Había dos señoritas que caminaban muy apresuradas. Su ubicación
era a dos cuadras de mi domicilio. Por
los gestos que hacía con el rostro, a una se le veía como si buscara una dirección.
Casualmente a ella yo la conozco pero, estaba totalmente seguro que no estaba
por ahí para búscame. ¿Te preguntarás, por qué no te
acercaste? Aunque no lo creas algo de timidez. Además en esos mismos momentos
era su cumpleaños y pensé que seguro debe de irse a celebrar por ahí. Y aunque el gélido viento de la noche avisaba
sobre mis dudas, en que algún día le diré que la vi. Los brillos azules que sucedían cerca a su
cabello me hizo recordar la electrizante frescura de aquella primera vez cuando
la conocí. Con la fugacidad de verla, y a la vez perderla entre la multitud
como si fuera parte cíclica de un intento que suele pasar cerca al
supermercado de san isidro o en los caminos de un algoritmo u otras utopías...
Enrico Diaz Bernuy
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