Un cuento sobre el ENDOESQUELETO
T800
La ciudad se adormecía bajo el manto del atardecer,
como una vela que pierde su llama, al roce del aire, el aire que carga nuestros
recuerdos, en una ciudad teñida grisáceamente de una habitualidad por lo
superficial, la gente falsa, el rose de los interesados. Y en aquella tarde
de Lima con su habitual melancolía gris, esa que tiñe las calles de la
ciudad, con una especie de nostalgia por cosas que todos soñábamos pero que
nadie vivía. La ciudad se adormecía y estábamos adormecidos, sedados…
Nadie vivía la honestidad, ni afectos
sinceros, hasta que un día; tres hombres, desconocidos entre sí
hasta ese día, se encontraron bajo el mismo techo, en la inauguración de una
galería en el centro del distrito de Miraflores.
Eran diferentes en muchos aspectos, pero compartían
un vínculo invisible, tejido por el arte, (cierto arte), “el coleccionismo”, y
el deseo de poseer algo más que simples objetos: querían poseer fragmentos de
historia, (el anhelo).
Lucio estaba allí por puro azar. Mientras caminaba
por el centro buscando un lugar donde refugiarse de la llovizna, se topó con la
galería. En el escaparate brillaba la última colección de figuras de edición
limitada, detalladas hasta la perfección, juguetes que parecían salidos de una
película de ciencia ficción, pero que estaban hechos para ser apreciados como
Arte.
Él no dudó en entrar porque se sintió identificado
porque aquellos artículos para él eran algo familiar. El arte en términos
de “algo familiar” creo que esa sensación, ya era una “revolución”.
Cabe señalar que el Pop Art, movimiento que
irrumpió en el arte contemporáneo con su vibrante uso del color y su desdén por
las jerarquías tradicionales de lo estético, ha dejado una impronta indeleble
en la cultura moderna, especialmente en la industria de los juguetes de
colección. Juguetes como los "Hot Toys", NECA, entre otros… con sus
detalles cromados y colores encendidos, representan la evolución de esta
estética popular hacia una forma de arte poco accesible pero coleccionable. Hoy
en día, así como en el pasado se coleccionaban esculturas y pinturas, adultos y
jóvenes encuentran en estos objetos una vía de inversión y entretenimiento, de
lo que probablemente sea así, reafirmar el legado cultural del Pop Art en una
era digital y cada vez, más digital.
Sin embargo, en esta era en donde los cuadros o las
esculturas ya no tienen el mismo miramiento que antes, ese espacio es ocupado
por otra clase de coleccionismo u otra clase de inversión…
Joaquín, por otro lado, lo había planeado desde
hacía meses. Había oído hablar de la exposición, y estaba seguro de que allí,
encontraría la pieza que añadiría a su ya considerable colección. Para él, coleccionar
no era solo un pasatiempo, era una inversión calculada. Cada figura que
compraba aumentaba de valor con el tiempo, y él, como un experto en el mercado
de este nuevo camino del arte, sabía cuándo y dónde hacer la oferta perfecta.
Finalmente, estaba Álvaro, el más joven de los
tres. Su conexión con el arte y el coleccionismo había comenzado como un
escape. De niño, había sido fascinado por las figuras de acción que veía en las
tiendas de San Isidro. Ahora, de adulto, sus intereses habían evolucionado hacia
las piezas de alta gama. No lo hacía por el dinero, sino por la pura
satisfacción de poseer objetos que, para él, representaban pequeñas cápsulas de
perfección, pequeñas muestras materializadas sobre el recuerdo, seguramente le
traían buenos recuerdos sobre su niñez, una niñez que él quería tener presente.
El destino los había reunido en ese espacio, y
aunque ninguno lo sabía aún, el azar jugaría su papel de formas
imprevisibles. Una vez dentro de la galería, Lucio se sorprendió al
ver que no era el único fascinado por las figuras expuestas. A su lado, dos
hombres parecían estudiar cada pieza con minuciosidad. El ambiente estaba
impregnado de una calma tensa, como si cada uno de ellos estuviera evaluando
las piezas no solo por su valor estético, sino por su potencial como inversión.
"Es una belleza, ¿no lo crees?", dijo
Joaquín, acercándose a una figura cromada, inspirada en un clásico del cine.
Terminator T800. Era el tipo de juguete de colección que, en otro tiempo,
habría sido objeto de deseo infantil, pero ahora estaba reservado para adultos
con conocimientos del mercado, vientres voluminosos y especialmente; de
bolsillos generosos. "Estas piezas solo se aprecian con el tiempo."
De lo que ahorita me trae recuerdos en vincular al
Pop Art, nacido a mediados del siglo XX, fue mucho más que una corriente
artística pasajera. Fue una revolución estética que desdibujó las fronteras
entre el arte culto y la cultura popular, alzando a la categoría de obras
maestras imágenes y objetos cotidianos. Este movimiento, liderado por figuras
como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Claes Oldenburg entre otros… transformó la
percepción de lo que podía considerarse arte.
En lugar de exaltar lo sublime, el Pop Art abrazó
lo frívolo, desde las latas de sopa Campbell hasta los cómics,
reflejando el espíritu consumista y la estética visual del momento y su
respectivo “culto por vivir el instante”, “la cultura de lo efímero”… Sin
embargo, esa propuesta triunfó (así va nuestra humanidad).
Hoy, en un mundo donde el arte se consume de formas
cada vez más diversas, la herencia del Pop Art es visible en industrias que
trascienden lo tradicionalmente considerado artístico. Una de ellas es la
industria de los juguetes de colección, particularmente aquellos de alto valor,
como los "Hot Toys", Neca, entre otras… Estas figuras, detalladas al
extremo, reflejan el estilo vibrante y cromático del Pop Art, acercando el arte
a las masas de una manera que resuena profundamente con las sensibilidades
contemporáneas.
Donde muchas veces lo que prima es
la inversión y aprecio estético, evocando los mismos principios que
guiaron al Pop Art en su momento de auge. Sin duda, aunque no siempre se trata
del valor monetario, a veces es solo la perfección de la obra lo que
importa", —respondió Álvaro—, sin despegar la vista de una figura de un
superhéroe en pleno vuelo, cuyas tonalidades artificiales evocaban
los colores audaces del Pop Art. "Este tipo de coleccionables, por mucho
que valgan, para mí son pequeñas joyas de nostalgia." —Sostuvo con
determinación—, pero todos sabíamos que siempre había cierto intereses
monetario, como si una parte de la niñez se hubiera desvirtuado. Sin embargo,
aun persistía un tono de niñez y eso debía rescatarse.
Lucio, que hasta entonces había permanecido en
silencio, se acercó a la conversación. "Para algunos será nostalgia, para
otros, “Arte”, pero en el fondo, todos estamos aquí porque sabemos
que el valor de estas piezas solo crece con el tiempo. Es un mercado que se
parece mucho al del arte, donde cada obra se convierte en una inversión."
Es como si el mundo se hubiera puesto de acuerdo; para desplazar a los
escultores de antaño , y así, para dar paso a las reproducciones con
el término “escala”. Las reproducciones de edición limitada, numeradas, y
hasta a veces firmadas como si se tratara de una verdadera micro escultura de
colorinche y de impecables trazos.
Donde se reproducían incluso hasta los poros de la
piel. Muñecos de treinta centímetros de altura cuyo costo es de mil
trescientos dólares, por unidad. Por su puesto que con ese precio,
cada uno de esos artículos vienen numerados y con documentos, casi como si se
tratara de una obra de arte, o quizás estamos frente a las nuevas obras de
arte… (¿?)
La conversación fluía de manera natural, y entre
palabras compartidas, los tres hombres comenzaron a hablar de sus propias
colecciones. Lucio tenía una modesta selección de figuras de acción antiguas,
piezas de una infancia que nunca se había permitido olvidar. Tendrá sus
motivos, seguramente llenos de gratitud…
Joaquín, se dedicaba a vender piezas similares (era
comerciante) y por su parte, era un veterano en el mundo de las subastas de
arte y coleccionables especialmente de carritos batimoviles.
Álvaro, el arquitecto y aunque joven, había
dedicado años a reunir una colección de alta gama, con ediciones limitadas que
eran la envidia de cualquier amante de los Transformers Prime y vínculos con la
Cultura Geek.
Y dada su afición tan marcada terminó estudiando
diseño gráfico para terminar especializándose en las impresiones en
3d. Él era un enterado en el tema, eso es seguro. El azar los había
juntado, pero pronto el interés por las mis piezas iba a separarlos. Tampoco
puedo olvidar el olor del plástico flamante, mezclado con el de las alfombras y
ese particular champo que le ponen… construía en sí un perfume atrayente. En
aquel ambiente lleno de cristales como si se tratara de pequeños altares, que
solo te invitaban al silencio, y a
contemplar. Y eso, de estar callado te invitaba en detener el dialogo interno,
eso es una buena señal.
El evento continuaba, y en la sala principal, una pieza especial se destacaba entre las demás: una figura única de un personaje icónico, el T800 (¡!), (endoesqueleto hiperrealista). Con detalles cromados que recordaban las tonalidades estridentes y brillantes del pop art de Warhol. Era una pieza única, la joya de la exposición, y los tres lo sabían. Era el viejo lanzamiento en los años 2023 y 2024 que fue comercializado fascículo a fascículo prácticamente en todo Sudamérica, hoy completamente descatalogado.
"Esta es la clase de figura que no solo
apreciará en valor, sino que será recordada como un hito en el mundo del
coleccionismo", —comentó Joaquín—, casi para sí mismo, aunque Lucio y
Álvaro lo escuchaban atentamente.
"Sería un honor tenerla en mi colección",
—dijo Álvaro—, con una sonrisa algo temerosa, como si ya presintiera que esa
pieza estaba fuera de su alcance. De lo cual, le trajo ciertos recuerdos de su
infancia en la que anhelaba ciertos juguetes y no los obtenía. Él sentía que la vida le hacía vivir, de nuevo,
como si fuera un bucle en donde, el elemento neutro, de su condición matemática
lo hacía radicar en un limbo.
Lucio observó el intercambio con
una sonrisa de poca soltura, tímida o llena de dudas. Sabía que esa
pieza, era el tipo de inversión, que cualquier coleccionista serio,
desearía. Él también la quería, pero entendía que el verdadero juego no estaba
solo en desearla, sino en poseer el poder económico y la estrategia para
obtenerla. Era un tema de estrategia.
La contemplación por esta clase de artículos era un
motivo para dar pausa a burlarse de los demás, un alto a la hipocresía y a los
interesados. Su afición silenciosa por esas pequeñas esculturas plásticas en
ediciones numeradas eran un motivo para el silencio y estar sentado, eso era
bastante… Y esta clase de cosas, a veces en tiempos de pandemia o tiempos de
soledad, estas aficiones son de ayuda.
Cuando la subasta informal comenzó, el ambiente en
la sala se tensó. Primero, fueron las ofertas moderadas, pequeñas sumas que
parecían más actos de cortesía que verdaderas propuestas. Sin embargo, la
tensión creció rápidamente cuando Joaquín, con la seguridad de un experto, hizo
una oferta considerable.
Y si se trata de consideraciones, tenemos que
recordar que el pop art surge en un contexto en donde los medios de
comunicación masivos comenzaban a dominar el imaginario colectivo. La estética
de este movimiento se basaba en una reinterpretación de los elementos más
comunes y banales de la vida cotidiana, como la publicidad, los productos de
consumo masivo (enlatados entre otros) y por su puesto; las celebridades.
Andy Warhol, una de sus figuras más
representativas, sintetizó esta idea cuando dijo: “Todo el mundo
debería ser famoso por 15 minutos”. Esta afirmación encapsula el
sentido de transitoriedad y superficialidad que caracterizó al Pop Art, pero
también su poder para convertir lo efímero en algo duradero e icónico.
El uso de colores ensendidos y técnicas como la
serigrafía fue un recurso fundamental en la creación de estas obras, otorgando
a imágenes comunes un estatus de arte elevado. Colores encendidos y
composiciones repetitivas no solo rompían con las normas del arte convencional,
sino que también hacían un guiño a la sociedad de consumo en la que el arte
estaba inmerso.
De esta forma, el Pop Art "democratizó"
el arte, haciendo que lo que antes se consideraba exclusivo del ámbito
"cultural elevado" y aunque fuera poco accesible económicamente, pero
comprensible en el campo intelectual para las masas, eso hay que reconocerlo.
Sin embargo, ahora entre las ediciones limitadas o los coleccionables,
incluso hasta por fascículos, es como si ocurriera un fenómeno similar...
Sin duda, el mercado del nuevo arte haba dado un
giro. Veo que la democratización económica duro cierto tiempo nomas…
—"Diez mil soles", anunció con voz firme.
—Fue su sentencia—.
Álvaro y Lucio intercambiaron miradas. Era una suma
alta, pero no fuera de lo común en este tipo de piezas. Álvaro, con
determinación, elevó la oferta.
—"Quince mil", dijo, aunque su tono
dejaba entrever que estaba empezando a cruzar un límite incómodo. Lucio, que
hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante. "Veinte
mil." La sala quedó en silencio por un momento. Joaquín frunció el ceño.
Había subestimado a sus compañeros de galería, pero no iba a dejarse vencer tan
fácilmente. "Treinta mil", replicó con una seguridad que casi
desafiaba a los otros dos.
El rostro de Álvaro palideció. Sabía que no podía
seguir subiendo la apuesta sin arriesgar su estabilidad financiera. Para él,
esta era más que una batalla por una figura, era un desafío personal.
Sentía que debía demostrar algo, pero la lógica
comenzaba a imponerse. Lucio, en cambio, estaba calculando cada movimiento.
Sabía que la pieza tenía un valor simbólico, pero también sabía que su
estrategia no podía basarse solo en la pasión. Dejó que la tensión aumentara y
decidió retirarse en el momento justo, no sin antes lanzar una última mirada a
sus contrincantes.
Era el momento de demostrar su valía como hombre
frente a la actitud a cuando uno no tiene nada, o su humildad cuando uno lo
tiene todo. En esos instantes él no tenía lo suficiente.
—"Me retiro", dijo con serenidad, aunque sus ojos seguían fijos en la
figura como si ya la hubiera poseído en su mente. O como si se estuviera
haciéndose una promesa silenciosa y secreta, hacia él mismo.
Joaquín sonrió triunfante. La pieza sería
suya, y aunque el precio había sido alto, sabía que esa inversión se
recuperaría con creces en el futuro.
Álvaro, aunque decepcionado, se consoló pensando
que habría otras oportunidades…, otros momentos en los que podría demostrar su
valía como coleccionista, porque en ese camino, el recorrido es de toda “una
vida”. Apenas comprendía que la paciencia era la primera lección de ser un
verdadero coleccionista.
Enrico Diaz Bernuy