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sábado, 18 de septiembre de 2021

John Cage !!!

 ¿Dónde comemos? ¿Qué comemos?

John Cage


Traducción y estudio introductorio de Francisco Deco
Granada, Editorial Universidad de Granada, 2020


por Álvaro Muñoz Robledano

Cage



Es imposible acostumbrarse a John Cage, y ese es, quizás, su mayor atractivo. No recuerdo esfuerzos mayores alrededor de la imprevisibilidad que los suyos, desde los objetos que enturbian el sonido del piano a los famosos, incómodos e interminables cuatro minutos y treinta y tres segundos en los que se consigue (yo asistí a una interpretación) una reacción nerviosa que la racionalización no consigue mitigar. Recuerdo especialmente la música que logró frotando hojas secas con un delicado tallo. Y reconozco seguir obsesionado con Waterwalk, aquella incursión en el ruido temático que mostró en la adocenada televisión de los años cincuenta.

Imprevisibilidad a borbotones es lo que he encontrado en los dos textos que este libro reúne. El primero, que da título al volumen, es una suerte de diario deshilachado por el que desfilan, sin orden temporal ni causal, los episodios de comida que Cage vivió con la compañía de Merce Cunningham durante las diversas giras que efectuaron por Europa y Estados Unidos. No hay recetas, no hay verdaderas descripciones de platos, ni descubrimientos, ni argumentaciones. N siquiera hay muchas setas. Lo que percibo es la búsqueda de un ritmo secreto capaz de unir la cotidianeidad con el momento expresivo, bailarines atracándose de hamburguesas en una parada de carreteras o iniciando la coreografía con el sabor del guiso en el paladar; la ruptura del cristal que separa el suceso laboral del suceso artístico, no en aras de la continuidad, de la armonía, sino de la intromisión, del inicio de la dialéctica.

El texto que completa el libro, Diario: cómo mejorar el mundo (solo conseguirás empeorarlo) 1965, incide en la acumulación caótica de los materiales, aunque en esta ocasión se aprecia un elemento de interioridad, si bien es cierto que no exploratoria, y un esfuerzo por no establecer pautas de organización exteriores. Mezcolanza de lo leído y lo escuchado, lo presentido y lo casi olvidado, de tipografías y tonos, el fantasma del viejo Pound aún caracolea por estas páginas, aunque Cage no pretenda fijar las palabras de la tribu, sino disgregarlas en un experimento de sonido sin (no) sentido.

Quizás eso sea la música.