Existen, en esencia, dos arquetipos de poeta. El primero es aquel que domina los saberes lingüísticos y, con astucia calculada, se amolda a las preferencias del jurado para obtener premios y reconocimientos. Es el poeta funcional al sistema, instrumento de una prostitución institucionalizada de la literatura, (el vendido).
El segundo, en contraste, habita al margen, ya sea por elección consciente o por una ajenidad natural al engranaje cultural dominante. Prescinde de la necesidad de ser publicado, pues su aspiración no radica en la difusión ni en el prestigio, sino en la epifanía misma del verso logrado. Para este creador, el nacimiento del poema constituye su consumación total: ha dicho lo esencial y ha cumplido su sentido en el acto mismo de ser concebido.
Enrico Diaz Bernuy