Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

jueves, 7 de marzo de 2024


Entre armas soy el rayo;
entre vacas
Soy la vaca que cumple deseos llamada Surabhi;
Yo soy el progenitor, el dios del amor;
entre serpientes soy Vasuki.
- Bhagavad Gita. (10.28)

viernes, 1 de marzo de 2024

Las cosas más difíciles en mi vida es escribir y pintar, siempre tengo tantas dificultades. Yo no puedo jactarme de decir que escribo un cuento en dos dias, (de un tirón). Ni mucho menos un poema. Es un esfuerzo casi espiritual lo que me demanda, te deja hasta con un tick, luego pasa. Pero jamás olvidas la tención psiquica. Luego de un tiempo revisas lo pintado o lo escrito y sientes que hiciste algo sincero, eso es un logro, o que hiciste algo hermoso, profundo, sensible. Y estas sensaciones ya subsana cualquier costo, siempre.

Enrico Diaz Bernuy

jueves, 29 de febrero de 2024

 "Dejemos de llamarlo ""Inteligencia Artificial"" y llamémoslo por lo que es y hace ""software de plagio"" porque "no crea nada, sino copias obras existentes, de artistas existentes, modificándolas lo suficiente para escapar de las leyes de derechos de autor. "

Este es el mayor robo de propiedad intelectual jamás registrado desde que los colonos europeos llegaron a tierras nativas americanas. "
Noam Chomsky, New York Times - 8 de marzo de 2023

jueves, 22 de febrero de 2024

ROTHKO !!!!

 EXPOSICIONES

MARK ROTHKO, EL ARTISTA MALDITO QUE NO PUDO EVITAR QUE SUS OBRAS ACABASEN COLGADAS EN LA PARED DE TU SALÓN

POR MARIO CANAL

‘Mark Rothko en su estudio, 53th Rue, New York’, Henry Elkan. 1953
© Henry Elkan, The Rothko Family Archive

La Fundación Louis Vuitton de París dedica una retrospectiva al pintor ruso Rothko que abandonó sus estudios de ingeniería en la Universidad de Yale con el firme propósito de conmover a través del arte, pero que acabó convertido en un recurrente elemento decorativo.

AMark Rothko le persiguió toda su vida la tragedia íntima de ser considerado un pintor de salón. De salón de lujo, se entiende. De salón de clase alta cuya decoración intenta conjugar las cortinas, la alfombra y el sofá con el Rothko más oportuno. Él, que siempre luchó por evidenciar la poesía y la trascendencia de su obra, asumiría este hecho a base de vodka, barbitúricos y hábitos alimenticios poco saludables. Hasta que, según el relato oficial, ese cóctel le mató en 1970. La versión oficiosa, pero que, a día de hoy, muchos apoyan como veremos más adelante, es que fue asesinado por su último galerista. Un hombre de pocos miramientos que conocía el potencial económico de las casi 800 obras almacenadas por el pintor en diversos lugares y que harían las delicias de las socialités de todo el mundo, deseosas de colgar en sus paredes el Rothko que todo millonario que se precie debía tener en su salón. Cientos de cuadros sublimes que convertirían a ese galerista, a su vez, en multimillonario.

Rothko era un tipo grande, discreto, callado. Cuando en una cena en su honor vio la disposición del salón y cómo un sofá ocultaba parte de un lienzo suyo, no haría comentario alguno según testigos presenciales. Quizás ese carácter se formó, como el de muchos otros emigrantes a EEUU –su verdadero nombre era Markuss Rotkovičs y nació en la actual Letonia, entonces Rusia zarista–, bajo el síndrome del impostor y con la sensación de pertenecer a una segunda clase. Quienes le conocieron, dicen que nunca dejó de tener un carácter ruso. Y que apenas sonreía. En cualquier caso, su familia, que en su país de origen vivía sin problemas económicos, sufrió la pobreza al morir el padre, al poco de llegar a Portland, Oregón. El joven Rothko vendería periódicos en la calle para ayudar a su familia a salir adelante.

‘Mark Rothko en su estudio, 53th Rue, New York’, Henry Elkan. 1953
© Henry Elkan, The Rothko Family Archive
‘Autorretrato’, Mark Rothko. 1936

La excelente exposición que le dedica estos días la Fundación Louis Vuitton de París se inicia con los primeros cuadros que realizó el pintor a finales de los años 30, una vez abandonó los estudios de ingeniería en la Universidad de Yale, a la que accedió con una beca. La vida de la calle, y también las visiones de carácter expresionista del metro de Nueva York –ciudad a la que fue a buscar fortuna como artista–, remiten posiblemente a las imágenes urbanas que impregnaron su mirada mientras vendía periódicos al vuelo, recién llegado a esa tierra prometida. Y constituyen una excelente serie en la que se percibe ya el interés por las superficies monocromas y de una cualidad vaporosa, que se convertirán en el eje principal de su trayectoria. Un ejemplo de este tipo de campos pictóricos lo encontramos en el fondo sobre el que pintó su Autorretrato (1936), que preside la sala de exposiciones, y en la que él mismo se ciega la mirada con unas lentes de color oscuro.

Tras una transición pictórica hacia el surrealismo durante los años 40, también de gran calidad y en la que las formas abstractas pero lineales, muy dinámicas y en ocasiones semifigurativas, poseen una raíz mitológica, aparece el primer cuadro en el que ya no hay nada más que bloques geométricos cuadrados que flotan en el lienzo. Es el principio del famoso estilo Rothko, en torno a 1949. El principio de un lenguaje que le llevaría a tener un éxito inaudito, pero no por las razones que él pretendía.

‘California’, 1965, David Hockney
‘Nº 8’, 1949. ‘Untitled Blue Yellow Green on Red’, 1954. ‘Nº 7’, 1951. ‘Nº 11’, ‘Nº 20’, 1949. ‘Nº 21, Untitled’, 1949. Mark Rothko.

Lo que quiero es que la gente llore frente a mis cuadros igual que yo lo hago cuando escucho la Quinta Sinfonía de Beethoven”, diría el pintor. En una carta escrita al New York Times en 1943 junto al también pintor Adolph Gottlieb, ambos formaban parte del grupo de Los Diez, que rechazaban el academicismo y la pintura realista que entonces seguía promoviéndose en los museos norteamericanos, expresaría más claramente ese rechazo al arte decorativo: "Es una noción ampliamente aceptada entre los pintores que no importa lo que uno pinte siempre que esté bien pintado. […] Por eso profesamos un parentesco espiritual con el arte primitivo y arcaico. En consecuencia, si nuestro trabajo encarna estas creencias, debe insultar a cualquiera que esté espiritualmente en sintonía con la decoración de interiores; cuadros para el hogar; cuadros para encima de la repisa; fotografías de la escena americana; cuadros sociales; pureza en el arte; ollas premiadas; la Academia Nacional, la Academia Whitney, la Academia Corn Belt; castaños de Indias, callos trillados; etc”.

Desde los años 50 y hasta su muerte, Rothko se centraría en desarrollar un trabajo lírico y técnicamente mucho más complejo de lo que puede parecer a primera vista. Son los años en los que el expresionismo abstracto se convierte en el lenguaje artístico por excelencia y convierte a Nueva York en la capital del arte, arrebatando a París el preciado título. Sin duda, Rothko es uno de los miembros de este movimiento –junto a David SmithClyfford Still o Robert Motherwell– más cultos y letrados en filosofía, estética e historia del arte. Y de los que más éxito tiene, junto al también malogrado Jackson Pollock. La crítica y el mercado comienza a interesarse por ellos.

‘The Ochre Ochre Red on Red’, Mark Rothko. 1954
‘Light Cloud Dark Cloud’, Mark Rothko. 1957
‘Nº 14’, Mark Rothko. 1960

Las salas cuatro y cinco de la Fundación Louis Vuitton se centran en este periodo, en el que el formato de los lienzos de Rothko apenas varía. Sólo mudan los bloques de color –casi siempre vivos, alegres–, cuya densidad varía según los tonos que use y las dimensiones de los mismos. Su estilo es reconocible, genera bienestar, a diferencia de otros pintores de su generación, que reflejan el momento histórico de cambio y tensión, en plena guerra fría, con estéticas más violentas, como las de Pollock. En fin, Rothko es el pintor ideal para tener en casa. Sobre todo, si pega con las cortinas. Él era conocedor de este hecho y luchaba contra él si estaba en sus manos hacerlo. Por ejemplo, cuando a principios de los años 60, Rosemary Kennedy le pidió un par de cuadros para ver cómo quedaban en su casa, él rechazó frontalmente su petición. Y cuando otra compradora quiso cambiar el cuadro que había adquirido por otro más vivo, porque el que se llevó la deprimía, Rothko no aceptó que se llevara otro y le devolvió el dinero.

UNA INUSUAL OFERTA

Conociendo esta oposición a que sus cuadros tuviesen connotaciones decorativas sorprende que Rothko aceptara una propuesta inusual. Crear en 1958 varios lienzos específicos para uno de los salones del restaurante Four Seasons, que ocupaba los bajos del rascacielos Seagram’s: un gran monolito negro situado en Park Avenue y proyectado por el arquitecto Mies van der Rohe. El restaurante, diseñado por el interiorista Philip Johnson, también incluiría obras de Picasso y Jackson Pollock. La principal razón por la que aceptó fue porque le daba la oportunidad de crear una serie de lienzos que tendrían una unidad de estilo y permanecerían unidos. Por primera vez realiza una serie cerrada en sí misma. Introduce, de alguna forma, la idea de instalación en su obra.

No se sabe hasta qué punto a Rothko le aseguraron que su obra colgaría en una antesala del restaurante. En cualquier caso, se lanza de forma entusiasta a crear piezas de gran formato, muchos más grandes de las que hacía hasta entonces y que tenían una escala humana pensada para ser disfrutada por un solo individuo. Tras una serie de descartes –el primer lienzo de esta serie puede verse en la exposición parisiense–, y dos viajes a Europa en los que toma inspiración de los grandes maestros de la pintura italiana –de manera más concreta, el ambiente meditativo de los frescos de Fra Angelico en el Monasterio de San Marco, Florencia–, Rothko cambia de planes. Y de aproximación, también. Se decide por pintar una serie muy diferente de lo que venía haciendo hasta entonces –los bloques horizontales superpuestos– y usa tonos más semejantes al color burdeos, de gradaciones oscuras, solemnes.

‘Nº 13 White Red on Yellow’, 1958. ‘Nº 9, Nº5, Nº18’, 1952. ‘Green on Blue Earth-Green and White’, 1956. ‘Untitled’, 1955. Mark Rothko
‘Red on Maroon’, 1959. ‘Black on Maroon’, 1959. Mark Rothko

De regreso a Nueva York en diciembre de 1959, con el restaurante ya inaugurado, aunque sin haber entregado aún sus lienzos, decidió ir a cenar al Four Seasons con su mujer. Al mirar la carta y ver el ambiente elitista del local, diría: “Cualquiera que coma este tipo de comida por estos precios, nunca va a prestar atención a mis cuadros”. Así que devolvió el dinero y rechazó colgar allí sus obras. Antes de morir, donó las serie Seagram’s a la Tate Gallery de Londres, con una cláusula que le obliga a mostrarlos todos juntos. Tal y como pueden verse en la exposición de la Fundación Louis Vuitton.

Este encontronazo, sin embargo, le abre una ruta en la que lo arquitectural, lo espacial y el trabajo de series cerradas le llevaría a lo que muchos consideran su gran obra maestra. La Rothko Chapel, en Houston, Texas. Una encargo de los mecenas John y Dominique Menil. El pequeño edificio de forma octogonal –diseñado en su origen por Philip Johnson– tiene varias salas en las que los cuadros sombríos y casi negros que Rothko comenzaría a pintar tras las serie Seagram’s generan sobras que crecen y decrecen según la luz natural que entre por la claraboya cenital. Es una capilla ecuménica, abierta a todas las creencias, y para la que Rothko realizaría catorce lienzos entre 1964 y 1967.

La exposición de París termina con una gran sala –donde se han incluido esculturas de Giacometti– en la que se ven cuadros bicromáticos: el gris y el negro se dividen el lienzo uno sobre el otro. El pesimismo y la depresión parecen ocupar ya todo el universo de Rothko. Sus problemas de salud, la separación de su mujer y el distanciamiento de sus hijos, así como la incomprensión del mercado frente a su visión trascendental del arte, se agudizan. Además, el arte pop y su exaltación del consumo le generan gran rechazo, por lo que abandona la galería con la que trabajaba, la Sidney Janis, que comienza a exponer a la nueva hornada de creadores pop, e inicia una relación con la galería Marlborough, propiedad de un tipo sin muchos escrúpulos de nombre Franck Lloyd. Rothko apenas pinta ya a finales de los 60, pero tiene acumulados centenares de cuadros que a valor de cincuenta mil dólares de la época sumarían cuarenta millones de dólares.

‘Untitled’, Mark Rothko. 1969
‘Grande Femme III’, Alberto Giacometti. 1960
‘Untitled’ y ‘Nº 8’, Mark Rothko. 1964

Su galerista le insiste –muchos dicen que le acosa– para que venda y Rothko, tremendamente debilitado, parece ceder y permite la salida al mercado de lotes enteros de hasta 40 piezas. El día antes de su supuesto suicidio, tenía una cita con uno de los colaboradores de Franck Lloyd para mostrarle su almacén más grande. Además de galerista, Lloyd era su albacea testamentario. El director de la galería, Bernard Rice, le había hecho firmar un contrato leonino en la época más desprovista de cualquier defensa de Rothko. Pollock acababa de morir también alcoholizado y el precio de su obra se vio multiplicado por cinco. Es de suponer que tanto Lloyd como Rice eran conscientes de este hecho, y de que lo mismo sucedería con Rothko. Las 800 obras alcanzarían un botín de valor casi incalculable.

Suicidio o asesinato, Rothko se convertiría tras su fallecimiento en un bestseller. Sólo hay que ver la interesante cuenta de Instagram @Collectorwalls para darse cuenta que sus obras son inevitables en las casas de cualquier coleccionista y millonario de la época. Sin embargo, la reverencia que el tiempo presente le muestra –además de seguir situándolo entre los pintores más valiosos en subastas– dan fe de una apreciación que va más allá del efecto decorativo de su obra. La percepción de esta se acerca para muchos a lo sagrado. Lo que él siempre buscó.

lunes, 5 de febrero de 2024

El arte puede salvarnos la vida. ESCRIBE: Aser García Rada


El último número navideño de The BMJ recogía un estudio que indicaba que el periodo durante el cual la canción «1-800-273-8255» tuvo mayor difusión social se asoció con un notable aumento de las llamadas a Lifeline, la línea nacional estadounidense de prevención del suicidio, cuyo número da título al tema. Más importante aún, los investigadores constataron una reducción de los actos suicidas durante ese mismo periodo. En concreto, estimaron que se habían producido 245 menos de lo esperado. «Esto es muy singular en dos aspectos. Primero porque es una canción, muy diferente de los mensajes de prevención tradicionales; y segundo, no se centra en las muertes por suicidio ni en las lesiones casi mortales. Es una historia de esperanza y resiliencia», subrayaba en un vídeo adjunto a la publicación su investigador principal, Thomas Niederkrotenthaler, profesor de la Universidad Médica de Viena.

«Los resultados también sugieren que es de crucial importancia colaborar con otros sectores, como la industria del entretenimiento y las artes creativas, para desarrollar narrativas poderosas que resuenen en audiencias diversas», zanjaba. Analizar que el hip-hop puede salvar vidas es uno de los ejemplos del creciente interés por los beneficios de las artes en la salud y de la propia ciencia por estudiarlos.

Según manifestó Christopher Bailey, director de la Iniciativa Arte y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «con un creciente conjunto de pruebas de que la incorporación de las artes a los sistemas [sanitarios] y lugares de curación puede mejorar los resultados en salud, reducir los costes y apoyar la recuperación de enfermedades y lesiones, es el momento de una ‘revolución de las artes sanadoras’ que mejore el bienestar de millones de personas en todo el mundo».

El poder del arte: informes e iniciativas

El evento en el que hablaba Bailey formaba parte de la Iniciativa de Artes Sanadoras (en inglés, Healing Arts Initiative), «un llamamiento a la acción para abordar los retos mundiales de la salud a través de las artes» organizado por la plataforma Culturunners –dedicada a promover la construcción de la paz y el desarrollo sostenible a través del arte–, en colaboración con la OMS.

De hecho, fue la Oficina Regional de esta agencia para Europa la que marcó un hito relevante con la publicación en 2019 del mayor informe hasta la fecha sobre las pruebas subyacentes a este papel de las artes. El análisis de los resultados de más de 3.500 estudios científicos mostró que «pueden tener un impacto potencial en la salud mental y física» de diferentes formas.

El arte favorece el acceso al sistema sanitario de grupos marginados y disminuye el deterioro cognitivo

Entre otras, puede afectar a los determinantes sociales de la salud, favoreciendo el acceso al sistema sanitario de grupos marginados, contribuyendo al desarrollo infantil, disminuyendo el deterioro cognitivo y la fragilidad en edades avanzadas, fomentando comportamientos saludables, reduciendo el estrés, apoyando la prestación de cuidados, ayudando a las personas con trastornos neurológicos y del neurodesarrollo y contribuyendo en la atención al final de la vida.

Algunos proyectos destacados por el documento son el Sistema Venezuela, creado por el director de orquesta José Antonio Abreu para fomentar la educación musical y lograr el cambio social y la justicia para los niños pobres del mencionado país americano; el Observatorio de las Artes y la Educación Cultural finlandés, que persigue fortalecer las habilidades creativas infantiles, la competencia cultural y el bienestar individual y social; o el británico Arts On Prescription, utilizado desde hace dos décadas en el marco de programas más amplios de prescripción social por parte de los médicos de atención primaria. También está Doctor Clown, la oenegé rusa de payasos dirigida a mejorar el bienestar de los niños en orfanatos y hospitales de la Federación Rusa y que desarrolla en la actualidad parte de su labor atendiendo a niños afectados por la guerra en Ucrania; Breathe Magic, para ayudar mediante la magia a niños con hemiplejia en Reino Unido; o los numerosos grupos distribuidos por el mundo de la red Dance for PD (Danza Para La Enfermedad de Parkinson), que ofrecen clases de baile especializadas para personas con párkinson y sus cuidadores.

La postura de la OMS

Entre sus recomendaciones, la institución sanitaria pide implementar intervenciones artísticas con suficiente base científica, como que los pacientes escuchen música antes de la cirugía, el uso de técnicas artísticas en personas con demencia y el desarrollo de programas artísticos comunitarios para mejorar la salud mental. También solicita potenciar las derivaciones entre los sectores sanitario y artístico, cofinanciar programas de salud con presupuestos del sector sanitario y cultural y que las artes sean parte de la formación de los profesionales sanitarios.

La OMS recomienda implementar intervenciones artísticas con suficiente base científica

«Las artes pueden conceptualizarse como actividades sanitarias multimodales que proporcionan un vehículo para que las personas participen en actividades diversas que promueven la salud (como la actividad física, la interacción social y la estimulación cognitiva) para las que ya existe una sólida base de pruebas», señaló en un blog de The BMJ Daisy Fancourt, coautora del informe de la OMS y profesora asociada en el University College de Londres. «Lo que también contribuye a sus efectos salutíferos es que las artes implican imaginación, estética y significado, lo que proporciona una motivación inherente para que las personas participen», añadió.

A solicitud del Gobierno británico, Fancourt elaboró otro dossier publicado en 2020 constatando, por ejemplo, que existe base científica sólida del papel positivo que tiene la música o la lectura de libros en el desarrollo social infantil o del habla y el lenguaje en bebés y niños, así como sobre los beneficios del uso de las artes en general en la cohesión social y el bienestar psicológico en adultos y en la reducción del deterioro físico en la tercera edad. Ambos documentos señalaban que también hay ámbitos artísticos sobre los que el conocimiento es más débil, lo que «parece deberse a la falta de estudios y no a la falta de resultados».

Como explica Francisco Javier Saavedra Macías, profesor del departamento de psicología experimental de la Universidad de Sevilla, «desde finales del siglo XIX y principios del XX hay literatura que respalda el uso de las artes en el ámbito de la salud, pero solo desde hace 20 o 30 años se desarrollan estudios experimentales aleatorizados con grupos control», incluso usando marcadores biológicos para cuantificar sus beneficios.

Como ejemplos, este doctor en psicología menciona una publicación en Frontiers in Psychology que demostró cómo el canto afecta a los niveles sanguíneos del cortisol, la hormona relacionada con el estrés, y otro que evidenció en Plos ONE que la participación en un grupo de percusión de personas con trastornos mentales mejoraba sus variables psicológicas y modificaba su perfil inmunitario.

Arte y sanidad en España

Saavedra Macías es coautor de una investigación publicada en Arts & Health sobre cómo una intervención basada en la música, el dibujo, la escritura y la danza disminuyó los síntomas depresivos y el estrés de un pequeño grupo de inmigrantes indocumentados.

En otro trabajo, publicado en Disability and Rehabilitation, demostró que un taller de prácticas creativas celebrado en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que incluía visitar la exposición de la artista brasileña Maria Thereza Alves «El largo camino a Xico (1991–2014)», mejoró la inclusión social y el bienestar de personas con enfermedades mentales graves.

Estudios epidemiológicos correlacionan el nivel de actividad cultural en una determinada zona con la salud de sus comunidades

Citando una investigación publicada en BMJ Open, su autor destaca los estudios epidemiológicos que correlacionan el nivel de actividad cultural en una determinada zona con la salud de sus comunidades. «Aquellos distritos donde hay más participación cultural tienen mejores índices de salud, independientemente del nivel educativo y del estatus socioeconómico», recalca.

Para este investigador, se necesita sensibilidad institucional para promover investigación de calidad. «La inversión que hay en países como Reino Unido es increíble, algo que en España es totalmente inconcebible. Allí existe hasta una comisión parlamentaria para el estudio del uso de las artes en el ámbito de la salud», remata este experto. En efecto, en 2014 se creó el Grupo Parlamentario Multipartidista sobre Arte, Salud y Bienestar, el cual tiene como objetivo mejorar la conciencia de los beneficios que las artes pueden aportar.

«Hay que revalorizar las humanidades y las artes dentro del mundo de la salud», apunta Luz Mar González-Arias, profesora titular de filología Inglesa de la Universidad de Oviedo e investigadora principal del grupo interdisciplinar de investigación de humanidades médicas y medioambientales HEAL (Health, Environment, Arts and Literature), dedicado al estudio de la enfermedad a través de la historia en sus representaciones literarias, artísticas, culturales o lingüísticas.

«La creación, tanto para quien la hace como para quien la recibe, tiene un poder terapéutico», señala esta experta, que insiste en contextualizar a la persona y el tipo de manifestación artística. «Puede haber a quien la música le eleve, pero puede que para otra persona sea deprimente», explica. Desde su perspectiva, «un poema o una obra musical no te cura en el sentido de la quimioterapia, pero el poema adecuado o la música adecuada sí te salva el día, te ayuda a cerrar una herida».

Más allá de curar: la visibilización de las dolencias

Las artes también tienen su papel para hacer visible la enfermedad. El cine, por ejemplo, ha sido particularmente proclive a sensibilizar sobre numerosas dolencias, en especial sobre las que afectan a la salud mental. Es el caso de películas como Despertares, basada en el libro homónimo del neurólogo Oliver Sacks sobre la encefalitis letárgica; Arrugas, basada en un cómic de Paco Roca sobre el alzheimer; o La teoría del todo, un biopic del físico Stephen Hawking, que convivió hasta su muerte con la esclerosis lateral amiotrófica.

Destacadas producciones sobre otras enfermedades son Philadelphia, que abordó el estigma del sida en la dramática década de los noventa, el drama musical sobre una ceguera progresiva Bailar en la oscuridad o Mi vida sin mí, sobre el duelo personal por un cáncer terminal. El mundo de la medicina y el del arte y la cultura «quizá incluso sean inseparables», afirmaban dos neurólogos y un poeta en Arte para mejorar la salud y el bienestar, un ensayo publicado en 2018 en The BMJ. «Creemos que una colaboración más estrecha entre ambos podría mejorar el futuro de la atención a nuestros pacientes», explicaban entonces.

Recordando las habilidades anatómicas de Leonardo da Vinci para dibujar por primera vez la tiroides, las del francés Jean-Martin Charcot para representar a sus pacientes en pinturas o esculturas y educar a sus alumnos o las del cirujano e ilustrador estadounidense Frank Netter, cuyos atlas de anatomía adornan las estanterías de miles de médicos en el mundo, los autores sintetizaban: «Los orígenes de la medicina y el arte fueron uno, y su separación actual es solo el resultado de nuestra necesidad normativa y cultural de etiquetas, estructura y compartimentos».