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Estimados lectores con placer y profundo aprecio a la literatura los invito a descubrir mi blog Café y escrituras con humo, un espacio donde la literatura respira con una libertad genuina, y donde cada cuento, relato o poema está tejido con esmero, ofreciendo mundos y personajes que buscan resonar en el alma. Es un rincón de lucidez y libertad de expresión, donde no existe censura ni rechazo, (ni de editoriales ni de fanzines) sino un llamado sincero a explorar juntos las profundidades de la imaginación y del pensamiento. Los textos son gratuitos y siempre bienvenidos a nuevos ojos, con la esperanza de que encuentren en ellos una chispa de inspiración o reflexión. ¡Los invito a tomar una pausa, servirse una buena taza de café, y sumergirse en la esencia de cada relato! , poema o artículos de mi autoría o de los escritores invitados. A continuación, dejo el índice del contenido:
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domingo, 27 de abril de 2025

ARTÍCULO: Invisibilidad, fragmentación y ¡Flagelos del dogma! | Enrico Diaz Bernuy | qué ofrece la muerte de un poeta ? Autocrítica cero!

 dedicado al poeta, escritor y streaming 

Guillermo Gutiérrez Lymha

Invisibilidad, fragmentación  y flagelos del dogma
Invisibilidad, fragmentación  y flagelos del dogma
Invisibilidad, fragmentación  y flagelos del dogma




Soñar con un gremio de artistas unidos bajo una sola bandera es, quizá, uno de los anhelos más nobles que existen. Un sueño que evoca la imagen de espíritus libres, sensibles y conscientes marchando juntos hacia un horizonte de creación y libertad. Sin embargo, la realidad histórica y existencial del arte revela que esta idea, aunque luminosa, está profundamente alejada de la realidad.

La esencia del artista, en muchos casos, está ligada a un empoderamiento personal, basado no solo en la creación estética, sino también en la adhesión a ideologías —y a veces a verdaderos dogmas— que configuran su visión del mundo, (el ensimismamiento) Esta individualidad exacerbada, esta necesidad de ser una voz única e irrepetible, termina generando un terreno donde los pequeños grupos —los grupúsculos— proliferan, y cada uno lucha, consciente o inconscientemente, especialmente por su propio liderazgo y legitimidad. Dejándonos un panorama tan desolador como un infierno Luminoso.

La historia del arte y la literatura ofrece abundantes ejemplos de esta tendencia a la división. Basta recordar las vanguardias de principios del siglo XX. Movimientos como el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, el expresionismo y otros, aunque compartían ciertos ideales de ruptura con el pasado, terminaron desgarrándose en múltiples direcciones. Cada manifiesto artístico era en el fondo, una declaración de independencia más que una invitación a la unión.

El futurismo italiano, liderado por Filippo Tommaso Marinetti, proclamaba la adoración de la velocidad, la tecnología y la violencia. Mientras tanto, los dadaístas de Zúrich, como Tristan Tzara y Hugo Ball, buscaban una anti-arte nihilista, una negación total de las convenciones. Entre ellos no había posibilidad de alianza profunda: sus visiones eran mutuamente excluyentes.

Incluso dentro de un mismo movimiento, como el surrealismo, surgieron tensiones. André Breton, autoproclamado "Papa del surrealismo", expulsó a numerosos miembros del grupo por diferencias ideológicas o personales. René Magritte, Salvador Dalí, y hasta Louis Aragon, fueron figuras que en algún momento chocaron con Breton. La necesidad de destacar, de preservar una ideología "pura" o simplemente de seguir el propio camino, disolvía cualquier tentativa de unidad.

Tampoco  es casual que el ego sea un tema recurrente en las biografías de artistas y escritores. El ego, en su forma creativa, impulsa la obra; en su forma destructiva, impide el encuentro genuino con los otros. Cada artista, ensimismado en su propio mundo interior, en su propia "verdad", tiende a ver las diferencias no como matices enriquecedores, sino como amenazas a su identidad.

Recordemos el caso de la llamada "Generación Perdida" en París. Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Gertrude Stein y otros compartían espacio y época, pero las rivalidades, las críticas soterradas y las peleas de egos fueron constantes. Hemingway, por ejemplo, rompió su amistad con Fitzgerald y escribió sobre él de manera poco amable en sus memorias. Gertrude Stein, a su vez, fue famosa por menospreciar los talentos ajenos. Aunque compartían un mismo tiempo y hasta ciertas angustias existenciales, la unión sólida fue más mito que realidad.

Podría pensarse que la muerte, la última y más democrática de las realidades humanas, sería capaz de hermanar a los artistas. Pero ni siquiera ella logra, muchas veces, conmover a aquellos que se enarbolan como portadores de una sensibilidad superior.

Un ejemplo claro es la relación entre Paul Verlaine y Arthur Rimbaud. Tras vivir una historia de amor tormentosa, plagada de violencia y traiciones, Verlaine jamás pudo reconciliarse realmente con el recuerdo de Rimbaud, ni siquiera tras su muerte. En vez de honrar su genio, Verlaine optó por mostrarse ambiguo, incapaz de rendirse ante el dolor o la nostalgia.

Y por su puesto, yendo a caminos más contemporáneos recientemente ha fallecido un poeta en Perú. El poeta Guillermo Gutiérrez en completo abandono frente al Estado, incluso en abandono familiar, y social. Parece un mal estigma en los artistas que están destinados a cargar.

Enterarnos que el poeta murió sin una enfermedad conocida, una muerte repentina en condiciones de absoluta soledad, atragantado en una cena solitaria   no solo nos deja una lección trágica, sino que esta tragedia se ramifica porque el cuerpo al llevarlo a la morgue no iban familiares ni amigos.  Pero los amigos al enterarse  si aparecieron,  un pequeño grupo comandado por los escritores Edian Novoa , Mary Soto y Rodolfo Ybarra, quienes en un acto de absoluta generosidad y civilización  comandaron un activismo para reclamar el cuerpo de la morgue.  ¿Y donde están todos los colectivos que se autoproclaman literarios o artísticos? ¿Dar like, cuenta?

Aparentemente el poeta tenia un carácter áspero o era un poco distante con los colegas, sea como  fuera los hechos es que en el proceso tramitologico (20 dias) para sacarlo de la morgue terminó en una fosa común. Finalmente fue rescatado de esa situación. Esta clase de escenas llenas de frialdad de los colegas deja mucho que pensar. Frente a las instituciones y frente a nosotros mismos, no me refiero únicamente a su muerte,  sino a cómo vivió. ¡como si estuviéramos en la torre de Babel! En resumen: en el Perú, solidaridad, unión , muestras de respeto, muestras de cariño solo lo recibes cuando mueres. Y como dijo el escritor Rodolfo Ybarra, ¡En el Perú te mueres y te sigues muriendo!

También podemos recordar que incluso dentro de movimientos o escenas aparentemente cohesionadas surgen divisiones tajantes. Pensemos en los grupos literarios de América Latina en el siglo XX, como el famoso "Boom latinoamericano". Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes parecían formar una hermandad de talentos. Pero las diferencias políticas —por ejemplo, la ruptura entre Vargas Llosa y García Márquez— dejaron en claro que la unidad tenía límites muy frágiles.

Es como que cada círculo, tarde o temprano, tiende a cerrarse sobre sí mismo, como una torre de marfil. Se fragmentan en pequeños clanes donde, aunque se hable de solidaridad artística, lo que realmente se persigue es la primacía simbólica: quién dicta el canon, quién marca el rumbo, quién es el verdadero "elegido".

En el arte contemporáneo, los colectivos de arte, surgidos en parte como reacción al individualismo exacerbado, también han demostrado ser efímeros o conflictivos. Los movimientos de arte urbano o las cooperativas artísticas funcionan bien mientras hay un enemigo común —el sistema, el mercado, la censura—,  pero una vez que se alcanzan ciertos logros o notoriedad, las diferencias afloran y se disuelven las alianzas. Casos como los grupos literarios actuales es prácticamente la  lista es interminable, me consta.

La raíz del problema quizá resida en que el arte, en su núcleo más puro, es un acto de rebelión solitaria. Cada artista confronta al mundo desde una óptica única. Pretender que todos marchen al mismo ritmo, con las mismas banderas, es negar esa esencia. Es por ello que también se me  viene a la memoria cuando el cantante y poeta Guille Lirick me dijo: Enrico, tú crees que algún día se unan todos los colectivos artísticos y literarios

Le respondí que eso es casi imposible, jamás ha ocurrido y jamás ocurrirá…

Incluso los intentos de formar "manifiestos colectivos" —como el de los surrealistas, o el "Manifiesto Comunista" en su versión cultural— terminan siendo apropiados y reinterpretados de maneras múltiples, divergentes y a veces contradictorias. La naturaleza del arte es, en última instancia, irreductible a la uniformidad.

La nobleza del sueño de un gremio de artistas sigue viva, porque habla de una necesidad humana profunda: la de no estar solos en un mundo social donde eres relegado, minimizado o invisibilzado (no es vendible decir cosas profundas)

Pero la historia nos enseña que la fragmentación, el ego y la lucha por el liderazgo, especialmente LIDERAZGO son fuerzas más poderosas que el deseo de unidad. Principalmente el Liderazgo. LIDERAZGO. (¡¿espejito, espejito, quien escribe más bonito?!).

Y quizá sea mejor así. Quizá el arte, como la vida misma, necesite del conflicto, de la distancia y de la soledad para seguir renovándose, para no convertirse en un dogma colectivo, en un nuevo sistema opresor disfrazado de utopía.
Porque si algo nos ha mostrado el devenir de los siglos es que la verdadera sensibilidad artística no se mide en declaraciones de unidad, sino en la sinceridad radical con la que cada creador enfrenta su propio abismo, su cumbre o su karma...
Y aunque todos sabemos que, a veces, ese destino puede ser similar al del colega Guillermo Gutiérrez —en la absoluta distancia y soledad—, viviendo así, el final no se aleja mucho, como la fruta del árbol que, al caer, no se distancia demasiado del tronco que la sostuvo.
Así que, cuando veas o te enteres de la muerte de alguien, pregúntate primero cómo vivió esa persona: ¿tuvo abandono frente al Estado invisibilizado?, ¿tuvo abandono social?, ¿abandono familiar? Y si ves que ese desabastecimiento elemental existió en su vida, permíteme señalarte que, en un caso así, todos llevamos una dosis de culpabilidad. Dosis.

Enrico  Diaz Bernuy






Fotografía del poeta Guillermo Gutiérrez