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lunes, 25 de noviembre de 2024

Cuento: EL REGALO IMPERFECTO | de Enrico Diaz Bernuy

El Regalo Imperfecto es un cuento que explora la alienación contemporánea en un mundo dominado por la tecnología y la búsqueda de validación superficial. A través de la vida de Xinto Xzuan, el autor disecciona con precisión los dilemas existenciales de una generación atrapada entre la euforia de las notificaciones digitales y el vacío de un sentido más profundo de la existencia.

Xinto es un protagonista complejo que encuentra en su teléfono móvil un escape a la monotonía y el caos de un entorno social deshumanizante. Sin embargo, este refugio se convierte en una trampa que lo aísla aún más de la realidad. La narrativa se enriquece al contrastar su conexión virtual con la adrenalina que experimenta en sus escapadas nocturnas en motocicleta, un símbolo de su búsqueda de libertad, que resulta tan efímera como las interacciones digitales.

El autor construye una atmósfera introspectiva, donde se entrelazan reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser y el impacto de los placeres inmediatos en la alienación humana. El cuento se desarrolla con un ritmo medido, llevando al lector a través de los pensamientos y conflictos internos del personaje hasta un clímax trágico: un accidente de moto que cambia para siempre la vida de Xinto, dejándolo sin habla y con una discapacidad física que lo obliga a replantearse su existencia.

La trama no solo aborda el deterioro físico, sino también la desconexión emocional y espiritual, enfatizando la necesidad de redescubrir la identidad más allá de las máscaras digitales. El cuento cierra con una nota reflexiva y simbólica: el lado izquierdo del cuerpo y del cerebro, donde sufrió el daño, sirve como metáfora de su fragilidad y como punto de partida para un renacimiento interno.

En El Regalo Imperfecto, las descripciones cuidadosas y un lenguaje cargado de metáforas transmiten un mensaje atemporal sobre la importancia de la introspección y la búsqueda de una libertad auténtica. Es un llamado a desconectarse de lo superficial y enfrentarse al vacío, no como un enemigo, sino como un camino hacia la verdadera esencia del ser. Un relato que invita a reflexionar profundamente sobre nuestras propias ataduras y la posibilidad de trascenderlas.

 

 

 

EL REGALO IMPERFECTO

 

 

Cuando un esclavo se convierte en un esclavo

feliz, renuncia a todo lo que lo hace humano

Frederick Douglas

 

 

Xinto Zxuan había encontrado en su teléfono móvil el rincón perfecto para escapar del vacío social que sentía. La monotonía y el autoengaño de regocijarse en el ego de “creerse alguien”, aunque sea,  con las personas que jamás conocerá en persona.  Las notificaciones de su teléfono lo mantenían en un estado de alerta constante,¡ "Din, din, din... cada notificación era una inyección de dopamina que lo sostenía durante el día".  con una proyección para estar  en “guerra o paz” mandatos digitales y sodomizantes"  Él, esclavo de ese ciclo interminable, respondía con la urgencia de quien teme ser olvidado, de quien teme no ser “alguien”, catalogado, etiquetado, @seguidores.

Una cafeína sin café: la estimulación perfecta,  aunque  nociva y adictiva.  El sonido de aquella campanilla en su teléfono móvil lo alertaban si estaba atacado por alguien o halagado.

Además, ese ritmo de vida lo mantenía de alguna manera alejado del horrendo mundo que había experimentado sobre feminicidios, descuartizadores, parricidios, violaciones de toda índole, casos de corrupción y un sinfín de personajes, estilo chibolines, en todos los estratos sociales y económicos.         En suma, un mundo de Asco. Donde el pan de cada día, es siempre de alguna u otra forma una marcada tendencia en que la gente busque aprovecharse de los demás. Casi como un acto vampírico donde el elíxir deseado no es sangre, sino , intereses, favores o pactos… (corrupción de cabo a rabo). Entonces él había salido de un mundo horrendo para entrar en otro pero de la misma calaña, solo que en otro formato.

Pero algo que equiparaba a un escape a todo, eran sus salidas nocturnas en su  nueva motocicleta, una máquina de motor estrepitoso como si aludiera a una concadenada ráfaga de pequeñas bombardas y una humareda que para él era un perfume que lo relajaba.  . Cada rugido de ese motor era un estallido que parecía arrancarlo de su encierro.

Lo que él experimentaba solo con el sonido de ese motor era un llamado a su ánimo por creer en que en la vida aún existen cosas o momentos que pueden hacerte creer; cierta libertad…  Y es aquí donde se me viene a la cabeza aquella vieja frase de Goethe: “Nadie está más profundamente, esclavizado que aquel,  que falsamente cree ser libre…”

La motocicleta era el único complemento que lograba equiparar esa adrenalina digital. Al volante se sentía invencible, un protagonista fugaz, en un mundo fugaz, que apenas percibía más allá de la pantalla, la pantalla fugaz, las máscaras que en cierta forma encumbra a el reino de la impermanencia.

El mal siempre encuentra un terreno fértil en el lugar de las sombras,  donde a uno nadie lo ve, o al menos, uno cree entender que nadie lo ve. Probablemente el origen de esta fuerte ilusión quede en aquel primer momento en el cual un niño, se sienta  solo, y por casualidad rompió una copa y entienda de forma automática que no  sentiría culpa si nadie se enterara del hecho. 

Entonces la soledad empezó en asomar cierto atributo no necesariamente enaltecedor, sino un motivo para encubrir al error y hacerlo pasar por desapercibido y llevándose así el primer concepto de la impunidad.  

Las mañanas las pasaba deslizando su dedo por la interminable cascada de imágenes y videos. Memes, noticias sensacionalistas, y perfiles de extraños que sentía más cercanos que las personas que habitaban su día a día.

La moto, sin embargo, le daba algo distinto: la sensación de estar vivo. Era el escape físico que reflejaba su constante evasión mental. De alguna forma lo hacia estar concentrado en algo, no podía distraerse. Mientras que con el teléfono móvil el punto central era estar disperso entre el scroll, hoy muy usada ese término cuyo origen inglés  significa "pergamino". En este sentido, se usaba para describir los rollos de papel o pergamino que se desenrollaban para leer un texto, similar a cómo navegamos en una pantalla hoy. (Pantalla del teléfono móvil, celular)

Las drogas, el alcohol, la pornografía y todo con espíritu falsamente contestatario, no hace mas que encausar a la población  a la docilidad , esclavizados creyendo ser libres "Con placeres inmediatos, satisfacciones sexuales y el culto a la apariencia física”. Y un culto por la autosatisfacción innata que encaminaba siempre un ritmo a la   adicción digital para encausarte con unos grilletes tan poderosos que te hacen sentir, inmune y libre…(la perfecta esclavitud).

Un mundo virtual, cuyo único estatuto es poner tu lugar oficial de residencia en los en los recodos de volverte cada vez mas distante, distraídos y alienado a los avances tecnológicos para la distracción para alejarte del mundo real".

Y en  el medio de los goces del desarraigo, un día empezó a sentirse un perfecto  desconocido ante él mismo. Debido a sus deseos por la crueldad que aparentemente tenía un sutil tono hacia lo lúdico, pero en lo intrínseco, una maldad socavada en los confines del buque (la habitación que había arrendado) "Un trono lo ocupaba aquella motocicleta, al costado de su cama".

Una tarde nublada, mientras cruzaba las afueras de la ciudad, Xinto Xzuan recibió una notificación en su teléfono mientras iba a toda velocidad por la autopista. El sonido del "ding, ding, diiing…" resonó en su casco, y la curiosidad lo dominó (se sometió).

Sin detenerse, sacó el dispositivo de su bolsillo para echar un vistazo rápido. "Nuevo mensaje: '¿Vienes hoy al grupo? ¡Eres el mejor!'" decía un chat grupal donde él era la estrella de las respuestas ingeniosas e inventor de palabras. La tentación fue demasiado grande. Sin detenerse, sacó el teléfono para leerlo.

Xinto sonrió, pero en esa fracción de segundo perdió de vista la carretera. Cometió el peor error que todo motociclista comete, desconcentrarse.

El estruendo del impacto fue tan brutal que ni siquiera tuvo tiempo de comprenderlo. La moto, su preciada joya, quedó destrozada bajo un camión de carga, mientras él fue lanzado varios metros, golpeando contra el pavimento con una violencia que dejó huellas imborrables en su cuerpo y en su mente.

Despertó en un hospital, rodeado de silencio y tubos con líquidos, mientras que los médicos  lo mantenían con vida. Las visitas fueron escasas, porque aunque tenía cientos de "amigos" en las redes, pocos sabían realmente quién era Xinto Xzuan y menos aún les importaba.

Sus piernas quedaron dañadas, y la moto desapareció de su vida para siempre, vendida como chatarra por su familia para cubrir parte de los gastos médicos. No sé cómo comenzó en autopercibirse  como una buena persona pero con una inclinación a la monotonía que no podía deslindar en ningún de los aspectos.

La recuperación física fue lenta, pero la psicológica parecía imposible. Incapaz de volver a conducir y con una creciente dependencia emocional hacia las conversaciones en línea, Xinto Zxuan se sumergió aún más en el mundo digital. Pasaba días enteros en su habitación, iluminado únicamente por la luz azul de la pantalla.

Hablaba con desconocidos que jamás conocería en persona, intercambiando banalidades que no llenaban su vacío, pero que le daban la ilusión de compañía, la ilusión de hablar con esas personas cosas importantes, cosas profundas. Se podrá hablar cosas profundas con gente avara o lo que es peor, ¿se podrá hablar cosas profundas con gente hipócrita?

Pero lo que sí es cierto, es que el ser humano es tal cual una máquina autómata que funciona sin parar, te sientas realizado o te sientas infeliz (en piloto automático) como si estuviera configurada para dormir despertar caminar comer, sociabilizar, reproducirse y morir. Y como toda máquina; reconfigurable , y la forma más eficiente de  la programación, es mediante los artilugios digitales (procesos y grilletes).

Los mandatos por la manipulación con formaciones dogmáticas siempre están dirigidos a todo lo que pueda sedar al individuo (un esclavo feliz) promocionar la disipación con el viejo engaño de una falsa libertad, ahora los revolucionarios los encuentras con dopamina liquida.

"Pero Xinto Xzuan, allí tendido en su cama, había hallado los goces del desarraigo, una esencia que conducía a la desconexión, a entender que, en primer lugar, lo que uno es, es una máquina autómata, pero ese “uno” no es el Ser; uno no es esa máquina."

Y esa verdad por supuesto que yo no la estoy inventando, eso esta escrito hace miles de años entre las páginas  del capítulo 2, verso 13, del Bhagavad Gita y en otros versos de este capítulo, enfatiza la enseñanza de que el ser humano no es el cuerpo, sino el alma eterna (atman). Este concepto forma parte de la filosofía vedántica y del Sanatana Dharma, en la que se distingue el cuerpo físico y material del alma espiritual.Capítulo 2, Verso 13"Dehino 'smin yatha dehe kaumaram yauvanam jara; Tatha dehantara-praptir dhiras tatra na muhyati. Traducción: "Así como el alma encarnada pasa, en este cuerpo, desde la niñez a la juventud y luego a la vejez, de igual modo pasa a otro cuerpo después de la muerte. Una persona sabia no se perturba por este cambio."

Donde ese elemento intrínseco de su escondida personalidad estaba tatuando en los confines de su alma, un alma silenciosa, debido a las circunstancias adeudadas pueden llevar al límite en sus más bajas tentaciones, Las atrocidades guiadas por la sombra de sus instintos, y en el medio de esa   vastedad de la pornografía y el alcohol, siempre lo conducía a sufrir  crisis de ansiedad, siempre a escondidas.

A veces,  por cualquier motivo abría tanto los ojos que podía mostrar la esclerótica superior de los ojos como si se hallara en estados de exaltación inusitados  e injustificados, quedando como una muestra más de uno de sus desequilibrios.

Así pasaron los meses, mientras la vida real se desdibujaba tras el cristal de su teléfono. Xinto Xzuan había perdido algo más que la movilidad; había perdido el sentido de estar presente, consumido por un retrato cruel y desolador de su tiempo. Donde antes había carreteras y paisajes por explorar, ahora solo había conversaciones distantes, tan huecas como el eco de un motor que jamás volvería a encender.

Lleno de bienes momentáneos y en su misma condición dejando una sensación de insatisfacción cuyo único destino es la depresión, y en esas estepas, uno es capaz de las peores cosas, declinar por un suicidio lento pero, no siempre efectivo como es el alcoholismo, y por su puesto, en compañía de su teléfono móvil, interconectado y sumido en su distancia.



Un día, mientras miraba por la ventana, sintió una extraña paz. El motor de una motocicleta resonó a lo lejos, y por primera vez no sintió añoranza, sino gratitud. Había perdido muchas cosas, pero también había ganado algo invaluable: la posibilidad de descubrir quién era realmente, más allá de las máscaras digitales y las ilusiones fugaces.

La libertad, comprendió, no estaba en la velocidad ni en las notificaciones, sino en el silencio que había aprendido a escuchar dentro de sí mismo porque en aquel accidente no solo perdió la movilidad de las piernas sino, la pérdida del habla, conocida médicamente como afasia, de lo cual, aquellas contusiones afectaron enormemente a las  áreas específicas del cerebro responsables del lenguaje. Estas áreas suelen estar localizadas en el hemisferio izquierdo del cerebro.  

Casualmente, su cama también estaba arrimada al lado izquierdo de la habitación. Como si el universo hubiese decidido marcarle un punto débil, una coordenada fija donde convergían su fragilidad y su obstinación por ignorar la realidad. Allí soñaba, pero ahora sabía que no habría sueños que pudieran reconectar lo que el destino había roto, y había llegado el momento de hacer silencio y crear otros sueños en su vida.

 

Enrico Diaz bernuy