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martes, 3 de octubre de 2023

Artículo de Enrico Diaz Bernuy | Asiento Reservado

Siempre he considerado la posición de los críticos de arte o los críticos literarios como un oficio totalmente respetable. He valorado su poder en la meticulosidad que tienen para desmembrar el artículo literario o pictórico con una visión profunda y técnica. Saca a lucir aspectos que ni el mismo autor las tenía de forma consciente, y a pesar de que son “frutos del autor”, el crítico define y pone al descubierto; ítem por ítem, como si se tratara de un cuadro estadístico y a la vez de una radiografía a un "ser viviente" (la obra literaria o la obra artística). 

Una actuación así es indudablemente valiosa frente a la aparición de la obra. Pero también tiene licencia para la severidad, incluso a la inclemencia. Siendo así para dar visiones constructivas o destructivas y aunque no sea del agrado de todos, incluso hasta del propio autor.

El crítico de arte pone la aguja a donde hace falta, normalmente a los puntos acupunturales . Si el escritor o el artista  es inteligente, los pone a consideración. Y de esta manera; el crítico literario tiene siempre un "asiento reservado". Aunque  no todos aprobemos su punto de vista, el crítico tiene su espacio. Además, porque es fundamental ante la escena literaria.

Escucharlos hablar o leer revela de forma evidente  que su público no es las masas. A veces es gustoso leerlos, otras veces es un reto y ambas formas son interesantes.

Porque de esta manera nos hace salir de nuestra zona de confort, y el reto surge.  Aunque ellos tampoco se esfuercen en romper ese patrón igual es respetable la posición: otra licencia más a su favor. 

Es como si un halo alrededor de ellos sirviera para mantenerlos en la postura en que uno, sí o sí, tiene que leerlos.  Pero los poderes de estos eruditos tienen una serie de pilares, y no todos se basan en los conocimientos técnicos, sino en los valores, y uno de lo más importante de todos; es la objetividad, el pragmatismo.

Si este se perdiera, inmediatamente dejan al descubierto haberse vuelto partisanos de tal o cual autor.

Ahí es donde pone al descubierto sus empatías por algún interés que uno desconoce o que uno intuye y aunque no quede claro, su sola revelación ya es motivo para dejar en duda todas las licencias antes mencionadas o permitidas.

Entonces, cuando dicen, el límite es más allá del cielo, puede ser cierto, pero si cae en la falta de integridad a su esencia que es la objetividad, entonces todo está perdido. En algunos países le llama: corrupción

Un crítico es prácticamente al mismo nivel que un artista, un crítico de nivel internacional por su puesto.  A veces son acusados de faltos de empatía, y hasta eso se les tolera.

Pero cuando el crítico abusa de sus poderes para terminar de partisano o aliado, eso también todo el mundo se da cuenta. Así como el artista puede abandonar ser artista, entonces el crítico de arte o crítico literario también puede abandonar su oficio actuando con los parámetros orientados a ciertos intereses motivados   por temas opuestos a la meritocracia o excelencia.