Oswaldo Reynoso (Arequipa, 10 de abril de 1931 - Lima, 24 de mayo de 20161 ) fue un escritor y profesor peruano que cultivó la poesía y la narrativa. |
Valoración
Reynoso desarrolló inicialmente una literatura enfocada en el tema urbano limeño, que empieza con su libro de relatos Los inocentes (rebautizado en su segunda edición como Lima en Rock). Lo escribió en Chosica, en cinco meses, entre junio y octubre de 1960. Luego publicó su primera novela, En octubre no hay milagros(1965).
Su primigenia obra narrativa se ambienta en los sectores juveniles, en donde se conjugan los problemas de la adolescencia con el desajuste económico y la crisis psicológica con la desadaptación social. Los protagonistas son adolescentes agrupados en colleras o patotas (pandillas). Es de resaltar la riqueza de matices de la personalidad de sus protagonistas y la prosa de aliento poético. Sin embargo, algunos críticos le reprocharon el uso excesivo de la jerga y la incesante alusión a los temas sexuales, que lo hacían caer en lo pornográfico, lo que, según ellos, desmerecía su creación arrumándola al nivel de la sub-literatura. Sin embargo, para César Toro Montalvo, lo que ocurrió en realidad fue que la audacia de Reynoso no estaba preparada para el público de entonces. Al respecto, el mismo Reynoso dijo lo siguiente: «Yo no soy un moralista. Los moralistas pretenden el mejoramiento individual del hombre, quiero que la sociedad entera se salve. Pues bien, yo he deseado una sociedad en la que no existe el amor y en la que la sexualidad es una forma de evasión, una forma de olvido de sí mismo».
Obras:
- Luzbel (1955), poesía
- Los inocentes o Lima en Rock (1961 y varias ediciones sucesivas), cuentos.
- En octubre no hay milagros (1965, 1994), novela.
- El escarabajo y el hombre (1970), relato breve.
- En busca de Aladino (1993)
- Los eunucos inmortales (1995), novela
- El goce de la piel (2005)
- Las tres estaciones (2006)
- Contigo por el camino, pero sin ti (2010)
- En busca de la sonrisa encontrada (2012)
- Arequipa lámpara incandescente (2014)
Lo llamé varias veces a su teléfono, y pudimos conversar algo o mejor dicho él me cuestionaba sobre mi inquietud literaria y me ponía a prueba si en verdad era lo que quería en mi vida. Yo recién había publicado mi primera novela y él con toda la gentileza del mundo me dedicó algo de tiempo para hablarme sobre lo que vive un escritor en nuestro amado país. Debo reconocer que desee mucho ser su amigo y a pesar de que pudo recibirme un día en su mismo departamento, la amistad no floreció. Pero el respeto hacia él era algo que no podía negar. Recuerdo cuando fui a verlo solo había leído un libro de él, así que tuve que leerme dos novelas suyas en una semana. Creí que me podía preguntar algo sobre su trabajo. Recuerdo el saco que me puse y los zapatos que me demoré en lustrar para irlo a ver. Sentí que ese señor al quererme atender era una buena señal. Todo comenzó desde el Facebook le escribí tantas veces y me salía: “visto” y jamás respondía. Pero algo me llamaba a seguir insistiendo en conversar con él. Hasta que un día preso de mí indignación y tristeza le escribí diciéndole que era última vez que lo molestaba y que su indiferencia pone una prueba más de mi convicción. Y otras palabras que no recuerdo, el resultado fue que ahí si me respondió el mensaje.
Me hubiera gustado decir que era mi amigo, pero la diferencia de edades probablemente no favoreció, ni tampoco los estilos de vida, o no lo sé… Luego lo seguí leyendo y cuanto más lo leía vi que mi camino literario iba por otro camino. Sin embargo, el respeto ascendía al igual que mi convicción literaria. Hoy don Oswaldo ya no se encuentra con nosotros pero su trabajo literario que fue parte intrínseca de su vida quedará para siempre en el corazón de los lectores y los escritores que siempre lo veremos con respeto.
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