De Richard Ridley
Es difícil saber cuándo algo se ha terminado. Algunos invitados no saben cual es el momento más apropiado para irse de una fiesta. Algunas personas no saben cómo poner punto final a una relación. Y algunos escritores no saben cómo terminar un capítulo. El último ejemplo es, quizá, el más sorprendente.
¿Cómo se termina un capítulo? Para responder a esta pregunta, primero hay que determinar qué es un capítulo. Un capítulo es un paso adelante. Incluso si se trata de un flashback, el único propósito de un capítulo es avanzar en la trama o desvelar un componente importante de una (o varias) de las verdaderas naturalezas de los personajes. En cada capítulo, hay que proporcionar al lector una revelación que le impulse a seguir leyendo. Articular un capítulo es complicado porque se tiene que conseguir un resultado satisfactorio de manera independiente, a la vez que dependiente del resto de la historia.
El final de un capítulo es la parte más difícil de algo ya de por sí complicado. El lector tiene que quedarse con la sensación de que se han respondido algunas preguntas y, al mismo tiempo, se tienen que plantear nuevas preguntas para el siguiente capítulo. En una novela romántica, un capítulo puede revelar por qué una mujer no puede soportar ver a un hombre en concreto que pertenece a su pasado y que repentinamente se ha puesto en contacto con ella. Sin embargo, el párrafo final puede sugerir que ella le habría juzgado mal.
Esa sugerencia es lo que animará al lector a seguir leyendo. ¿De verdad ella le había juzgado mal? El siguiente capítulo abordará esa pregunta en particular. Por ejemplo, ella podría descubrir que, efectivamente, le había juzgado mal, y este nuevo capítulo terminará sugiriendo que una persona en la que ella había confiado todos estos años era en realidad la causa del sufrimiento que la ha atormentado durante tanto tiempo. Esta revelación nos lleva a más preguntas que habrá que resolver en el siguiente capítulo o en los posteriores.
Entonces, ¿cómo se termina un capítulo? Un capítulo se termina cuando se ha cumplido la regla de oro de los capítulos, es decir, cuando se han ofrecido respuestas que dejan satisfecho al lector. Y, cuando esto se ha conseguido, el final del capítulo en sí debe sugerir que habrá más y mejores revelaciones en los capítulos posteriores. En resumen: un capítulo se termina cuando no hay nada más que decir, pero sí hay más que descubrir.