La extorción en el Perú: ¿Un Mal Que Golpea a todas las Clases Sociales?
La extorsión en el
Perú ha evolucionado de ser un fenómeno vinculado a mafias organizadas de gran
escala a convertirse en un problema cotidiano que afecta directamente a la
clase trabajadora, media y media alta. Si bien este delito ha existido desde
tiempos coloniales, su auge en las últimas décadas ha sido resultado de
factores como la expansión del crimen organizado, la impunidad y la
precarización de la seguridad ciudadana.
Desde la época del
virreinato, la extorsión se manifestaba en distintas formas, ya sea en cobros
ilegales de impuestos o tributos forzados por funcionarios corruptos. En el
siglo XX, durante el auge de grupos subversivos como Sendero Luminoso y el
MRTA, la extorsión se utilizó como mecanismo de financiamiento. Comerciantes,
ganaderos y empresarios eran obligados a pagar "cupos" a cambio de
protección o para evitar represalias.
Con la pacificación
del país en los años 90, se esperaba que estos actos disminuyeran. Sin embargo,
la corrupción en instituciones encargadas de la seguridad y el crecimiento del
crimen organizado hicieron que la extorsión se transformara y se expandiera en
nuevos sectores de la sociedad.
La Extorsión en la
Actualidad: ¿Víctimas de Todos los Estratos?
Hoy en día, la
extorsión ya no se limita a grandes empresarios o comerciantes de alto perfil.
La clase trabajadora, la clase media y la media alta han sido las más
perjudicadas. Transportistas, emprendedores, dueños de pequeños negocios y
hasta profesionales independientes son blanco de bandas que exigen pagos bajo amenazas
de violencia. Uno de los sectores más golpeados es el de la construcción, donde
pequeños contratistas y albañiles son obligados a pagar cupos a mafias locales
para continuar con sus obras.
Una característica
actual de la extorsión es que se dirige exclusivamente a la clase trabajadora y
a pequeños emprendedores. Los dueños de pequeños restaurantes son víctimas
constantes, mientras que los restaurantes de lujo parecen estar exentos de
estas amenazas. De igual manera, las bodegas de barrio son blanco de extorsión,
mientras que las grandes empresas de producción láctea o supermercados no
sufren este problema. Mientras que a los artistas o cantantes a penas estén
destacándose ya son blanco de la extorción. Como lo que ocurrió la semana
pasada con el cantante Paul Flores asesinado por extorción. Un
hombre joven con gran trayectoria y vocalista principal del grupo Armonía 10.
Es una tragedia que esta clase de crímenes ataquen a los cultores que le dan el
sello e identidad a un país.
El transporte también
es un sector muy afectado: los microbuseros, líneas de buses y colectiveros
informales son presionados por mafias, mientras que los bancos (BCP,
Interbank y demás) o grandes entidades financieras no enfrentan estos riesgos.
En términos de análisis, podemos percibir que hay un público que, de cierta
manera, está protegido de la extorsión, lo que sugiere una selectividad en la
forma en que operan estas organizaciones criminales. Selectividad que
probablemente tiene ilación (tiene hilos) con estos sectores protegidos.
¿Sera posible que la clase política tenga ilación con esta protección? ¿O
cuantos congresistas han sido extorsionados?
Probables Factores
que Alimentan la Extorsión
En primer lugar la
corrupción dentro de las fuerzas del orden permite que las organizaciones
criminales operen con relativa libertad. Se ha comprobado sobre la
existencia de bandas criminales
dentro de las fuerzas del orden. (Si la cabeza del hogar está enferma todos
están mal). Poder Judicial y la Policia Nacional. Incluso se percibe cierta
impunidad que sigue siendo un problema
clave, pues muchos delincuentes continúan operando incluso desde las cárceles,
organizando redes criminales con facilidad.
En segundo lugar, la
crisis económica post-pandemia ha empujado a más personas hacia la delincuencia
como medio de supervivencia.
Y en tercer lugar:
el aumento de la población extranjera, muchas veces en condiciones
precarias, ha incrementado la competencia laboral y el desempleo, empujando a
algunos hacia actividades delictivas como la extorsión. Además, no solo migran
trabajadores en busca de oportunidades, sino también delincuentes organizados,
lo que agrava la inseguridad y la presión sobre la clase trabajadora local.
Enrico Diaz Bernuy
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