Siempre he dicho que el final
es una de las partes más importantes de todo, incluso en las antologías, libros
de cuentos, poemarios, obras de teatro. En el final está el sello que marcará
la obra según mi apreciación. Para mi está el inicio y el final. Por
ejemplo el año pasado cuando edité la primera
antología de literatura peruana 2O16. El primer texto es de un escritor que
luego de la edición obtuvo un premio muy importante en el Perú. Estamos
hablando del escritor Juan Cavero y ese mismo libro editado el que sella con un final es por la poetisa Natali Celio. Aquí va la selección de
finales cuyo aporte nos permitirá revisar de nuevo ciertas obras con más
detenimiento.
Toda buena historia merece un buen final. Algunos autores consideran que los finales de los libros son lo de menos, sin embargo hay libros muy interesantes que echan a perder buena parte de la historia con un mal final.
Terminar suele ser una obligación; terminar bien, un difícil arte, incluso para reflexionar nuestras propias vidas.
1. El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde
En el suelo, vestido de etiqueta, y con un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver de un hombre mayor,muy consumido, lleno de arrugas y con un rostro repugnante. Sólo lo reconocieron cuando examinaron las sortijas que llevaba en los dedos.
2. Rebelión en la granja - George Orwell
Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.
4. Cien años de soledad - Gabriel García Márquez
Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
5. Don Quijote de la Mancha - Miguel de Cervantes
Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que, por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale.
6. El principito - Antoine de Saint-Exupéry
Examínenlo atentamente para que sepan reconocerlo, si algún día, viajando por África cruzan el desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha regresado. ¡No me dejen tan triste!
7. Lo que el viento se llevó - Margaret Mitchell
"Pensaré en todo esto mañana, en Tara. Allí me será más fácil soportarlo. Sí, mañana pensaré en el medio de convercer a Rhett. Después de todo, mañana será otro día".
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.8. 1984 - George Orwell
Amaba al Gran Hermano.
9. Alicía en el país de las maravillas - Lewis Carrol
Por último, imaginó cómo sería , en el futuro, esta pequeña hermana suya, cómo sería Alicia cuando se convirtiera en una mujer. Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo de los años , el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y que reuniría a su alrededor a otros chiquillos, y haría brillar los ojos de los pequeños al contarles un cuento extraño, quizás este mismo sueño del País de las Maravillas que había tenido años atrás; y que Alicía sentiría las pequeñas tristezas y se alegraría con los ingenuos goces de los chiquillos, recordando su propia infancia y los felices días del verano.
10. Crónica de una muerte anunciada - Gabriel García Márquez
Santiago Nazar la reconoció.-Que me mataron, niña Wene- dijo.Tropezó con el último escalón, pero se incorporó de inmediato. ‘Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas’, me dijo mi tía Wene. Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de bruces en la cocina.”
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