p


Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta microrelato erotico. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta microrelato erotico. Mostrar todas las entradas

martes, 24 de marzo de 2015

Lectura a solas o en compañía...

A CONTINUACIÓN UN MICRO RELATO
Para ser disfrutado en vuestra soledad o en compañía de la amada... Un abrazo cordial a todos los lectores. Si lo compartes o deseas publicarlo en algún espacio digital o físico, solo decirle que figure mi autorìa, nada mas solicito. Gracias.

Ya basta de la cicatriz que besaste en mi mente y esa voz que también era mía estaba con tantos sueños para crear la figura imaginaria de tu cuerpo. El color de tu mirada y soñar una vez más tus manos sobre mis manos para olvidarme de mí y para creer de nuevo… al fin terminé con todo y tú me miraste con esos ojos inmensos y oscuros para recordarme que aun tengo una esperanza.
Luego sonreíste con esa sabiduría de la que una vez más me hacía enamorarme y recordarte tantas veces, y mis pocas palabras estaban reservadas..., en esos momentos ya me imaginaba escribir sobre lo que nos estaba ocurriendo. Y sin pensar, nos volcamos en la cama para volver a nacer y beber por fin ese vino oscuro y tinto como dos animales sedientos. Recuerdo cuando hice un cántaro entre mis palmas y te invité a beberlo sentí tus labios sobre mis manos y tu lengua rosaban el fondo como un erótico remolino dentro de mis manos. Aun no te habías saciado y me invitaste del vino pero no lo pusiste en tus manos sino que lo derramaste como un hilo fino sobre tu torso desnudo tan claro como la luna.
Ese hilo de vino formó un delicado río que cruzaba por tus senos y reposaba en tu vientre, como un manantial en donde pude ver el reflejo de mis ojos mientras que la noche recién comenzaba… Ahora puedo escribir y decirte de nuevo: te extraño. Cariño mío, cuantas veces te llamé así, en el medio de tantos suspiros silenciosos que deseábamos proclamar para acercarnos al origen. Desde ahí habíamos hallado la semilla y de la nada posó un viento sobre nosotros. Las ventanas estaban cerradas no sé si ella lo recuerde. Pero lo que si recordará es que todos mis latidos se unían a ella junto a su sangre entre sus labios y mis besos…

domingo, 3 de agosto de 2014

Mircrorelato erótico.

©Enrico Diaz Bernuy

SUCUERPOERABLANDABLANCAYTIBIA
Ya no podía esperar a la noche, mi sangre recorría con más fuerza  y mi piel hervía, su mirada ingenua oscura y temblorosa a la vez…  provocadora: me envolvió con su sexualidad, hace tanto tiempo la venía deseando y tenerla frente a mí me llenó con su paisaje de tenerla desnuda.
La arrastré  en un mar de palabras. Le narré incontables cosas  en la que venía soñando y al final del túnel siempre la veía a ella, con eso se sintió alagada, quería marearla, como a todas las mujeres, envolverla en el mar de las palabras que puedan hacerla sentir la reina de un mar encantado. 
El latido de su corazón  agitaba sus senos brillantes, sudorosos como el rastro cristalino que hace las olas del mar. Mientras que su diminuta prenda íntima la froté con mis dedos con lentitud y arte.  Como si la tela se desasiera en mi piel, sus gemidos me suplicaban, luego  quedó más desnuda que nunca. Empezó a implorar que me detenga y eso me estimuló más… ser más rudo  con ella comenzando por esa ubérrima cabellera castaña y húmeda de tantos esfuerzos que luchaba para quitarme encima sin embargo yo ni siquiera comenzaba recién estaba calentando motores.
Su cuerpo era blando, blanco y tibio.  Sus latidos habían llegado a sentirlo solo con mirarla, y ella estaba agotada y la figura blanda y tibia de sus piernas poco a poco las abría cada vez más abierta y  me embargaba, me absorbía y me estrangulaba…
Una vez más me sentí un demonio, un creador, o un devorador de la belleza que se encontraba entre sus dedos y entre sus piernas y entre la saliva que me coronaba agradeciéndome y sus suspiros jadeantes unificados con los míos. De alguna manera nos hicieron un ser lleno de  insaciable apetito… por devorarnos a nosotros mismos.

En esos momentos habían pasado tres horas y recién comenzábamos… 

©Enrico Diaz Bernuy