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jueves, 28 de junio de 2018

Un cuento de Carlos Ruiz Gutierrez


Isabel

Hoy cumplimos un año juntos Isabel, no puedo creerlo, un año lleno de felicidad, con muchas trabas que han impuesto para separarnos, pero que en todo este tiempo supimos sobrellevar.
Conocí a Isabel en el hospital de mi ciudad, yo estaba terminando la facultad y comenzaba hacer mis prácticas por aquellos años, aunque no era mi zona de trabajo, vi a Isabel entrar por
emergencias por una complicación con su enfermedad de la piel, de inmediato me propuse ayudarla, me encargue de llevarla a una buena habitación y que reciba ayuda en seguida.
Aunque no estaba en mi rubro de atención, siempre me daba una espacio para visitarla y conversar, siempre y cuando sus padres no estén con ella ya que a ellos les parecía mal verme por ahí conversando con su hija, nunca comprendí eso, pero siempre que me veían en su habitación me sacaban sin explicación alguna, yo que nunca quise darle más problemas, solo atinaba a irme. Pero siempre me las arreglaba para poder verla, a ella le gustaba mucho leer, además de mi compañía disfrutaba mucho de las revistas de ciencia que yo le llevaba, primero nos hicimos muy amigos y en tan solo unos días me vi perdidamente enamorado de Isabel. Con el tiempo su salud mejoro, aún estaba algo delicada pero sus médicos dijeron que ya podía salir del hospital en unos días,tuve miedo no verla nunca más, sus padres nunca me dejarían verla fuera, así que tome una decisión de la que nunca me arrepentiré. Yo no tenía acceso directamente a su medicina, pero me arriesgue y sin que se den cuenta logre hacer unos cambios en las dosis que le daban, para así poder demorar su mejoría y no se tenga que
ir tan pronto. Mis planes funcionaron, sus médicos hablaron con sus padres,les comunicaron que su hija tendría que quedarse algún tiempo más, su enfermedad estaba complicando a su corazón y tendrían que hacerle más tratamientos, yo estaba feliz por eso, la tendría conmigo aún más tiempo, los días que vinieron después fueron maravillosos.
Fueron días de visitas a escondidas, de lecturas juntos, de quedarme en su cuarto toda la madrugada haciéndole compañía y al día siguiente irme temprano para que nadie me vea, no estaba seguro pero podía sentir que Isabel también sentía algo por mí, podía sentirlo.


Los días pasaban y los análisis de sus médicos decían que ella estaba empeorando, más yo la veía cada vez mejor, ella me decía que se sentía bien, así que tome fuerzas y le confesé mi amor, y para mi sorpresa y felicidad ella también el suyo, le propuse irse conmigo, escaparnos juntos, yo tenía una casa fuera de la ciudad de la que nadie sabía, viviríamos ahí sin que nadie lo sepa, mucho menos sus padres que no estarían de acuerdo con lo nuestro, fue el día más feliz de mi vida, Isabel acepto.
Ese mismo día dejamos el hospital para irnos a vivir juntos, nunca más volví ahí, tenía acceso a los laboratorios y lleve conmigo toda la medicina e inyecciones suficientes para mantener bien a Isabel ya que aún necesitaba de atención. Y así paso, desde ese día
así vivimos. Ahora llevamos meses ya sin salir de casa, debido a su enfermedad tapamos y sellamos todas las ventanas, tuve que acostumbrarme a estar a oscuras, pero es un ambiente perfecto para ver películas juntos en el sofá solo a la luz de las velas, es una de las cosas que más nos gusta hacer, desconecte mi teléfono, me deshice de mi celular, toda la gente piensa que la casa está deshabitada. Así la estoy viendo desde fuera, hoy una vez más tengo que salir a conseguir alimentos, pero esta vez también algún regalo para Isabel. Tengo que ser cuidadoso al salir de casa, aunque queda algo retirada de la ciudad, no debo dejar que nadie me vea, seguramente los padres de Isabel nos están buscando aun, ellos nunca aceptaron
nuestra relación, nunca aceptaron que frecuente a su hija en el hospital ni que los dejase para venirse a vivir conmigo. Me encuentro ahora hasta con carteles de búsqueda en la calle
con mi rostro en ellos, hasta ahora no nos han descubierto y nadie sabe dónde queda nuestro feliz hogar, ya mis ahorros se terminaron hace mucho, así que tengo que robar para que podamos comer, lo hago cada cierto tiempo y llevo a casa lo necesario para sobrevivir por unos días. Hoy es nuestro aniversario y esta vez le llevare también algo especial, a Isabel siempre le gustaron las joyas, esta vez entrare a una casa de empeño y buscare algo para ella, será de la forma de siempre, entrar de madrugada, la vigilancia es casi nula y será fácil
coger algo para ella. Entro por la puerta de atrás, un guardia descuidado mira la
televisión, esta vez lo encuentro dormido y solo tengo que sedarlo,le inyecto una pequeña dosis de tranquilizante y tengo todo el almacén a mi disposición. Mientras busco la joya adecuada para ella, me sorprende vernos en las noticias, no puedo creer hasta donde han llegado sus padres en sus intentos por separarnos, debieron aceptar hace tiempo nuestro amor, ella los dejo para irse conmigo, por favor ¡compréndanlo! Me encuentro con un diario y me doy con la sorpresa de que nuestros rostros también están en él, pienso que Isabel tiene que
ver eso y llevo la página conmigo. Ahora ya estoy en casa, a Isabel le encanto lo que le traje, es un collar de plata hermoso, combina perfecto con su vestido, y aunque su piel esta algo malherida por su enfermedad, le cae muy bien.
-No me creerás pero hoy vi nuestros rostros en la televisión Isabel,
ya no saben que inventar para separarnos, mira hasta estamos en los diarios-
Le alcanzo a Isabel la página del diario que recogí en que éramos noticia, pero Isabel no me la recibe, tan solo se ríe, me dice que no haga caso, que inventaran cualquier cosa por encontrarnos, y por separarnos. Hoy hemos pasado una velada inolvidable, después de cenar,
de reírnos y de acordarnos como nos conocimos en el hospital, la lleve a la cama e hicimos el amor a la luz de las velas y de la música, y aunque todos los días lo hacemos esta vez fue maravilloso, siempre me pide que lo hagamos todos los días, ella es insaciable, y yo
siempre la complazco. Todos los días. Isabel no se mueve mucho, siempre soy yo el que toma el control, quizá por su enfermedad, o por las inyecciones que siempre necesita para que no se vea tan mal, pero así la amo, desde el primer día que la conocí supe que tendríamos que estar
juntos siempre.
Isabel me pregunta que decía el diario sobre nosotros, le digo
que cosas feas, sin sentido.
-Como me dijiste ya no saben ni que inventar- mira te lo leo:

Hoy se cumple un año de la desaparición de Isabel Tello, hija
de un reconocido político regional, cuyo cadáver fue robado del hospital
municipal por Alonso Clemente, ex estudiante de medicina que
sufría de alteraciones mentales, y que se desenvolvía como trabajador
de limpieza del mismo, quien presuntamente escapo y desapareció con
el cadáver de Isabel, hasta ahora la policía lo busca y nadie sabe su
paradero

Isabel me mira, me sonríe, me dice que no crea nada de eso, y por supuesto que yo no les creo, la abrazo con mucha fuerza, siento su olor putrefacto debido a su enfermedad, ella descansa sobre mi pecho, la beso, me acerco a su oído y le digo:
-Tú no estás muerta mi amor, tú vives, estás aquí conmigo y nos amamos-
-Y te prometo que nadie nos va a separar nunca Isabel-
-Te lo prometo, nunca.



Autor: Carlos Ruiz Gutierrez

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