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jueves, 25 de septiembre de 2014

-Refugio de la amada-

© Enrico Diaz
Prometo que no te voy a masticar los huesos…  jamás hago promesas,  pero esta vez es  necesario para  cuando me lamas te acuerdes que soy un Dios y tu eres mi elegida. Prometo que arrancaré de ti cada miedo que cavó en tu vida, que armó una muralla con ese pesado  mineral  y con tu mirada y con tus lágrimas. —   ya nadie puede entender  los hechos que ocurrieron la vez pasada que nos vimos. No quiero ser un hombre cuadrado, no más,  ya conozco mi poder y ahora tu recién me estas conociendo…
— ¿Y cuál es ese poder?
El poder de hacer: tenerte, el mismo poder de robar tu mirada y saber que jamás me has olvidado.  Eso es mucho, esto es una divinidad…
—Gracias, es bueno saberlo.  —Su mirada emocionada vibraba, mirando a todas partes.
—Ya no puedes huir, es tarde. Caíste en mis manos…
—Quieres decir: ¿caí en tus garras?
— ¿Crees que estoy jugando, por qué me respondes como hablaras en  una película?
En ese momento la hizo levitar, ella desjuiciadamente feliz tembló de placer. El sudor de sus pechos desnudos parecía una escarcha plateada, —luminosa—. Mientras que él se había convertido en otro ángel. Era un ángel oscuro y sangriento.
Cuando arrancó su piel la sangre no demoró en bañarlo,  formando una  cresta sobre sus cabellos con tentáculos sangrientos en donde algunas entrañas lo estaban coronando por su rostro y sus  hombros, al mismo tiempo la seguía penetrando.
En su corazón habitaba un escorpión y sus ojos eran dos lunas: una llena de amor y la otra llena de odio.
— Por favor, basta. —Aun podía hablar.
Su rostro dibujó una sonrisa horrenda y se empezaron a notar con mayor claridad las escamas grises que brotaban de su piel. Las rallas oscuras que cruzaban por su nariz achatada y sórdida.
—Tus gemidos adornan el espectáculo, agáchate y se escuchará MEJOR…
— ¿Cuando terminaras?  — Dime rápido, RESPÒNDEME…
El proceso de transformación recién comenzaba, EL HIERRO NEGRO DE SU CABELLO LA SUJETABA  AL SUELO, ella no se había dado cuenta que desde el primer momento que había escuchado su voz… desde ese instante ella había muerto, precisamente en el único momento que se sintió Amada.

© Enrico Diaz