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sábado, 28 de marzo de 2015

Cuento de Enrico Diaz.

Un saludo cordial a todos los lectores. En gratitud a ustedes les dejo a continuación un breve cuento de misterio. Si lo compartes o deseas publicarlo en algún espacio digital o físico, solo decirle que figure mi autorìa, nada mas solicito. Gracias.
En el distrito de San Isidro...
DOLOR EN EL VIENTRE
Cuando apareció el lago frente a la casa de Luis Chávez empezó a comprender la molestia de sus vecinos. Aunque él no era el causante de esa sustancia que se había empozado. Desde el principio sospechó que no se trataba de una simple agua estancada. Ante lo sucedido había percibido el carácter y la esencia de lo que en verdad representaba.
Luis víctima de él mismo por su falta de tiempo no pudo ocuparse en investigar lo ocurrido. Esto generó constantes hostigamientos por parte de las personas que vivían cerca de su casa. Es preciso decir que la aparición de ese lago fue acompañado de un dolor en el vientre que poco a poco se agravaba, con el terrible espanto de cargar un extraño cansancio que encarnaba algo perpetuo sobre él.
Tenía toda la apariencia de atravesar un giro en su vida, que con el paso del tiempo se daría cuenta de la única verdad que tendría que enfrentar.
Pero su excesiva carga laboral solo retrasaba que se ocupe de esa responsabilidad que por causas desconocidas se le había impuesto. Ello repercutió y agravó su relación con sus vecinos hasta merecer las amenazas. Porque si no se ocupaba de ese lago ellos vendrían a solucionarlo a su manera.
Fue tal la ira que volcaron sobre él que ya no pude definir si el problema era el extraño lago sobre el pavimento o era él. Sea uno o el otro había una evidente sensación de repulsión y deseo por victimizarlo. A pesar de esa carga no pasaron muchos días que tomó la decisión de investigar sobre la profundidad de ese extraño lago. Para ello se puso a buscar dentro de su casa algo que le pueda ser útil, hasta que halló una vara cuya medida aproximada era de tres metros de largo.
Cuando intentó penetrar el lago con la vara y no llegó al fondo le hizo sentir cierto estupor dado a que el suelo era plano y de asfalto.
— ¿Cómo puede ser posible?— Su pregunta sin respuesta no lo hizo decidir nada.
Nadie supo lo que había ocurrido. La aparición del lago significaba un agujero que estaba lleno de una extraña sustancia y sin que haya llovido desconcertó con mayor razón.
Luis empezó a experimentar un ligero escalofrío, puesto que si un hilo lo envolviera desde los pies hasta la cabeza. Con esa sensación delirante lo hizo vivir con cierta intensidad y no podía decir nada a nadie. Estaba solo como siempre. Para él estar solo equivalía a la necesidad truncada y en su condición juvenil prematuramente se había resignado a todo.
Sin embargo percibir que no había ningún transeúnte lo hizo intuir que la calle estaría por largo rato desértica.
Con la grandeza del silencio y su incomodidad que empezó a vivir se tornó en un estado de sosiego. Tanta quietud lo estaba liberando de muchas cosas e incluso hasta se había olvidado del dolor en el vientre y esos recorridos que generaron una nueva sensación que entreveía un íntimo e inexplicable latido familiar.
A pesar de eso nada lo hizo perder su objetivo. Él debía de solucionar la aparición del lago. De forma intempestiva una brisa muy fina tejió una armadura justo cuando estaba contemplándolo todo. La armadura engañosamente rodeaba el lago. Y en esos minutos donde la luna estaba en todo su esplendor pudo darse cuenta que el lago poseía el color más oscuro. En esos momentos cuando estuvo tan cerca, sus fosas nasales fueron penetradas por un olor nauseabundo que jamás había sentido. Esto solo lo condujo a una cosa:
Deducir que quizás dentro de esas profundidades haya algún animal muerto y esa descomposición genere todos los conflictos que estaban ocurriendo en su vida. Esta percepción ocurrió justo cuando estaba frente al lago.
Luis en esos momentos se encontraba con una mano en el asta y con la otra haciendo equilibrio en cuclillas. Mientras que el silencio continuaba… su mente buscaba alguna solución para quitar esa agua empozada.
De improviso empezó a ver a unas pequeñas siluetas humanas que se desplazaban en las profundidades del agua oscura. Fue tal su sorpresa que experimentó un frío en todo el cuerpo, un frío envolvente. Ese mismo frio tocó su alma y lo hizo dudar de muchas cosas.
Se le ocurrió buscar una cámara fotográfica para poder tener una muestra de lo que acababa de presenciar. Raudamente se dirigió a su dormitorio, por ahí se encontraba su cámara fotográfica para tener una prueba de lo ocurrido para tomarle una foto o filmar.
Cuando subió las escaleras que lo condujeron a aquel salón para hallar su cámara fotográfica empezó a tener un mal presentimiento. Como si algo lo iría a sentenciar pero no lo podía definir. A pesar de ello continuó con más fuerza sobre su objetivo en descubrir qué extraño secreto albergaba esas aguas.
Después de pensar tantas cosas finalmente llegó a donde se encontraba el misterioso lago. Acompañado de su cámara fotográfica se percató que la vara dejada cerca al lago ya no se encontraba.
Sus latidos retumbaban e inmerso en esa ansiedad esforzó su vista para saber si en el fondo del agua podía divisar algo de esa vara. Sus ojos se esforzaron, en poco tiempo se irritaron y se quedó sin encontrar algún rastro de aquel palo. De pronto, parpadeó por instinto buscando recuperarse de ese cansancio visual y de forma intempestiva apareció el paisaje que lo rodeaba proyectado en el lago. Reconoció al momento ese efecto prismático y soltó una sonrisa algo nerviosa. Aun así cogió su cámara fotográfica, enfocó el lago para descartar si salía la misma imagen. Confirmó que no veía nada, pero empecinado en lo que antes había visto volvió afinar su vista y empezaron en aparecer las mismas siluetas dentro del agua. Cuando vio a uno de esos diminutos sujetos dentro del agua encontró un gran parecido con uno de ellos, identificándose así quedó atónito. Conducido por el nerviosismo y desconcertado.
Las sombras de su propia mente lo gobernaba. El diminuto sujeto que se parecía a él lo empezó a seguir con la mirada. Lo vio que caminaba por una avenida que él también conocía. Era una avenida muy transitada ubicada en el centro de la ciudad, se encontraban todos los Bancos de la ciudad.
Gracias a esa imagen logró recordar que la semana pasada había ido al Banco y desde ahí no recordaba muchas cosas. Una vez más lo hizo víctima de una sensación escalofriante. Mientras que los primeros síntomas de una taquicardia se acentuaban. Con lentitud sus manos empezaron a sudar frío. Pocos minutos después ocurriría un asalto.
Confinado en esta angustia con el claro recuerdo de lo que en verdad había ocurrido… con la decepción encima presintió el devenir: se vio tendido en el suelo, acribillado, con varias balas en el vientre por los asaltantes. Desde ese momento su rostro empalideció. Se puso de pie con la mirada lúgubre y perdida en el más oscuro de los limbos. Expuesto en esa sensación difusa se sintió un poco mareado, ya sin el dolor en el vientre, se alejó con lentitud, empezó a contemplar el lago oscuro como lo que en verdad era:
Una ventana al mundo de los vivos. Entonces tomó conciencia de su nueva realidad… empezó a mirar el suelo, las paredes y a todo a su alrededor con un sentimiento condenatorio y retentivo.
Esa vorágine que era su vida, la existencia o los sueños lo había extraviado en el laberinto que se volvió su nueva residencia. Sobre todo lo ocurrido. A pesar de tantas cosas halló por fin su libertad cuando aceptó que él solo era una sombra en el mundo de los muertos.

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