…tu discurso fue un beso que arrancaste de mí
y lo liberaste solamente para que luego no
sientas nada.
Ya no sé de lo lírico de mi voz y
tu refugio.
El tiempo suele consumirnos pero
contigo lo hizo con más fuerza.
Y mis artes mágicas fueron acusadas… mi pasión
fue envilecida.
Mis horas en el estudio fue la cruz que se
tendió para mí. Lo único que no pude
lograr es una corona de espinas y tus manos mágicas y frías se alejaron como
una humareda.
Por lo que sé, ya eres otra, por
lo que me das, eres un espejismo y yo ahora soy un asesino de mis propias
palabras. Como un mártir que navega y a
la vez arrastra recuerdos… como disparos
a sí mismo. Y cada gota de agua que se agita entre esta marea es una palabra
como un beso delicado que se extraña…
El ave que una vez vino
a mi ventana… es hoy el silencio.
A ello…, debo decirte que sigo esperando que retomes.
A ello…, debo decirte que sigo esperando que retomes.
No sé, cuánto tiempo mi corazón pueda latir de esta manera. Hasta que reviente y ya no diga nada.
Decir las cosas sobre nuestras miradas y el eco de este vacío me permite recordar al ave que una vez vino a mi ventana.
Decir las cosas sobre nuestras miradas y el eco de este vacío me permite recordar al ave que una vez vino a mi ventana.
(Poesía por Enrico Diaz)