miércoles, 18 de septiembre de 2024

Un cuento sobre el ENDOESQUELETO T800. | Cuento de Enrico Diaz Bernuy | 2024

Un cuento sobre el  ENDOESQUELETO

T800

La ciudad se adormecía bajo el manto del atardecer, como una vela que pierde su llama, al roce del aire, el aire que carga nuestros recuerdos, en una ciudad teñida grisáceamente de una habitualidad por lo superficial, la gente falsa, el rose de los interesados. Y en aquella tarde de Lima con su habitual melancolía gris, esa que tiñe las calles de la ciudad, con una especie de nostalgia por cosas que todos soñábamos pero que nadie vivía. La ciudad se adormecía y estábamos adormecidos, sedados… 

Nadie vivía la honestidad,  ni afectos sinceros, hasta que un día;  tres hombres, desconocidos entre sí hasta ese día, se encontraron bajo el mismo techo, en la inauguración de una galería en el centro del distrito de Miraflores.

Eran diferentes en muchos aspectos, pero compartían un vínculo invisible, tejido por el arte, (cierto arte), “el coleccionismo”, y el deseo de poseer algo más que simples objetos: querían poseer fragmentos de historia, (el anhelo).

Lucio estaba allí por puro azar. Mientras caminaba por el centro buscando un lugar donde refugiarse de la llovizna, se topó con la galería. En el escaparate brillaba la última colección de figuras de edición limitada, detalladas hasta la perfección, juguetes que parecían salidos de una película de ciencia ficción, pero que estaban hechos para ser apreciados como Arte.

Él no dudó en entrar porque se sintió identificado porque aquellos artículos para él eran algo familiar. El arte en términos de “algo familiar” creo que esa sensación,  ya era una “revolución”.

Cabe señalar que el Pop Art, movimiento que irrumpió en el arte contemporáneo con su vibrante uso del color y su desdén por las jerarquías tradicionales de lo estético, ha dejado una impronta indeleble en la cultura moderna, especialmente en la industria de los juguetes de colección. Juguetes como los "Hot Toys", NECA, entre otros… con sus detalles cromados y colores encendidos, representan la evolución de esta estética popular hacia una forma de arte poco accesible pero coleccionable. Hoy en día, así como en el pasado se coleccionaban esculturas y pinturas, adultos y jóvenes encuentran en estos objetos una vía de inversión y entretenimiento, de lo que probablemente sea así, reafirmar el legado cultural del Pop Art en una era digital y cada vez, más digital.

Sin embargo, en esta era en donde los cuadros o las esculturas ya no tienen el mismo miramiento que antes, ese espacio es ocupado por otra clase de coleccionismo u otra clase de inversión…

Joaquín, por otro lado, lo había planeado desde hacía meses. Había oído hablar de la exposición, y estaba seguro de que allí, encontraría la pieza que añadiría a su ya considerable colección. Para él, coleccionar no era solo un pasatiempo, era una inversión calculada. Cada figura que compraba aumentaba de valor con el tiempo, y él, como un experto en el mercado de este nuevo camino del arte, sabía cuándo y dónde hacer la oferta perfecta.

Finalmente, estaba Álvaro, el más joven de los tres. Su conexión con el arte y el coleccionismo había comenzado como un escape. De niño, había sido fascinado por las figuras de acción que veía en las tiendas de San Isidro. Ahora, de adulto, sus intereses habían evolucionado hacia las piezas de alta gama. No lo hacía por el dinero, sino por la pura satisfacción de poseer objetos que, para él, representaban pequeñas cápsulas de perfección, pequeñas muestras materializadas sobre el recuerdo, seguramente le traían buenos recuerdos sobre su niñez, una niñez que él quería tener presente.

El destino los había reunido en ese espacio, y aunque ninguno lo sabía aún, el azar jugaría su papel de formas imprevisibles.  Una vez dentro de la galería, Lucio se sorprendió al ver que no era el único fascinado por las figuras expuestas. A su lado, dos hombres parecían estudiar cada pieza con minuciosidad. El ambiente estaba impregnado de una calma tensa, como si cada uno de ellos estuviera evaluando las piezas no solo por su valor estético, sino por su potencial como inversión.

"Es una belleza, ¿no lo crees?", dijo Joaquín, acercándose a una figura cromada, inspirada en un clásico del cine. Terminator T800. Era el tipo de juguete de colección que, en otro tiempo, habría sido objeto de deseo infantil, pero ahora estaba reservado para adultos con conocimientos del mercado, vientres voluminosos y especialmente; de bolsillos generosos. "Estas piezas solo se aprecian con el tiempo."

De lo que ahorita me trae recuerdos en vincular al Pop Art, nacido a mediados del siglo XX, fue mucho más que una corriente artística pasajera. Fue una revolución estética que desdibujó las fronteras entre el arte culto y la cultura popular, alzando a la categoría de obras maestras imágenes y objetos cotidianos. Este movimiento, liderado por figuras como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Claes Oldenburg entre otros… transformó la percepción de lo que podía considerarse arte.

En lugar de exaltar lo sublime, el Pop Art abrazó lo frívolo,  desde las latas de sopa Campbell hasta los cómics, reflejando el espíritu consumista y la estética visual del momento y su respectivo “culto por vivir el instante”, “la cultura de lo efímero”… Sin embargo, esa propuesta triunfó (así va nuestra humanidad).

Hoy, en un mundo donde el arte se consume de formas cada vez más diversas, la herencia del Pop Art es visible en industrias que trascienden lo tradicionalmente considerado artístico. Una de ellas es la industria de los juguetes de colección, particularmente aquellos de alto valor, como los "Hot Toys", Neca, entre otras… Estas figuras, detalladas al extremo, reflejan el estilo vibrante y cromático del Pop Art, acercando el arte a las masas de una manera que resuena profundamente con las sensibilidades contemporáneas.

Donde muchas veces lo que prima es la  inversión y aprecio estético, evocando los mismos principios que guiaron al Pop Art en su momento de auge. Sin duda, aunque no siempre se trata del valor monetario, a veces es solo la perfección de la obra lo que importa", —respondió Álvaro—, sin despegar la vista de una figura de un superhéroe en pleno vuelo, cuyas tonalidades artificiales  evocaban los colores audaces del Pop Art. "Este tipo de coleccionables, por mucho que valgan, para mí son pequeñas joyas de nostalgia." —Sostuvo con determinación—, pero todos sabíamos que siempre había cierto intereses monetario, como si una parte de la niñez se hubiera desvirtuado. Sin embargo, aun persistía un tono de niñez y eso debía rescatarse.

Lucio, que hasta entonces había permanecido en silencio, se acercó a la conversación. "Para algunos será nostalgia, para otros,  “Arte”, pero en el fondo, todos estamos aquí porque sabemos que el valor de estas piezas solo crece con el tiempo. Es un mercado que se parece mucho al del arte, donde cada obra se convierte en una inversión." Es como si el mundo se hubiera puesto de acuerdo; para desplazar a los escultores de antaño , y así,  para dar paso a las reproducciones con el término “escala”. Las reproducciones de edición limitada, numeradas,  y hasta a veces firmadas como si se tratara de una verdadera micro escultura de colorinche y de impecables trazos. 

Donde se reproducían incluso hasta los poros de la piel. Muñecos de treinta centímetros de altura cuyo costo es de mil trescientos  dólares, por unidad. Por su puesto que con ese precio, cada uno de esos artículos vienen numerados y con documentos, casi como si se tratara de una obra de arte, o quizás estamos frente a las nuevas obras de arte… (¿?)

La conversación fluía de manera natural, y entre palabras compartidas, los tres hombres comenzaron a hablar de sus propias colecciones. Lucio tenía una modesta selección de figuras de acción antiguas, piezas de una infancia que nunca se había permitido olvidar. Tendrá sus motivos, seguramente llenos de gratitud…

Joaquín, se dedicaba a vender piezas similares (era comerciante) y por su parte, era un veterano en el mundo de las subastas de arte y coleccionables especialmente de carritos batimoviles.

Álvaro, el arquitecto y aunque joven, había dedicado años a reunir una colección de alta gama, con ediciones limitadas que eran la envidia de cualquier amante de los Transformers Prime y vínculos con la Cultura Geek.

Y dada su afición tan marcada terminó estudiando diseño gráfico para terminar especializándose en las impresiones en 3d.  Él era un enterado en el tema, eso es seguro. El azar los había juntado, pero pronto el interés por las mis piezas iba a separarlos. Tampoco puedo olvidar el olor del plástico flamante, mezclado con el de las alfombras y ese particular champo que le ponen… construía en sí un perfume atrayente. En aquel ambiente lleno de cristales como si se tratara de pequeños altares, que solo te invitaban al silencio, y  a contemplar. Y eso, de estar callado te invitaba en detener el dialogo interno, eso es una buena señal.

El evento continuaba, y en la sala principal, una pieza especial se destacaba entre las demás: una figura única de un personaje icónico, el T800 (¡!),  (endoesqueleto hiperrealista).  Con detalles cromados que recordaban las tonalidades estridentes y brillantes del pop art de Warhol. Era una pieza única, la joya de la exposición, y los tres lo sabían. Era el viejo lanzamiento en los años 2023 y 2024 que fue comercializado fascículo a fascículo prácticamente en todo Sudamérica, hoy completamente descatalogado.

"Esta es la clase de figura que no solo apreciará en valor, sino que será recordada como un hito en el mundo del coleccionismo", —comentó Joaquín—, casi para sí mismo, aunque Lucio y Álvaro lo escuchaban atentamente.

"Sería un honor tenerla en mi colección", —dijo Álvaro—, con una sonrisa algo temerosa, como si ya presintiera que esa pieza estaba fuera de su alcance. De lo cual, le trajo ciertos recuerdos de su infancia en la que anhelaba ciertos juguetes y no los obtenía.  Él sentía que la vida le hacía vivir, de nuevo, como si fuera un bucle en donde, el elemento neutro, de su condición matemática lo hacía radicar en un limbo.

Lucio observó el intercambio con una  sonrisa de poca soltura, tímida o llena de dudas. Sabía que esa pieza, era el tipo de inversión, que cualquier coleccionista serio,  desearía. Él también la quería, pero entendía que el verdadero juego no estaba solo en desearla, sino en poseer el poder económico y la estrategia para obtenerla. Era un tema de estrategia.

La contemplación por esta clase de artículos era un motivo para dar pausa a burlarse de los demás, un alto a la hipocresía y a los interesados. Su afición silenciosa por esas pequeñas esculturas plásticas en ediciones numeradas eran un motivo para el silencio y estar sentado, eso era bastante… Y esta clase de cosas, a veces en tiempos de pandemia o tiempos de soledad, estas aficiones son de ayuda.

Cuando la subasta informal comenzó, el ambiente en la sala se tensó. Primero, fueron las ofertas moderadas, pequeñas sumas que parecían más actos de cortesía que verdaderas propuestas. Sin embargo, la tensión creció rápidamente cuando Joaquín, con la seguridad de un experto, hizo una oferta considerable.

Y si se trata de consideraciones, tenemos que recordar que el pop art surge en un contexto en donde  los medios de comunicación masivos comenzaban a dominar el imaginario colectivo. La estética de este movimiento se basaba en una reinterpretación de los elementos más comunes y banales de la vida cotidiana, como la publicidad, los productos de consumo masivo (enlatados entre otros) y por su puesto; las celebridades.

Andy Warhol, una de sus figuras más representativas, sintetizó esta idea cuando dijo: “Todo el mundo debería ser famoso por 15 minutos”. Esta afirmación encapsula el sentido de transitoriedad y superficialidad que caracterizó al Pop Art, pero también su poder para convertir lo efímero en algo duradero e icónico.

El uso de colores ensendidos y técnicas como la serigrafía fue un recurso fundamental en la creación de estas obras, otorgando a imágenes comunes un estatus de arte elevado. Colores encendidos y composiciones repetitivas no solo rompían con las normas del arte convencional, sino que también hacían un guiño a la sociedad de consumo en la que el arte estaba inmerso. 

De esta forma, el Pop Art "democratizó" el arte, haciendo que lo que antes se consideraba exclusivo del ámbito "cultural elevado" y aunque fuera poco accesible económicamente, pero comprensible en el campo intelectual para las masas, eso hay que reconocerlo. Sin embargo, ahora entre las ediciones limitadas o los coleccionables,  incluso hasta por fascículos, es como si ocurriera un fenómeno similar...

Sin duda, el mercado del nuevo arte haba dado un giro. Veo que la democratización económica duro cierto tiempo nomas… 

—"Diez mil soles", anunció con voz firme. —Fue su sentencia—. 

Álvaro y Lucio intercambiaron miradas. Era una suma alta, pero no fuera de lo común en este tipo de piezas. Álvaro, con determinación, elevó la oferta. 

—"Quince mil", dijo, aunque su tono dejaba entrever que estaba empezando a cruzar un límite incómodo. Lucio, que hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante. "Veinte mil." La sala quedó en silencio por un momento. Joaquín frunció el ceño. Había subestimado a sus compañeros de galería, pero no iba a dejarse vencer tan fácilmente. "Treinta mil", replicó con una seguridad que casi desafiaba a los otros dos.  

El rostro de Álvaro palideció. Sabía que no podía seguir subiendo la apuesta sin arriesgar su estabilidad financiera. Para él, esta era más que una batalla por una figura, era un desafío personal.

Sentía que debía demostrar algo, pero la lógica comenzaba a imponerse. Lucio, en cambio, estaba calculando cada movimiento. Sabía que la pieza tenía un valor simbólico, pero también sabía que su estrategia no podía basarse solo en la pasión. Dejó que la tensión aumentara y decidió retirarse en el momento justo, no sin antes lanzar una última mirada a sus contrincantes. 

Era el momento de demostrar su valía como hombre frente a la actitud a cuando uno no tiene nada, o su humildad cuando uno lo tiene todo. En esos instantes él no tenía lo suficiente.


—"Me retiro", dijo con serenidad, aunque sus ojos seguían fijos en la figura como si ya la hubiera poseído en su mente. O como si se estuviera haciéndose una promesa silenciosa y secreta, hacia él mismo.

 Joaquín sonrió triunfante. La pieza sería suya, y aunque el precio había sido alto, sabía que esa inversión se recuperaría con creces en el futuro.

Álvaro, aunque decepcionado, se consoló pensando que habría otras oportunidades…, otros momentos en los que podría demostrar su valía como coleccionista, porque en ese camino, el recorrido es de toda “una vida”. Apenas comprendía que la paciencia era la primera lección de ser un verdadero coleccionista.

 Enrico Diaz Bernuy

 


jueves, 5 de septiembre de 2024

Relato Breve | La ingeniería de las cadenas | de Enrico Diaz Bernuy

                                                 LA  INGENIERÍA
                  DE LAS CADENAS



Las ilusiones son peligrosas, no tienen defectos. 

Billy Wilder


Sin frutos, y al mediodía, el árbol de naranjo se mantenía en su lugar, como una antigua guardia de recuerdos. En medio de esta escena, Ciro alcanzó una conciencia que jamás había deseado, pero la distancia parecía la única manera de preservar su salud mental.   —Hablo del árbol de naranjo—.

Los días transcurrían, y con ellos, mensajes intrusivos llegaban a las puertas de su mente. Aparentemente, su vida se reconstruía a diario, pero en realidad, Ciro recorría un sendero interminable, donde las piedras se agrupaban en los oscuros meandros de su memoria, formando un todo complejo y abrumador.

 El árbol de naranjo, real en el jardín de su casa, simbolizaba la primera juventud de su mamá. Sus troncos rugosos y ásperos eran como marcas de un pasado distante.  Para Ciro, sin embargo, el árbol era una fuente de una nostalgia agotadora, reflejando la ausencia y los años perdidos más que cualquier vitalidad. (meditar en el pasado era vampirizante).

A punto de cumplir los 13 años, el reloj invisible en la mente de Ciro parecía a punto de estallar. Cada tic era un recordatorio de su fragilidad, manteniéndolo despierto en un estado de ansiedad constante. Anhelaba regresar a sus 12 años, a un tiempo de inocencia antes de que las responsabilidades sumado a  las sombras, se volvieran una carga pesada y en el medio de esa consistencia, él temblaba.

En su aldea, la tradición dictaba que a partir de los 13 años, los niños debían dejar de serlo. Esta costumbre, lejos de ser un rito de madurez, era una cadena mental que aprisionaba a todos. Aunque su origen no tenga tintes que enaltezcan  la condición humana, Ciro comprendía que escapar de ella requería enfrentar su peso.

Provenía de una familia numerosa: seis hermanos varones y cuatro hermanas. Como el menor, no tenía mucho valor para ellos. El hijo mayor cargaba con la mayor responsabilidad; si fracasaba, todo se derrumbaba. En su familia, el primogénito era casi una figura divina, mientras que los demás vivían en la sombra de su éxito o fracaso.

Ciro, la última sombra en esta jerarquía, guardaba silencio introspectivo. Nadie imaginaba que, a su corta edad, ya había experimentado un profundo despertar espiritual. Comprendía que su familia, atrapada en deseos insatisfechos y frustraciones, estaba perdida, encerrada en una jaula mental. Aunque las puertas de esa jaula estaban abiertas, nadie se atrevía a cruzarlas, por que nadie sabía que la jaula tenían puertas.

Mientras lidiaba con el torbellino de deseos truncos a su alrededor, Ciro decidió convertirse en el héroe de sí mismo. Su guía no sería su mente ansiosa, sino su inteligencia y su intuición. Entendió que las emociones de sus hermanos, sus frustraciones y deseos no cumplidos, (un anhelo profundo por alcanzar reconocimientos) eran las cadenas invisibles que los esclavizaban. Ciro dejó de sentir lástima por ellos y comprendió que esas cadenas eran poderosas, aunque invisibles.

El aroma del naranjo lo envolvía, dulce y cítrico, un recordatorio de lo efímero y hermoso. Pero esas fragancias también eran engañosas, como las sombras proyectadas por sus hermanos. La hipocresía, la falsedad y la lujuria por el poder y los objetos los habían devorado a ellos, y también a él. Debido a que él no podía expresar esta clase de males, sencillamente,  logró en Ciro un enjambre cuyas confesiones solo terminaban en el mismo destino; vivir  lo más lejos de ellos.

A pesar de sus 12 años, algo en él comenzaba a latir con fuerza. En medio de la oscuridad, encontró una motivación para buscar la luz y la redención. Aunque su entorno estaba lleno de personas con habilidades demoníacas, Ciro hallaba en esa oscuridad la inspiración para buscar la claridad y la liberación para él y su familia.
Las mentiras de sus hermanos eran como redes llenas de peces agrios y malolientes, cuyo único destino parecía ser un festín amargo. Este banquete marino, con su sabor áspero y ácido, prometía una exaltación pasajera, pero pronto hundía a quien lo probaba en un subsuelo de espinas y arenas movedizas. Era como esa jaula mencionada antes, con puertas abiertas, pero de la cual nadie podía escapar… excepto Ciro.

Caminando por el sendero de piedras, y con una soledad aparentemente profunda, sumido en los meandros oscuros de su memoria, fue entonces cuando la vio. Una joven de mirada serena lo observaba desde la distancia, como si siempre hubiera estado allí, esperándolo o buscándolo… Sus ojos claros, alargados y penetrantes parecían ver más allá de lo visible.


“Sabes, Ciro”, —le dijo con voz suave, “la cadena de la lujuria por los objetos y el tormento de un deseo frustrado, (el más vil de todos), es lo que ha atrapado a tus hermanos. Esa cadena los arrastra hacia una furia, (una furia doble). De esa ira brota la ilusión total, y de la ilusión, la niebla de la confusión en la memoria (merma la inteligencia). Y todo esto es como finas hierbas que flotan sobre un pantano, engañan, sugiriendo un jardín… Cuando la memoria se desvanece, la inteligencia se pierde; y al perderse la razón, el alma se precipita al lodazal de la existencia, un pantano engañosamente cubierto por esas hierbas.”
Ciro, al escuchar sus palabras, recordó a sus hermanos y padres, cada uno de sus rostros venía a su memoria, la conmiseración lo invadió. Comprendió que todos estaban atrapados en esa danza amarga de deseos, pero de deseos no resueltos. Pero ahora, con las palabras de la joven resonando en su interior, la niebla se disipaba.

La joven sonrió con dulzura y, con la misma sutileza con la que apareció, desapareció como un susurro felino. Ciro, iluminado por esta nueva verdad, entendió que la jaula siempre había tenido las puertas abiertas. Dio un paso más allá, aceptando que su vida había estado marcada por una libertad que siempre estuvo allí, aunque no la percibiera.  Finalmente, cruzó la puerta hacia un destino nuevo, libre de las sombras de la jaula, aunque sus puertas siempre estuvieran abiertas para aquellos que encuentren la liberación con tan solo decir una palabra.

 

  Enrico Diaz Bernuy

 

lunes, 19 de agosto de 2024

The Rain Song !!!!!!!!!



Por Robert Plant

Esta es la primavera de mi amor / la segunda estación que conoceré/ eres la luz del sol que me hace crecer / cuando antes sentía tan poco calor / no es difícil sentirme brillar / estuve observando el fuego que tanto crece / Oh…/ Este es el verano de mis sonrisas/ huyan de mi guardianes de las tinieblas Háblame solo con tus ojos / Es a ti a quien entrego esta canción / No es tan difícil reconocer / estas cosas se nos vuelven claras de cuando en cuando / Hey!  /He sentido el frío de mi invierno / Nunca pensé que te pudieras marchar / Maldije las tinieblas que se posaron sobre nosotros / Pero sé que te amo tanto / Oh pero se que te amo tanto / Estas son las estaciones de la emoción / y como el viento viene y se va / Esta es la maravilla de la devoción / veo la antorcha que  todos debemos portar / Este es el misterio del cociente / Oh sobre nosotros debe caer una pequeña lluvia / Solo una pequeña lluvia …

 Cuanto más se aleja una sociedad de la verdad, más odiará a los que la dicen...


George Orwell

Cuento | EL GRAN ROBO A LA BIBLIOTECA NACIONAL DE PERÚ | Autor: Enrico Diaz Bernuy

  

 Por Enrico Diaz Bernuy

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El gran robo a la Biblioteca

Nacional de Perú

Moldeamos nuestras vidas, y luego nuestras

 vidas nos moldean a nosotros.

Churchill

Todos tenemos nuestros demonios, no en vano estamos aquí, con este libre albedrío, para negociar con nuestras fieras, o para que ellas hagan “negocio de nosotros”, o para que logremos sobreponernos a todo. ¿Y qué significa sobreponerse a todo? Es difícil de expresarlo; imagina lo complicado que sería hacerlo.

Como casi siempre, las últimas opciones tienen pocas probabilidades de éxito, y nadie trasciende este estado mundano. Lo más común es encontrarse con amigos que son como Barrabás, otros que evocan a Kurt Cobain o Henry Miller. Hay Barrabases por todas partes, dentro y fuera del colegio; es el ciudadano común. Algunos Cobain después de trabajar se ponen su disfraz de Cobain, otros Barrabases después de ser exitosos gerentes se quitan su disfraz de Barrabas y son muy sociables en los clubes, (las máscaras se imponen).

Estableciendo que lo habitual es emular a Cobain o Baudelaire o Barrabases (el camino fácil), la vida pone a prueba nuestra resistencia frente a nuestros sutiles intentos de suicidio: el suicidio del pensamiento, el profundo deseo de olvidarlo todo, o a todos. Ahí nos encontramos con el libre albedrío con el que vinimos a este mundo para conquistarnos a nosotros mismos, ese es el tema teórico, pero como de teorías nadie vive, la realidad es otra: los hechos.

Por ello, casi nadie triunfa en esta cabalgata, aunque el intento sea tácito; todos lo perciben. Al final, cada uno es distinto, pero todos terminan como una mala copia al carbón, dejando un sinsabor, una sutil desilusión que se lleva en lo más profundo de uno mismo, y que repercute de alguna forma. Estos elementos fueron los que Alex empezó a experimentar a temprana edad. Con el tiempo, las experiencias se repiten con ciertos matices, pero de alguna manera revelan un ciclo con un tono de rigurosidad…

Es como cuando lees un libro a los 17 años y, después de 10 años, lo vuelves a leer, y entiendes algo diferente, algo que nunca habías percibido. Es una experiencia que puede llenarte de “gratitud o de desilusión”. Así que, ten cuidado cuando te impresione algún joven escritor; quizás dentro de unos años, al leer ese mismo libro, solo te provoque desarrollar buen humor o un agudo y entusiasta sentido por el “raje”.

Así pretendo esclarecer la percepción de Alex: sus confinamientos, sus extravíos, sus esperanzas y su malsana decisión de entregarse a la bebida. Sin embargo, de alguna manera, su mentalidad se había vuelto evidentemente lógica. Aunque jamás se expresaba de forma frívola, empezó a sentirse con la desesperación por encontrar pocas oportunidades laborales, lo que lo llevó a una sensación de desesperanza absoluta.

Y en medio de esta desolación, su fuerza empezó a atraer a su vida a amigos que ya estaban habituados a sobrevivir sin actividades laborales conocidas, sujetos que se dedicaban a delinquir. Sin embargo, este camino resultó ser más duro que cualquier trabajo para Alex.

Adusto, con un corte de pelo rapado por los costados y una engañosa contextura delgada, caminaba medio encorvado, pero con una resistencia física tal que, cuando se ponía a correr después de haber sustraído alguno de esos teléfonos móviles que solía hurtar, las paredes se volvían árboles y el suelo encementado, se transformaba en un jardín áspero y blando, en que él se volvía más rápido que un leopardo.

De pronto, esas calles se convertían en una selva, y él creía ser algo parecido a un rey. Pero no lo era. De acuerdo con la fantasía de la “selva de cemento” y su equivocada “autopercepción como rey”, solo lo conducía a recordar que todo, todo, quizás sea una obra de teatro. Y en esa obra, siempre hay alguien que escribe el rol de los personajes, pero él no era ese escritor.

En medio de esta fantasía dantesca, quizás comenzó con el oficio que provenía de sus padres: actores callejeros. Gente rudimentaria, pero genuina, de buen corazón y excelente sentido del humor, sin embargo, de intelecto limitado debido a la falta de una adecuada formación en valores y principios morales. Esta escasez, originó desconocer ciertos límites que no se debían traspasar. Alex cruzó varios límites y terminó rodeado de ciertas amistades, conocidos como la "gentita fina".

A pesar de su habitual cautela, le gustaba exteriorizar tintes de poseer otra esencia (su alter ego), y esa otra esencia lo llevó a rodearse de los amigos indicados para sus nuevos rumbos: delinquir. Probablemente, esa otra esencia era su verdadera naturaleza.

Todo comenzó con pequeños atracos a quioscos, robando mercadería; luego, asaltó bodegas y, a medida que escalaba, se dio cuenta de que para continuar necesitaba armas largas, fusiles, etc. Fue entonces cuando se encontró con otra frustración: la falta de armamento le negaba las posibilidades de seguir en ese camino.

Un día, en el bar "Los Martillos" —llamado así porque los dueños eran los hermanos Martínez, quienes habían pasado dos generaciones al frente de una cantina legendaria, conocida como anfiteatro de ciertos asesinatos y grandes tertulias donde se reunían escritores de todas las categorías—, Alex tomó conciencia de una realidad diversa. En contraste con los actores, los escritores exhibían una personalidad más reservada.

Aunque Alex venía de una familia de actores, personas de una timidez inherente que se transformaban en “volcánicamente extrovertidos” mediante la acción corporal, los escritores representaban la contraparte. Mientras los actores se destacaban por su habilidad para expresar emociones de manera enérgica y física, los escritores recurrían al poder del verbo para manifestar sus sentimientos y opiniones. Mediante el uso del lenguaje, lanzaban indirectas y traiciones, reflejando rencillas o frustraciones.

El cultivo del arte verbal les otorgaba la capacidad de difamar, exagerar e incluso inventar palabras que solo ellos comprendían, mostrando así una pretensión evidente. Tenían una lengua destinada para “el raje”, una forma sutil y compleja de confrontación verbal que contrastaba con la expresividad más directa de los actores.

Por otro lado, estaban los músicos, quienes eran insuperables en bohemia, prolongando las reuniones hasta el amanecer, y más allá. Como si, en el fondo, hubiera un espíritu suicida que los unía.

Parecía que coqueteaban con la muerte, mostrando un deseo de que sus historias terminaran de una vez. Mientras que otros, con cierto sadismo, querían vivir más, aunque sus vidas fueran un infierno: un infierno con sus mujeres, sus padres, sus hermanos, o hasta con los vecinos.

Pero antes de hablar del infierno, deberíamos situarnos primero, especialmente en la capacidad neuronal propia. La capacidad neuronal no solo se refleja en la habilidad para solucionar dificultades, sino en la neuroplasticidad: "el poder de cambiar". En algunos casos, la gente no cambia sus vidas, no porque no quieran, —sino porque no pueden—. Debido a que esa carencia se debía a un tema genético, traumatológico o por el consumo de alguna sustancia…

Aunque Alex se encontraba en el centro de esos pequeños mundos, con sus respectivas “jefaturas, cuarteles o patrullas”, algo verdaderamente delirante o infantil; conceptos que, en términos vedánticos, no se alejaban en absoluto de la esencia |shudra o s͞udra| algo que, para los entendidos, no puede generar otra cosa que, lástima.

A pesar de todo, Alex se dio cuenta de que estos mundos no le servirían de mucho para planear un futuro atraco. Sin embargo, sus pasos lo habían llevado por malos caminos, el hecho de estar en ese bar reflejaba algo que en esos momentos no podía definir con claridad. Fue en una de esas visitas al legendario bar cuando, de forma involuntaria, escuchó una conversación inusual entre un poeta que siempre iba con corbata y un artesano que también era escultor.

Yo considero que Alex, al permanecer en ese bar y sentirse atraído por esas personas, reflejaba en cierta medida un nivel óptimo en su neuroplasticidad. Esta flexibilidad mental le permitía adaptarse a entornos distintos y encontrar en ellos un espacio de comodidad, incluso cuando sus amigos de fechorías ya lo habían abandonado; ellos preferían ir a bares donde había mujeres y música más actual. En contraste, el bar "Los Martillos" era un lugar donde simplemente no había música de fondo y rara vez se veía alguna mujer.

Aun así, Alex había encontrado familiaridad en ese ambiente; cada mesa, con sus parroquianos, ponía sus teléfonos móviles para acompañarse con música, lo que en conjunto creaba un ruido ensordecedor. Sin embargo, de alguna forma, este caos sonoro lo hacía sentir como en su antiguo hogar, cuando sus padres aún vivían juntos.

A pesar de que todo ese pasado quedó para él como fotografías en blanco y negro, todos los personajes de aquellas escenas eran entusiastas e impulsivos como una película muda llena de gestos y emociones intensas. Sin embargo, la vida de Alex había tomado un giro más oscuro, y ahora las imágenes en su mente se teñían de sombras y tintes de desesperanza.


La conversación que escuchó en el bar aquella noche despertó algo en su interior. Hablaban sobre el "Malleus Maleficarum" o "Martillo de las Brujas". que, según decían, se encontraba la primera edición guardado en vitrina  en la Biblioteca Nacional de Perú. Un obra valiosa de estudio, tanto histórica como económicamente, que había sobrevivido a los incendios y saqueos que arrasaron con gran parte del patrimonio cultural del país en épocas pasadas. Alex, aunque no lo admitiera, siempre había sentido una atracción por los libros, un vestigio de su infancia, cuando su madre le leía historias antes de dormir.

Esa noche, mientras el poeta y el escultor seguían hablando, Alex empezó a trazar un plan. Si lograba robar ese manuscrito, no solo conseguiría dinero para escapar de su vida actual, sino que también obtendría un tipo de redención personal. Una forma de demostrar, aunque fuera solo para él mismo, que aún quedaba algo en que podía destacarse, el robo.

El plan era simple en su concepto, pero requería precisión en su ejecución. Durante las siguientes semanas, Alex observó la Biblioteca Nacional, sus horarios, y sus pocos guardias, y por medio de la investigación por internet, se enteró de la existencia de un túnel subterráneo, construido hace décadas, que conectaba la biblioteca con un edificio cercano de estilo afrancesado con enormes tallados y alegorías que remitían a un  esplendor cultural y olvidado por la mayoría.

El día del robo, Alex se adentró en el túnel con una linterna y una mochila vacía. Mientras avanzaba, el aire se volvía más denso y el silencio era abrumador. Al llegar a la biblioteca, el túnel desembocaba en una sala de archivos antiguos, polvorientos y llenos de historias olvidadas. Con manos temblorosas, buscó entre las estanterías hasta encontrar el manuscrito del que tanto había oído hablar.

Lo sostuvo en sus manos, sintiendo el peso de la historia, el olor de esas páginas y una energía especial que no podía definir y por un momento, dudó. 

¿Estaré haciendo lo correcto? —Se lo dijo en sus adentros.

Sabía que lo que estaba a punto de hacer era ilegal y moralmente cuestionable, pero el deseo de escapar de su vida actual era demasiado fuerte. Con el corazón acelerado, guardó el libro en su mochila y regresó por el túnel.

Al salir, fue recibido por la oscuridad grisácea  de la noche limeña. Caminó rápidamente hacia su refugio, un pequeño departamento que se encontraba a dos cuadras de la plaza Italia, donde ya lo esperaban los intermediarios que le darían el dinero a cambio del manuscrito. Sin embargo, algo en su interior cambió al entregar el libro. Sentía que había traicionado algo más que las leyes del hombre; había traicionado la esencia de lo que alguna vez fue su niñez.

El dinero en sus manos no le trajo la satisfacción que había imaginado. Era un papel frío, sin vida, carente de la calidez y profundidad que había sentido al sostener el manuscrito. En su interior, algo se rompió definitivamente. Se dio cuenta de que, a pesar de su robo exitoso, había perdido algo mucho más valioso: su último vestigio de humanidad, su última conexión con su infancia y los sueños que alguna vez tuvo.

Alex, con el dinero en su bolsillo y un vacío en su alma, decidió desaparecer. Salió de Lima y nunca más se supo de él. Algunos dicen que terminó sus días en un pequeño pueblo, lejos de todo, viviendo en una soledad autoimpuesta, castigándose por un crimen que iba más allá del robo de un libro. Otros creen que encontró una forma de redimirse, devolviendo en secreto el manuscrito a la Biblioteca Nacional, sabiendo que era su único acto de justicia hacia sí mismo y hacia la memoria de su madre.

Sea cual fuere la verdad, el nombre de Alex se desvaneció con el tiempo, pero el manuscrito que robó, ese pedazo de historia, sigue siendo parte de la Biblioteca Nacional de Perú, un testimonio silencioso de una vida llena de errores y arrepentimientos, de un hombre que intentó escapar de sus demonios, solo para darse cuenta de que los llevaba consigo.

Y así, la historia de Alex se convirtió en una más, en esa larga lista de historias perdidas en el tiempo, dejando tras de sí solo un eco de lo que alguna vez fue, un eco que aún resuena en las paredes de la Biblioteca Nacional, recordándonos que la vida, como la historia, es frágil y llena de decisiones que nos marcan para siempre.  Siempre.

 

 

 

 

 

viernes, 9 de agosto de 2024

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Querido público de este espacio literario, quiero compartir mediante esta red social la grata noticia sobre las victorias y luchas de mi amado hijo y sus catorce añitos.  
Luego de ocho meses en el polideportivo, ahora nos encontramos en una nueva etapa con el camino trazado, y acompañado de nuevos profesores. Un trayecto que abrazo como su más fiel seguidor y consejero, vivo esta etapa al lado de mi amado hijo. Aunque a veces me distancio por temas circunstanciales, a veces soy como un águila que siempre lo observa ,.pendiente , pendiente, de cada uno de sus esfuerzos, luchas y logros. No existe bendición en mi vida que se compare con la dicha de contemplar sus alegrías.






 

miércoles, 7 de agosto de 2024

 

 

“Nunca llegarás a tu destino si te detienes a 

tirarle piedras a cualquier perro que ladre”.

martes, 30 de julio de 2024

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Tiempo devorador, embota las garras del león y haz que la tierra devore a su propia dulce prole, arranca los dientes afilados de las mandíbulas del feroz tigre y quema al fénix longevo en su sangre

W. Shakespeare 


sábado, 27 de julio de 2024

Relato breve de Enrico Diaz Bernuy. 2024 | Los sentimientos de Leonardo Dávila y sus futuras canciones

           Los sentimientos de Leonardo Dávila y sus futuras canciones

 

  En este negocio hasta que no crean que eres 

un monstruo, no eres una estrella.

Bette Davis

 

Todo comenzó con una racha de buenas conversaciones, pero el problema de estas experiencias es que al final te dejan con esa sensación similar a cuando visitas la tienda más bonita ¡y no compras en absoluto! Todo queda en la nada. Ya sea porque todo es demasiado caro, no encuentras algo de tu talla, o simplemente esos muebles no encajan en tu departamento.

Leonardo reflexionó que el divisionismo  (exitencia de grupos artisticos o literarios) su fragmentarismo en innumerables partes indican que en el arte y la literatura estamos en uno de los peores momentos. A pesar de las herramientas tecnológicas y los medios de comunicación digitales que todo el mundo maneja, parece que son instrumentos que de alguna manera han contribuido a desvirtuar la esencia del arte.

También tuvo que admitir que el exhibicionismo y el asumir roles que no corresponden al artista, como sustentar teóricamente una obra o persuadir a la gente de que se ha creado una pieza maravillosa o incluso una obra maestra, resulta en un escenario deplorable. Sentados, rodeados de aduladores, y aun así la estrella del show con una mirada insatisfecha, es sin duda un espectáculo decadente, un esperpento.

Luego se aferran a la ideología del "estilo", como si toda obra girara en torno a ello. Si aún no se han dado cuenta, crear un estilo es lo más sencillo del mundo. Imagínate que le dices a un pintor que a partir de ahora todos los cuadros que haga, en lugar de usar un pincel de cerdas, utilice una esponja que tiene un clavo en el medio. Y que solo se dedique a pintar cucarachas o piedritas de mar. Pues bien, el resultado es que tendremos a alguien con estilo. Entre la esponja y el clavo arañando a todos los lienzos por igual, inmediatamente sale una línea, un estilo. Pregunto, ¿crees que alguno de esos cuadros podría garantizar una profundidad de contenido? ¿Una obra maestra? Ya sabemos que no, pero intenta hacerle entender eso a un sujeto que se cree un dios y sabe muy poco de arte.

Se creen dioses porque tienen dinero para seguir exponiendo o publicando. No quieren aceptar que cuando fallezcan, lo cual será pronto o tarde pero siempre ocurrirá, no serán recordados ni siquiera por la vecina que vive al lado. O como decía Calderón de la Barca: "La muerte siempre es segura y temprana y no perdona a ninguno."

Pero la gente no quiere escuchar sobre la ley universal de la impermanencia, ya sea de su teñido cabello, su bonita nariz o su mirada profunda, pero opaca. O visitar una mal llamada "feria del libro" donde tienes que pagar para entrar. Con esa política no extrañaría que cuando llegue el Día de la Madre, se establezca que tienes pagar entrada para visitar a tu mamá. Es un culto encubierto a la decadencia, y es algo aplastante el mal gusto...

Prefiere pararse en el puente de algún río, ¡qué poético es eso!, o estar en medio de las multitudes donde todos se empujan, se rozan, se frotan y el olor a fritura de pollo impregna todo y despierta el apetito, una experiencia efímera —pero intensa—. Tan fugaz como el ronroneo de un gato y su impecabilidad.

Leonardo también sostuvo: "La pose triunfa", siempre lo ha hecho y siempre lo hará, y como Leonardo no habla para triunfadores con pose, por eso no tiene reparos. Decir estas cosas no está destinado a los grandes conferencistas; sé que decir la verdad, o su verdad, o ser sincero no es algo vendible (ser sincero no tiene pose). Pero nadie quiere encontrarse con las cosas reales, la gente quiere algo bien armado, bien maquillado. Se creen muy liberales y revolucionarios y cuando lees un libro de ellos, es evidente lo excesivamente asesorados que se encuentran. El artificialismo es evidente. No usan la palabra "terrorismo", usan "conflicto interno". Es como si te dijeran con la mirada: "cuéntame una buena historia aunque no sea real, pero que sea una buena historia".

Pero en esa época Leonardo tenía una amiga que estaba a cargo de representar una editorial y sus lazos de amistad hacia ella aún eran vigentes, por lo tanto no podía decirle todas estas cosas. A nadie le gusta ser aguafiestas. Al fin y al cabo, su amiga se había hecho más amiga de la esposa de Leonardo que de él, eso le quedó claro o quizás nunca fue realmente su amiga. Al menos eso es algo que no había visto antes. Muchos amigos de Leonardo le habían presentado a sus mujeres y Leonardo jamás se había hecho más amigo de sus esposas que de ellos. Es evidente un tinte gris, ciudad gris y cielo gris... pero en fin, la amistad no se ruega pero sí te deja en evidencia cómo son las cosas en estos aspectos de la vida social de estos mundos...

Inmediatez, superficialidad y brevedad en cada escenario, algo que no encontrarás en la magnífica obra maestra de la música "Parsifal" de Wagner o "Dazed and Confused" de Led Zeppelin, o en cualquiera de los versos del gran Dante.

No en vano medio salón lo tachó de insolente y a la vez de insignificante. Lo que ellos no sabían es que a cualquiera de ellos podía romperle las muelas, pero tenía que seguir fingiendo como un hombre de paz, un hombre de perfil bajo. Además, ya bastantes problemas familiares tenía en esa época. Su suerte con las mujeres no quería cambiar por nada del mundo. Pero a pesar de todo, una ex enamorada daba lo que sea por pasar un día completo con él. Mientras que otra ex quería verlo herido físicamente.

Probablemente ambas tenían razones válidas y, como siempre, el culpable de todo era él y aquella juventud que no siempre le sacó logros debido a que a veces son las circunstancias.

Por lo tanto, si en la juventud no estás guiado, las circunstancias forjan tu camino. Es también una cuestión de asociación (el entorno). Reflexionando sobre estas influencias, Leonardo recordaba una conversación con un viejo amigo, quien le habló sobre las enseñanzas del vedantismo. Según esta filosofía hindú, existen los "Tres Modos de la Naturaleza Material" que influyen en nuestra conciencia y acciones.

  1. Sattva (Bondad): Características: Pureza, conocimiento, armonía, equilibrio y felicidad. Efectos: Cuando predomina sattva, las personas son serenas, sabias y comprensivas. Están apegadas al conocimiento y a la verdad.
  2. Rajas (Pasión): Características: Actividad, energía, deseo, ambición y agitación. Efectos: Cuando predomina rajas, las personas son activas y ambiciosas, pero también ansiosas y con deseos insaciables. Están apegadas a los frutos de sus acciones y al placer.
  3. Tamas (Ignorancia): Características: Oscuridad, inercia, pereza, confusión y letargo. Efectos: Cuando predomina tamas, las personas son indolentes, ignorantes y desorientadas. Están apegadas a la negligencia, la inacción y la ilusión.

Leonardo tenía toda la apariencia de estar en la categoría de la naturaleza (rajas) "naturaleza de la pasión". Además, se dio cuenta de que estas tres condiciones innatas de nuestra existencia podrían explicar muchos de los comportamientos y situaciones que observaba a su alrededor. Aunque no tenía un conocimiento profundo de estas enseñanzas, la idea de que la vida estaba influenciada por estos modos le ofrecía una nueva perspectiva para entender sus propias experiencias y las de quienes lo rodeaban.

Sin duda, las tres condiciones innatas de nuestra existencia están destinadas a influir en nuestras vidas hasta que logremos trascenderlas. Sin embargo, Leonardo  tenía el conocimiento pero no la "seguridad" ni la perspectiva para concebir estas ideas (es un tema de conciencia).

Fue a través de nuestras conversaciones que nos conocimos mejor. Él, que era mi profesor en la universidad, y yo, su alumno, aprovechamos esa conexión para profundizar en nuestras vidas. Esta relación me permitió conocer a sus hijas, escuchar más de su historia y, juntos, concebimos la idea de una nueva escuela piloto sobre "el cultivo de sentimientos", a la que llamamos "El jardín de las canciones".

Enrico Díaz Bernuy