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- Artículo de Pilar Alvarez sobre Zygmunt Bauman
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- Poesía Enrico Diaz Bernuy | "Los cinco fuegos del artista" es un poema que explora la esencia de la creación con intensidad y simbolismo. A través de cinco cantos, reflexiona sobre la madurez, la entrega, la soledad, el hogar y la fe. Una obra que ilumina el proceso creativo con imágenes poderosas y profundidad filosófica.
- Poesía Puzle de Enrico Diaz Bernuy | Un poema con una propuesta lingüística inédita, que explora desamor, transformación y sombras del alma, invitando a una profunda reflexión sobre la desconexión humana.
- Poesía para Armar !! "Descubre Poesía Puzle, un método único e innovador que redefine la poesía. Cuatro formas de lectura, un mismo poema, múltiples interpretaciones que te transformarán."
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miércoles, 17 de septiembre de 2025
Una canción para Daniela. ( poesía ) Autor: ENRICO DIAZ BERNUY
Una canción para Daniela
(Luna Roja)
I
Tu pasado fue un caracol encendido en capacidad a tu sabiduría.
En contra de todos los destinos hubo un árbol que abrazamos.
Y sin que lo sepas había
una parte tuya que nacía de nuevo.
Sembrando en aquellas mismas espirales.
De ese caracol que
albergaban tus pasados sobre mí.
El ramaje hacía retumbos,
tu sonreías y mirándome, me silenciabas;
Así coincidimos en el
mismo latido y fe.
Ese mismo árbol que nos
acompañó como tres almas.
Tus ojitos pequeños pero
ardientes hicieron sentirme lleno y completo.
En las formas que
germinaban sobre mí.
Desiertos de café usado y nácar
servían así para enfocarme.
Para atender mejor a tus aromas
en tus poros sobre mis besos.
y las licencias.
Así navegué con la humedad
de un sueño delirante, dimensional.
En donde el desierto se
volvió mar, y yo anclé con la tensión de tus cabellos
Para dibujarte mejor con
estas manos que pintaron tus sombras.
Así hallé tu hondura que
me embriagó, dibujándote hallé tu luz y así.
Un camino se deslizó para
encenderlo todo.
Volcánico me involucró en
otras majestuosidades.
Con mi rudeza y una ternura al mismo tiempo.
Como un pétalo que buceó.
En los confines que recién
dábamos paso…
II
Los colores más parecidos
a ese café.
En donde inició nuestro
segundo comienzo.
Entre los dibujos de tus
pasos.
Sobre todo se alzó una
magia sin nombre.
Mi nombre encriptado en tu
apellido.
Como una llama unida y
similar a la luna roja.
Como su reflejo sobre un
océano de canela que posa.
Como la que alberga todas
las partes de tu piel.
Mi apellido encriptado en
tu destino.
Contigo sentí muchas ganas
a seguir escribiendo.
Sobre el libro sagrado que
tanto amo. Me sentí con luz, lleno, completo.
Contigo fui otra clase de
humano con la sangre de Nuestra sangre…
Eso era completitud.
Tu sabiduría era una
luna roja sobre canela.
En las tensiones de mis desiertos.
Tú no eras de tu edad y yo
contigo ya no me sentía en este cuerpo.
Porque en mi sangre corres
tú y eres el desafío.
lunes, 1 de septiembre de 2025
Artículo de 30 DE AGOSTO | por Enrico Diaz Bernuy |
En tiempos modernos, donde la rapidez, la comodidad y la globalización han impuesto un estilo de vida marcado por lo efímero y lo superficial, resulta difícil comprender prácticas ascéticas que en otros siglos fueron símbolos de avance espiritual.
La figura de santos y mártires, como
Santa Rosa de Lima, suele ser hoy mirada con sospecha: se les acusa de
masoquismo o se les reduce a diagnósticos psiquiátricos y con cierto toque
humorístico y peyorativo… Sin embargo, esta lectura simplista ignora un trasfondo
esencial.
El dominio espiritual, en muchas tradiciones, no se alcanza únicamente a través de la reflexión mental o la bondad abstracta, sino también mediante una disciplina rigurosa que involucra cuerpo, mente y espíritu.
El sacrificio físico, lejos de ser un castigo irracional, era
concebido como un medio para trascender las limitaciones materiales y entrenar
la voluntad. En ese sentido, las tradiciones védicas poseen desde tiempos
inmemoriales diversas disciplinas donde el espiritualista o el buscador de la
verdad renuncia a la comodidad, la resistencia al dolor y la austeridad radical
constituían peldaños hacia una libertad interior que pocos podían alcanzar, y
por ende, pocos pueden entender.
Santa Rosa de Lima representa justamente esa
radicalidad: transformar el sufrimiento en un acto de evolución en un puente hacia lo
divino. Su vida no puede comprenderse bajo parámetros contemporáneos que
absolutizan el bienestar inmediato y rechazan cualquier noción de sacrificio.
El espíritu humano, en ciertos casos, demanda
caminos arduos y extremos para desplegarse en toda su potencia (evolucionar, la
única trascendencia) sin que se ofendan los ególatras o los autocomplacientes…
No todos estamos llamados a recorrer esas sendas.
Cada persona tiene su propio trayecto hacia la luz o la plenitud. Pero
descalificar a quienes, en su tiempo y bajo su fe, asumieron la vía del
sacrificio como un acto de amor y trascendencia, sería no solo un error
histórico, sino también una falta de respeto hacia formas de espiritualidad que
revelan la grandeza y la complejidad del alma humana.
Al principio es lamentable como algunos
intelectuales con micrófono en mano y programa propio en tv pueden posee tanta
seguridad para no solo descalificar a personas espirituales que han entregado
su vida a la meditación y la única trascendencia del ser, pero cuando ves con
detenimiento como el sentido bufonesco de la sociedad actual y muchas veces con
su irrefrenable miedo a que ellos sean percibidos como unos estúpidos con esa
clase de comentarios es precisamente en cómo ellos se revelan en sí, con una
ignorancia desbordante.
En última instancia, los santos y mártires no son
enfermos a los que haya que patologizar, sino testigos de que el espíritu
humano, en su diversidad, es capaz de llevar el dominio de sí mismo hasta
límites que nuestra sociedad de gratificaciones inmediatas apenas puede
concebir.
Y aun cuando uno no forme
parte de la Iglesia católica ni comparta todos sus postulados, ello no debería
impedir reconocer la vida y la obra de personas vinculadas con la santidad o en
camino hacia ella. Porque más allá de credos o instituciones, lo que permanece
es el testimonio humano de quienes, con valentía y entrega, hicieron de su
existencia un símbolo de meditación o de
búsqueda de lo eterno, o búsqueda de su
reconexión espiritual, o búsqueda de su
libertad, ( la auténtica ) y muchas
veces, para estos estados anagógicos de
conciencia no solo debes estar en paz, sino, te
debes a una transformación que es difícil categorizarla en palabras…
Enrico Diaz Bernuy
martes, 26 de agosto de 2025
Enrico Diaz Bernuy | La vigilia ------------
Me hallaba en un lugar donde el suelo era de tierra y las paredes de roca. Aunque todo parecía indicar que estaba en una caverna, tenía la certeza absoluta de que no lo era. El aire impregnado de humedad, el silencio quebrado apenas por una brisa invisible, generaban una atmósfera tétrica. No podía quedarme quieto: sentía la necesidad de huir de aquel sitio, pero mis pasos eran tan indecisos como constantes, buscando una salida en ese túnel sombrío, donde la luz ambarina —como si proviniera de antorchas ocultas— esparcía un resplandor sepulcral, y sobre todo cargado de soledad.
Finalmente, mis pasos me condujeron a una abertura. Apenas divisé el enorme orificio de la salida, respiré un aire más fresco. Descubrí entonces que emergía del interior de una pirámide terrosa, sin duda una construcción ancestral. Me encontraba a mitad de la estructura, en una especie de escalinata con una plataforma lateral para caminar. Avancé con mayor seguridad, como si me hubiera librado de aquel encierro cuyo origen desconocía, pues no recordaba cómo había llegado hasta allí.
Unos metros más adelante vi otro orificio (como una entrada). De él salió corriendo un muchacho de unos diecinueve años, vestido con uniforme escolar. Su rostro indígena estaba desfigurado por el llanto, y sus ojos, al cruzarse con los míos, revelaban el espanto de quien acaba de atravesar una pesadilla insoportable. Sin detenerse, huyó hacia el exterior. Segundos después apareció una muchacha algo menor que él, también llorando; pero su rostro, además de bañado en lágrimas, mostraba las huellas de haber pasado una brutal paliza. Llevaba el cabello largo y lacio, despeinado, y al verme giró la cabeza con un gesto rápido antes de correr tras el joven.
Me acerqué al lugar de donde habían salido: una caverna en el interior de la pirámide. Entré movido por la curiosidad y encontré un espacio inhabitable: leña amontonada, excrementos dispersos, un hedor nauseabundo y una atmósfera de encierro que más parecía sala de tormentos que refugio. Me retiré de inmediato, aunque unos metros más adelante descubrí otro pasadizo que descendía hacia un nivel inferior. La curiosidad me venció y lo seguí, adentrándome como si una parte de mi deseara buscar al corazón de la pirámide.
Ese túnel me condujo a un corredor que desembocaba en otra caverna. Allí, a la distancia, comenzaron a llegarme sonidos infantiles: risas, murmullos, voces de niños jugando o conversando El contraste con la atmósfera macabra del lugar me estremeció, pero la intriga me obligó a avanzar. Al llegar, descubrí un grupo de pequeños, de entre nueve y doce años, que conversaban y jugaban sin reparar en mi presencia.
Una voz interna me advirtió que no los interrumpiera. Permanecí inmóvil, aunque la urgencia de escapar aumentaba en mi interior.
Cuando por fin me disponía a alcanzar otra salida que había divisado, los niños se percataron de mí. Me rodearon y comenzaron a hablar en una lengua desconocida, sus miradas oscuras transmitiendo hostilidad. Uno de ellos se abalanzó y me sujetó la mano con fuerza inusitada, mientras pronunciaba palabras incomprensibles pero cargadas de agresividad. Entonces lo comprendí: aquello no eran simples niños…
Sus fuerzas eran desproporcionadas a sus cuerpos; pronto se lanzaron contra mí, golpeándome y sujetándome con violencia. En medio de la confusión, noté cómo uno de ellos estiraba su brazo con una elasticidad antinatural, revelando lo monstruoso bajo el disfraz infantil. Un escalofrío me recorrió, y en ese instante me convencí de que estaba atrapado en un sueño.
La lucha se volvió frenética. Usé toda mi fuerza contra ellos, golpeándolos con la brutalidad con que se enfrenta a adultos, sin piedad, pues su aspecto era solo una máscara para ocultar lo inhumano. La certeza de estar soñando me dio la frialdad necesaria para aplastar cráneos y destrozar cuerpos que, a pesar de su apariencia infantil, eran engendros monstruosos.
Finalmente logré zafarme y salir de aquel lugar. Mis pasos eran pesados, exhaustos, como si cada huida me costara la vida entera. Al recobrar el aire, me asaltó una duda abismal: ¿había sido todo aquello un sueño o, acaso, este estado de vigilia en el que me encontraba no era sino otro sueño dentro del sueño?
lunes, 25 de agosto de 2025
domingo, 24 de agosto de 2025
Por qué las Personas Inteligentes Nunca se Defienden (y tampoco hay amigos)
jueves, 21 de agosto de 2025
viernes, 8 de agosto de 2025
de Enrico Diaz Bernuy
El alma que clava sus raíces en la entrega cosecha
una paz que ninguna sombra toca, pues vierte en el cáliz del Infinito cada
fruto de su siembra.
Mas quien se aparta de esa corriente y guarda el oro para su propio cofre,
queda atrapado en las hiedras que nacen de sus propias manos. Manos…
de Enrico Diaz Bernuy
miércoles, 6 de agosto de 2025
domingo, 3 de agosto de 2025
lunes, 28 de julio de 2025
Tricky - Hell Is Around The Corner (según yo: -------y por que la música es el alma del universo)
viernes, 25 de julio de 2025
miércoles, 23 de julio de 2025
Un artículo sobre poesía e internet, poetas e internet y poemas e internet --- Enrico Diaz Bernuy
POESÍA E INTERNET,
POETAS E INTERNET,
POEMAS E INTERNET
Durante siglos, la poesía fue considerada un arte
casi sagrado. Desde los cantos védicos hasta los versos de Safo, desde la Divina
Comedia de Dante hasta los sonetos de Shakespeare, la poesía funcionó como
una forma de revelación espiritual, estética y filosófica. Los poetas no eran
simplemente escritores: eran intérpretes del mundo invisible, portadores de una
visión singular, capaces de transformar el dolor en belleza y el silencio en
resonancia. La poesía era el acto supremo de comunión entre el alma y el
lenguaje, un lenguaje que no se agotaba en lo inmediato, sino que se abría como
un templo verbal ante el lector dispuesto a cruzar su umbral.
Pero en el siglo XXI, ese templo ha sido
derrumbado y convertido en vitrina digital. El arte poético ha sido arrastrado
a la lógica del espectáculo, del algoritmo y del "me gusta". La
contemplación ha sido sustituida por el consumo. La profundidad, por la
superficie. La voz del poeta ha pasado de ser un susurro esencial a convertirse
en un grito de autoafirmación buscando aprobación. En lugar de un diálogo con
la tradición y el misterio, hoy asistimos a una poesía que es, muchas veces, un
eco instantáneo, listo para ser reproducido y olvidado.
Walter Benjamin advirtió en su célebre ensayo La
obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica que, cuando una
obra pierde su aura —es decir, su unicidad, su sacralidad—, se convierte en un
objeto de consumo. Durante siglos, la poesía conservó ese aura: era una
experiencia singular, exigente, que requería tiempo, silencio y recogimiento.
Para Rilke, escribir poesía era "vivir las
preguntas". Para Vallejo, era “ser más hermano del hombre que él mismo”.
En Eliot, el poema se volvía una extensión de la tradición viva, un puente
entre los vivos y los muertos. Leíamos despacio, sin necesidad de compartir el
acto con el mundo. Leíamos con el cuerpo entero. Recuerdo que durante largo tiempo adopté la manía de irme al campo y leer poesía a veces en una absoluta soledad, otras cuando tenía una enamorada.
La irrupción de las redes sociales alteró ese
ecosistema silencioso. Instagram, Facebook, TikTok, X (antes Twitter) y otras plataformas
transformaron no solo el modo de difundir poesía, sino la manera misma de
concebirla, escribirla y percibirla. Yo no quiero que se entienda que
menosprecio estar redes mencionadas pero si señalar que la poesía no puede fluir en esos formatos. Esa
redes sociales especialmente X y tik tok puedes ser útiles para campañas
publicitarias de otros géneros. Y prueba de ello, es que este articulo será promocionado
en tik tok, de ahí vendrán a conocer este blog.
Hoy, muchos poemas parecen diseñados no para el
alma, sino para la plantilla Canva. Tipografía delicada, fondo
estético, y una frase emocionalmente evidente que impacte en tres segundos. La
poesía se volvió compatible con el scroll.
En este nuevo paisaje dominado por la cultura del “like”, la poesía ha sido reducida a su mínima expresión. Los llamados “poetas virales” (los que son invitados al extranjero), escriben con la intención de volverse tendencia, no de conmover o transformar.
Las metáforas complejas, el ritmo interno, la ambigüedad
significativa, han sido descartadas por la lógica del algoritmo. El lector ya
no busca la experiencia estética; busca una identificación instantánea. El
poema ya no es un umbral: es un espejo empañado que devuelve lo obvio.
Las consecuencias de este fenómeno no son solo
estéticas. La neurociencia ha demostrado que el uso intensivo de redes sociales
afecta nuestra capacidad de atención sostenida, nuestra memoria de trabajo y
nuestra disposición simbólica.
Prueba de ello es que ahora los poemas los leen
desde un teléfono celular y la neurociencia frente a ese acto lo tiene revisado
y como supondrán el pronóstico no es alentador…
El "loop de dopamina" generado por las
notificaciones y recompensas inmediatas entrena al cerebro para lo breve o lo
rápido. La lectura profunda, tan necesaria para la poesía auténtica, se
erosiona. El cerebro digitalizado encuentra satisfacción en frases
motivacionales disfrazadas de verso, pero es incapaz de sostener la lectura de
un poema de Saint-John Perse o Pizarnik. La prisa cancela la contemplación, eso
quedó claro.
El mercado editorial, lejos de oponer resistencia, se ha sumado a esta tendencia. Las editoriales tradicionales que en otro tiempo funcionaban como filtros de calidad literaria hoy priorizan el número de seguidores del autor por encima del valor estético de la obra. Si tienes 500 mil seguidores, tienes un libro. Si escribes desde la complejidad, probablemente no. Frivolidad vende (en la mayoría de los casos). Pero algo que agrava más es que el mercado editorial se ha vuelto una fabrica de impresión, como una empresa fotocopiadora con un precio base (mínimo), al mejor postor, al menos en Perú y en la mayoría de los casos, funciona así. Si pagas te publican, no hay otra.
Yo una vez fungí de editor literario y no hice del todo mal el
oficio, era interesante. Intenté sacar ediciones mínimas bajo la modalidad de
imprimir bajo pedido, y los escritores a los que me dirigí me dijeron que yo
tenía que pagarles una suma básica, y otros simplemente no aceptaron. Al final
edité dos libros de dos autores distintos, pero hasta ahí llegó ese
recorrido. Fue así que empecé a
concentrarme mas en mi trabajo literario, y empecé a publicar mis libros.
Pero volviendo mas al tema, sentí que se impone un nuevo populismo poético:
textos que apelan a lo sentimental, al lenguaje plano y al mensaje directo,
escritos no para transformar sino para complacer. El lector es tratado como
cliente, no como interlocutor. La poesía se disuelve en autoayuda con forma de
verso libre y sin duda esta libre de todo trabajo intelectual y espiritual (en
la mayoría de los casos).
Y en ese entorno, la comunidad poética digital no
escapa al daño. Es más lo que sostengo es que el internet es el principal
causante. Pero aunque las redes pueden amplificar voces marginales, también
generan entornos cerrados, tribales, donde lo importante no es la calidad sino
la pertenencia. Se celebra al amigo y se cancela al disidente. La crítica
desaparece, sustituida por la adulación o la burla. El poema deja de ser una
ofrenda y se vuelve un selfie. Y la búsqueda del liderazgo
egoico se impone…
El poeta se obsesiona con su imagen, con su marca
personal, con la ilusión de influencer asolapado. Lo que era arte s
e convierte en performance narcisista.
En ese desierto simbólico, incluso la
originalidad ha sido malentendida. Muchos confunden lo original con lo
estridente, lo nuevo con lo gratuito. El resultado es una poesía escrita sin
lectura previa, sin oído, sin trabajo formal. Se jactan de escribir un poema en
cinco minutos, de no corregir, de improvisar, o de escribir a mano con lápiz. A
veces se parecen mucho a los académicos, henchidos de tantas seguridades…
Las vanguardias del siglo XX tenían una intención
estética y filosófica profunda; hoy, muchas "rupturas" son solo
gestos vacíos. Se pierde la música, el sentido, el riesgo auténtico. El poema
se vuelve un objeto roto, no por intensidad, sino por descuido.
No, la poesía no ha muerto. Pero ha sido
debilitada, herida por el ruido digital, desfigurada por el mercado, corrompida
por la ansiedad de validación, erosionada por el deterioro de la lectura lenta, (la implosión). El internet ha sido el fundador de esta ruptura o esta debilidad. Hemos pasado
de reverenciar el poema como un acto espiritual a tratarlo como un producto
viralizable, vendible, sustituible y sobre todo, etiquetable.
Y sin embargo, aún es posible resistir. Volver al
silencio, al asombro, a la relectura. Recuperar la poesía como verdad, como
gesto de interioridad. Reaprender a escribir con lentitud, a leer con atención,
a rechazar la complacencia. En medio del ruido, el acto más poético es quizá el
más radical: volver a escuchar.
Solo ahí, en ese espacio invisible entre el
lenguaje y el alma, la poesía podrá renacer con toda su fuerza, lejos del
brillo efímero de las pantallas y cerca de la verdad que arde en los adentros
del Ser. Pasión.
Enrico Diaz Bernuy
domingo, 20 de julio de 2025
sábado, 19 de julio de 2025
Exposición de pintura en el Museo del Convento Santo Domingo
Quiero expresar mi profundo
agradecimiento por la oportunidad de haber participado en la exposición de
pintura realizada en el museo del convento Santo Domingo.
Agradezco a los colegas que valoraron
mi trabajo y me consideraron para formar parte de esta muestra colectiva. Ayer
vivimos una verdadera celebración del arte y la cultura, que una vez más se
hicieron presentes con la pasión del oficio.
Qué feliz habría estado mi padre de
ver una de mis obras exhibida en esas instalaciones, tan cargadas de historia y
espiritualidad. Él, profundamente religioso, quizás estuvo presente de algún
modo.
Es una dicha profunda saber que mi
obra ha sido acogida por un segundo museo; cada paso reafirma y nutre mi
vocación por el arte.
Muchos sabemos que el camino del arte
suele ser un sendero solitario, lleno de silencios, dudas y perseverancia. Pero
noches como esta, en las que colegas y amigos se hacen presentes, te invitan a
cuestionar esa idea. En el calor de ese encuentro, uno comprende que no todo
está perdido, que el arte también puede ser vínculo, compañía y celebración
compartida. Y, a veces, eso basta para orientarnos hacia la búsqueda de lo
esencial, de la sencillez como horizonte verdadero. Agradezco también la visita
de destacados artistas como Moisés Nieto, Miguel Brenner, entre otros, cuya
presencia dio más realce al evento.
Y un reconocimiento especial a Robert
Solórzano y Jhony Vega, organizadores de esta acción cultural de gran
envergadura, junto a su equipo de gestión que hizo posible este encuentro.
Fuimos 26 artistas unidos por la pasión y el compromiso con el arte.
Y, sobre todo, gracias al público que
se dio un tiempo para acompañarnos y brindar su respeto y aprecio por nuestro
trabajo.
Mi gratitud es infinita.
miércoles, 16 de julio de 2025
«La poesía es un acto de la mente cuando entiende que para pensar con brío y poderío debe haber primero emociones. Es requisito que el lenguaje desafíe a la inteligencia, que no sea entretenimiento de matiné ni proclama ideológica.
La poesía es lenguaje, camino a cualquier parte con el pie en el acelerador, Sintaxis librada de interferencias. Su coro está compuesto por la inventiva sintáctica, la parafernalia lexical, el zigzagueo clausular en simultáneo y no diferido por la cesura, elementos del team ideal que deben tender una red de contraseñas cuya irresolución nació para vivir en la clandestinidad. En poesía no se trata de escribir sobre lo que a uno le pasa, sino lo que uno pasa cuando las palabras le pasan por encima. Hay que evitar el discurso didáctico de las emociones.
El poema debe ser un ejercicio de ampliación de expectativas, una mecánica de distanciamiento de lo inmediato. Para informar de esas cosas está el periodismo. Hay que saber separar a la realidad del lenguaje, y a este de las obligaciones de crear sentido a partir de los grandes enigmas de la condición humana de los cuales la poesía se ocupa mejor que nadie. Para las ideas, está el ensayo; para la novela, el relato; y para la música del habla, la poesía.»

















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