Una actuación así es indudablemente valiosa frente a la aparición de la obra. Pero también tiene licencia para la severidad, incluso a la inclemencia. Siendo así para dar visiones constructivas o destructivas y aunque no sea del agrado de todos, incluso hasta del propio autor.
El crítico de arte pone la aguja a donde hace falta, normalmente a los puntos acupunturales . Si el escritor o el artista es inteligente, los pone a consideración. Y de esta manera; el crítico literario tiene siempre un "asiento reservado". Aunque no todos aprobemos su punto de vista, el crítico tiene su espacio. Además, porque es fundamental ante la escena literaria.
Escucharlos hablar o leer revela de forma evidente que su público no es las masas. A veces es gustoso leerlos, otras veces es un reto y ambas formas son interesantes.
Porque de esta manera nos hace salir de nuestra zona de confort, y el reto surge. Aunque ellos tampoco se esfuercen en romper ese patrón igual es respetable la posición: otra licencia más a su favor.
Es como si un halo alrededor de ellos sirviera para mantenerlos en la postura en que uno, sí o sí, tiene que leerlos. Pero los poderes de estos eruditos tienen una serie de pilares, y no todos se basan en los conocimientos técnicos, sino en los valores, y uno de lo más importante de todos; es la objetividad, el pragmatismo.
Si este se perdiera, inmediatamente dejan al descubierto haberse vuelto partisanos de tal o cual autor.
Ahí es donde pone al descubierto sus empatías por algún interés que uno desconoce o que uno intuye y aunque no quede claro, su sola revelación ya es motivo para dejar en duda todas las licencias antes mencionadas o permitidas.
Entonces, cuando dicen, el límite es más allá del cielo, puede ser cierto, pero si cae en la falta de integridad a su esencia que es la objetividad, entonces todo está perdido. En algunos países le llama: corrupción
Un crítico es prácticamente al mismo nivel que un artista, un crítico de nivel internacional por su puesto. A veces son acusados de faltos de empatía, y hasta eso se les tolera.
Pero cuando el crítico abusa de sus poderes para terminar de partisano o aliado, eso también todo el mundo se da cuenta. Así como el artista puede abandonar ser artista, entonces el crítico de arte o crítico literario también puede abandonar su oficio actuando con los parámetros orientados a ciertos intereses motivados por temas opuestos a la meritocracia o excelencia.