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Lección cinco de la incertidumbre
Ya no sé nada de la amiga soñada.
La esperanza se extravió y su último paso fue por mi
ventana
de amar eslabón a eslabón las frases que versan
una ruta a un sueño del pasado.
La fuerza del presente me fuerza a olvidar.
Actos imaginados
como los resplandores de una marejada que una vez pinté.
Ya me olvidé de desear
la mano amiga
la mano femenina que abrace la cima de una conversación…
El perfil amenizado
con el humo de mi cigarro
y los labios
brillantes de ella tímidos en su resplandor
que guardaban solo para sí.
También contemplaba a sus ojos oscuros
y construí molduras
perfumadas.
Fui el sastre
estelar de sus suspiros.
Al final de la
noche todo parecía un túnel oscuro de
esquirlas plateadas.
Que en cierto modo forma la figura de un alma.
Con una sombra
pétrea de bronco pulso,
en la eterna
oscura noche.
Las fuerzas
flotan del silencio
Y la oscuridad me
arrastró a tantos lugares de neón.
En que me sentí sin mí y ahora me lleva
al lugar más
perdido y perentorio:
al silencio en donde he logrado creer por fin,
que en verdad naciste en el lienzo
y tus sonrisas de veladuras doradas
solo son actos de
mis sueños…
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