Parece que la poesía ha llegado a
un nivel de competencia en donde la improvisación frente a un micrófono prima.
Un miramiento especial al valor y trascendencia de la palabra un juego fruitivo
en búsqueda del llamado “like facebooquero” pero en tiempo real. Competir que es casualmente lo que no le
enseño a mi hijo, sino que uno debe buscar su propio camino, sin copiar y crear
por su cuenta su propia historia. Para mí la poesía es algo tan sagrado e hierática
como cualquier oración. Es como palpar la
gloria a nivel del verbo que demanda un nivel de introspección demasiado
profundo y que normalmente exige tiempo dedicado, una exégesis prima . Es como un gran beso pero que se da con el
alma y eso no sucede en un instante. Es triste que jóvenes se auto consideren
poetas participando en eventos en donde
la improvisación la llevan a un nivel creyendo que así se alcanza la excelencia.
Para mí la poesía no es un juego, ni es una competencia de enmascarados. Decadente,
triste…, para los que amamos al Verso. Pregunto: Martín Adán ¿habría competido a un evento igual o similar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario