El tigre
Tigre,
tigre, que te enciendes en luz
por los
bosques de la noche
¿qué mano
inmortal, qué ojo
pudo idear
tu terrible simetría?
¿En qué
profundidades distantes,
en qué
cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas
osó elevarse?
¿Qué mano
osó tomar ese fuego?
¿Y qué
hombro, y qué arte
pudo tejer
la nervadura de tu corazón?
Y al
comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano
terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué
martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué
horno se templó tu cerebro?
¿En qué
yunque?
¿Qué
tremendas garras osaron
sus
mortales terrores dominar?
Cuando las
estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron
los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al
ver su obra?
¿Quien
hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre,
tigre, que te enciendes en luz,
por los
bosques de la noche
¿qué mano
inmortal, qué ojo
osó idear
tu terrible simetría?
Orígenes y creacionismo: convivencia entre la bondad, el
bien, la bravura hacia el horror y la
ferocidad como si representara una metáfora dirigida al ser humano. Una
manera sutil de dirigirse al hombre
mismo , en su “yo poético”, devela a la
belleza que también carga un yunque cuyo
terrible condición nos hace acondicionados con rigurosidad a terrores,
y en esa voz exclama todo el discurso dirigiéndose a interrogar hacia
un creador o la
divinidad responsable por tal figura bella o trágica que es según el autor: El
tigre.
Enrico Diaz
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