Se alinearon
los planetas para mostrarnos
más sobre la estupidez humana
(El negocio de la guerra)
VERGÜENZA
MUNDIAL
Hablar con los
brazos cruzados es una señal de estar a la defensiva, como un escudo que eriges
para impedir que los demás entren en tu círculo de vida. Si vas a pedir un
favor o a buscar una alianza, al menos deberías adoptar una postura más
empática, porque todo lo que haces con gratitud tiene consecuencias similares.
No ganas
nada impostando la voz y volviéndola grave, como queriendo decir: "yo
soy muy duro". Esa actitud solo revela soberbia y genera distancia con
los demás. Pero estas cosas no se le pueden decir a un exactor cómico que hoy
es presidente de un país.
Por otro
lado, frases como:
- "Usted
me está levantando la voz."
- "Usted
está jugando con la vida de millones de personas."
- "El
gobierno lo ha ayudado con miles de millones de dólares y no muestra
ningún gesto de agradecimiento." (No
se compromete a devolver ese dinero.)
- "No
muestra nada de gratitud."
Son de una
gravedad que no admite refutación, porque revelan que quien está cruzando la
línea es él: el pedigüeño.
El problema
no es solo el ridículo en el que queda, sino la falta de sencillez que se
evidencia incluso en su forma de vestir. Podrías decir que son detalles sin
importancia, pero en cualquier acuerdo —sea de negocios o de paz— todo cuenta.
Es lamentable que un país esté tan mal representado.
Si visitas a
un grupo de nadadores con la intención de hacer un pacto o acuerdo, no
parecería muy empático de tu parte ir vestido como un esquimal.
No pensó o no se asesoró sobre con quién iba a hablar es un megaempresario.
De el
escenario que estoy hablando es similar a un vecino conflictivo que si tiene
problemas con alguien, él quiere que todos tengan problemas con esa persona.
Como los siguiente:
El Vecino Conflictivo que Quiere Arrastrarnos a su
Pelea
Todos
conocemos a alguien así. Ese vecino que un día tiene un problema con quien vive
a su lado, pero en lugar de resolverlo como un adulto, decide que no será una
simple disputa entre dos. ¡No, no, no! Su ego no le permite perder, así que, en
su infinita cobardía, (rehén del miedo) toca las puertas de los demás, buscando aliados para su pequeña
cruzada.
—Vecino,
¿sabe usted que Fulano de Tal es un peligro para el barrio? ¿No le parece que
deberíamos hacer algo?
El pobre
vecino al que acaban de despertar con semejante queja apenas si conoce a Fulano
de Tal. Pero nuestro protagonista, con una capacidad innata para la
manipulación y el drama, le mete miedo, le promete un desastre inminente y lo
convence de que si no se une a su cruzada, él también será una víctima.
—Si usted no
está conmigo, entonces está contra mí.
Y así, de un
simple altercado entre dos, se crea un conflicto a gran escala. Porque, claro,
el vecino conflictivo no es de los que pelean solo. Él no va a arriesgarse, ni
a tomar el golpe directo. Prefiere que sean otros los que lo hagan por él. Como
un titiritero experto, manipula la situación para que todos terminen odiando a
su enemigo, incluso aquellos que ni lo conocían.
¿Y qué pasa
cuando el barrio entero está en llamas? ¿Cuando los problemas que él creó ya no
pueden deshacerse? Ah, bueno, ahí él pone cara de víctima y dice:
—¡No es mi
culpa! Yo solo quería justicia.
Claro, una
"justicia" que convenientemente lo beneficia a él y destruye a los
demás. Y lo mejor de todo: cuando las cosas se salen de control, no es él quien
sufre las consecuencias. Es fácil jugar a ser el valiente cuando son otros los
que reciben los golpes.
Lo mismo
ocurre en la política internacional. Hay líderes que no buscan solucionar sus
conflictos, sino arrastrar a todo el mundo a su guerra personal. No les importa
si estallan crisis económicas, si los ciudadanos de otros países sufren, si se
compromete la paz mundial. Todo lo que importa es que su ego no sufra una
derrota.
Y así, en
este vecindario llamado mundo, hay quienes no quieren simplemente llevarse mal
con su vecino. Quieren que todos peleemos su pelea, sin importar el costo.
Comprendo que todos podemos
carecer de conocimientos en determinados temas, pero lo verdaderamente
inaceptable e irresponsable es desestimar la posibilidad de asesorarse con
quienes poseen mayor conocimiento que uno. Especialmente cuando se cuenta con
todos los recursos para hacerlo. Tal negligencia no merece indulgencia alguna,
(vergüenza mundial)
Más aún cuando está en juego la vida
humana y, bajo el pretexto de defender la patria, se opta por el genocidio de
su propio pueblo. Si eso no constituye la más abyecta perversión, (satanismo) entonces,
¿de qué estamos hablando?