En el pequeño departamento donde
vivo que ya he cumplido 11 años, jamás había entrado un ave. Solo me han
visitado abejas vivaces y algunas moribundas, libélulas, moscones y grillos.
Y jamás un ave. Resulta que
justo el día de mi cumpleaños se introdujo un pájaro de la familia de los córvidos
y dio unos saltos con cierta timidez y extrema cautela como si caminara en un
lugar enteramente peligroso. Yo me quedé inmóvil y solo quise contemplarlo. Se
puso a trinar algo que terminaba como una melodía. No sé por qué razón no pude evitar en acercarme con la intensión
de que ambos nos miremos fijamente a los ojos. Además para ver de más cerca la
textura de su plumaje. Es como si no
hubiera podido evitar el tema visual. Ustedes comprenderán que nosotros lo que
nos dedicamos a la pintura solemos penetrar o escanear hasta el alma con la
mirada, asumo que por eso no pude evitar.
Sentí algo de gratitud también.
Debido a que días antes me encontraba medio desmoralizado o decepcionado de mi mismo o como
funcionan las cosas y la auto exigencia encima y etc. Sin embargo, la visita de esa
ave (bellísima) me generó un sentimiento de gratitud
Y no sé en que forma me
comunicó que ha pesar de todo y todo; hay algo en mi vida que va por buen
camino.
En el silencio de mi corazón
le dije que regrese, que aquí tiene un lugar… Ahora esa ave me visita un día si
y un día no, con sus compadres por cierto . Y mientras que un poquito de pan siempre
encuentra aquí, probablemente me corresponde con su trinar.
23 de Mayo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario