C
DESAGUE DE AMBICIONES
SEGUNDO ROUND
Muchos son los que buscan las gafas sin saber que ya las llevan puestas. Mientras que otros se pasan la vida cambiando de gafas. No te asienta eso. “Cariño mío, acaba ese juego”. No hay nada afuera que sea más grande de lo que llevas dentro. Para mí también es muy difícil dejar de ver afuera, pero la lucha jamás debe abandonarse... —El joven Carlos, sostuvo en un tono conciliador —.
Ella lo miraba con un inocultable afecto que relucía su mirada. Su mirada llena de luces, pero sobre todo; comprensión hacia donde iban las palabras de Carlos.
Sin duda, en aquella época tenían una amistad tan sólida que le podía decir esta clase de cosas. Confianza suficiente como para expresar con total libertad su afecto. También le dijo: Ten la absoluta seguridad que comprendo en su totalidad los conflictos familiares que arrastran tus acciones. El rastro “es evidente”. —Señaló—
Los problemas que tienes con tus hermanas no llegan ni al codo frente a los problemas que vivo con mi familia. Por eso, te comprendo muchísimo. En ese sentido tenemos bastantes cosas en común. —Dijo Carlos —. Sin embargo, se había hecho la idea que Carlos, por alguna razón, venía de la familia perfecta.
Al fin y al cabo ya era de noche. Fue un gran almuerzo juntos. Puesto que toda la tarde estuvieron caminando por el malecón miraflorino. — ¿Tanto así Carlos, por qué dices eso?, ¿tan grades son los problemas que tienes con tu familia?
— Sí, porque en mi caso ya pasamos al siguiente nivel.
—¿Así, y cuál es ese nivel?
— El testamento.
— Ups fallecieron tus padres, cuanto lo lamento…
— Solo falleció mi padre, mi madre está delicada de salud.
Carlos le dijo: “prefiero dejar la moto estacionada para acompañarte a pie a tu departamento. Quería seguir conversando con ella para que sepa más cosas sobre su vida, las tantas cosas hechas y su vastedad. Vida que de alguna forma quizás no pudo disfrutar con su compañía. Era una sensación de abrirle las páginas de su vida. Los hechos acerca de los sueños truncos y los logros. Era algo que casi nunca le había pasado, era extraño. Más allá de la confianza porque le llenaba de una emoción cálida.”
Él sabía que si la llevaba en su moto, el viaje sería demasiado rápido, de tal manera no podría seguir conversando con ella. Con el ruido del motor, su atención puesta en la ruta, etc.
Ella lo entendió y seguía sonriendo con su misma mirada llena de luces, parece que sentía cierta ternura hacia él. Le preguntó sobre las entrevistas que había recibido, las reseñas y esas banalidades.
Sin embargo, en esos momentos era imposible no hablarle con el corazón y le empezó a revelar sus inquietudes que en aquella época le llenaban la cabeza de preocupaciones; por aquel afán a destacarse. Por los versos y en las conquistas de esas cúspides, —su inmadurez involucraba estar a la espera de la aceptación—, el reconocimiento, (el anclaje) etc. Los dolores de cabeza y sus apetitos por el café.
En fin, las insensateces que todos, en algún momento de nuestra vida no pudimos controlar.
Ella se puso muy seria con él. Carlos dio por hecho que ella se estaba molestando o decepcionando de él. Carlos se empezó avergonzar demostrando así, una rotunda incapacidad por disimularlo, parecía un niño que jugaba con sus pies.
Pero su respuesta lacónica y verás al mismo tiempo de ella, provocó un silencio justo en la última cuadra que estaban por llegar a su departamento. Un silencio de parte de Carlos.
Recuerdo con claridad que le dijo: tú has logrado grandes obras en esas disciplinas artísticas simplemente porque ya tienes un camino hecho, un camino de una vida pasada. —Tú ya tienes experiencia—.
Carlos le respondió: —Y si tengo tanta experiencia como dices, ¿cómo es que no he podido vivir de mi arte, es lo mínimo que cualquier oficio aspira. Jamás esperé convertirme en un magnate, simplemente pero que, al menos te dé para vivir. Creo que eso ya sería lo mínimo que cualquier oficio aspira. —Sostuvo con la mirada puesta en algo imaginario que lo resignaba—.
Siempre haciendo otras cosas para vivir e incluso muchos elogiaban sus habilidades de hacer dinero de forma independiente, pero jamás del arte. — Agregó—
Aquel comentario que le dejó enmudecido fue el siguiente: Uno está en la vida por una misión exacta. Sin embargo, en el camino uno va arrastrando avances de hechos pasados en “vidas pasadas” (uno se repite). Quizás ello; el “reconocimiento” y su respectiva monetización ya lo lograste antes. No estás aquí para experimentarlo de nuevo.
—¿Entonces por qué pinto?
—Por repetición, es parte de tu esencia.
—¿Y el logro?
—Ya lo has hecho anteriormente.
Ya faltaban pocos metros para llegar a su vivienda y se detuvieron al costado de una banca. Carlos aprovechó en sentarse como si esperara que ella también se siente con él, continuó diciéndole:
—Los fracasos que tuve en mi pasado fueron por la falta de arrojo y pereza. A eso sumarle estar rodeado de personas que no suman a tu vida. Que no te motivan a creer en ti e incluso a ponerte obstáculos mentales, como prejuicios, etc. Es como si volcaran sus fracasos o sus temores a uno. Y claro, uno en esa época era muy joven e inexperto. Luego pasó el tiempo y perseverar ya se volvió parte de mi estilo de vida.
— Pero siempre te vi alejado de muchas personas, el señor Chávez dice que tu moto contamina el ambiente con tanto ruido, y que muchas veces ha querido hablar contigo y tú ni le respondes el saludo. La señora Carla de la bodega dice que siempre te ve desaliñado, es como si no te importara tu apariencia.
—Sabes, eso me hizo pensar de ti que simplemente que estás ocupado en otras cosas.
—Te aseguro que son cosas más importantes que el aspecto físico.
— Wuouu con la egoicidad jajaja. Al menos me queda claro que eres un soñador.
—Si, y muy romántico. Pero eso no quiere decir que me ponga a abrazar a todo el mundo, por lo contrario, me permitió cierta lucidez que me ha conducido a un distanciamiento con las personas a las que lastimosamente he logrado sentir hasta repugnancia. —Señaló ondulando los labios como si no quisiera pasar su propia saliva—
—Yo sabía que este es un barrio muy distinguido.
—Lamento desilusionarte, pero eso no significa nada. —Sostuvo Carlos—
—Que haya cierta prosperidad eso es evidente. La prosperidad material casi nunca va de la mano con el desarrollo o evolución espiritual
—¿Son malas personas?
—Muy malas, son aberrantes.
—Hablo contigo como si tú hubieras estado en otro planeta. ¿No te has dado cuenta?
—Las personas actúan como si fueran inmortales y al mismo tiempo, como si no hubiera una justicia divina, parecen ateos. Lo interesante es que jamás una de esas personas ha reconocido su ateísmo.
— En realidad en otros distritos también son así.
—Claro, “el distrito” es un tema de complejo o prejuicio. Por supuesto que hay lugares más peligrosos que otros, pero aquí me estoy refiriendo a la esencia. El campo psíquico de las personas.
—¿Crees que sean consecuencias del covid, repercusiones en la salud mental?...
—Al principio lo pensé, y luego de darle muchas vueltas al tema; es la era en la que nos encontramos. Así va la humanidad si es que se puede llamar humanidad.
Al imperar la falta de empatía simplemente nos conduce a condiciones de la más baja estofa.
—Como lo planteas, en ese sentido concuerdo contigo. ¿Pero crees que todas las personas que viven en la prosperidad, son así?
—No creo que todos sean así, pero en mi experiencia jamás he conocido a alguien que marque distancia con esta realidad que te he expresado.
—Bueno, creo que ya se hizo tarde, a ver si el próximo viernes nos vemos.
—Claro, me he sentido muy feliz de verte.
—Hacía años que no jugaba villar
—Yo también lo disfruté mucho.
Cuando Carlos llegó a su casa, su hermano menor, que sufre de alopecia, le increpó que luego de perder el tiempo se dedique a limpiar la azotea. —Esa debe ser tu primera misión a primera hora de mañana, señaló—.
— Es ahí donde perteneces, y no estar pensando en sueños de entrar en la política. Lo que él no sabía es que mi reunión en el partido político terminó siendo en un encuentro con una antigua amiga. Pero cuando alguien tiene el complejo de superioridad por las nubes, casi siempre va de la mano con el rasgo más preponderante: “ser un indolente”. Eso le quedó bastante claro a Carlos.
Simplemente, no le puedes contar las cosas que son importantes para ti. Así que mantenerte bien distanciado hasta de tu propia familia es un acto de lucidez mental, básico.
Principalmente cuando tu aspiración es la evolución con miras a la excelencia. La evolución rara vez va con tu zona de confort, la cuadrilla no siempre favorece ni mucho menos los familiares.
Al día siguiente, Carlos tuvo que ir a San Juan y se encontró con unos “colegas-amigos” de su vocación paralela (la escultura). Pero qué clase de amistad puede haber cuando el único interés es que tú te vuelvas en su subalterno. No le veo coherencia en términos de amistad.
Recuerdo aquella vieja frase de Marco Aurelio: “la peor esclavitud es la voluntaria”. Por otro lado, sabía perfectamente que siendo negligente con pequeñas cosas no puedes confiar en los asuntos más importantes. En suma; imposible que le dedique tiempo a personas guiadas por un ego descomunalmente enfocado en resaltar. Someterte a sus egos, no gracias. Él ya vivió eso y sabía perfectamente que el anarquismo tradicional estaba extinto. Más se veía encumbrar egos…
Mas bien, todo estaba teñido por un tono deplorable donde lo bizarro era la estética y muchas veces el contenido es decandete, no hay nada alentador ni positivista. Y Carlos había decidido ser un romántico.
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