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viernes, 26 de febrero de 2016

POEMA. Subtitulo: Poesía Puzle

Autor: Enrico Diaz Bernuy



El crepúsculo siempre deja el trazo en el barro
para dar alas a una voz que llevamos
o dar brazos  y garra a un corazón  y de un socavón surge como ramas hacia otro esfuerzo
cuya intensión destila y sumerge en cada uno  un mensaje Distinto.
El crepúsculo obra sin medida a cada uno
sobre el pesado paso de los días o en el paso de las noches son eternos como una partida sexual o una escultura callada que aplasta en un desproporcionado azul oscuro de la noche y su deseo por recordarlo Todo.
***
La soledad está presente,  su mimo embriaga nuestros fondos o nuestras riquezas.  La  soledad hace  extrañar a alguien que uno no conoce en una voz imaginada que por fin refugia un sentido que estalla y crea un reino dentro de uno e invisible para el otro o la otra.
Y el todo se parece a una escultura  que está encallada como un gemido eterno,  el “todo” se vuelve una palabra común como una  atmosfera  que posee una voz de un esfuerzo contenido como caballos a toda máquina.
***
Hay afuera un beso de odio todavía   y ahí adentro un amor incompleto por su vanidad… 
El dios lo mira todo y el todo tiene la esencia de nuestra sangre y el polvo de los subsuelos   nutren los colmillos de los troncos en la garra madura o la


mulata de Hierro que se dibuja así misma  en los cielos  que concede
y devela lo infinito, batiente en ardor, siniestro a lo silvestre
o los cementerios de las sonrisas  en unas islas (o isla) parecidas a las burlas.  O la niña solitaria que se toma fotos buscando a alguien en si misma…
***
A la distancia  dulces coronas  que vibran en el vano silbido: teje desmedida la urdiembre áulica del horror
sobre el cielo cenizo se derrama
la misma esperanza sumisa que  arremete
y surca rutas que nos unen y fuerzan como un ruido que lo aplasta todo así crece un desierto versátil
y nuestra sed nos une a todo, nos aplasta jaspeada
con gestos de quien humilla a lo humano  en el medio de este cielo.
***

El pintor pinta las gravillas doradas en las miradas de los amantes
Todo lo eterno se hace con esa misma fuerza
y los besos no amados de tanta esperanza perdida y a ello: cuando me acordé de ella…, pensé en dos gatos,
uno blanco y el otro no tenía color.
La sombra de uno tenía dos cabezas como dos mentes
y la sombra del otro solo tenía garras
Pero la vida tiene tantos finales
invisibles como los engranajes de las horas
de un solo juego que nace y renace
en lo oscuro de un motor
o una rueda inmensa
cuyo único latido(s) sádico es una gramática en clave
como una mirada fría
de herrumbre en invierno
de una historia con final
a tantos nombres de esfuerzo.

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