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sábado, 16 de diciembre de 2017

Universo embudo o navegaciones facebuqueras


Cada uno de nosotros es esquizofrénico en mayor o menor grado y trágicamente esta división interna nos convierte en nuestros peores enemigos.

Martin Luther King

Son unos soplones nomas con delirios de grandeza i el otro grupo son una manada que se alucinan intelectuales.  Intelectuales con un mar de conocimiento, pero con un dedo de profundidad. Por lo cual, surge un tiempo suspendido en el medio de la indolencia y la animadversión  entre los individuos que conduce solo a lo más patético, decadente y tangible trasfondo de una sociedad profundamente enferma como tanta gente ya lo ha mencionado y demostrado.
A veces..., esos intelectuales facebuqueros me definen la escultura  que es un  “Odiador  a disfrute” basado en ideales engañosos sobre sentimientos de superioridad e inferioridad en una sociedad profundamente clasista con entusiastas prepotentes. En donde los súbditos aparecen por doquier.   Por si caso, no me refiero únicamente a las esferas altas…, entre ellos se atacan como claro ejemplo como fueron formados. “Un universo embudo” lleno de seres monstruosos que nadie quiere reconocer y que al menor rasgo que uno detecte algo negativo en el semejante que atañe a nuestras carencias o nuestros apetitos tendemos a atacarlo, sin haber visto o haber enfrentado a nuestros propios demonios primero.   Porque eso nadie quiere hacer, es más fácil envidiar y chismosear o hacer una acuarela del caído, reírse, burlarse, hacer alharaca con tus compadres.  Antes que verse al espejo cuando estés a solas, ahí, en ese momento antes de irte a dormir y ponerte a contemplarte. Experimentarías saber  qué se siente cuando tú mismo te miras penetrantemente con esa mirada recontra fría e indolente y a ver si te atreves a decir en el medio del silencio y la soledad:  “yo soy el sabio”
Mira la forma de tus cabellos y siente como acarician tu frente, siente esa nobleza y siente los latidos de tu corazón en el medio del silencio. Quizás te atrevas a domar a esos demonios que guardas con tanto cariño dentro de ti como aquel día cuando fuiste niño o niña y hasta jugabas con ellos.

Enrico Diaz Bernuy






                          

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