El lengua de Yeso
Puesto
26 era el lugar de su escritorio, su vehículo era una bicicleta cuya marca no
recuerdo pero sí se me viene a la memoria que era un modelo de colección. Cada
vez que Gabriel le entregaba más informes para que haga los respectivos resúmenes mostraba un inusitado semblante de
satisfacción, era algo extraño, no por esa respuesta, sino porque solía
conversar con todo el mundo. Se suponía que debía tener una vida muy solitaria,
su trabajo era solitario, vivía en una zona solitaria y la ubicación de su
oficina estaba la más alejada de todos. Un herbazal de papelería los separaba...
La
función de todo el personal demanda muchísima concentración, pero él era un caso
algo extraño. En aquellos primeros quince días de su asistencia al puesto
laboral, aparentemente no había nada extraño, pero Gabriel con su experiencia sentía que algo guardaba entre
manos. No solo se trataba de su excesiva tendencia en acercarse a los demás,
sino sentí prontamente que había en él un misterio que en esos momentos no lo podía
definir.
Luego apareció la negra, sí, aunque cueste de creer ese era su apellido. Su nombre completo era Valdemira La Negra Samaniego, pinta de promiscua y con un lenguaje que reflejaba provenir de las zonas aledañas al centro de Lima. No usaba maquillaje por lo que entendí luego de ella que en cierta forma había un poco de más sinceridad en ese sentido, que en cierta forma se puede tomar como un punto a su favor. Pero a pesar de ello, con esas características poco probable que alguien la tome en serio, además tenía fama de rompecorazones, así que si deseas que te hagan mierda, podías buscarla.
Ese es un tema bien interesante porque el estándar de la población era tener una autoestima por los suelos, así que imagino que “marido de turno” no le faltaría.
Por
otro lado, trata en hacerle entender esa gran verdad, pero eso jamás ella lo
creería simplemente porque las personas tienen a descubrir lo que buscan y sus
ideas preestablecidas siempre se imponen y ella no buscaba saber sobre su
apariencia u otredad.
Pero después, anda a ver como a solas se quejaba en que nadie la tomaba en serio. Tan contradictorio como la vida misma, así que ante este referente jamás le digas a alguien algo que jamás te pregunte, y esa clase de preguntas jamás ella te las haría.
Además, Gabriel ya había perdido el interés en tener más confianza con ella. Tampoco era bien para su carrera, eran colegas y vínculos íntimos en el trabajo casi nunca favorecen a ninguna de las partes.
En resumen, ellos estaban a cargo de Gabriel, y tenían que sacar los contratos más jugosos para que así logre su ascenso. Ya le había costado demasiado esfuerzo llegar a donde estaba. Las amanecidas, las investigaciones de mercado, los algoritmos, contratar por cuenta propia a un estadista para que supervise sus resultados hasta en la más mínima fracción o dividendo siempre era importante.
Gabriel (jefe de piso) si quería destacarse debía de contratar a gente que le ayude, gente que sea más eficiente que él. Sin embargo, aquel trabajo él tenía que hacerlo solo, pero gracias a que tuvo el apoyo de su padre pudo solventar a esos profesionales, al final, los laureles se los llevó y bueno ya saben a dónde llegó, nada más y nada menos que a la subgerencia del departamento textil.
Un puesto bastante envidiado, pero con una carga de responsabilidades enormes.
Tenían que ser un buen equipo, pero ahora que escribo estas palabras veo que perdió el pragmatismo en aquel momento, en involucrarse en sus vidas personales, en cómo ambos le robaron el corazón, luego lo traicionaron y él siguió su mismo plan y se volvió peor que ellos.
Ahora no hago mejor cosa que arrastrar los cuadros estadísticos sobre la pared de yeso, o contemplar sobre sus portarretratos; márgenes en yeso que quizás como sus ideas que aspiraran a cierta búsqueda tan blanca como el yeso, pero cuya fragilidad es también la misma a la del yeso.
Seguramente el área de Gabriel en la empresa quebró por inmiscuirse en sus
vidas y dejar que ellos entren en la suya.
El cliente de la empresa Marks,s insumos, no estaba satisfecho con la propuesta creativa y eso significó más desafíos y debido a la falta de conceso con mi equipo me hacía tomar decisiones arbitrarias, por lo cual, después generó ciertas tensiones especialmente con la negra, dado a que era ella era la más impulsiva.
A pesar que ella era la subalterna del equipo, la procacidad en su perspectiva y su empuje por imponer que la campaña debía de aprovechar el verano y no las fiestas de fin de año generó inmediatamente bastantes dudas. Sin su firma de la arquitecta y jefa de producción que era ella; iría a tener bastantes dificultades con los gerentes del cuarto piso.
Cualquiera puede entender que los gerentes irían a observar esos detalles. Entonces eso sirvió para que el jefe del piso se acerque más a Adel, él era el de la bicicleta clásica, el creativo estrella, el hombre cuyo nombre es de origen Libanés puesto que uno de los significados más importantes es sobre la equidad y justicia.
Entonces esta era la hora de poner a prueba sus niveles de justicia en actuar “a favor” del jefe de piso y que interceda en hacerla cambiar de idea a la negra. En cuanto a su fama de amiguero siempre era un tema cuestionable, porque el que es amigos de todos, casi siempre, es amigo de nadie.
Así que por esa razón el jefe de piso no tenía la total de sus esperanzas puestas en Adel, pero, al menos, debía intentarlo.
Por consiguiente, el jefe de piso no encontró mejor manera de romper el hielo con Adel, invitandolo a tomar algo caliente, un buen café pasado, gota a gota, con un chorro de ron y un poco de miel. En realidad, ya tenía experiencia en esa clase de invitaciones, la recursividad en el campo de las relaciones públicas es indispensable en gerencia de piso. Y conocer esa clase de establecimientos para buenos proyectos o negociaciones era determinante.
El
propio jefe de piso se acercó a la oficina de Adel, y sin tanto preámbulo después
de un lacónico saludo pero con perceptible respeto le propuso que quería invitarlo
a un restobar
para conversar unos temas de gerencia.
Adel, inmediatamente aceptó.
Pasaron las horas y la noche avanzaba lentamente mientras compartían historias, risas. Adel demostró ser un conversador encantador y amigable, sus palabras fluyeron con facilidad mientras compartían anécdotas, reían de las anécdotas que había tenido en su vida y que parecían interminables. Y en toda esta dinámica el jefe de piso aun no encontraba la manera de traer “el tema de la negra”, su propósito era que él interceda con la negra por el motivo referente a la gestión de fin de año.
Pues en medio de la charla lo ojos de Adel, que antes irradiaban calidez, comenzaron a oscurecerse, como si una sombra invisible se posara sobre él. Además en el medio de esa oscuridad sus ojos se clavaron en los ojos del jefe de piso, proporcionado así un “hielo invisible” que lo cubría por completo incluso, hasta los huesos. Subyacente así de relámpagos internos...
Su voz, que antes había sido suave y melódica, ahora era un murmullo siniestro que parecía provenir de lo más profundo de la oscuridad.
—¡Sabes...! "a veces las personas esconden secretos tan oscuros como el abismo".
El corazón del jefe de piso comenzó
a latir desbocado, y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Trató de ignorar esa experiencia, pensar que se
estaba imaginando esas palabras, pero la atmósfera había cambiado drásticamente,
como si algo maligno se hubiera apoderado del lugar.
También pensó en esos momentos en que quizás estaba jugando una pequeña obra de teatro, pero era tan convincente todo… que los ojos del jefe de piso se desviaron hacia la ventana como si buscara ayuda. Pudo ver los efectos del viento cómo creaba sobre la vegetación cierta cadencia macabra como si todo en esos momentos se vuelva en su contra.
Con voz entrecortada, le preguntó qué quería decir con eso.
Su
sonrisa se ensanchó, revelando dientes que parecían haber perdido su brillo
natural... "El lenguaje de los favores es antiguo, un idioma olvidado que
surca en las sombras", —susurró—. —"Puede revelar secretos
inimaginables y despertar horrores que yacen dormidos en lo más profundo de la
mente humana".
—Cómo,
no entiendo, cómo sabes que te quiero pedir, cómo sabes de algún favor, que
vaya a solicitarte, yo, cómo? La tensión en la que se encontraba no permitía
coordinar las palabras para hacerle la pregunta más simple.
—Hablas
como un lengua de yeso!! Jajajajajaja —Respondió—
Fue ahí donde me puse a pensar que el hombre más sociable del mundo debía tener sin duda, cierta habilidad para burlarse de la gente. No es que sea dramático pero, burlarte de tu propia especie… no sabría especificar en qué nivel de la evolución te encuentras, pero en la cúspide, no estas.
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