Son sonidos repetidos que maltratan los oídos. Para
remediar estos sonsonetes, basta releer el texto en VOZ ALTA y buscar sinónimos
a las palabras con un mismo final.
Hay que prestar atención especial al uso del gerundio ya
que, empleado con exceso, produce un ritmo pesado y lento.
-No es correcto el uso del gerundio de posterioridad, es
decir, aquel que indica una acción posterior a la del verbo principal.
-Es también incorrecto el uso del gerundio cuando acompaña
al complemento directo de cosas, e indica acción o cambio:
"Observé un balón girando velozmente.
-Tampoco es correcto el uso del gerundio con nombres en
función de complemento indirecto o circunstancial.
"Compré flores a mi madre celebrando su santo"
-El gerundio tampoco debe emplearse:
a) Como adjetivo especificativo referido a cosas:
"Este es el orden determinando la estructura"
b) Como modelo que signifique cualidad o estado.
"Ofrezco perro sabiendo cazar"determinando la
estructura"
b) Como modelo que signifique cualidad o estado.
"Ofrezco perro sabiendo cazar"
VOCABULARIO INDETERMINADO:
Cuando se empieza a escribir, el recurso del lenguaje
abstracto es casi inevitable. Sin embargo, hay que prescindir de las grandes
palabras: Verdad, Libertad, Destino... En un relato están de más. No ayudan a
la comprensión de la historia, no explican el trasfondo del argumento, o no lo
explican, más bien, tal como debe hacerse, en que los personajes se ven
envueltos.
En este mismo sentido, conviene prescindir del
vocabulario psicológico: depresión, no encontraba motivaciones, era una familia
tensional... De un lado se trata de eso, de palabras más o menos técnicas que
no complican la emoción del lector. De otra parte, decir de un personaje que
está deprimido es un resumen demasiado pálido: qué hace ese personaje, qué
piensa, qué recuerda, qué intenta olvidar... todo eso es lo que el texto debe
darnos, en lugar de un diagnóstico clínico.
También es un error muy común el contar las cosas en
abstracto. Por ejemplo:
"Aquella mañana, Pedro se sentía equilibrado,
optimista, seguro de sí mismo"
"Aquella mañana, Pedro cerró su casa con un portazo,
sin preocuparse de echar la llave, y bajó las escaleras bailando claqué"
ESTILO ASERTIVO:
Al lado de este abuso de lo abstracto, es corriente que
el estilo de los relatos peque de asertivo. Y a veces, sí es preciso afirmar o
negar, sin más melindre ni más rodeo.
Pero en general los matices, los casi, quizás, un aire de
indecisión en la voz del narrador, contribuyen en mucho a la verosimilitud de
la historia. "Casi, a veces, un poco, quizá, parecía, como si fuera,
..." mejor que esos: "siempre, todo, sin duda, era..."
Si cuento la historia de un personaje bondadoso es
probable que acabe relatando eso: las desdichas de una virtud a prueba de
balas. Y a lo mejor, si soy hábil, consigo que cuele. Pero es difícil. Una
historia así -el bueno, el malo, el tonto, el listo- se ajusta poco a nuestra
experiencia. Un personaje bondadoso que tiene, en cambio, un punto débil, es
mucho más creíble y de paso aviva la narración. Un relato que viene a
confirmarnos lo que ya sabíamos -"X es un santo"- cae en lo monótono.
Pero si partimos de "X es casi un santo" , "parece santo"
... si planteamos la historia a partir del casi, de lo que viene a poner a
prueba su santidad, ya tenemos un núcleo dramático, un foco de acción y de
interés.
ESTILO ENFÁTICO:
Otro fallo muy corriente es el estilo enfático. Y aunque
se trata de un error con cierto pedigree -por lo común denota riqueza de
vocabulario y capacidad verbal- conviene evitarlo a toda costa. Nos referimos
principalmente a la exageración. Por ejemplo:
"Aquel grito le sobresaltó"
"Sus entrañas se estremecieron ante aquel alarido
sobrecogedor que desgarraba sus tímpanos."
Cuando se busque algún efecto de relieve habrá que
trabajar a partir del contraste. Para que el lector escuche ese grito, por
ejemplo, conviene jugar, desde unas frases antes, con sonidos muy leves: el
roce del visillo en una ventana, el tic-tac apagado de un reloj...
IRONÍA:
Es el recurso más firme para destacar algo, un gesto, una
acción, una idea.
Algunos temas pueden requerir un tratamiento grave. Pero
una nota de humor, un toque irónico, le dan vivacidad a cualquier relato. Y
además apoyan su verosimilitud. Sin un contrapunto de distancia, sin esa burla
entre bastidores que es la ironía, los relatos, por más que conmuevan, cargan
un poco.
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