El Regalo Imperfecto es
un cuento que explora la alienación contemporánea en un mundo dominado por la
tecnología y la búsqueda de validación superficial. A través de la vida de
Xinto Xzuan, el autor disecciona con precisión los dilemas existenciales de una
generación atrapada entre la euforia de las notificaciones digitales y el vacío
de un sentido más profundo de la existencia.
Xinto es un protagonista complejo que encuentra en su teléfono móvil un
escape a la monotonía y el caos de un entorno social deshumanizante. Sin embargo,
este refugio se convierte en una trampa que lo aísla aún más de la realidad. La
narrativa se enriquece al contrastar su conexión virtual con la adrenalina que
experimenta en sus escapadas nocturnas en motocicleta, un símbolo de su
búsqueda de libertad, que resulta tan efímera como las interacciones digitales.
El autor construye una atmósfera introspectiva, donde se entrelazan
reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser y el impacto de los
placeres inmediatos en la alienación humana. El cuento se desarrolla con un
ritmo medido, llevando al lector a través de los pensamientos y conflictos
internos del personaje hasta un clímax trágico: un accidente de moto que cambia
para siempre la vida de Xinto, dejándolo sin habla y con una discapacidad
física que lo obliga a replantearse su existencia.
La trama no solo aborda el deterioro físico, sino también la desconexión
emocional y espiritual, enfatizando la necesidad de redescubrir la identidad
más allá de las máscaras digitales. El cuento cierra con una nota reflexiva y
simbólica: el lado izquierdo del cuerpo y del cerebro, donde sufrió el daño,
sirve como metáfora de su fragilidad y como punto de partida para un
renacimiento interno.
En El Regalo Imperfecto, las descripciones cuidadosas y un
lenguaje cargado de metáforas transmiten un mensaje atemporal sobre la importancia
de la introspección y la búsqueda de una libertad auténtica. Es un llamado a
desconectarse de lo superficial y enfrentarse al vacío, no como un enemigo,
sino como un camino hacia la verdadera esencia del ser. Un relato que invita a
reflexionar profundamente sobre nuestras propias ataduras y la posibilidad de
trascenderlas.
EL REGALO IMPERFECTO
Cuando un esclavo se
convierte en un esclavo
feliz, renuncia a todo lo
que lo hace humano
Frederick Douglas
Xinto Zxuan
había encontrado en su teléfono móvil el rincón perfecto para escapar del vacío
social que sentía. La monotonía y el autoengaño de regocijarse en el ego de
“creerse alguien”, aunque sea, con las personas que jamás conocerá en
persona. Las notificaciones de su teléfono lo mantenían en un estado
de alerta constante,¡ "Din, din, din... cada notificación era una
inyección de dopamina que lo sostenía durante el día". con una
proyección para estar en “guerra o paz” mandatos digitales y sodomizantes" Él,
esclavo de ese ciclo interminable, respondía con la urgencia de quien teme ser
olvidado, de quien teme no ser “alguien”, catalogado, etiquetado, @seguidores.
Una cafeína sin
café: la estimulación perfecta, aunque nociva y
adictiva. El sonido de aquella campanilla en su teléfono móvil lo
alertaban si estaba atacado por alguien o halagado.
Además, ese
ritmo de vida lo mantenía de alguna manera alejado del horrendo mundo que había
experimentado sobre feminicidios, descuartizadores, parricidios, violaciones de
toda índole, casos de corrupción y un sinfín de personajes, estilo chibolines,
en todos los estratos sociales y económicos.
En suma, un mundo de Asco. Donde el pan de cada día, es siempre de
alguna u otra forma una marcada tendencia en que la gente busque aprovecharse
de los demás. Casi como un acto vampírico donde el elíxir deseado no es sangre,
sino , intereses, favores o pactos… (corrupción de cabo a rabo). Entonces él
había salido de un mundo horrendo para entrar en otro pero de la misma calaña,
solo que en otro formato.
Pero algo que
equiparaba a un escape a todo, eran sus salidas nocturnas en su nueva
motocicleta, una máquina de motor estrepitoso como si aludiera a una
concadenada ráfaga de pequeñas bombardas y una humareda que para él era un
perfume que lo relajaba. . Cada rugido de ese motor era un estallido que
parecía arrancarlo de su encierro.
Lo que él
experimentaba solo con el sonido de ese motor era un llamado a su ánimo por
creer en que en la vida aún existen cosas o momentos que pueden hacerte creer;
cierta libertad… Y es aquí donde se me viene a la cabeza aquella
vieja frase de Goethe: “Nadie está más profundamente, esclavizado que
aquel, que falsamente cree ser libre…”
La motocicleta
era el único complemento que lograba equiparar esa adrenalina digital. Al
volante se sentía invencible, un protagonista fugaz, en un mundo fugaz, que
apenas percibía más allá de la pantalla, la pantalla fugaz, las máscaras que en
cierta forma encumbra a el reino de la impermanencia.
El mal siempre
encuentra un terreno fértil en el lugar de las sombras, donde a uno
nadie lo ve, o al menos, uno cree entender que nadie lo ve. Probablemente el
origen de esta fuerte ilusión quede en aquel primer momento en el cual un niño,
se sienta solo, y por casualidad rompió una copa y entienda de forma
automática que no sentiría culpa si nadie se enterara del
hecho.
Entonces la
soledad empezó en asomar cierto atributo no necesariamente enaltecedor, sino un
motivo para encubrir al error y hacerlo pasar por desapercibido y llevándose
así el primer concepto de la impunidad.
Las mañanas las
pasaba deslizando su dedo por la interminable cascada de imágenes y videos.
Memes, noticias sensacionalistas, y perfiles de extraños que sentía más
cercanos que las personas que habitaban su día a día.
La moto, sin
embargo, le daba algo distinto: la sensación de estar vivo. Era el escape
físico que reflejaba su constante evasión mental. De alguna forma lo hacia
estar concentrado en algo, no podía distraerse. Mientras que con el teléfono
móvil el punto central era estar disperso entre el scroll, hoy muy usada ese
término cuyo origen inglés significa "pergamino".
En este sentido, se usaba para describir los rollos de papel o pergamino que se
desenrollaban para leer un texto, similar a cómo navegamos en una pantalla hoy.
(Pantalla del teléfono móvil, celular)
Las drogas, el
alcohol, la pornografía y todo con espíritu falsamente contestatario, no hace
mas que encausar a la población a la docilidad , esclavizados creyendo
ser libres "Con placeres inmediatos, satisfacciones sexuales y el
culto a la apariencia física”. Y un culto por la autosatisfacción innata
que encaminaba siempre un ritmo a la adicción digital para
encausarte con unos grilletes tan poderosos que te hacen sentir, inmune y
libre…(la perfecta esclavitud).
Un mundo
virtual, cuyo único estatuto es poner tu lugar oficial de residencia en los en
los recodos de volverte cada vez mas distante, distraídos y alienado a los avances tecnológicos para la distracción para alejarte
del mundo real".
Y
en el medio de los goces del desarraigo, un día empezó a sentirse un
perfecto desconocido ante él mismo. Debido a sus deseos por la crueldad
que aparentemente tenía un sutil tono hacia lo lúdico, pero en lo intrínseco,
una maldad socavada en los confines del buque (la habitación que había
arrendado) "Un trono lo ocupaba aquella motocicleta, al costado de su
cama".
Una
tarde nublada, mientras cruzaba las afueras de la ciudad,
Xinto Xzuan recibió una notificación en su teléfono mientras iba
a toda velocidad por la autopista. El sonido del "ding, ding,
diiing…" resonó en su casco, y la curiosidad lo dominó (se sometió).
Sin detenerse,
sacó el dispositivo de su bolsillo para echar un vistazo rápido. "Nuevo
mensaje: '¿Vienes hoy al grupo? ¡Eres el mejor!'" decía un chat grupal
donde él era la estrella de las respuestas ingeniosas e inventor de palabras.
La tentación fue demasiado grande. Sin detenerse, sacó el teléfono para leerlo.
Xinto sonrió,
pero en esa fracción de segundo perdió de vista la carretera. Cometió el peor
error que todo motociclista comete, desconcentrarse.
El estruendo
del impacto fue tan brutal que ni siquiera tuvo tiempo de comprenderlo. La
moto, su preciada joya, quedó destrozada bajo un camión de carga, mientras él
fue lanzado varios metros, golpeando contra el pavimento con una violencia que
dejó huellas imborrables en su cuerpo y en su mente.
Despertó en un
hospital, rodeado de silencio y tubos con líquidos, mientras que los médicos
lo mantenían con vida. Las visitas fueron escasas, porque aunque tenía
cientos de "amigos" en las redes, pocos sabían realmente quién
era Xinto Xzuan y menos aún les importaba.
Sus piernas
quedaron dañadas, y la moto desapareció de su vida para siempre, vendida como
chatarra por su familia para cubrir parte de los gastos médicos. No sé
cómo comenzó en autopercibirse como una buena persona pero con una
inclinación a la monotonía que no podía deslindar en ningún de los aspectos.
La recuperación
física fue lenta, pero la psicológica parecía imposible. Incapaz de volver a
conducir y con una creciente dependencia emocional hacia las conversaciones en
línea, Xinto Zxuan se sumergió aún más en el mundo digital. Pasaba
días enteros en su habitación, iluminado únicamente por la luz azul de la
pantalla.
Hablaba con
desconocidos que jamás conocería en persona, intercambiando banalidades que no
llenaban su vacío, pero que le daban la ilusión de compañía, la ilusión de
hablar con esas personas cosas importantes, cosas profundas. Se podrá hablar
cosas profundas con gente avara o lo que es peor, ¿se podrá hablar cosas
profundas con gente hipócrita?
Pero lo que sí
es cierto, es que el ser humano es tal cual una máquina autómata que funciona
sin parar, te sientas realizado o te sientas infeliz (en piloto automático)
como si estuviera configurada para dormir despertar caminar comer,
sociabilizar, reproducirse y morir. Y como toda máquina; reconfigurable , y la
forma más eficiente de la programación, es mediante los artilugios
digitales (procesos y grilletes).
Los mandatos
por la manipulación con formaciones dogmáticas siempre están dirigidos a todo
lo que pueda sedar al individuo (un esclavo feliz) promocionar la disipación
con el viejo engaño de una falsa libertad, ahora los revolucionarios los
encuentras con dopamina liquida.
"Pero
Xinto Xzuan, allí tendido en su cama, había hallado los goces del desarraigo,
una esencia que conducía a la desconexión, a entender que, en primer lugar, lo
que uno es, es una máquina autómata, pero ese “uno” no es el Ser; uno no es esa
máquina."
Y esa verdad
por supuesto que yo no la estoy inventando, eso esta escrito hace miles de años
entre las páginas del capítulo 2, verso 13, del Bhagavad Gita y en otros
versos de este capítulo, enfatiza la enseñanza de que el ser humano no es el
cuerpo, sino el alma eterna (atman). Este concepto forma parte de la filosofía
vedántica y del Sanatana Dharma, en la que se distingue el cuerpo físico y
material del alma espiritual.Capítulo 2, Verso 13"Dehino 'smin yatha
dehe kaumaram yauvanam jara; Tatha dehantara-praptir dhiras tatra na
muhyati. Traducción: "Así como el alma encarnada pasa, en
este cuerpo, desde la niñez a la juventud y luego a la vejez, de igual modo
pasa a otro cuerpo después de la muerte. Una persona sabia no se perturba por
este cambio."
Donde ese
elemento intrínseco de su escondida personalidad estaba tatuando en los
confines de su alma, un alma silenciosa, debido a las circunstancias adeudadas
pueden llevar al límite en sus más bajas tentaciones, Las atrocidades guiadas
por la sombra de sus instintos, y en el medio de esa vastedad de la
pornografía y el alcohol, siempre lo conducía a sufrir crisis de
ansiedad, siempre a escondidas.
A
veces, por cualquier motivo abría tanto los ojos que podía mostrar
la esclerótica superior de los ojos como si se hallara en estados de exaltación
inusitados e injustificados, quedando como una muestra más de uno de
sus desequilibrios.
Así pasaron los
meses, mientras la vida real se desdibujaba tras el cristal de su
teléfono. Xinto Xzuan había perdido algo más que la movilidad; había
perdido el sentido de estar presente, consumido por un retrato cruel y
desolador de su tiempo. Donde antes había carreteras y paisajes por explorar,
ahora solo había conversaciones distantes, tan huecas como el eco de un motor
que jamás volvería a encender.
Lleno de bienes
momentáneos y en su misma condición dejando una sensación de insatisfacción
cuyo único destino es la depresión, y en esas estepas, uno es capaz de las
peores cosas, declinar por un suicidio lento pero, no siempre efectivo como es
el alcoholismo, y por su puesto, en compañía de su teléfono móvil,
interconectado y sumido en su distancia.
Un día,
mientras miraba por la ventana, sintió una extraña paz. El motor de una
motocicleta resonó a lo lejos, y por primera vez no sintió añoranza, sino
gratitud. Había perdido muchas cosas, pero también había ganado algo invaluable:
la posibilidad de descubrir quién era realmente, más allá de las máscaras
digitales y las ilusiones fugaces.
La libertad,
comprendió, no estaba en la velocidad ni en las notificaciones, sino en el
silencio que había aprendido a escuchar dentro de sí mismo porque en aquel
accidente no solo perdió la movilidad de las piernas sino, la pérdida del
habla, conocida médicamente como afasia, de lo cual, aquellas
contusiones afectaron enormemente a las áreas específicas del cerebro
responsables del lenguaje. Estas áreas suelen estar localizadas en el
hemisferio izquierdo del cerebro.
Casualmente, su
cama también estaba arrimada al lado izquierdo de la habitación. Como si el
universo hubiese decidido marcarle un punto débil, una coordenada fija donde
convergían su fragilidad y su obstinación por ignorar la realidad. Allí soñaba,
pero ahora sabía que no habría sueños que pudieran reconectar lo que el destino
había roto, y había llegado el momento de hacer silencio y crear otros sueños
en su vida.
Enrico Diaz bernuy