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sábado, 5 de abril de 2014

CONCURSO DE LAS MIL PALABRAS.

Oswaldo Reynoso le enmienda la plana a Caretas a raíz del Concurso de las Mil Palabras

Me convocaron para que formara parte del Jurado del Concurso El Cuento de las Mil Palabras de la revista Caretas. Acepté porque quería que este concurso volviera a retomar la línea que marcó el  primer cuento premiado del primer concurso. Me refiero al cuento ya clásico de Edgardo Rivera Martínez (“El ángel de Ocongate”). Caretas es la única entidad que no paga nada a los miembros del jurado. Sólo acepté dos bolas de helado de pístacho y coco. Yo, desde el primer momento,  propuse el cuento que ha ganado el primer premio. Las propuestas de (Santiago) Roncagliolo fueron disparatadas. Por ejemplo, el final de un cuento propuesto por este mal escritor mediático termina en forma demasiado, demasiado, no sé qué calificativo darle. El remate del relato era de un viejo que se corre la paja frente al televisor. En el intercambio de opiniones entre los tres miembros radicados en Lima, yo, con sólidos argumentos, defendí mis criterios estéticos y la línea que siempre defiendo de una literatura peruana profunda para llegar a lo universal y no a lo cosmopolita globalizado por los centros de poder transnacionales. La reseña que aparece en Caretas da a entender que Roncagliolo propuso ese cuento y además entre comillas transcriben su opinión que, no seguramente, sino de verdad escribió frente a los hechos consumados. Además, agrega que el maestro Reynoso le dio la venia. ¡Qué venia! Caretas y toda su comparsa de figurones se van a la misma mierda. Sí, a la misma mierda. Dentro de algunos días cumplo 83 años y toda mi vida ha sido un batallar constante contra ese lumpen de intelectualoides que hacen tanto daño a la auténtica y dolorosa realidad del Perú. Hoy más que nunca compruebo que el Perú para mí es una herida que llevaré sangrante y abierta hasta el último día de mi vida. Gracias por leer este mensaje. Si deseas puedes hacerlo circular en las redes para que los escritores de verdad se enteren de tales manipuleos.

Oswaldo Reynos

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