EL ÚLTIMO RECITAL DE ENRIQUE VERÁSTEGUI
Por Francisco León
Así, la aventura de existir consiste solamente
en fundar la eternidad: sin eternidad es imposible pensar.
Enrique Verástegui
En el momento de redactar esta
crónica, pensé en una frase “obtenida” de mis meditaciones con hoja de
coca: busca al profeta
cuya alma sea un campo de flores. Eso fue el maestro Verástegui.
Spinoza dice: el profeta es un intérprete de los signos y no alguien que
tiene revelaciones. Me pregunto: ¿Cuánto de revelación hay en
ese “descifrar” de cierta manera los signos? Verástegui fue un
“intérprete” en el ámbito de lo matemático, no entendido como la
lengua de Dios si no como su traducción para la comprensión de los humanos, y
fue además un visionario.
En los textos sagrados de la antigua cultura Védica de India, se explica
que existen dos maneras de relacionarse con el gurú (maestro espiritual). La
primera es el Vani-Seva. Esto es la relación de servicio (seva) a la persona
(Vani); realizar actividades que lo complazcan. La segunda se denomina
Vapu-Seva. ¿En qué consiste? En la relación con el maestro a través de sus
enseñanzas (Vapu), plasmadas en este caso en la obra escrita. Es la forma de
relación que les queda a los jóvenes que no pudieron tratar con Enrique
Verástegui; y si los libros sagrados no mienten, es la más provechosa.