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lunes, 5 de febrero de 2018

Mi edad, once años.- Microrelato-

Mi edad, once años.
Microrelato

A pesar que la caminata matutina solo era una rutina, sabía que el destino era un nuevo día de clases en el lugar más seguro de todos los lugares, una comisaria. Mi mamá me había dicho que en ese lugar me ayudaría a ser una gran alumna, mi mamá me dijo muchas cosas que nunca se cumplieron. Hoy tengo frío, estoy desnuda.  Dos hombres grandes están conmigo, yo ya no resisto, siento que desfallezco, me duelen las piernas, mi vaginita…,  lo único que tengo claro es que extraño estar en mi casita, ver a mi mamá.

Veo mi cuerpo humedecido por sudores que no son míos y esos dos hombres se ríen de mí. Yo no puedo ponerme de pie. Veo mi mirada perdida y recién me doy cuenta que solo estoy viendo mi cuerpo fallecido. Sabía que hoy iba a ser un gran día, pero jamás imaginé que iría a ser el ultimo de mi vida.


Autor: Enrico Diaz Bernuy

miércoles, 22 de marzo de 2017

Microrelato de Enrico Diaz Bernuy

EL CANSANCIO 
Una cita que se base en relatar las experiencias del pasado, las malas experiencias y que el confidente se convierta en un paño de lágrimas en cierto aspecto no suele ser siempre halagador para el aspirante a ser amigo.  Pero el problema radica cuando cita a cita es únicamente para eso, probablemente no se viva el momento que ambos puedan estar juntos para compartir un grato momento, en “algo nuevo” sino que constantemente uno de ellos rememora de una manera vívida las cosas incompletas, “las heridas” o los resentimientos. Definitivamente puede ser un desahogo, pero hay que reconocer que en cierta media hay una confianza para tamaña entrega. El problema es que la otra parte anhela que ese momento sirva para ver hacia adelante, como si entre ambos puedan iniciar una nueva historia, mientras que la otra parte la historia o la vida misma radica en mirar el pasado. Como si no pudiera desconcertarse y todo acto nuevo o lugar que recorrer surgiera como algo desalentador. Así es como Omar disidió tomarse un respiro y dejar de frecuentar a su muy querida amiga. Probablemente porque quizás la veía más que una simple amiga y temía las consecuencias. Ya sabía en que terminaba la historia de alguien que está interesado por otra persona mientras que la otra persona no está lista para ver “el presente”.  Así que por más atractiva y encantadora que sea, no era suficiente.  Dos o más copas de más no servían para desbordar energía, ni reír de más.  Solo servían para que ella vaya directo a un abismo, desalentador, sumido en un punto donde solo mostraba un cansancio ante ella misma. Tal vez Omar había perdido el atractivo y solo inspiraba escenas así. Pero como la vida misma se puede teorizar o especular sobre los motivos irracionales o racionales sobre el resultado de los hechos, por ello mismo, solo cuentan los hechos, lo sucedido. Él hace buen tiempo había pasado por algo parecido, Omar era distinto había cambiado por tantas experiencias y ya sabía cuál era el destino del mismo cansancio.