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sábado, 31 de enero de 2015

Un poema...


 

Yo soy la luna que cubre su mirada

 

Mi condena era algo parecido al fondo de un golfo marino de un atardecer sin ruidos, en ese silencio por fin sentí la ley de mi pasado…  Luego el tiempo pasó y su limbo poco a poco quedó tumbado y perecedero de tanta hambre…

Mi condena no fue el tiempo que no la tuve, sino  la vida inerrante que me hizo vivir otra vida jamás soñada, entonces, mi condena fui yo mismo y no ella.  Pero el túnel no fue eterno y con ese fin surgí del silencio como un poeta.

En ese descanso alguien vino a mi vida con su mirada perfecta y esa frescura en cada palabra que sus labios me  abrazaban  con su calor y era tímida pero su calor persistía  tenía  Azúcar y lámpara en su sombra.

Luego la arquitectura tuvo un umbral  alumbroso entre consejos y encrucijadas. Azúcar clara  con sus palabras  alumbró todos los suspiros  de mi silencio. Y ella seguía tejiendo, seguía esperando poco a poco, seguía tímida, y eso me gustó de ella.  Me contaba sobre el aullido de los perros… sobre el cine y las leyes químicas.

Mi retrato fue el amor a mi hijo y eso creo que le gustó  y mi condena se extendió hacia ella cuando ya la estaba amando con un aire nuevo que renovaba una canción distinta en mi vida y aun no la tocaba,  aun la miraba a la distancia y huyente de toda acción mis palabras instrumenta la historia de dos almas…

 
Enrico Díaz
 

 

 

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