«La poesía es un acto de la mente cuando entiende que para pensar con brío y poderío debe haber primero emociones. Es requisito que el lenguaje desafíe a la inteligencia, que no sea entretenimiento de matiné ni proclama ideológica.
La poesía es lenguaje, camino a cualquier parte con el pie en el acelerador, Sintaxis librada de interferencias. Su coro está compuesto por la inventiva sintáctica, la parafernalia lexical, el zigzagueo clausular en simultáneo y no diferido por la cesura, elementos del team ideal que deben tender una red de contraseñas cuya irresolución nació para vivir en la clandestinidad. En poesía no se trata de escribir sobre lo que a uno le pasa, sino lo que uno pasa cuando las palabras le pasan por encima. Hay que evitar el discurso didáctico de las emociones.
El poema debe ser un ejercicio de ampliación de expectativas, una mecánica de distanciamiento de lo inmediato. Para informar de esas cosas está el periodismo. Hay que saber separar a la realidad del lenguaje, y a este de las obligaciones de crear sentido a partir de los grandes enigmas de la condición humana de los cuales la poesía se ocupa mejor que nadie. Para las ideas, está el ensayo; para la novela, el relato; y para la música del habla, la poesía.»
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