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Orígenes

Estimados lectores con placer y profundo aprecio a la literatura los invito a descubrir mi blog Café y escrituras con humo, un espacio donde la literatura respira con una libertad genuina, y donde cada cuento, relato o poema está tejido con esmero, ofreciendo mundos y personajes que buscan resonar en el alma. Es un rincón de lucidez y libertad de expresión, donde no existe censura ni rechazo, (ni de editoriales ni de fanzines) sino un llamado sincero a explorar juntos las profundidades de la imaginación y del pensamiento. Los textos son gratuitos y siempre bienvenidos a nuevos ojos, con la esperanza de que encuentren en ellos una chispa de inspiración o reflexión. ¡Los invito a tomar una pausa, servirse una buena taza de café, y sumergirse en la esencia de cada relato! , poema o artículos de mi autoría o de los escritores invitados. A continuación, dejo el índice del contenido:
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lunes, 10 de noviembre de 2025

LA TENDENCIA LITERARIA EN PERÚ 2025 /// artículo sobre literatura en el Perú /// Enrico Diaz Bernuy

por Enrico Diaz Bernuy 


El culto al lenguaje vulgar, la coprolalia y el coloquialismo extremo —aunque resulten bochornosamente deplorables, pero pintorescos… — se han convertido en el retrato más fiel de nuestros tiempos.  Y quien no sigue a la manada, queda fuera…

Vivimos en la era de los pantalones rotos, donde la decadencia se disfraza de estilo y el desaliño se vende como libertad. El lujo de hoy consiste en parecer descuidado, en exhibir la ruina como si fuera una forma de rebeldía estética.

En el fondo, no es más que un síntoma de la era de Kali Yuga: el tiempo oscuro donde los valores se invierten, donde lo inferior asciende y lo noble se burla de sí mismo. El lenguaje, espejo del alma colectiva, ya no busca elevar ni comprender, sino provocar y degradar. Así se rinde culto al ruido y se desprecia la palabra pensada.

Buena parte de la literatura contemporánea de Perú —especialmente la urbana y marginal— el uso del lenguaje es central y se valora como signo de autenticidad. Si la coprolalia (el uso de lenguaje obsceno o crudo) aparece, no suele ser gratuita, sino una forma de representar la violencia, el desencanto o la marginalidad social.

Junto a ella predominan otras características técnicas del habla popular, como:

Jerga local o juvenil, que da realismo y marca pertenencia a ciertos grupos sociales (por ejemplo, el habla de barriada, carcelaria o callejera).

Lenguaje híbrido o mestizo, que mezcla registros cultos y vulgares, o español con quechuismos, anglicismos o modismos urbanos.

Oralidad narrativa, donde la sintaxis imita el habla cotidiana, con repeticiones, muletillas o ritmo conversacional.

Fragmentación del discurso, reflejando la confusión o el caos de la vida moderna.

Ironía y humor negro, como mecanismos de resistencia o crítica social, (en teoría)

En conjunto, estos recursos expresan una poética del desborde, donde la palabra ya no busca la pureza formal, sino la verdad emocional. Nadie parece querer estudiar el idioma tal como es. Ahora, la verdad se comporta como un ente, un ente social que depende de quien la pronuncie, y que muchas veces solo es comprendida por el autor o por sus allegados.

 

Sin embargo, dentro de este nutrido ramillete de manifestaciones, algunas se han elevado por encima del montón y han alcanzado cierto grado de popularidad, probablemente gracias al respaldo de los medios o a otros intereses. Podemos iniciar con...

 


Jaime Bayly – No se lo digas a nadie (1994) y varias obras del autor apelan a un lenguaje urbano, provocador y sexualmente explícito, donde la coprolalia refleja la hipocresía de la alta sociedad limeña.

Bayly es sin duda el escritor mas sobrevalorado o con mayores recursos para promover sus trabajos literarios.

 Jeremías Gamboa – Contarlo todo (2013)  sobrevalorado

Aunque más contenida, su prosa introduce el habla de clase media limeña, con tensiones entre lo culto y lo popular.

Representa la búsqueda de identidad social y cultural desde el lenguaje mismo.

 Fernando Ampuero – Caramelo verde (1992)  ---- Deplorable y sobrevalorado ----

Narración cargada de jerga y cinismo urbano, donde el lenguaje funciona como espejo moral del protagonista.

Otro personaje similar al caso Bayly, muchos recursos y contar con el establishment (lo establecido).


5. Gabriela Wiener – Nueve lunas (2009) y Sexografías (2008)  Deja mucho que desear… ----y ultra sobrevalorada ----

En su caso, la coprolalia se asocia a la liberación del cuerpo y la intimidad, rompiendo los tabúes del lenguaje femenino. En otros…

En términos de excelencia literaria, la tendencia contemporánea a privilegiar el lenguaje coloquial, jerga o incluso la coprolalia como supuesta forma de autenticidad ha generado una crisis del estilo. Lo que en un principio fue un gesto de rebeldía —dar voz a los marginados, reflejar el habla real de las calles, romper con el elitismo lingüístico— se ha convertido, en muchos casos, en una moda que empobrece la prosa. La imitación excesiva de la oralidad sustituye la elaboración estética por una simple reproducción del ruido social.

La excelencia literaria, entendida como la capacidad de elevar la experiencia común mediante el arte del lenguaje, parece desvanecerse en obras que confunden lo espontáneo con lo descuidado. La literatura que antes se proponía transformar la realidad por medio de la palabra, ahora muchas veces solo la mimetiza sin trascenderla, cayendo en un realismo plano, casi documental.

El abuso de jergas o coprolalia, cuando no responde a una necesidad expresiva sino a un intento de parecer “auténtico”, desvía la literatura hacia el efectismo. Se busca el impacto inmediato del lenguaje agresivo, pero se pierde la hondura emocional, el ritmo interior y la riqueza simbólica que caracterizan a los grandes estilistas. La palabra, en lugar de construir un universo, solo refleja una  superficie.

En el fondo, esta tendencia revela una pérdida de fe en la palabra literaria. Mientras escritores como Arguedas o Ribeyro lograban una síntesis entre lo popular y lo poético —entre el habla viva y la forma artística—, hoy muchos autores parecen renunciar a esa tensión creadora. No hay pulido, ni estructura, ni búsqueda de belleza, sino una suerte de complacencia con la inmediatez del habla.

La excelencia literaria, sin embargo, no consiste en alejarse del pueblo ni del habla cotidiana, sino en transmutarla en arte, en encontrar en la aspereza de la calle una música interior, una prosa capaz de conmover sin necesidad de gritar. Cuando el lenguaje se vuelve vulgar por sistema, la literatura pierde su dimensión trascendente: deja de ser un acto de revelación para convertirse en simple reproducción.