú la aceptabas. Criterio consciente: la relación debe sentirse presente, no solo intensa. Tiempo real compartido. Interés activo. Continuidad emocional.
Si notas que empiezas a enfriarte para no sentir, o a esperar migajas, paras y nombras lo que pasa, o te vas…
HOJA
DE RUTA EN EL SEGUNDO PLANO
Criterio de simetría Aquí
está el punto vedántico, si quieres verlo así: cuando el vínculo no es espejo,
es ilusión. ¿Das más de lo que recibes? ¿Esperas más de lo que la otra persona
puede o quiere dar?
Criterio consciente: no sostienes relaciones donde la balanza siempre cae del mismo lado, aunque haya química o deseo.
4. Criterio de expectativa revisada Tu herida no es amar mucho, es idealizar rápido. No proyectas futuro sin evidencia. No completas con fantasía lo que el otro no muestra.
Regla clara: la expectativa crece al ritmo de la realidad, no del deseo.
5. Criterio de autotraición Este es el más importante. Antes te lastimabas aceptando lo que ya sabías que dolía.
Criterio consciente: el dolor que se repite ya no es destino, es aviso. Si algo te incomoda y lo callas, te estás dejando. Si algo te duele y lo justificas, te estás abandonando.
La relación termina primero
adentro, no afuera. Toda muestra de abandono es carencia de amor propio, debes
trabajar en ello.
Cierre Cuando estos
criterios están claros, no te vuelves más frío: te vuelves más lúcido. Y la
lucidez —como diría un viejo texto vedántico— no evita el amor, evita la
ilusión que lo destruye.
El siguiente paso es aprender a detectar el patrón antes de que se vuelva vínculo, cuando todavía hay deseo pero no dependencia. Ahí es donde se gana o se pierde todo.
1. Las señales aparecen temprano, no tarde.
El error habitual es creer
que “aún es pronto para evaluar”. No. El patrón siempre avisa en los primeros
meses.
Observa: Respuestas intermitentes. Presencia intensa un día y desaparición al siguiente. Ambigüedad sobre el lugar que ocupas.
Si eso te genera ansiedad y lo normalizas, el patrón ya empezó.
2. Tu cuerpo detecta antes que tu mente Antes
de la decepción hay incomodidad. Tensión al escribir.
Miedo a decir lo que necesitas. Sensación de estar “esperando algo”.
Criterio: si el cuerpo se
contrae, no racionalices. El cuerpo no idealiza.
3. El test de la demanda mínima No se trata de exigir, sino de pedir algo básico y observar. Ejemplos: Pedir claridad. Pedir tiempo. Pedir coherencia. Si la otra persona: Minimiza, Se ofende, Te hace sentir exagerado,
No es amor: es evitación.
4. El punto donde antes te traicionabas. Aquí aparece el nudo. Antes: “Esto me duele, pero voy a aguantar”. Ahora: “Esto me duele, voy a decirlo una vez”. Si después de decirlo nada cambia, el criterio se activa: te retiras sin drama, sin castigo, sin explicación excesiva.
5. El duelo temprano (el más difícil y el más sano) Cortar temprano duele más al ego, pero menos al alma. No esperas pruebas definitivas. No necesitas que el otro sea “el malo”. Te basta con ver que no es simétrico. Esto es madurez afectiva: elegir paz antes que intensidad.
El patrón se rompe cuando:
Detectas la señal. Nombras el límite. Te retiras sin negociar tu dignidad. No
es frialdad. Es respeto por tu energía. Si quieres, el próximo paso puede ser
qué tipo de personas suelen activar tu patrón y por qué te atraen, para
desmontar eso desde la raíz. Esos son los filtros gruesos.
Por ejemplo: nunca más violencia en mi vida. Eso implica asumir un juramento interno, un compromiso consciente de no repetir el pasado. No es rigidez, es lealtad con tu propia vida. Cuando ese compromiso existe, ya no hay negociación posible.
Si tú has puesto como filtro “no quiero violencia” y aparece el príncipe azul o la princesa de tus sueños, pero observas que esa persona maltrata a un mesero, a un taxista o a alguien en posición vulnerable, ese vínculo se descarta de inmediato. ¿Por qué? Porque así como esa persona trata a quien tiene debajo, así tratará a quien tenga cerca.
El día que le des permiso para entrar a tu intimidad, ese mismo patrón se activará contigo. Si luego esa persona se justifica diciendo: “no fue para tanto, solo fue con el mesero”, y tú lo crees, empieza el autoengaño.
En ese punto ya no falló el otro: fallaste tú en respetar tu propio filtro. Cuando alguien no pasa un filtro grueso, puede ser muchas cosas: amiga intelectual, amigo artística, colega laboral, conocido interesante. O alguien para visitarla dos veces al año.
Pero no es seleccionable para construir una relación de pareja. Los filtros gruesos no están para castigar al otro, están para proteger tu historia.
Diagnóstico total del patrón vincular El patrón que se repite en tus relaciones de pareja no se reduce a “mala suerte” ni a errores aislados, sino a una dinámica estructural donde se cruzan idealización, autoexigencia y autoabandono.
1. Lo que ya no permites (límites externos) A partir de la revisión consciente de tus vínculos anteriores, se definen filtros gruesos innegociables:
Mentiras. Infidelidad. Falta de división equitativa de responsabilidades afectivas y prácticas. Conductas agresivas. Cualquier forma de violencia. Rechazo psíquico: desvalorización de tu mundo interior y creativo (por ejemplo, que incomode o desagrade verte pintar).
Rechazo físico persistente: incompatibilidades corporales que impidan el contacto o la intimidad (alergias u otras reacciones).
Estos filtros no son castigos hacia el otro, sino actos de lealtad contigo mismo. Cuando uno de ellos se rompe, el vínculo se descarta de inmediato como proyecto de pareja, aunque pueda existir atracción, admiración o afinidad intelectual.
2. Lo que reconoces que no volverás a hacer (límites internos) El diagnóstico también incluye una revisión honesta de tu propia conducta: Ser distante o emocionalmente frío. Ser infiel. No darle tiempo ni presencia real a la relación. Aquí aparece un punto central: lo que antes retirabas del vínculo, luego lo tolerabas cuando venía del otro. Ese doble movimiento reforzó relaciones desequilibradas.
3. La forma en que te lastimas dentro de la relación (autoabandono) El daño más profundo no siempre vino del otro, sino de lo que aceptabas: Permanecer donde no te daban lugar. Aceptar ser ocultado o no reconocido.
Construir expectativas altas sobre personas que no mostraban coherencia. A esto se suma ahora un elemento decisivo: quedarte en vínculos donde tu identidad debía reducirse para no incomodar.
Cuando tu expresión creativa, corporal o simbólica no es bienvenida, lo que se rechaza no es un rasgo aislado, sino tu forma de estar en el mundo.
4. El núcleo del patrón El patrón central puede formularse así: Intentar construir intimidad con personas que no podían —o no querían— habitar tu mundo emocional, creativo y vital. Eso generó idealización inicial, desequilibrio progresivo y decepción final.
5. Criterio de salida del patrón El diagnóstico total concluye en una nueva brújula vincular: No buscas intensidad sin presencia. No negocias tu identidad para ser amado. No confundes atracción con compatibilidad existencial. Quien no pasa los filtros gruesos tiene que ser descartado como lo detallé anteriormente.
Este no es un cierre defensivo, sino un acto de lucidez afectiva: elegir relaciones donde no tengas que desaparecer para permanecer.
El pintor volvió a casa sin la arcilla, y sin el manuscrito. Colgó los cuadros otra vez. Algunos quedaron vacíos. Otros respiraron por primera vez.
Comprendió que amar no era adaptarse hasta desaparecer, ni viajar al pasado para explicarlo todo.
Amar era no esconder la
mirada para permanecer.
Y la casa, por fin, sostuvo
las imágenes.
Y a pesar que las preguntas
de ese manuscrito coincidían tanto con su vida que no quiso poseerlo, era como
si un temor indecible le negara la posibilidad para enfrentar su propio
destino. Era como si un amigo te envíe pronósticos sobre tu futuro tan real que
solo tu sabes que son ciertos y sin que tengas las fuerzas suficientes para
enfrentarlo, prefieres no mirar esa realidad, por que lo real , como la verdad,
siempre es chocante, y nadie en el fondo quiere saber la verdad.
Pero en el medio de la
negación y esa huida donde en cierta forma puede reflejar cierta inteligencia
emocional, era prácticamente todo lo contrario, cero enfrentamiento. Y a pesar
de esa debilidad, en sus interiores de negación empezaron en aflorar otra clase
de preguntas, quizás a nivel psiquiátrico:
Cuando estás a solas y no hay estímulos externos, ¿qué estado te habita con mayor frecuencia: quietud, vacío, tristeza o agitación?
―¿Hay actividades que antes te sostenían y hoy realizas solo por inercia o ya no realizas en absoluto?
—¿Tus ideas fluyen con continuidad o se fragmentan en bucles que regresan, aun cuando intentas apartarlos?
—¿Has vivido momentos en los que el mundo parece perder consistencia, como si estuvieras observándolo desde fuera o desde muy lejos?
—¿Tiendes a permanecer en situaciones que te deterioran por miedo al vacío que podría dejar su ausencia?
El bibliotecario apareció como un fantasma dentro de su casa vacía del pintor, no explica nada después.
Solo observa el silencio que
queda tras cada respuesta.
Ahí —no en las palabras—
empieza el verdadero diagnóstico.
—Si mañana despertaras sin
el dolor que hoy te define,
¿seguirías reconociéndote
como tú
o sentirías que algo
esencial te fue arrebatado?
El bibliotecario no levanta
la mirada al hacerla.
Sabe que no es una pregunta
para ser respondida en voz alta.
Es una grieta:
si el sujeto duda, el viaje
comienza;
si responde rápido, todavía
no está listo.
Esa pregunta no busca verdad
clínica, busca desmontar la identidad construida alrededor del sufrimiento más
allá del ego.
El pintor no levantó la vista.
Pasó la página como quien no busca confirmación. ‹‹Era como sentir la fragancia
de las verduras sobre la cacerola al
fuego››. Acompaña las carnes de canela
china, salsa de ostión y abundante azúcar para acaramelar las carnes. Solo
oliendo te dabas cuenta en qué grado está de cocción, incluso de sabor.
—Cuando alguien sale
perjudicado por una decisión tuya —dijo—, ¿qué queda en ti después: algo que
pesa… o nada que permanezca?
Dejó un silencio
incómodo, breve. No dijo nada.
—¿Te has sorprendido
alguna vez diciendo una mentira sin necesidad, no para protegerte ni para
ganar, sino porque era posible?
Acomodó un libro
torcido, con cuidado excesivo. No dijo nada.
—Cuando alguien
deposita en ti una confianza profunda, ¿qué ves ahí: un lazo… o una ventaja?
No lo miró al hacer la siguiente. No dijo
nada.
—¿Has hecho daño
alguna vez sintiendo que estaba justificado, o peor aún, que no merecía ser
pensado?
Por último, cerró
el cuaderno. No dijo nada.
—Si no existieran
normas, ni testigos, ni consecuencias visibles, ¿crees que seguirías siendo el
mismo?
El bibliotecario
no añadió nada.
Sabía que esas preguntas no revelan a quien responde,
sino a quien no siente la necesidad de responderlas.
Las respuestas estaban en los gestos, porque las palabras muchas veces
enmascaran la verdad en el mundo real…
Es como alguien que se
esmera en regalarte una noche hermosa y, al amanecer, te dice adiós sin peso ni
memoria ni remordimiento; un uso silencioso del otro, un despotismo, y una
escalofriante frialdad a nivel psicopática (falta de empatía, manipulación, frialdad
emocional) , donde todo acto de afecto o bondad pasa desapercibido y no deja huella, ni
gratitud, más que un simple adiós.
Y esa indiferencia enormemente psicopática pasa desapercibida para que esa persona viva así siempre mientras que el otro, simplemente se distancie en caso que tenga amor propio.
Pero luego de la primera alucinación que el pintor tuvo sobre la revelación del bibliotecario en su departamento. Estaba descubriendo poco a poco que si encontraba distinto al departamento era debido a que él no había regresado a su departamento, simplemente se había quedado en ese pueblo agreste de las montañas deambulando tratando de colgar sus cuadros sobre los árboles o las montañas que él estaba imaginando.


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