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domingo, 22 de diciembre de 2024
martes, 17 de diciembre de 2024
¿Qué es un intelectual? Aquí se lo preguntan a Umberto Eco, y su respuesta es imperdible:
domingo, 15 de diciembre de 2024
sábado, 14 de diciembre de 2024
martes, 10 de diciembre de 2024
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Queridos lectores y amantes de las palabras, con placer y profundo aprecio los invito a descubrir mi blog Café y escrituras con humo, un espacio donde la literatura respira libre y genuina, y donde cada cuento y reflexión está tejido con esmero, ofreciendo mundos y personajes que buscan resonar en el alma.
Es un rincón de lucidez y libertad de expresión, donde no existe censura ni rechazo, sino un llamado sincero a explorar juntos las profundidades de la imaginación y del pensamiento. Los textos son gratuitos y siempre bienvenidos a nuevos ojos, con la esperanza de que encuentren en ellos una chispa de inspiración o reflexión.
¡Los invito a tomar una pausa, servirse una buena taza de café, y sumergirse en la esencia de cada relato! ✍️☕
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jueves, 5 de diciembre de 2024
OFF AA (Objetofilia a la forma fálica de algunos alimentos) de Enrico Diaz Bernuy
Objetofilia a la
forma fálica
de algunos
alimentos
(fetichismo
alimenticio, el plátano)
Una breve historia
sobre
mucho dinero
El erotismo es como la comida,
lo
llevamos en los instintos." – Octavio Paz
"Todo lo que vemos podría considerarse
un símbolo de algo más." – Oscar Wilde
Entonces entiendes de que no hay tanta estupidez de por medio, por lo contrario. En términos
del marketing logró el éxito: generar polémica y reconsiderar el valor en
la cultura contemporánea…
Para los que no están muy al tanto del individuo italiano; Maurizio Cattelan es el
autor de la obra “Comedian”, que consiste en una banana pegada a la pared con
cinta adhesiva, en 2019, Cattelan presentó Comedian en la edición de Art Basel
de Miami.
Y recientemente en 2024, la
obra se subastó en Sotheby's, Nueva York, por 6,2 millones de dólares. Lo
cual se puede tomar como manifiesto sobre lo efímero de estos tiempos y bla,
bla, bla, bla; ¡y bla!
La obra generó polémica y reabrió el debate sobre el valor del arte
en la cultura contemporánea.
Y a pesar que estamos en un
mundo y en unos tiempos globalizados, no es tan sencillo hacer conocer el nombre
de alguien en las personas, menos aún el nombre de un producto y mucho menos,
el nombre de una obra de arte.
Esta clase de noticias había invadido el muro de los espacios periodísticos que John solía revisar con cierta frecuencia. Y como era de costumbre en él, darle vueltas al asunto lo había hecho evaluar, investigar fuentes alternas que puedan nutrir sus especulaciones o sus confluencias. Como si dentro de él habitara un ser deseoso de la verdad, pero lo que él no consideró es que a veces hay verdades que no te conducen a la paz interior, simplemente porque no tienes la talla psíquica para sobrellevar las realidades…
John a veces atravesaba diálogos internos como si tuviera un interlocutor externo, una especie de fantasma que lo acompaña y le dice cosas. Cosas que probablemente salían como reflejo de su interior, pero materializados en una voz gruesa pero salida de otra dimensión. Prueba de ello es el siguiente breve discurso. Una mezcla de las cosas que había leído, instruido y concluido, solo que a veces todo lo olvidaba y luego se revelaba en la voz de este personaje imaginario, fantasmal pero amistoso que siempre lo acompañaba. La voz dijo:
Es aquí donde el plátano en la pared, nos guste o no, fue vendido
en la casa de “subastas de arte” una de las más importantes de este planeta. También tenemos que aceptar que ese sujeto
italiano tiene cierto don por la creatividad, pero una creatividad que apela al absurdo como espejo de la realidad:
Reflexionar cómo el sinsentido retrata, de manera indirecta, las paradojas del
mundo contemporáneo.
Una idea que no es descabellada, pero que
se basa prácticamente en un manifiesto sociológico, que invade una sala donde
se exhiben obras de arte. O
la vieja técnica del humor como subversión: Vincular la ironía
con el uso del humor “para desarmar” lo solemne o lo predecible. Es como un petardo de dinamita para derrumbar todo lo
hecho… Y a eso, algunos lo llaman arte, y a ese individuo italiano, algunos lo
llaman artista.
« Algo banal a algo
extraordinario », sustentó uno de los
críticos oficiales de Sotheby’s.
Y con esa escasa apreciación ni siquiera deseo mencionar el nombre
del crítico. “Esto no es
solo un truco publicitario. Que una obra de ese nivel llegue a una sala de arte
o a una subasta (que es peor) también implica algo más: dinero, mucho dinero.
¿Quién se beneficia aquí?”
Es por ello que estamos frente a una desarrollada técnica de ingeniería fiscal, cuyo único fin es para
evitar impuestos, por que si donas esa obra a un museo, pasas inmediatamente a recibir
beneficios fiscales de hasta el 50% de tus deudas al fisco. Y si por casualidad
lo compras a nombre de tu empresa en cualquier parte del mundo puedes señalarlo
como ¡inversión a bienes culturales! Y luego lo donas a un museo se deducen el 50% de tus impuestos. ¡Gambito
de caballo!
Imagínate el 50% de 6 millones. O mejor aún, si dejas pasar 4 o 5
años, esa misma obra de los millones, subirá de precio, y si luego la donas al
museo. ¡Gambito de caballo! Ahora, si fuera el caso que no lo donas, tienes
idea lo conocido que será el nombre de tu empresa si tú lo compras (publicidad
y marketing a nivel mundial y de forma
instantánea ) Y ¿quién más desea llegar a nivel mundial como el comprador, hoy
actual propietario de una cripto divisa? ¡Gambito de caballo!
Esta clase de ideas venían cuando él miraba las paredes vacías, él
huía de las paredes con cuadros, y empezó a recordar las palabras de su madre
¡tú solo vives en la luna!
John Izarnotegui continuó su recorrido habitual. Mirando las
paredes vacías, pero mirando las paredes de su interior, ese interior lleno de
dudas, y cosas que a nadie se las puede decir… Las paredes vacías eran como
páginas que él deseaba descifrar algún mensaje de cúspides y cuarzos cuyos
contenidos siempre son luchas, devoción e inocencias. El eco del
discurso interior sobre el plátano y la especulación seguía resonando en su
mente.”
. No tenía otra alternativa, hablarse asimismo era la mejor forma
de asimilar la idea que con sus amigos no podía conversar este tipo de cosas.
Cada palabra le parecía un insulto, una burla disfrazada de
análisis (recordando la mirada de aquel critico) Él, un vigilante al que nunca
le alcanzaba el dinero, custodiaba esas "obras maestras" que
valían millones, pero no alimenta su
vida ni le da respuestas."
. Un soñador de maquetas,
que siempre deseo ser arquitecto y lo máximo que tuvo oportunidad era estudiar
diseño gráfico y terminar como vigilante en un museo.
Caminó lentamente por el museo, sus pasos resonando en las losas de
mármol, y en los ecos de su arquitectura interior… Sus ojos se detuvieron en
las vitrinas, en las etiquetas que describían las obras con una seriedad
abrumadora, o “cargante de ideas sin destinos” y pensó en el absurdo y sus
justificaciones... (la imperiosa necesidad del sustento) ¿Era eso el arte
ahora? ¿Un simple movimiento de cifras, en donde la vistosidad al dibujo, y su
virtud, o la pintura y su virtud quedan desplazados? ¡El derrame del designio a las vagas subidas
de los aires! ¡¿Una excusa para que los ricos eludieran impuestos?! o se
llenaran de prestigio. ¿De eso se trataba la vida? ¿Eso es vanguardia? ¿prestigio?
¿Prestigio ante quién? ¿contemporáneo?
No, y yo digo NO.
Pero ante este monologo de John
no puedo dejar de recordar también Capítulo 2,
verso 47:
"Tu derecho está solo en realizar
tu trabajo, pero nunca en sus frutos. No dejes que los frutos de la acción sean
tu motivación, ni tampoco te apegues a la inacción."
Este verso subraya que uno debe enfocarse en hacer lo que corresponde según su
dharma (misión de vida) sin que el resultado o el prestigio sea el objetivo.
Capítulo 3, verso 35:
"Es mejor cumplir con tu deber,
aunque imperfectamente, que intentar cumplir con el deber de otro, aunque
perfectamente. Es mejor morir realizando el propio deber, que vivir realizando
el deber de otro."
Aquí Krishna recalca la importancia de seguir el propio dharma, lo cual está
ligado a la misión personal en la vida, independientemente de cómo sea
percibido por los demás. Pero este tipo de cosas no las podía recordar John , y
a pesar de lo necesario que era para su inteligencia, él estaba cegado por su
incomodidad de las desigualdades…
En ese momento, John Izarnotegui
se percató de que no estaba solo. Un leve murmullo provenía de la sala
contigua, una de las galerías secundarias donde raramente entraban visitantes.
Intrigado y algo molesto, caminó hacia allí. Quizá alguien había quedado
rezagado o, peor aún, intentaba robar algo.
Lo que encontró no fue un ladrón, sino un inesperado encuentro con
dos figuras que cambiarían por completo el curso de su noche. El museo cerró
sus puertas, y John , el vigilante, comenzó su ronda nocturna. La rutina
siempre le resultaba un consuelo: encender luces, revisar vitrinas, asegurar
las obras y buscar algo que el público asistente haya olvidado.
Esa noche, sin embargo, el eco de los discursos sobre Comedian
(el plátano en la pared) lo perseguía como un mosquito molesto. Pensó en
los millones que movía aquel absurdo y en cómo un salario insuficiente, apenas suficiente
para pagar el alquiler."
Mientras caminaba por la sala principal, se sobresaltó al ver una
figura sentada en el banco frente a una instalación. Una mujer con un vestido
corto y tacones desgastados lo observaba con una media sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó John , frunciendo el ceño.
—Relajarme. Un museo vacío es más tranquilo que las calles
—respondió ella con desparpajo, encendiéndose un cigarro.
—No puedes estar aquí ¡y menos fumar!
—¿Y qué vas a hacer? ¿Llamar a la policía? —respondió la mujer
mientras exhalaba el humo. Luego lo miró, divertida—. No seas tan rígido,
hombre. No rompo nada, no toco nada. ¿No es eso lo que importa aquí?
John se quedó en silencio,
incómodo por su propia incertidumbre. La mujer le extendió la mano.
—Carmen.
—John —respondió,
estrechándola con torpeza y sintió un hielo que empezó a recorrer todo su
cuerpo, y al poco rato se empezó a vaporizar la figura completa de esa mujer
quedando en evidencia que era un fantasma.
Fantasma en el roce de los crecimientos del pasado, enmienda, y avaricia
perpetua…
Y en el medio de la calma de la sala se rompió con un crujido seco,
como si algo se astillara. Él giró y ella ya no estaba. Una de las vitrinas
estaba abierta. De su interior, una figura translúcida comenzó a tomar forma:
un hombre alto, de rostro demacrado y mirada penetrante, con ropa de época.
—Todo esto es una mentira —dijo el espectro, señalando las obras.
Su voz era como un eco distante.
—¿Quién eres? —preguntó John , incapaz de moverse.
—Fui un pintor olvidado, vendido por mis herederos al mejor postor.
Ahora soy un nombre en las transacciones de los ricos, como lo serán estos
absurdos que custodias.
Carmen apareció de improviso, sin rastro de miedo, enfrentó al
fantasma.
—¿Y qué esperas que hagamos? ¿Lloremos contigo?
El fantasma la miró fijamente antes de desvanecerse, dejando solo
un susurro:
—Recuerden que no se puede vender el alma sin perderla.
John miró a Carmen,
confundido pero impresionado por su valentía.
—¿Siempre eres así? —preguntó.
—Solo cuando me pagan bien —respondió con una sonrisa.
—Pues yo no te he pagado nada.
—Ella de nuevo cayó en silencio. Carmen, con su vestido desgastado
y cigarro en mano, era más que una intrusa en el museo; era un reflejo de los
sueños que John había dejado atrás. Se
presentaba como alguien que buscaba refugio en las paredes frías de aquel
lugar, pero en realidad era una suerte de guía. Una entidad atrapada entre lo
tangible y lo espiritual, su misión era desconectar a las almas de la
banalidad, recordándoles que el arte no debía ser solo transacciones y
vitrinas, sino un puente hacia la esencia de lo humano. “¿Qué haces cuidando lo
que no entiendes?”, le dijo una vez a John . Para Carmen, el museo era su
prisión y su campo de batalla, un lugar donde aún podía susurrar a los perdidos
la posibilidad de redimirse.
El sol apenas se filtraba a través de los vitrales de la sala de arte,
tiñendo los mármoles con destellos como si hilos de plata hicieran acupuntura
para purificarlo todo. Había amanecido. Él observaba, con una serenidad
inexplicable, cómo la chica de cabello ondulado (Carmen), sonreía frente a un cuadro. A pesar del
silencio entre ambos, John sentía como
si la conociera de mucho tiempo atrás.
Sus manos delicadas parecían dibujar en el aire las formas que admiraba.
Había algo magnético en ella, algo que le hacía sentir que el tiempo no
existía.
“¿Qué opinas de este?” preguntó ella, su voz dulce resonando como un eco
lejano.
Él no respondió. Solo asintió, perdido en el reflejo de la luz en sus
ojos. Aunque nunca recordaba cómo había llegado a ese lugar, sentía que ella
llenaba un vacío que ni siquiera sabía que existía.
Cada día era igual. Paseos tranquilos por las galerías de aquel museo,
risas compartidas y esa sensación de completa perfección. Hasta que, un día, un
cuadro nuevo apareció. No estaba allí antes. Mostraba a un hombre sentado
frente a un escritorio, firmando un pergamino con letras que parecían arder.
John sintió un escalofrío que recorrió su espalda. Algo en aquella
imagen le resultaba familiar, pero cada vez que trataba de recordar, un dolor
agudo le cruzaba la sien, como si su propia mente le gritara que se detuviera como
en un fuerte dolor de cabeza, típico de los escritores.
“Es hermoso, ¿verdad?” preguntó ella, sin dejar de sonreír.
Él asintió lentamente. La tranquilidad volvía a rodearlo, como si el
cuadro no fuese más que un detalle pasajero. Sus ojos volvieron a la chica,
quien ahora lo miraba fijamente, con un amor tan perfecto que su corazón dejó
de cuestionar.
Había encontrado su lugar en el mundo, aunque nunca sabría el precio que
había pagado…
El sol comenzaba a filtrarse por los vitrales cuando John , aún con
la mirada fija en el cuadro del hombre firmando el pergamino, sintió un peso
extraño en su bolsillo. Al meter la mano, encontró un plátano envuelto en cinta
adhesiva, y en el reverso, unas letras: “Nunca lo olvides: no es el arte lo
que se vende, sino tu lugar en el museo”. Miró a su alrededor, pero la
sala estaba vacía. La chica, el fantasma, y las sombras se habían desvanecido.
El museo seguía cerrado, pero el plátano en su mano estaba en pleno proceso de
descomposición como en verdad él se encontraba en su interior.
Enrico Diaz Bernuy
sábado, 30 de noviembre de 2024
PERTURBADORA o CRITICA SOCIAL. Usted decide... (subtitulada español )
Que puede ser más gore que una historia basada en la putrefacción corporal Thanatomorphose es un perturbador filme de horror canadiense dirigido por Éric Falardeau. (quien la escribió y la dirigió) Va un punto para el cine independiente de Canadá.
Trata de una joven artista
atrapada en una relación vacía y estrictamente sexual. Un día, descubre que su
cuerpo comienza a descomponerse inexplicablemente mientras aún está viva. Este
proceso de putrefacción se convierte en una inquietante metáfora visual de su
deterioro psicológico y existencial. A medida que su cuerpo se desintegra,
enfrenta la inevitable confrontación con su mortalidad y vacío interno. Con un
enfoque claustrofóbico y visceral, la película explora temas de decadencia, y que puede ser mas decadente que una srta invite a sus amigos a una reunion en su departamento y uno de ellos le haga insinuaciones sexuales, a pesar que ella tenía pareja. ¡ Nihilismo! y un profundo apego para tolerar su propia descomposición externa (¡¿crítica
social?!)
Defecar encima de ella misma,
tener una relación sexual con un amigo basada en el maltrato. Su fracaso laboral, su
fracaso con el arte (la escultura) componentes sexuales, basados en la
promiscuidad. No define cuanto tiempo transcurre, pésima dirección fotográfica , pero una historia
interesante.
lunes, 25 de noviembre de 2024
Cuento: EL REGALO IMPERFECTO | de Enrico Diaz Bernuy
El Regalo Imperfecto es
un cuento que explora la alienación contemporánea en un mundo dominado por la
tecnología y la búsqueda de validación superficial. A través de la vida de
Xinto Xzuan, el autor disecciona con precisión los dilemas existenciales de una
generación atrapada entre la euforia de las notificaciones digitales y el vacío
de un sentido más profundo de la existencia.
Xinto es un protagonista complejo que encuentra en su teléfono móvil un
escape a la monotonía y el caos de un entorno social deshumanizante. Sin embargo,
este refugio se convierte en una trampa que lo aísla aún más de la realidad. La
narrativa se enriquece al contrastar su conexión virtual con la adrenalina que
experimenta en sus escapadas nocturnas en motocicleta, un símbolo de su
búsqueda de libertad, que resulta tan efímera como las interacciones digitales.
El autor construye una atmósfera introspectiva, donde se entrelazan
reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser y el impacto de los
placeres inmediatos en la alienación humana. El cuento se desarrolla con un
ritmo medido, llevando al lector a través de los pensamientos y conflictos
internos del personaje hasta un clímax trágico: un accidente de moto que cambia
para siempre la vida de Xinto, dejándolo sin habla y con una discapacidad
física que lo obliga a replantearse su existencia.
La trama no solo aborda el deterioro físico, sino también la desconexión
emocional y espiritual, enfatizando la necesidad de redescubrir la identidad
más allá de las máscaras digitales. El cuento cierra con una nota reflexiva y
simbólica: el lado izquierdo del cuerpo y del cerebro, donde sufrió el daño,
sirve como metáfora de su fragilidad y como punto de partida para un
renacimiento interno.
En El Regalo Imperfecto, las descripciones cuidadosas y un
lenguaje cargado de metáforas transmiten un mensaje atemporal sobre la importancia
de la introspección y la búsqueda de una libertad auténtica. Es un llamado a
desconectarse de lo superficial y enfrentarse al vacío, no como un enemigo,
sino como un camino hacia la verdadera esencia del ser. Un relato que invita a
reflexionar profundamente sobre nuestras propias ataduras y la posibilidad de
trascenderlas.
EL REGALO IMPERFECTO
Cuando un esclavo se
convierte en un esclavo
feliz, renuncia a todo lo
que lo hace humano
Frederick Douglas
Xinto Zxuan
había encontrado en su teléfono móvil el rincón perfecto para escapar del vacío
social que sentía. La monotonía y el autoengaño de regocijarse en el ego de
“creerse alguien”, aunque sea, con las personas que jamás conocerá en
persona. Las notificaciones de su teléfono lo mantenían en un estado
de alerta constante,¡ "Din, din, din... cada notificación era una
inyección de dopamina que lo sostenía durante el día". con una
proyección para estar en “guerra o paz” mandatos digitales y sodomizantes" Él,
esclavo de ese ciclo interminable, respondía con la urgencia de quien teme ser
olvidado, de quien teme no ser “alguien”, catalogado, etiquetado, @seguidores.
Una cafeína sin
café: la estimulación perfecta, aunque nociva y
adictiva. El sonido de aquella campanilla en su teléfono móvil lo
alertaban si estaba atacado por alguien o halagado.
Además, ese
ritmo de vida lo mantenía de alguna manera alejado del horrendo mundo que había
experimentado sobre feminicidios, descuartizadores, parricidios, violaciones de
toda índole, casos de corrupción y un sinfín de personajes, estilo chibolines,
en todos los estratos sociales y económicos.
En suma, un mundo de Asco. Donde el pan de cada día, es siempre de
alguna u otra forma una marcada tendencia en que la gente busque aprovecharse
de los demás. Casi como un acto vampírico donde el elíxir deseado no es sangre,
sino , intereses, favores o pactos… (corrupción de cabo a rabo). Entonces él
había salido de un mundo horrendo para entrar en otro pero de la misma calaña,
solo que en otro formato.
Pero algo que
equiparaba a un escape a todo, eran sus salidas nocturnas en su nueva
motocicleta, una máquina de motor estrepitoso como si aludiera a una
concadenada ráfaga de pequeñas bombardas y una humareda que para él era un
perfume que lo relajaba. . Cada rugido de ese motor era un estallido que
parecía arrancarlo de su encierro.
Lo que él
experimentaba solo con el sonido de ese motor era un llamado a su ánimo por
creer en que en la vida aún existen cosas o momentos que pueden hacerte creer;
cierta libertad… Y es aquí donde se me viene a la cabeza aquella
vieja frase de Goethe: “Nadie está más profundamente, esclavizado que
aquel, que falsamente cree ser libre…”
La motocicleta
era el único complemento que lograba equiparar esa adrenalina digital. Al
volante se sentía invencible, un protagonista fugaz, en un mundo fugaz, que
apenas percibía más allá de la pantalla, la pantalla fugaz, las máscaras que en
cierta forma encumbra a el reino de la impermanencia.
El mal siempre
encuentra un terreno fértil en el lugar de las sombras, donde a uno
nadie lo ve, o al menos, uno cree entender que nadie lo ve. Probablemente el
origen de esta fuerte ilusión quede en aquel primer momento en el cual un niño,
se sienta solo, y por casualidad rompió una copa y entienda de forma
automática que no sentiría culpa si nadie se enterara del
hecho.
Entonces la
soledad empezó en asomar cierto atributo no necesariamente enaltecedor, sino un
motivo para encubrir al error y hacerlo pasar por desapercibido y llevándose
así el primer concepto de la impunidad.
Las mañanas las
pasaba deslizando su dedo por la interminable cascada de imágenes y videos.
Memes, noticias sensacionalistas, y perfiles de extraños que sentía más
cercanos que las personas que habitaban su día a día.
La moto, sin
embargo, le daba algo distinto: la sensación de estar vivo. Era el escape
físico que reflejaba su constante evasión mental. De alguna forma lo hacia
estar concentrado en algo, no podía distraerse. Mientras que con el teléfono
móvil el punto central era estar disperso entre el scroll, hoy muy usada ese
término cuyo origen inglés significa "pergamino".
En este sentido, se usaba para describir los rollos de papel o pergamino que se
desenrollaban para leer un texto, similar a cómo navegamos en una pantalla hoy.
(Pantalla del teléfono móvil, celular)
Las drogas, el
alcohol, la pornografía y todo con espíritu falsamente contestatario, no hace
mas que encausar a la población a la docilidad , esclavizados creyendo
ser libres "Con placeres inmediatos, satisfacciones sexuales y el
culto a la apariencia física”. Y un culto por la autosatisfacción innata
que encaminaba siempre un ritmo a la adicción digital para
encausarte con unos grilletes tan poderosos que te hacen sentir, inmune y
libre…(la perfecta esclavitud).
Un mundo
virtual, cuyo único estatuto es poner tu lugar oficial de residencia en los en
los recodos de volverte cada vez mas distante, distraídos y alienado a los avances tecnológicos para la distracción para alejarte
del mundo real".
Y
en el medio de los goces del desarraigo, un día empezó a sentirse un
perfecto desconocido ante él mismo. Debido a sus deseos por la crueldad
que aparentemente tenía un sutil tono hacia lo lúdico, pero en lo intrínseco,
una maldad socavada en los confines del buque (la habitación que había
arrendado) "Un trono lo ocupaba aquella motocicleta, al costado de su
cama".
Una
tarde nublada, mientras cruzaba las afueras de la ciudad,
Xinto Xzuan recibió una notificación en su teléfono mientras iba
a toda velocidad por la autopista. El sonido del "ding, ding,
diiing…" resonó en su casco, y la curiosidad lo dominó (se sometió).
Sin detenerse,
sacó el dispositivo de su bolsillo para echar un vistazo rápido. "Nuevo
mensaje: '¿Vienes hoy al grupo? ¡Eres el mejor!'" decía un chat grupal
donde él era la estrella de las respuestas ingeniosas e inventor de palabras.
La tentación fue demasiado grande. Sin detenerse, sacó el teléfono para leerlo.
Xinto sonrió,
pero en esa fracción de segundo perdió de vista la carretera. Cometió el peor
error que todo motociclista comete, desconcentrarse.
El estruendo
del impacto fue tan brutal que ni siquiera tuvo tiempo de comprenderlo. La
moto, su preciada joya, quedó destrozada bajo un camión de carga, mientras él
fue lanzado varios metros, golpeando contra el pavimento con una violencia que
dejó huellas imborrables en su cuerpo y en su mente.
Despertó en un
hospital, rodeado de silencio y tubos con líquidos, mientras que los médicos
lo mantenían con vida. Las visitas fueron escasas, porque aunque tenía
cientos de "amigos" en las redes, pocos sabían realmente quién
era Xinto Xzuan y menos aún les importaba.
Sus piernas
quedaron dañadas, y la moto desapareció de su vida para siempre, vendida como
chatarra por su familia para cubrir parte de los gastos médicos. No sé
cómo comenzó en autopercibirse como una buena persona pero con una
inclinación a la monotonía que no podía deslindar en ningún de los aspectos.
La recuperación
física fue lenta, pero la psicológica parecía imposible. Incapaz de volver a
conducir y con una creciente dependencia emocional hacia las conversaciones en
línea, Xinto Zxuan se sumergió aún más en el mundo digital. Pasaba
días enteros en su habitación, iluminado únicamente por la luz azul de la
pantalla.
Hablaba con
desconocidos que jamás conocería en persona, intercambiando banalidades que no
llenaban su vacío, pero que le daban la ilusión de compañía, la ilusión de
hablar con esas personas cosas importantes, cosas profundas. Se podrá hablar
cosas profundas con gente avara o lo que es peor, ¿se podrá hablar cosas
profundas con gente hipócrita?
Pero lo que sí
es cierto, es que el ser humano es tal cual una máquina autómata que funciona
sin parar, te sientas realizado o te sientas infeliz (en piloto automático)
como si estuviera configurada para dormir despertar caminar comer,
sociabilizar, reproducirse y morir. Y como toda máquina; reconfigurable , y la
forma más eficiente de la programación, es mediante los artilugios
digitales (procesos y grilletes).
Los mandatos
por la manipulación con formaciones dogmáticas siempre están dirigidos a todo
lo que pueda sedar al individuo (un esclavo feliz) promocionar la disipación
con el viejo engaño de una falsa libertad, ahora los revolucionarios los
encuentras con dopamina liquida.
"Pero
Xinto Xzuan, allí tendido en su cama, había hallado los goces del desarraigo,
una esencia que conducía a la desconexión, a entender que, en primer lugar, lo
que uno es, es una máquina autómata, pero ese “uno” no es el Ser; uno no es esa
máquina."
Y esa verdad
por supuesto que yo no la estoy inventando, eso esta escrito hace miles de años
entre las páginas del capítulo 2, verso 13, del Bhagavad Gita y en otros
versos de este capítulo, enfatiza la enseñanza de que el ser humano no es el
cuerpo, sino el alma eterna (atman). Este concepto forma parte de la filosofía
vedántica y del Sanatana Dharma, en la que se distingue el cuerpo físico y
material del alma espiritual.Capítulo 2, Verso 13"Dehino 'smin yatha
dehe kaumaram yauvanam jara; Tatha dehantara-praptir dhiras tatra na
muhyati. Traducción: "Así como el alma encarnada pasa, en
este cuerpo, desde la niñez a la juventud y luego a la vejez, de igual modo
pasa a otro cuerpo después de la muerte. Una persona sabia no se perturba por
este cambio."
Donde ese
elemento intrínseco de su escondida personalidad estaba tatuando en los
confines de su alma, un alma silenciosa, debido a las circunstancias adeudadas
pueden llevar al límite en sus más bajas tentaciones, Las atrocidades guiadas
por la sombra de sus instintos, y en el medio de esa vastedad de la
pornografía y el alcohol, siempre lo conducía a sufrir crisis de
ansiedad, siempre a escondidas.
A
veces, por cualquier motivo abría tanto los ojos que podía mostrar
la esclerótica superior de los ojos como si se hallara en estados de exaltación
inusitados e injustificados, quedando como una muestra más de uno de
sus desequilibrios.
Así pasaron los
meses, mientras la vida real se desdibujaba tras el cristal de su
teléfono. Xinto Xzuan había perdido algo más que la movilidad; había
perdido el sentido de estar presente, consumido por un retrato cruel y
desolador de su tiempo. Donde antes había carreteras y paisajes por explorar,
ahora solo había conversaciones distantes, tan huecas como el eco de un motor
que jamás volvería a encender.
Lleno de bienes
momentáneos y en su misma condición dejando una sensación de insatisfacción
cuyo único destino es la depresión, y en esas estepas, uno es capaz de las
peores cosas, declinar por un suicidio lento pero, no siempre efectivo como es
el alcoholismo, y por su puesto, en compañía de su teléfono móvil,
interconectado y sumido en su distancia.
Un día,
mientras miraba por la ventana, sintió una extraña paz. El motor de una
motocicleta resonó a lo lejos, y por primera vez no sintió añoranza, sino
gratitud. Había perdido muchas cosas, pero también había ganado algo invaluable:
la posibilidad de descubrir quién era realmente, más allá de las máscaras
digitales y las ilusiones fugaces.
La libertad,
comprendió, no estaba en la velocidad ni en las notificaciones, sino en el
silencio que había aprendido a escuchar dentro de sí mismo porque en aquel
accidente no solo perdió la movilidad de las piernas sino, la pérdida del
habla, conocida médicamente como afasia, de lo cual, aquellas
contusiones afectaron enormemente a las áreas específicas del cerebro
responsables del lenguaje. Estas áreas suelen estar localizadas en el
hemisferio izquierdo del cerebro.
Casualmente, su
cama también estaba arrimada al lado izquierdo de la habitación. Como si el
universo hubiese decidido marcarle un punto débil, una coordenada fija donde
convergían su fragilidad y su obstinación por ignorar la realidad. Allí soñaba,
pero ahora sabía que no habría sueños que pudieran reconectar lo que el destino
había roto, y había llegado el momento de hacer silencio y crear otros sueños
en su vida.
Enrico Diaz Bernuy
sábado, 23 de noviembre de 2024
En los confines de la verdad...
Queridos lectores y amantes de las palabras, con placer y profundo aprecio los invito a descubrir mi blog Café y escrituras con humo, un espacio donde la literatura respira libre y genuina, y donde cada cuento y reflexión está tejido con esmero, ofreciendo mundos y personajes que buscan resonar en el alma.
Es un rincón de lucidez y libertad de expresión, donde no existe censura ni rechazo, sino un llamado sincero a explorar juntos las profundidades de la imaginación, pensamiento crítico o cuestionador. Los textos son gratuitos y siempre bienvenidos a nuevos ojos, con la esperanza de que encuentren en ellos una chispa de inspiración o reflexión.
¡Los invito a tomar una pausa, servirse una buena taza de café, y sumergirse en la esencia de cada relato! ✍️☕
A continuacion enlaces de algunos de mis textos:
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2024/08/cuento-el-gran-robo-la-biblioteca.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2024/07/relato-breve-de-enrico-diaz-bernuy-2024.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2024/06/relato-el-legado-interior-autor-enrico.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2024/05/cuento-el-canto-de-las-tortugas-la.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2024/04/cuento-estatuas-de-parque-enrico-diaz.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2023/10/relato-los-pisos-de-la-distancia-por.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2023/08/plenum-silentium-la-plenitud-del.html
- https://cafeyescriturasconhumo.blogspot.com/2018/08/yo-solo-queria-mi-zapatillas-adidas-air.html
viernes, 15 de noviembre de 2024
jueves, 14 de noviembre de 2024
Mundo hoy!!! por Enrico Diaz Bernuy | Literatura Contemporánea
Queridos lectores y amantes de las palabras, con placer y profundo aprecio los invito a descubrir mi blog Café y escrituras con humo, un espacio donde la literatura respira libre y genuina, y donde cada cuento y reflexión está tejido con esmero, ofreciendo mundos y personajes que buscan resonar en el alma.
Es un rincón de lucidez y libertad de expresión, donde no existe censura ni
rechazo, sino un llamado sincero a explorar juntos las profundidades de la
imaginación y del pensamiento. Los textos son gratuitos y siempre bienvenidos a
nuevos ojos, con la esperanza de que encuentren en ellos una chispa de
inspiración o reflexión.
¡Los invito a tomar una pausa, servirse una buena taza de café, y sumergirse
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Cuentos y relatos destacados que puedes leer completamente gratis
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Escribe: Humberto Beck sobre James Turrell !!!
Desde los años sesenta del siglo pasado, la obra del artista norteamericano James Turrell (Pasadena, California, 1943) se ha caracterizado por la producción de piezas en las que el protagonista, tácito o manifiesto, es la luz: instalaciones resplandecientes en las que la abstracción geométrica adquiere profundidad y volumen, como si se pudiera irrumpir en el plano de las dos dimensiones.
Como señala el título de la reciente retrospectiva de su obra en el Museo Jumex de la Ciudad de México, que repasa los momentos clave de su carrera y ofrece al público la experiencia de dos nuevas instalaciones realizadas especialmente para este recinto, las piezas de Turrell se pueden interpretar como Pasajes de luz: túneles, entradas, aperturas, vislumbres de otra dimensión.
En el contexto de la producción artística del último medio siglo, la
obra de Turrell constituye una trayectoria particular: en ella, al igual que en
otros rumbos del arte contemporáneo, se verifica una desmaterialización de la
obra de arte. Pero, a diferencia de lo que sucede en el arte conceptual, en las
piezas de Turrell el espacio vacío dejado por la materia no lo ocupa
(solamente) un nuevo espacio mental, sino una nueva materia, sublimada y
sublime: la presencia física de la luz.
Mediante sus instalaciones luminosas, Turrell realiza, de manera
desnuda, el sentido primigenio de todo arte: “encuadrar” nuestra mirada,
delimitar la percepción a través de la creación de una situación perceptiva,
una particular “distribución de lo sensible”, en la que el hecho estético pueda
ocurrir. En el caso del artista californiano, se trata del acontecimiento de la
luz. Y, en sus obras, detrás de ese acontecimiento se encuentra siempre una
misma alegoría reflexiva: el hacer posible las condiciones del acto, a la vez
crítico y místico, de contemplar la contemplación.
Desde sus primeras proyecciones a partir de la luz de las ventanas de su estudio en el Mendota Hotel de Santa Mónica hasta su monumental y hasta ahora inconcluso Roden crater en el desierto de Arizona –un gigantesco observatorio al aire libre que pretende servir como un entorno controlado para la contemplación de la luz–, Turrell ha puesto en duda el significado de opuestos como el arriba y el abajo, el adentro y el afuera.
¿Son
sus piezas un arte del interior o del exterior, la sublimación de la
experiencia de espacios enormes o la estilización de íntimas llamaradas
mentales? No importa la respuesta. Ya se entiendan como iluminaciones
interiores o paisajes abstractos, las instalaciones de Turrell se perciben, en
todo caso, como encuentros cósmicos, ocurrencias de lo celeste en medio de lo
cotidiano, como si, de repente, un astro emergiera del muro de una habitación.
Con razón se ha señalado la afinidad de la obra de Turrell con la arquitectura: sus instalaciones hacen posible habitar campos de luz porque su trabajo es una arquitectura de la percepción mediante el color. Y es que, como el propio Turrell lo ha mencionado en varias ocasiones, la luz crea el espacio. Mediante la manipulación de las tonalidades, las intensidades y las perspectivas de la iluminación, un mismo espacio material se puede convertir en muchos espacios perceptuales distintos. Cuando un lugar se llena de luz, esta lo configura como “espacio de ensoñación” superpuesto al espacio físico. Esta zona del ensueño, en la que la penetración de la mirada se expande o se limita, es la zona fundamental de nuestra percepción, pues ella “es de hecho el espacio de nuestra realidad”.
Pero, con todo y su novedad, la figura de Turrell pertenece a una larga
y rica tradición de reflexión plástica sobre la luz en la historia del arte, un
linaje que ha buscado sentir y pensar críticamente los mecanismos de la visión
a través de la exploración lumínica. Desde sus orígenes en los claroscuros de
Caravaggio y los chorros de luz de Vermeer hasta su maduración autoconsciente
en los experimentos cromáticos de impresionistas, orfistas y cubistas durante
los años de la vanguardia, esta tradición ha pintado de manera analítica las
diferentes fases y componentes que integran el acto de mirar y encarnado así
una suerte de fenomenología plástica de la percepción.
A su vez, el trabajo de Turrell forma parte de otra tradición que se
ubica más allá de la plástica: la de la creación de dispositivos
ópticos como marcos para experimentar con la mirada. En la lista de
tales dispositivos, se pueden contar la cámara oscura, la cámara lúcida, la
linterna mágica, el diorama, el planetario, la fantasmagoría. Esta pertenencia
es significativa, porque, en tanto aparatos de la visión que circulan como
piezas de arte, las construcciones luminosas de Turrell han realizado una
aportación verdaderamente trascendente a la historia reciente de las ideas
sobre la estética: nada menos que una redención, después de la crítica
devastadora de Marcel Duchamp al concepto, de eso que el artista francés
llamaba, despectivamente, “arte retinal”.
“Lo retinal” es, de acuerdo con Duchamp, ese placer estético superficial –por
relativo a la superficie del lienzo– típico de la pintura
tradicional, que depende casi exclusivamente de la “impresión sobre la retina”,
y que suele inhibir, por lo tanto, las posibilidades más profundas, morales e
intelectuales, de la producción artística. Pero, al plantear de otro modo la
percepción de la luz, las piezas de Turrell transforman, precisamente, lo que
entendemos por la “impresión sobre la retina”.
La tradición pictórica occidental, y su consiguiente concepción de la
luz, han permanecido, afirma Turrell, en un estadio primitivo: el de pensar la
luz solamente como fenómeno substractivo, es decir, como reflejo
sobre una superficie. Sin embargo, es posible una concepción alternativa: la
luz como un hecho aditivo: como una irradiación que toca
directamente nuestros ojos. Esta es la idea de la luz que se encarna en sus
instalaciones. Por eso se puede decir que hay un “arte retinal” después y antes
de Turrell. O más precisamente: que la obra del artista norteamericano ha hecho
inteligible, retrospectivamente, otra tradición posible de lo retinal: lo
retinal como emanación. Esta tradición escapa de la censura (casi
la maldición) de Duchamp, porque no inhabilita, sino que, al contrario,
estimula las potencialidades filosóficas y religiosas de lo sensible.
Las instalaciones de Turrell se suelen asemejar a las visiones que se
forman detrás de los párpados después de haber fijado la mirada sobre un objeto
resplandeciente. También evocan el fulgor eléctrico que, de noche, se cuela por
una puerta entreabierta e ilumina la penumbra de una habitación a oscuras. En
cualquiera de esas visiones, la luz queda fijada como una forma sutil de la
materia, pensamiento encarnado, frontera entre dos mundos. En ellas, la luz
funciona siempre, de algún modo, como pasadizo entre dimensiones: la extensión
y lo inextenso, la materia y el espíritu, lo finito y lo trascendente. Como esas
visiones, las piezas de Turrell encarnan el resplandor de lo real; erigen una
morada desde donde se puede traspasar esas fronteras: un lugar donde cerrar los
ojos y entrar en la luz. ~