La
única persona con la que tienes que compararte, eres tú, en el pasado.
Sigmund
Freud
Yo no sé qué tanta repercusión o reconocimiento pueda tener mi trabajo literario o mi trabajo en las artes plásticas. Pero lo que si me he dado cuenta que, a parte de mis amigos o colegas que han elogiado muchísimo mi obra desde el ambiente privado. Sin que su intención sea la invisibilidad hacia mi.
Generó de alguna forma, que al pasar el tiempo logré entender que uno va desarrollando cierto afecto al oficio.
Ya no solo se trata de un arranque de instintito (aquello que no puedes evitar de hacer) O como diría Blake es real en ti; porque no puedes contenerlo… Bueno, el siguiente nivel sería ese sentimiento mezclado entre ingenuidad y nobleza e inmadurez.
Que tu trabajo alcance el comentario de los especialistas. Como si ello fuera el detonante para que tu trabajo logre su fin esencial, llegar a las masas. Que el mundo te conozca. ¿Pero en verdad el comentario de los estudiosos te hace llegar a las masas?
Esta frase podemos entenderla de diferentes maneras porque el mundo puede ser una persona también. ¿Recitar poemas a un grupo de personas sirve? La respuesta la hallé en mi corazón y descubrí, que sí. ¿y recitar poemas a tu propia madre, también sirve? La respuesta se repite. Si.
Siento que todos los autores de alguna disciplina artística o literaria en algún momento de su vida han visto pasar su trabajo o por la alcantarilla, o por la completa invisibilidad. De lo cual, este es tema interesante porque aquí viene a tallar un trabajo "de gestión".
El autor es como si debe dejar su labor de
creador para responder por un equipo de relaciones púbicas, marqueting y publicidad.
Con el entendido que cuenta también con una enriquecida vida social para tallar
sobre ello o valerse de ello para trepar al otro nivel. Trepar.
Es como, aprender a ser poeta o
pintor para la vida diaria. Ya no se trata solo para la galería o las palabras
que dirás frente a ese púbico selecto o entendido en una biblioteca, centro
cultural, café o bar.
Ser artistas o literato para el mundo y eso, comienza desde que tomas un bus o con el colega del trabajo o con el cliente que te inspiró cierta confianza.
Por ejemplo en esta última temporada estuve construyendo una
ampliación en mi departamento y por aquí ya han desfilado 3 especialistas en
estos temas de la construcción. Uno de ellos me dijo que mi departamento parecía
una tienda de arte.
Le dije que eran mis cuadros y le
empecé hablar sobre mi oficio. Me escuchó con mucha atención y un respeto hacia
los cuadros. Me dijo que no se imaginó conocer a un pintor de cuadros. Me hizo
varias preguntas. Que me de alguna
manera me revelaron sobre cierta inquietud suya hacia el arte. Al final me dijo
pero esas cosas son nacidas no, ¿uno nace así no? Le dije si. Pero que ese nacimiento no se debe
interpretar con el tema biológico.
El arte nace desde una inquietud y eso puede ocurrir desde aquel momento que aprendiste a hablar o cuando ya eres grande. No hay edad exacta, prueba de ello; es que hay grandes escritores o pintores que comenzaron a desarrollarse en el arte o las letras después de los 40 años.
Luego vino un electricista y me dijo que parecía biblioteca le dije lo mismo i le obsequie uno de mis libros de poesía. Al día siguiente que vino a trabajar, me trajo frutas, creo que le gusto mi trabajo literario.
En fin, ese compartir a uno le basta, te
reconforta. Te hace dejar de pensar en aquellos sobrevalorados o aquellos best
seller. O aquellos cuyas habilidades
sociales son a niveles estratosféricos.
El punto es que a veces el distanciamiento con los grupúsculos te da un clima para ti, un oxigeno propio del cual te inspira a explorar nuevos recursos y así entras en el territorio inexplorado de la creación. Tu eres el desafío. Sin ser pretencioso, pero avanzas. Sin estar arriando a nadie, avanzas. Te olvidas de aquella sensación que el que más se esfuerza eres tú, mientras que otros se suben al coche y se la llevan fácil.
Para darte un ejemplo: La libertad del creador surge mirando al mar. Ese mar desde una inexpresiva población de automóviles que se sumergen con una perpetuidad escalofriante en cada recodo de geometrías móviles que se mezclan con los vaivenes acuáticos.
Entonces en el momento que menos te das cuenta eres un tejedor, (acuático o subterráneo).
Pero para tener exactitud con mis palabras creo que la manera más acertada es determinando que uno se vuelve una especie de: ¡un orfebre! en donde se cimentan sobre uno cierta urdimbre de búsquedas, de descubrimientos, de propuestas... (el orfebre de los metafísico). La urdimbre está hecha de búsquedas y pararte a cuestionar o reconsiderar los niveles de tu trabajo artístico o literario…, ese paso ya es un gran paso.
Así que mi estimado colega, ya sabes mi opinión o ya sabes algo de mi experiencia. Una mirada a tus certezas, jamás está de más...
Enrico Diaz Bernuy
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