Hace unas semanas entregué un
texto que iba a servir de prólogo para
una novela. En verdad, la novela del uno
al diez se llevaba un siete siendo generoso, y claro, parece que ese resultado relució
en mi escrito de tres páginas y media. Lamentablemente el hecho, hirió al ego
del narrador. Para ser honesto ya quisiera
que alguien le ponga un siete a mi trabajo literario. Pero cuando los egos son
tan elevados, lamentablemente uno no puede satisfacer las expectativas de esos
favores solicitados. Servicios ad
honorem , por el solo hecho de servir sin interés alguno. Por lo tanto, queda demostrado que mi especialidad no es el prologuismo. Serìa bastante deshonesto decir que una obra es totalmente
maravillosa en todos aspectos narrativos cuando no lo veo. Lo que he hecho son reseñas o críticas
favorables. Pero hacer un prólogo, hay
que tener una franela especial o estimar demasiado al autor o ver que el libro
es una obra maestra.
El resultado es que te borran de
su Facebook, ¡¡¡ favor que me hacen!!!!. Moraleja:
Desde el principio debes asegurar que no reventaras cuetes o darás hurras y se
debe cobrar, si es amigo, mayor motivo para que entienda que eso debe ser
retribuido económicamente. Debo
reconocer que sentí que había perdido mi tiempo, pero luego revisando mi escrito
(el prólogo)
recordé varios textos que estuve
investigando para poder armar aquel discurso. O sea, de aprender de hecho que aprendí
un poquito más sobre crítica o análisis literario. Esto beneficia a todos los que somos
autodidactas, cuya condición siempre nos envía a revisar y auto-formarse en
este camino literario. Me acordé cuando una vez conversé con una amiga, le
dije: la ventaja de los autodidactas es que siempre estamos investigando. Por respeto a la enemistad de ese autor no
subo el prólogo.
Enrico Diaz Bernuy