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lunes, 14 de diciembre de 2015


Movernos continuamente  a través de  juicios  que nos permiten dar parámetros  a una persona con una  “etiqueta” de que si eres tal cosa no puede haber otra faceta en tu vida.  Es algo como  la incapacidad de poder percibir con  sensibilidad y madurez lo que ocurre en nuestro alrededor. Hecho que es parte de la   esencia de este  mundo sutil que está latente en todas las esferas sociales del homínido. Desde los grupúsculos culturales  más informales  hasta los más acartonados.
O cuando te encuentras con un periodista  y quiere saber sobre tu vida o lo que haces de ella. El periodista  guiado por la pauta de un reportaje se agarra de ese tema para ponerte una etiqueta  y busca la manera que  encajes con su reportaje.  De igual forma las relaciones  en las redes sociales funciona muy  parecido. Hace unos días me  etiquetaron como subterráneo, no dijeron que era escritor o que era pintor o poeta o  nada.  Solo subterráneo, tema que en ningún momento me sentí ofendido debido al gran cariño que le tengo a la movida cultural o contracultural que se da en la lima.  Sin embargo dentro del montón surgió  un sujeto de baja estofa donde dijo: ¡ hey , ese,  no es subterráneo! Por supuesto que jamás me pongo a discutir con personas que no  las tengo al frente. Con gente que se escudan tras una pantalla. 

Pero cuando me puse a evaluar en verdad lo que era esa situación no me sorprendió mucho.
Yo anteriormente he sido entrevistado  por cuatro canales de tv. Uno dijo que yo era un restaurador de juguetes y pintor, el otro dijo que yo era un restaurador de antiguedades y poeta, el otro dijo que yo era un restaurador de muñecas antiguas y escritor. En algunos lugares me conocen como poeta únicamente, en otros como pintor y nada más. Algunos dicen que soy un pituco  (dícese de una persona acaudalada)  i otros dicen que soy lo opuesto. Entonces volvemos al  origen de ese círculo jurídico para ponerle la etiqueta al sujeto.   En donde la elección de un rasgo debe excluir a los otros.  Y en el medio de esa dicotomía está latente no solo el separatismo sino la esencia de nuestra condición humana:  “poner el dedo en los semejantes”.

En todo caso cito  como despedida:  IN LAK'ECH - HALA KEN
Los mayas pensaban que todos somos parte integral de un único organismo gigantesco. Los budistas, de igual modo, creen que pertenecemos a una realidad superior, que somos parte de un Todo gigante y que ese Todo está vivo dentro de cada uno.
Según los mayas, el reino mineral, vegetal, animal y toda la materia esparcida por el universo a todas las escalas, desde un átomo hasta una galaxia, son seres vivos con una conciencia evolutiva. Cuando los hombres despertemos y nos demos cuenta de ese único organismo gigantesco, todas las relaciones estarán basadas en la tolerancia y la flexibilidad, se acabarán los juicios y los valores morales, pues el hombre, sentirá a los otros hombres, como otra parte de sí mismo.
Los mayas expresaban ese concepto de unidad en su saludo diario, cuando se encontraban se saludaban diciendo: "IN LAK'ECH", que significa "yo soy otro tú", a lo que contestaban: "HALA KEN", que significa: "tú eres otro yo".
Tema cerrado.  


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