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martes, 8 de octubre de 2024

Cuento de Enrico Manuel Diaz Bernuy | Narraciones 2024 ---TRAPECIOS a la NADA---

 

 TRAPECIOS a la NADA



"La traición es el único hecho que nos define por completo."
Jean Genet


Lucho había dedicado años a perfeccionar su arte y a los que no estaban en esa sintonía inmediatamente los catalogaba como superficiales, materialistas,  que se rodeaban de amistades falsas, llenas de ego y mediocridad, sobre todo mediocridad.

A lo largo del tiempo, se integró en un pequeño círculo social, pero lo que al principio parecía un refugio literario exclusivo, pronto mostró sus fisuras. Entre ellos se encubrían, compartían halagos vacíos y, al final, se traicionaban mutuamente, (fusión).

Como todo en la vida, ese grupo seguía la ley de lo impermanente, donde el olvido es la única moneda de pago. Lo supo cuando vio el inevitable quiebre de aquel reino de falsas promesas. Si lo dudas, basta con dar un paseo por las grandes ciudades y preguntar a los transeúntes quién fue el primer dueño de aquella casa o quién la construyó, o que esfuerzo le costó. Quizá, al hacerlo, te enfrentarás con la cruda realidad de que todos pueden olvidarte, sustituirte y, sobre todo, traicionarte, (falsos)

Es aquí donde entra en juego el “elemento T” —la traición—, (el elemento en la ecuación), ese mal que ocupa la cúspide de toda pirámide, como la flor geométrica desplegándose entre los ojos de todas  las serpientes.

La traición es el verdadero problema en todas las empresas: actuar de manera que el colega se esfuerce más, dejando a otro como "el aprovechado". Lo mismo ocurre en la amistad, cuando se revelan confidencias a terceros que ni siquiera te conocen. Y en el ámbito laboral o social, siempre es la traición la que enciende la chispa. Si el planeta está sangrando y el aire huele a pólvora, la raíz de todo es, sin duda, la traición.

Entonces según su postulado la esencia misma del ser humano parecía ser esa: traicionar a otros para finalmente traicionarse a sí mismos. Tal vez, como pensaba en sus momentos de mayor lucidez, en sus adentros cuyo sentido e instinto autodestructivo imperaba; era una súplica desesperada por el fin, por un final definitivo y rápido que pusiera fin a la Falsedad.

En atributo, vivimos en un planeta de traidores. Andamos entre serruchos ambulantes que, al final, se autolesionan, pero jamás lo admitirán. A menos que posean un espíritu desquiciado o sínico, inclinado hacia la autodestrucción, o un deseo irrefrenable de que todo acabe, ¡pero de una vez!

No se trata de una simple falta de estima al prójimo, ni siquiera de baja autoestima. Estos son terrenos mucho más profundos, donde las oscuridades se embrollan con cadenas que nos arrastran “lejos de la verdad”, y en otras profundidades en las fuentes del ser…

 A pesar de esta decepción constante, Lucho nunca dejó de buscar un rayo de esperanza. Tal vez esa luz estuviera en otro lugar, tal vez en la selva peruana, un lugar mítico donde los sueños se volvían tangibles, (desincentivar).

El paisaje del boulevard selvático de la Amazonía estaba lleno de promesas y de traiciones disfrazadas de oportunidades. Era un lugar donde los mitos y exageraciones se mezclaban con la codicia y el comercio informal (lleno de inmensidad), y otros placeres de la misma hondura.  

Inversionistas extranjeros, seducidos por la riqueza maderera, habían transformado aquella tierra en un hervidero de intereses cruzados. Y Lucho, aunque no era un empresario, sentía que aquel ambiente estimulaba su codicia de otra índole: la codicia por encontrar su lugar en el mundo literario. Sin saber de qué trataba en realidad lo que es el mundo literario… (ilusión).

Sin embargo, en medio de estas profundidades, a veces, en los ríos subterráneos, se vislumbra un pequeño rayo de luz... Así, el paisaje del boulevard selvático en la Amazonía peruana, cargado de mitos, exageraciones y envidias, había revivido en Lucho la codicia que alguna vez había enterrado en los turbios tejidos de su ser.

Ese rayo de luz estaba presente en toda la faz de la Tierra, pero en la selva brillaba con mayor intensidad. Aunque la región ya se había consolidado como uno de los destinos turísticos más poderosos del país, los inversionistas extranjeros seguían, invirtiendo,  en la explotación maderera. 

El comercio informal, con sus acusaciones sobre la tala indiscriminada, generaba un efecto dominó, tan sencillo como que un negocio produce otro, y así el ciclo continúa.

El tiempo pasó, y Lucho siguió viajando por la selva, buscando ese espacio donde su literatura pudiera resonar. Después de años de recorrer montañas y ríos, su frustración crecía con toda la apariencia de algo inmortal.

Ninguna editorial publicaba su obra sin exigir sumas exorbitantes, lo que terminó desmoronando su creencia en el viejo concepto sobre la “excelencia literaria” o arte literario. La fantasía de que las editoriales buscaban la excelencia quedó atrás. Al final, todo era un mercado, y si no se tenía capital, no había espacio para los sueños, cernía así un cimiento para otras realidades, o para la verdadera realidad.

Un día, mientras caminaba por el malecón de Iquitos, aquel viento tibio con su característico aire áspero y dulce, vio un grupo de personas discutiendo sobre libros y poesía.

A pesar de la amargura y nostalgias, una pequeña chispa de esperanza lo empujó a acercarse. Esos desconocidos lo escucharon, y por primera vez en mucho tiempo, Lucho sintió que su voz tenía eco.  Sintió que alguien más podía sentir sus versos, y eso, era un hallazgo.

Así fue como, con la tímida esperanza de cambiar su destino, compartió la idea de formar un grupo literario con quien sintió que había compatibilizado, y sin pensar mucho, tomó a Juan como “un amigo”.

Pero él,  referente al grupo literario que tenía en mente, sabía perfectamente que  no sería cualquier grupo, él soñaba con un círculo cerrado, un lugar donde se forjara un “movimiento literario” de verdadera relevancia, donde los autores se comprometieran con un nivel de exigencia y profundidad que trascendiera la mediocridad reinante.

Para llevar a cabo su proyecto, contó con la ayuda de Juan, a quien consideraba ilusamente su  amigo. Juan tenía carisma y una habilidad innata para atraer a las personas, además contaba presupuestos para ese fin, y juntos comenzaron a darle forma al grupo con el apoyo de Sebastián conocido como “el pansa de Topo” (amigo de Juan), y era topo.

Una vez juntado los tres, esperaban un toque femenino, faltaba una minina. Y Juan, nuevamente llamó a su amiga para ocupar el puesto y ella automáticamente se autodenominó como la musa y diva. Lo claro es que a veces tenía un tono altanero y a veces algo problemática.  Conclusión:  tres lobos y una princesa, —el grupo estaba fundado—.

Sin embargo, pronto Lucho descubrió que el sueño se desmoronaba. Juan, usando su encanto y recursos económicos empezó a llenar el grupo con sus propios amigos, gente que, aunque interesada en la literatura, no compartía el mismo rigor ni la visión de Lucho. Ni mucho menos en concebir la idea de un “movimiento literario”.

Yo creo que el culpable en cierta medida era Lucho, tal vez no fue tan comunicativo al expresar esas visiones. Él quizás envuelto en su entusiasmo, creyó que su amigo y los demás, sentían lo que él esperaba de esa asociación. Pero lo fundamental en los hechos es que los demás eran amateurs, muchos ni siquiera sabían escribir poesía o bromeaban con hacerlo, e incluso llegaron a unirse saltimbanquis, personajes que poco o nada tenían que ver con el arte literario.

Para Lucho, aquello era inaceptable y esa clase de sentimientos también lo contenía, ese es otro error de Lucho. Referente a la invasión de los mediocres, incomodó en cierta medida pero lo que en verdad sintió lucho es  la traición interna, esa traición fue que su amigo Juan tome atribuciones en el grupo que no le correspondían, y esa clase de traiciones que experimentó  fue algo que no estaba acostumbrado, simplemente porque él no estaba habituado a sociabilizar como ellos.

Juan, que había sido su amigo y confidente, se erigió como líder del grupo con descaro, apropiándose de la idea original y relegando a Lucho a un rincón.

El liderazgo que Juan había obtenido no era fruto del esfuerzo ni del mérito, sino de su capacidad para manipular a sus amigos y buscar popularidad. (vida social) vida social;  Dinero. 

El grupo, que Lucho había creado para fundar un movimiento literario serio, en conjunto con su amigo se convirtió en un “espacio abierto”, un circo donde las risas y los delirios de excelencia  o fama prevalecían,  sobre la creación auténtica.

Ellos querían popularidad, Lucho   provenía de una vida solitaria y su visión en crear un movimiento significaba marcar un camino distinto a lo que se había visto y aunque Lucho, jamás me lo dijo, estoy seguro que ese camino también era solitario.

Lucho recordaba aquellas viejas fotografías donde por ejemplo el movimiento surrealista donde salía Breton,  Dali, y demás, era una esfera cerrada, solitaria pero puro. No sé en qué momento esa idea posicionó en Lucho para intentar hacer lo mismo.

Lo que es innegable, es que en todas las estructuras sociales —ya sean académicas, laborales o incluso familiares— subyace un profundo anhelo de evasión. Es como si todo estuviese diseñado para propiciar una huida constante mediante diversas distracciones, que aunque varíen en forma y género, convergen en un mismo propósito: escapar. Esta obsesión colectiva por el entretenimiento, la diversión, el distraerse, parece estar inscrita en el propio tejido de nuestras vidas. 

Y cuando finalmente percibes esta realidad, te detienes, te sientas en silencio, y comienzas a cuestionar tus propios autoengaños y fantasías. Es entonces cuando surge una esperanza de evolución, porque en la quietud se desvelan verdades que antes parecían inalcanzables.

Pero él en esos momentos ya se sentía incapaz de soportar esa traición, era más que lacerante esa sensación, y el rencor que empezó a experimentar hizo que desee alejarse, así que  decidió irse.

Entonces Lucho relegó su puesto de director y fundador al topo, a pesar que él sabía sobre sus habilidades de ser topo. Lucho quería que el grupo continúe, incluso él no quería pelearse con el topo, a pesar que era compinche de Juan, simplemente lo que para él fue un sueño, dejó de serlo porque las condiciones básicas de ese sueño se habían perdido. Las miras hacia la excelencia grupal, y la lealtad,  se habían extinguido. Sin embargo, había algo creado y él asi mismo se dijo: que se queden con todo, ya no me importa ese sueño, ¡ya no me importan ellos!

Sabía que su visión no tenía cabida en un entorno lleno de falsedades y luchas de egos. Se dio cuenta de que, más allá de la literatura, lo que ellos buscaban era reconocimiento y fama, llamar la atención, (el colorinche, hacer show) no la creación de algo duradero.

Con una mezcla de tristeza y desdén, abandonó el grupo y dejó que siguieran con sus juegos y respecto al que fue su amigo, solo recordarlo con su arrogante sonrisa y desprecio a los que no pensaban como él.  

La herida que provocó en Lucho solo se  resumía en una palabra. Y cuando me dijo esa palabra mirándome a los ojos, las luces amarillas de la calle empezaron a vibrar, parece mentira pero que energía habrá usado al decirme esa palabra que coincida sospechosamente con ese efecto lumínico de los faroles.

Sus ojos tomaron un tono medio rojizo, miró a otro lado, y su mirada volvió a ser la misma. Sus ojos no se pusieron rojos por querer derramar una lagrima, sino era como una diminuta película que apareció en cada iris de sus ojos, sentí una arrollador  escalofrío. Pero fue en tan pocos segundos que no me dio la oportunidad o no la halle para decirle sobre ese detalle, (detalles).


Ahora que recuerdo esa escena, me puse a especular sobre las  habladurías,  acerca del tema que si él sabía hacer cosas o técnicas oscurantistas... A todas luces él siempre se presentaba como un hombre de paz, pero a veces tenía dudas sobre la veracidad de ese pacifismo. Pero lo que si me dejó claro, es que, Lucho jamás volvería con ellos, ni a confiar en sus dudosas lealtades.

Luego, pasó el tiempo continuaría su camino en solitario, (y eso no es una novedad en su vida) pero en el fondo buscaba un lugar donde su voz y su arte tuvieran el valor que merecían. El mundo literario que él experimentó estaba lleno de traidores.

Al igual que en la iglesia, donde entre los sacerdotes se esconden  demonios disfrazados, en la literatura abundan los farsantes: críticos literarios que menosprecian el arte, autodenominados poetas que solo buscan fama ,o delincuentes literarios para extorsionar  a los novatos, o los que están ahí con el fin de tener un micrófono en mano “para ser importantes”, o para sabotear a quienes verdaderamente "entregan su vida al arte" o a burlarse o menospreciar  de la austeridad que trae consigo…

Pero él, en esos momentos ya se sentía incapaz de soportar esa traición. Era lacerante "y el rencor".... que empezó a experimentar hizo que desee alejarse, así que decidió irse. Y respecto a la respuesta de Lucho y sus deseos de venganza con el tiempo entendió que, para esos payasos, la venganza más efectiva es ofrecerles su absoluta indiferencia, su desprecio y sobre todo; su Distancia.

Y para dar inicio a su nueva vida o mejor dicho, retomar su vida de siempre, tenía que viajar a Lima y de esta forma estuvo en contacto con el topo, siempre a la distancia (whatsapp), con la plena conciencia que todo comentario que le diga al topo era como decirlo a todos los integrantes de aquel grupo, principalmente a su ex amigo Juan.  Al menos, la función del topo en cierta forma era útil porque sirvió para tenerlos de lejos, y esta soledad con el paso del tiempo lo hizo lograr los sueños que una vez esperaba que irían a nacer cerca de ellos, nacieron en su soledad y eso le dio más  satisfacciones. El inicio de todo, fue llegar a Lima.

 

 

Enrico Diaz Bernuy